lunes, 31 de enero de 2022

Torre del Peñón del Moro

 Hasta el siglo XIX gran parte del núcleo urbano de Alboloduy se concentraba en las laderas este y sur del Peñón del Moro. Aquí se localizan diversas cuevas excavadas en la roca, algunas de ellas actualmente cegadas, desde donde se comunicaba en ascenso con el castillo. Varias de estas cuevas se pueden observar a nuestro paso. 

Sin embargo, periódicamente, fruto de diversos procesos erosivos, rocas de diverso tamaño caían sobre las casas, provocando importantes daños materiales e, incluso, desgracias personales. Por ello a finales del siglo XIX se destinaron 100.000 pesetas de la época para construir una torre que contuviera los desprendimientos. 

Conocida como “La Chimenea”, la curiosa construcción, que estimula la curiosidad y desorienta a tantos visitantes, no es más que es una enorme torre maciza, troncopiramidal, de mampostería enfoscada. Unos metros más adelante, detrás de la torre, se ubica un interesante mirador sobre el río y el Peñón de la Reina, el enorme macizo situado al otro lado del mismo, donde se localiza el más importante yacimiento Neolítico de nuestra comarca.

Para seguir nuestro itinerario volveremos sobre nuestros pasos para tomar en descenso la sinuosa calle Cueva hasta llegar a la Plaza Vieja, posiblemente el antiguo zoco medieval. Igualmente, en la Calle Duque se ubica el Museo de Alboloduy, levantado sobre el solar que ocupaba la casa-palacio del Duque de Gor.







Fotos: David Téllez

sábado, 29 de enero de 2022

Santuario de la Virgen del Mar

 Los Reyes Católicos fundaron el Real Convento de Santo Domingo en 1492. El templo se construyó en el segundo cuarto del siglo XVI, en un período de transición entre el gótico tardío y el renacimiento. A comienzos del siglo XVIII se renovó el convento, llevándose a cabo la construcción del claustro, terminado en 1728, y años después, de la sacristía, terminada en 1764. Tras la aprobación del papa Pío VII, el 22 de agosto de 1806, el Ayuntamiento y el Cabildo ratifican que la Virgen del Mar se convierta en patrona de la ciudad.

Tras la desamortización de Mendizábal, en 1835, el convento se suprimió, pero la iglesia siguió su funcionamiento normal. No obstante, en 1841, el Ayuntamiento decidió cerrar el templo para usarlo como capilla del Colegio de Humanidades que estaba ubicado en el antiguo convento. Esta situación duró poco tiempo, pues en 1844 volvió a abrirse al público para venerar a la Virgen del Mar. En 1899, los dominicos regresaron a la ciudad y se les entregó el templo, a la vez que construyeron un nuevo convento junto al desamortizado.


Tras un incendio provocado en 1936, el templo fue restaurado de nuevo en 1940 bajo las directrices del arquitecto Guillermo Langle y la portada fue reconstruida por Pedro Bértiz García.

A pesar de que el templo es popularmente llamado "Basílica", no lo es realmente desde una perspectiva litúrgica, pues no ha sido declarada Basílica menor por la Santa Sede. 

El Santuario de la Santísima Virgen del Mar (Iglesia Conventual de Santo Domingo) se encuentra en la Plaza de la Virgen del Mar, a pocos minutos de la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol, de la Iglesia Parroquial de San Pedro y de la Iglesia Parroquial de San Sebastián, en la ciudad monumental de Almería, Andalucía.


Foto extraída de Wikipedia. 

El edificio es un templo concebido como iglesia de una comunidad religiosa que habitaba en un convento anexo. Presenta planta de cruz latina con tres naves en el brazo mayor, articuladas en tres tramos. La nave central es más ancha que las laterales, y se encuentra separada mediante pilares cruciformes con medias columnas adosadas que delimitan perfectamente tanto los tramos de la nave, como los de las adyacentes. Se cubre con bóveda de medio cañón, reforzada con arcos fajones, mientras las naves laterales lo hacen con bóveda de terceletes.

El crucero está formado por una sola nave transversal poco más estrecha que la central, pero mucho más ancha que las laterales. Se forma así un espacio casi cuadrado en el centro del templo inmediatamente delante de la capilla mayor, entre otros dos tramos, de forma rectangular acusada. El presbiterio, de planta trapezoidal, tiene un hueco en el centro que comunica con el camarín de la Virgen que le da nombre a la Basílica.

La sacristía y el resto de las dependencias se sitúan fuera del perímetro del templo, cerca de la cabecera por el lado de levante, con una entrada que se abre al crucero.

Al exterior, la fachada de los pies presenta en el centro una portada de cantería, que marca un hueco trilobulado en su parte superior. Ésta se completa con unos laterales en resalto y un piñón en el remate. La fachada de poniente es de construcción sencilla, en ella se abre la puerta lateral enmarcada por molduras. 

Fuente: Andalucía rústica y Wikipedia 

viernes, 28 de enero de 2022

Casa de los Puche

 La casa de los Puche es una residencia burguesa del siglo XVIII, de estilo neoclásico, situada en la ciudad de Almería (provincia de Almería, Andalucía, España). Se trata del ejemplar más importante de vivienda señorial burguesa de los siglos XVI a XVIII conservado en la capital almeriense. Situada al costado oriental de la catedral de la Encarnación, haciendo esquina entre la plaza de Bendicho y la plazoleta del Jesús Cautivo de Medinaceli, su construcción está datada en 1700.

En ese tiempo se la conoció como casa de Arboledas, por ser estar asentados en el registro de la propiedad: en 1735 Ignacio y Vicente Arboledas, pasando a recibir su nombre actual en 1816, año en que fue adquirida por José María Puche y Perceval, caballero de la Orden de Carlos III y miembro de una ilustre familia local, los Puche (forma evolucionada del apellido catalán Puig), presente en Almería desde finales del siglo XV.


A finales del año 1995 la Hermandad Sacramental del Prendimiento adquiere por completo el inmueble, tras haber estado varios años en alquiler cuando la Casa pertenecía a la Casa Asilo. En 2007 la Hermandad decide rehabilitar esta Casa Palacio, contando con una subvención por parte del área de urbanismo del Ayuntamiento de Almería, así como la colaboración de muchos cofrades y amigos de la Hermandad que con su esfuerzo han hecho posible que la Casa recupere su estado original. El 14 de mayo de 2011 bendice la casa Adolfo González Montes, obispo de la diócesis, en un acto emotivo y sencillo que dio a conocer las nuevas instalaciones de la Casa, albergando en ella un museo dedicado a exponer los enseres de la Cofradía, un aljibe árabe, sala de tinajas y demás estancias dignas de conocer.

Es un edificio cuadrangular de dos plantas que se organizan en torno a un patio central porticado, el cual se abre al exterior a través de un zaguán. La planta baja del patio presenta columnas toscanas y arcos carpaneles de ladrillo. Una escalera ornamentada en azulejo conduce a la galería superior, rematada de dinteles de madera apoyados en zapatas.



La fachada presenta sillares de ángulo en la esquina libre y un vano central bajo arco de medio punto y clave resaltada sobre la que aparecen armas heráldicas. Encuadran el conjunto dos columnas toscanas exentas y de fuste acanalado, montadas sobre plintos, y un entablamento decorado con triglifos y metopas. Cabe destacar asimismo las voluminosas repisas de corte barroco que sostienen los balcones.

Fuente: Wikipedia

Fotos: Patrimonio Almeriense

Celia Viñas Olivella


(Lérida, 1915 - Almería, 1954). Escritora.

Profesora y escritora. Asistió desde muy pequeña a las clases de la Escuela Aneja de la Normal de Magisterio de Lérida, donde su padre, Gabriel Viñas Morant, era profesor de Pedagogía. Cursó el bachillerato en Palma de Mallorca, destacando entre sus profesores el catedrático Gabriel Alomar, quien, a través de sus clases de Historia de la Literatura y Prácticas de Castellano, marcó su afición literaria y «decidió su vocación profesional a los doce años». Estudió en la Universidad Autónoma de Barcelona. Tras todos los avatares de la Guerra Civil, se gradúa en Filosofía y Letras en 1941. Profesores suyos de Lengua y Literatura fueron, entre otros, Manuel de Montolíu, García Blanco, Rubió, Díaz-Plaja y Ángel Valbuena, «mi maestro y amigo». En estos años estuvo abierta a su entorno cultural: espectáculos teatrales, cine, conciertos, exposiciones, coloquios... que van moldeando su personalidad y cuyas inquietudes luego transmitirá a sus alumnos. A pesar de su brillante expediente académico, no le dan cabida en el Instituto de Palma, ya que su padre fue depurado y toda la familia Viñas está marginada por los poderes oficiales. Se marcha a Madrid donde simultaneó su preparación de oposiciones con el trabajo como becaria en el CSIC.

      En marzo de 1943 llegó al, entonces, único Instituto de Almería, la actual Escuela de Artes, tras haber obtenido el número uno por unanimidad en las oposiciones a seis cátedras de Lengua y Literatura de Enseñanza Media, a pesar de las fuertes presiones que recibió el Tribunal para que no las sacase. Y en esta ciudad murió a los 39 años, tras delicada intervención quirúrgica para extirparle una serie de miomas en el útero que le impedían realizar el sueño de su vida: tener un hijo. Se había casado con el almeriense Arturo Medina, catedrático de Escuela Normal, en septiembre de 1953.


      Tomó cariño a la ciudad, al instituto, a sus alumnos... y renunció a la brillante carrera docente que Dámaso Alonso y otros profesores universitarios le ofrecieron. Afirma en una carta a su familia: «Estoy casi decidida, si no es para reunirme con vosotros, no me muevo de aquí. Además, y no es pisto, desde que yo llegué el Instituto se animó: excursiones, certámenes, conversaciones de arte con los alumnos, incremento del préstamo de libros... Tengo medio embrujadas a las niñas, desconcertados a los chicos, embobados a los profesores viejos y algo despistados a los jóvenes que no saben aún realmente cómo han de tomarme». Continúa en esta misma carta: «Aquí, en Almería, no hay conventos de monjas con prestigio, en cuanto a los muchachos, uno solo nos hace la competencia, el Lasalle. Tenemos chicos con alpargatas y señoritos andaluces con brillantes en la corbata. Niños de pescadores y las sobrinas del alcalde. Todo el mundo va al Instituto...».

      Desde el primer momento, entró en el sorprendente mundo de aquellos adolescentes, siempre dispuesta a tomar parte y animar con su presencia todas aquellas actividades que sirviesen de estímulo a sus clases. La influencia de Celia Viñas, como pedagoga y sembradora de ilusiones literarias, fue decisiva en las varias generaciones de niños y jóvenes que tuvo a su cargo en la cátedra. Su vitalidad se desbordaba en sus alumnos, sembrando alegría y entusiasmo. Unidas vocación de madre y maestra, aconseja a su alumna Pepita Carretero: «Tú no te preocupes, siempre podrás volver a nuestros brazos, tan maternos de intenciones, y refugiarte en mi cariño... No, no estés triste. La tristeza puede ser pecado. Hay que sonreír cada mañana, si llueve porque precisamente llueve, si hace sol porque hace sol, en otoño, con sonrisa de otoño y en primavera con sonrisa de mayo...».


   Como buena catalana, injertada en mallorquín, fue una mujer muy avanzada en todos los aspectos, liberal, tolerante, buscadora de cosas nuevas y rebelde ante las injusticias. Parte de la burguesía local la criticó y llegó incluso a denunciarla al Ministerio de Educación, acusándola de pervertir a la juventud porque se iba con sus alumnos de excursión, jugaba con ellos, realizaba lecturas y tertulias literarias y, cuando salían, de noche, de las emisiones de radio, los acompañaba a sus casas. Al pasar por las plazas solitarias, hermosas y llenas de sí mismas, les enseñaba a amarlas, a poner los ojos donde había belleza.

      Le escribe a su alumna Mª Lola Ibáñez: «Soy siempre fiel a mis principios y a mí misma. Creo en la libertad de los humanos y que el amor es la gran verdad de la vida. El amor y el trabajo. Tú lo sabes bien. Olvida todo lo que quieras de mí y de mis clases. No olvides esto». Y fueron sus alumnos los que la defendieron ante la sociedad almeriense, sin olvidar a determinados compañeros del instituto, especialmente al director D. Francisco Saíz, quien sustituyó en 1944 a Florentino de Castro y la nombró Jefe de Estudios, así como el reconocimiento nacional de su obra y su labor educativa.

      En aquellos años de nuestra posguerra realizó una labor cultural y educativa de enorme trascendencia en una Almería seca y árida en inquietudes intelectuales. Celia, vitalista y buscadora de nuevos horizontes, tuvo una importancia significativa en el despertar cultural de aquellos años, especialmente en torno a 1945-50, junto a Jesús de Perceval, Juan Cuadrado, Hipólito Escolar... Dos centros, el Instituto y la Biblioteca Villaespesa, y un movimiento, el Indaliano, fueron los tres grandes focos de la cultura almeriense que, gracias a su impulso, especialmente su conferencia en la apertura de la Exposición de los Indalianos en el Museo Nacional de Arte Moderno de Madrid en junio de 1947, llamaron la atención de prestigiosos intelectuales de la época como Dámaso Alonso, Eugenio d´Ors, Gerardo Diego, Carmen Conde, Mª de Gracia Ifach, Valbuena Prat... rebasando los límites de Almería.

      Fue, por encima de todo, una profesora entregada a su trabajo, con espíritu moderno, avanzada, progresista y adelantada a su tiempo. Escribe a Marta Mata: «Yo trabajo en Almería como un misionero... encontré unas almitas niñas desiertas, secas como esta misma tierra trágica que me preocupa estéticamente, casi místicamente, tierra paria, tierra cruz... y procuro descubrir los rinconcitos donde el alma se esconde y canta su eterna canción verde... Hoy se lee y se escribe en Almería. Los muchachos jóvenes no se avergüenzan de su sensibilidad y las niñas leen menos novelas rosa. ¿Cómo lo consigo? Mi labor no se limita a la cátedra, soy amiga de tantos como puedo, confidente de muchos, bibliotecaria de todos... y yo ya no soy yo cuando llego a Almería...».

      Fue un regalo para nuestra tierra, un grano de trigo sembrado, demasiado prematuramente en el desnudo paisaje almeriense, que aún sigue dando sus frutos. Ella, como una catedrática de nuestros días, enseñó a aquella generación de posguerra a sentir a García Lorca, a penetrar con hondura en Miguel Hernández, a amar a los clásicos, abriendo los ojos de sus alumnos, haciéndoles sentir lo sensible, lo bello, lo sublime... avivando la pasión por la lectura y despertando aficiones literarias (Agustín Gómez Arcos, Barrilado, Tadea Fuentes, José Fernández Revuelta, Gabriel Espinar...).

      Además de su intensa y variada actividad educativa y cultural, también fue creadora. Su vida y su obra están íntimamente unidas. Son una sola cosa. Vivieron inseparables su amor al niño y la proyección de este amor, reflejado en sus textos, así como la contemplación y goce de la naturaleza y su plasmación en los versos, hasta el punto de ser su labor literaria una más de las múltiples actividades que llenaron su corta existencia. No se contenta, como hemos dicho, con inculcar a sus alumnos el amor a la literatura y el gusto por la belleza literaria, sino que les ofrece la realización de ella a través de su obra.

      Al hacer un soneto, al realizar sus presentaciones y conferencias, al dar una clase, al recitar con sus alumnos al aire libre, al salir de excursión, al representar una obra de teatro... se captaba su poder creativo y su sensibilidad, así como el alejamiento de los modelos educativos vigentes en la posguerra. Sabía comunicarse, adelantándose en el magisterio a las teorías pedagógicas actuales, rompiendo moldes en la enseñanza de la lengua y la literatura. En sus clases, a base de comentarios de texto, redacciones sobre los más curiosos temas, frecuentes lecturas dentro y fuera del aula, relaciones de nuestra literatura con la de otros países y con su entorno artístico-musical, cuadros sinópticos y aportación de sus vivencias literarias, se respira un aire moderno. A los viejos métodos de preceptiva literaria opone un nuevo concepto vital de las letras. Pregunta en una carta a su hermana Encarna: «¿Te gusta dar clase? Yo creo que es lo más apasionante del mundo. Más apasionante que escribir una novela o representar una comedia. Yo disfruto más en una clase bien dada, y bien recibida, que no en la creación artística...». Su amor a la enseñanza la llevaba a procurar una auténtica formación integral. De su inquietud pedagógica dan prueba las siguientes palabras en carta a su alumno Gabriel Espinar: “Jamás me interesó sacar de mi labor de cátedra investigadores, catedráticos... Me interesaron las espaldas moralmente grandes y los corazones fuertes. Y una sonrisa de felicidad en los ojos más que en la boca”.

      No obstante, cultivó con dignidad los diversos géneros literarios. En verso, su faceta más destacada, vieron la luz antes de su temprana muerte: Trigo del corazón (1946), Canción tonta en el Sur (1948), Palabras sin voz (1953) y Del foc i la cendra (1953), su única obra publicada en catalán. Y libros póstumos: Como el ciervo corre herido (1955), Canto (1964) y Poesía última (1979). Además, dos selecciones de poemas: Antología lírica (1976) y Oleaje (2004). De su producción en prosa sólo el ensayo, Estampas de la vida de Cervantes (1949), apareció en vida, como un homenaje de la Biblioteca Villaespesa y de sus amigos. Después de su muerte: la pieza teatral, Plaza de la Virgen del Mar (1974), escrita con Tadea Fuentes; la colección de cuentos, El primer botón del mundo y trece cuentos más (1976), que obtuvo el Accésit del Concurso Nacional de Literatura en 1951; las novelas, Viento levante y Tierra del Sur (fragmentos) (1991), y la recopilación de sus artículos en De esto y aquello (1995). Sólo quedan inéditas su novela incompleta, La Peregrinita, y sus innumerables cartas, una joya de enorme interés por la belleza literaria y la descripción pormenorizada y atrevida de la sociedad de aquellos años.

      La personalidad de Celia y su nuevo estilo, como escribí en 1984, constituyen el hilo conductor de su biografía: “Se respira en torno a ella un aire de ilusión, una nueva forma, un nuevo estilo para tratar a los alumnos, a los que asombra con su sonrisa de confianza y anima a tener ideas propias, creativas, originales y a no dejarse arrastrar por el último detalle de moda. Va a provocar un despertar cultural en la ciudad, pero no sólo en clase, sino fuera de ella”.

Fuente: Dipalme

miércoles, 26 de enero de 2022

Refugios Guerra Civil del Ayuntamiento

Refugio de la Guerra  Civil situado en el Ayuntamiento de Almería que se extiende hacia  la Plaza Vieja. Hoy día este refugio esta parcialmente destruido debido a  los cimientos del Pingurucho.



Fuente y Fotos: Ginés Valera

martes, 25 de enero de 2022

Francisco Urrutia Fernández

 Con 16 años ganó el primer premio de canción ligera del programa Ondas de Medianoche en la radio local, al que le siguieron otros en Málaga y Canarias. Además de varios discos en su haber, es autor de seis libros en verso y prosa. Con el pasodoble Cien años de toros logró el concurso convocado con ocasión del centenario coso de la Avda. de Vílches. Ante la pérdida del cantante, músico y poeta el 15 de febrero de 2015, la asociación Amigos Taurinos de Almería instituyó con su nombre el galardón musical “Lance de Oro”, recibido en las dos primeras ediciones por los compositores José Nieto Lardón y Francisco J. González. En esta última ceremonia se hizo un emotivo canto a la amistad, con evocador lirismo villaespesiano:

 Esa alma del sur que siempre llevó a gala se hace muy presente… Y parafraseando el estribillo de su pasodoble Almería de mi Alma: “Si me llegara la hora, estando lejos de aquí, mi corazón, Almería, se volverá gaviota para volar hasta ti”.

        Almería está en deuda con él. Su trabajo en pro de la divulgación de la cultura queda patente en su extenso currículum profesional, pero por encima de todo, Paco Urrutia fue un artista sencillo y generoso, de múltiples facetas; todas ellas cargadas de sensibilidad y entrega. Fue cantante de voz melódica, compositor excepcional, escritor y poeta imparable e incansable. Abanderó el nombre de Almería y amó a nuestra tierra; la sintió, la soñó y así ha quedado reflejado en múltiples y bellas composiciones poéticas…



Guiado de la afición taurina, su relación con los Amigos Taurinos de Almería era extremadamente cordial tras sucesivos encuentros con el ganadero Adolfo Martín, al que le dedicó (letra y música) un pasodoble. Su intuición le llevó a prodigarse en esta faceta con composiciones a toreros y peñas, destacando el dicho primer premio Cien años de toros, compartiendo los derechos con Ruiz de Padilla. Francisco Urrutia Fernández había nacido el 17 de septiembre de 1943 en el barrio del Quemadero, cercano a su tío materno Gerundino Fernández, afamado constructor de guitarras. Su voz fue de las más sobresalientes en la década sesenta-setenta. Grabó en discos y a su vena poética se deben igualmente poemarios y textos en prosa, algunos de ellos editados por la UAL:


-        A tu espera o en tu olvido

-        Gotas de rocío

-        Arroyo flamenco y abriendo colores con acento. 

-        Letras flamencas

-        Gerundino Fernández, biografía de un guitarrero

-        Músicos y artistas almerienses.

Sevillano Miralles Antonio

Fuente: Dipalme

sábado, 22 de enero de 2022

Torre de Medala

La torre de Medala es una torre de época nazarí construida entre los siglos XIII y XV en lo que era Al-Ándaluz, su situación concreta es en la provincia de Almería en la población de Tahal, se trata de una torre de alquería, que formaba parte de un conjunto homogéneo de asentamientos medievales. Su función era la de avisar a la población en caso de peligros. Se ubica cerca del despoblado del mismo nombre, el cual recibía en el siglo XVI el nombre de Beni Medala, lo cual da idea de su origen árabe-bereber y clánico.

Es una torre de planta rectangular realizada en mampostería y con un grosor de muros que oscila entre los 0,80 y los 0,90 m, la torre mide 5 x 4 m de lado, la estructura está casi enterrada por piedras procedentes de la misma construcción. Carece de figura legal de protección alguna, hoy es un despoblado, entre Tahal y Benitorafe. Anteriormente se llamó Beni Medala.

Torre




Despoblado







Bibliografia

Cressier, Patrice, El poblamiento medieval de la Sierra de los Filabres (Almería). Instituto de Estudios Almerienses, 1992. Pp 177-189.

Enlace a fuente principal: Joaquín Berenguel

miércoles, 19 de enero de 2022

Lavadero Fuente y Cimbra de Gérgal

 Es la que suministraba agua a través de una acequia al lavadero público de la Cimbra. Nacía en el Cortijo del Tío Eusebio y vertía sus aguas después de pasar por el lavadero a la balsa del mismo nombre..

Es un lavadero público que forma parte de la vida de muchas generaciones, sobre todo de gergaleñas, que iban a él a lavar la ropa sucia de la familia. Se construyó en 1947, siendo Alcalde de Gérgal D. Javier Urunceta, Registrador de la Propiedad, y su coste fue de 20.000 ptas de la época. Antes de su construcción las mujeres lavaban en la Rambla en piedras colocadas sobre las pozas de los riachuelos que por ella transcurrían. Funcionó hasta mediados de los años setenta en que dejó de utilizarse debido a dos causas principalmente: la primera fue que el agua corriente empezó a llegar a la mayoría de los hogares, la gente puso pilas de lavar en sus casas si no las tenía y para los más pudientes llegaron las primeras lavadoras automáticas; la segunda fue que la acequia de agua que pasaba por el interior de la Cimbra empezó a disminuir su caudal hasta desaparecer poco a poco.

Su nombre viene de uno de los significados de la palabra "cimbra" que es la curva de la superficie interior de un arco o bóveda, pues como podemos apreciar en la fotografía tiene seis arcos de medio punto. Los árabes, grandes ingenieros de la cultura del agua, construyeron estos edificios llamados cimbras para el lavado de la ropa y, es probable, que en este lugar existiese una antigua cimbra árabe antes de la actual. La construcción es típica de nuestro entorno, los muros están realizados en piedra y barro y la techumbre era de maderos. Hace unos pocos años fue restaurada, se techó con vigas de hormigón y se le colocaron rejas para su mejor conservación dado que ya no se usa como lavadero. Por su interior corría una acequia de agua cristalina que era excelente para el lavado de la ropa. Cada pila tenía su entrada de agua de dicha acequia y una salida para el agua ya utilizada en la colada. El agua iba a parar a una balsa llamada con el mismo nombre que está situada por debajo del arco lateral derecho del puente mirado desde La Cimbra. Las mujeres solían enjabonar la ropa y tenderla sobre los juncos y otras hierbas o pinchos, aInterior de La Cimbra esta faena se le llamaba calentar la ropa. Los niños que acompañaban a sus madres jugaban en la Rambla mientras tanto. Este trabajo era muy duro porque se llevaba la ropa sucia desde las casas a La Cimbra en unas canastas de mimbre o de caña que hacían los gitanos del pueblo. La ropa iba más sucia que la que lavamos hoy porque la mayoría de las familias se dedicaban a las faenas del campo y durante muchos años no había todavía detergentes. Los jabones se fabricaban en casa con aceite usado y en los años en los que escaseaba se hacían pastillas con barrilla -planta muy extendida por los ribazos- que fue cultivada en otros tiempos para su comercialización. Algunas mujeres lavaban también por encargo de los "señoricos" para ganarse la vida. Los primeros detergentes llegaron en los años 60. Recordamos marcas como Tu-tú que regalaba vasos con lunares de colores y se vendía suelto (a granel), en bolsas y en cajas, Persil que tenía un anuncio en televisión con música de la Marcha Nupcial que decía “lave su ropa con Persil”, Omo, Ese, Colón, Bilore... Se utilizaba también el jabón “Lagarto” para lavar prendas a mano y a máquina, y para las prendas finas teníamos Norit. El jabón que se gastaba era de fabricación casera. Se compraba un kilo de sosa cáustica, se echaba en un lebrillo con 3 litros de agua y se dejaba 2 ó 3 horas, moviéndola de vez en cuando y hacia el mismo lado. Después se añadían 6 litros de aceite -usado y turbio del fondo de los depósitos- y 3 litros de agua. La mezcla se movía por lo menos una hora sin parar, hasta que cuajaba, y no se podía cambiar de vuelta -sentido al girar-, porque decían que se cortaba. Cuando había cuajado se dejaba reposar, unas 12 horas, hasta que se ponía dura la mezcla, sin dejarla secar mucho, pues si no, costaba mucho cortarlo en trozos, los cuales se ponían de canto en una tabla para que se secaran y se pusieran duros con objeto de que duraran más al lavar. Nuestro querido paisano Juan Antonio de Soria Contreras, cronista de Gérgal, en uno de sus dos libros publicados, "Viaje y Visita a Gérgal", con el rico y exquisito lenguaje que le caracteriza, nos describe la faena del lavado de la ropa en La Cimbra así: "Muchas mujeres y mozas del pueblo encallecieron sus manos y encalaron sus cabellos en el constante manoteo de golpes y testarazos que sobre la fuerte, dura y callada piedra manipulan, convirtiendo la sucia y negrecida ropa en un enjabelgado color nieve". Nos cuenta también que allí "había dialéctica para todos los gustos y tiempo para cascar y rajar ..." y más adelante dice que "Las comidillas eran de tal moraleja, que cuando se fraguaba este conventículo por doquier y se murmuraba de alguna persona o cosa, solía decirse: Esto es peor que la Cimbra"..








Fuente: Juan López Soria
Fotos:Joaquín Berenguel 

martes, 18 de enero de 2022

Mosaico de Cadima

 En la villa romana de Cadima, junto al río Aguas, se localizó en 2012 el último mosaico encontrado en Almería. Aunque muy arrasado, contaba con una orla de paneles en dos alturas y diseños de octógonos secantes. 


Foto extraida de: Murgistoria


Yacimiento de Cadima. Foto extraida de: FarodeBedar


Yacimiento de Cadima. Foto extraida de: FarodeBedar

Fuente: Murgistoria

Mosaico de Chirivel

 Sin salir de Chirivel, en la misma villa apareció en las excavaciones de 1985 un nuevo mosaico e incluso el arranque de un tercero. Este ejemplar consta de una bonita composición muy común a base de estrellas de 8 losanges (Rombo naranja grande) tangentes entre sí por dos de sus vértices.




Fuente: Murgistoria

Mosaico de Villaricos

 En las excavaciones de la antigua Baria en 2004, se encontró un mosaico (parcialmente descubierto) que formaba parte de una lujosa "domus" de la ciudad. Junto a él, aparecieron ricos estucos que reflejan la suntosidad de la estancia.


Fuente: Murgistoria

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