En realidad la ermita se sitúa en el antiguo camino real que procedía de la costa y nos recuerda esa idea secular de sacralizar el espacio de entrada a las poblaciones y el permanente culto y recuerdo a los muertos en el Antiguo Régimen, creando una religiosidad popular muy marcada en el antiguo Reino de Granada.
La tradición se remonta al concilio de Trento y al reconocimiento del Pulgatorio como estadio intermedio al cielo, pero tras la intercesión de familiares y santos rezando por la salvación de las almas. La Virgen del Carmen será la intercesora y los devotos realizan ofrendas para que los parientes fallecidos puedan descansar en paz y salir del Purgatorio. Las ofrendas pueden ser en dinero, velas o flores, que crean un improvisado altar en torno a la imagen de la Virgen.
Esta ermita presenta la excepcionalidad de ser una de las mejor conservadas de la Alpujarra, pues otras han sufrido una lamentable remodelación que ha eliminado su sello tradicional.
Fuente :Alpuguía
Fotos: David Téllez