Se sitúa en la Plaza de la Constitución nº 8, antigua plaza El Grano. Se trata de un edificio construido a principios del siglo XIX, de estilo neoclásico. Es de planta rectangular con una superficie construida de 386 metros cuadrados.
Su aspecto exterior es propio de las obras de ese estilo, con pilastras adosadas rematadas con capiteles corintios y decoración que simula almohadillado en los paramentos. La coronación de los muros, con un pretil sobre moldura, oculta la unión con la cubierta de teja.
El interior, de planta basilical, tiene mayor interés para las tipologías de los graneros públicos. Se estructura en tres naves definidas por grandes pilares cuadrados que soportan una retícula de bóvedas vaídas. Cuenta con un primer cuerpo paralelo a la fachada de la plaza donde las bóvedas son de menor altura que en las naves destinadas al almacenamiento.
El edificio se conserva en aceptable estado, aunque actualmente está cerrado al público. El exterior presenta desconchones puntuales de la pintura color crema que le han aplicado a la fachada, dejando ver un mortero de color gris. En la fachada lateral se aprecia una pérdida de este acabado de mayor tamaño dejando a la vista las capas de material adyacentes. También presenta cableado dispuesto a lo largo de la cornisa, el cual ha sido introducido abriendo un hueco en la fachada lateral junto al capitel de la esquina.
Según se refleja en el "Catálogo Andaluz de Antiguas Edificaciones para Almacenamiento de Granos", un informe de 1590 indica que los fondos en metálico del pósito de Huércal-Overa consistían en 3.630 reales en el año 1589, probablemente el pósito se instituyó en la década de 1570.
Desde finales del siglo XVI, la documentación suministra diversos detalles sobre como se desenvuelve la institución hasta bien entrado el siglo XVIII. También aparecen noticias referentes a los edificios donde se depositaban los fondos en grano del pósito, concretamente del denominado "El Granero", que se levantaba en la calle de la Salud, en el solar de la actual casa consistorial, y del que no quedan restos.
El actual pósito, el nuevo granero, se erigió a principios del siglo XIX, durante el reinado de Carlos IV, a expensas de los labradores, solo para el pósito, en la Plaza del Grano, a escasos metros del Granero Viejo, en el núcleo central de la actividad comercial de la población.
Es similar a los pósitos neoclásicos de Montefrío o Porcuna, de planta basilical con una primera crujía inmediata a la fachada para alojamiento de dependencias administrativas, dando luego paso a las naves usadas como paneras.
En 1808 guardaban las paneras del Pósito de Huércal-Overa 1.717 fanegas de trigo, siendo acreedor de muchas más endeudadas. Hacia mediados del XIX, Madoz especifica que hay en Huércal-Overa "un pósito cuyos fondos consisten en 6.868 fanegas y 2 celemines de trigo y 94.412 reales, 10 maravedís que le cebe el gobierno........El edificio donde se depositan estos fondos es grande y fue construido por los labradores a principios del último siglo".
Tenemos noticias de la situación del pósito, a través del Acta Capitular de 14 de Enero de 1894, donde se hace referencia a las deudas conferidas por algunos de sus vecinos, los cuales muchos no se conocían o habían fallecido. La Corporación acuerda, vistas las disposiciones contenidas en la legislación de pósitos y especialmente en la de Junio de 1878, que: "se formen los oportunos expedientes para depurar de una manera clara y terminante el estado de este Pósito, y por el resultado se declaren fallidos los que procedan con arreglo a la ley; quedando solo los débitos que se consideren realizables y que puedan hacerse efectivos, nombrándose para ellos una comisión". De todo ello se puede deducir la mala administración del Pósito hasta esta fecha, no constando más datos de los años sucesivos. Innecesario como granero por el desfondamiento de la institución, se adaptó su uso como teatro, según narran los cronistas locales, cambiando su fisonomía exterior, hasta la construcción de un nuevo teatro en Huércal-Overa.
A principios del siglo XX el municipio sacó a subasta el edificio, siendo adjudicado a don Rosendo Ferrer y Pey por la cantidad de 12.750 pesetas. Posteriormente, Ambrosio Mena Ballesta, banquero desde 1890 y corresponsal del Banco de España desde 1903, adquiere el inmueble abriendo en él su hijo, Ambrosio Mena y Mena (también banquero de 1913 a 1945) un gran establecimiento de venta al por mayor y por menor de Tejidos, noticia que aparece en el Diario de Almería de 20-8-1927.
El inmueble se transformó parcialmente para su nuevo uso, cuya apariencia es la que hoy conocemos, conservando todavía estanterías y el nombre del titular en la fachada.