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miércoles, 25 de septiembre de 2019

Castillo de San Felipe

El Castillo de San Felipe, se halla en Los Escullos, barriada perteneciente al término municipal de Níjar, emplazada en el interior del Parque Natural de Cabo de Gata. El castillo, dada su tipología de batería costera, se halla al borde del mar y alejada unos diez metros. Se ubica sobre una formación rocosa de naturaleza calcárea que forma un acantilado sobre el mar de unos ocho metros de altura. 
Volumétricamente, el castillo constituye un cuerpo muy macizo, con una casi total ausencia de vanos y una altura de unos ocho metros, organizados en una planta habitable más una azotea superior. El acceso al interior del inmueble se realiza a través de una amplia portada adintelada, que se cierra con una verja de hierro moderna. Sobre la misma y ambos lados del dintel, se encuentran las aberturas por las que pasaban las cadenas que permitían subir el portalón que cerraba la puerta. Desde el exterior, y a través de la portada, resulta visible el patio interior y la rampa de acceso a la batería semicircular.

Nada más franquear la puerta, se accede a un reducido espacio rectangular pavimentado con losas de piedra y cubierto mediante bóveda de medio cañón. A la izquierda se abre una puerta adintelada que da paso a una pequeña estancia que en su momento se usó como cuerpo de guardia. Junto a esta puerta, se observa otra idéntica pero fingida. A la derecha se abren dos puertas semejantes, que dan acceso respectivamente a sendas estancias, fruto de la partición de un espacio igual al frontero. 



El patio interior tiene forma rectangular, con sus lados mayores en el Sur y Norte. El pavimento original, consistente en un empedrado de cantos de origen volcánico, se ha conservado parcialmente y ha sido completado en las obras de rehabilitación. Líneas diagonales marcadas en piedra, señalan el derrame o desnivel del patio hacia el centro.
De forma genérica, se puede decir que todas las estancias o habitaciones, se cubren mediante bóvedas de medio cañón, y que carecen de pavimento. En ocasiones, se advierte como la roca sobre la que se asienta el castillo, aflora en algunos puntos del suelo. 

En el lado Norte del patio, y a ambos lados de la puerta de ingreso, se abren sendos huecos adintelados a modo de ventanas. En los ángulos o extremos del mismo, siempre de forma simétrica, se abren vanos de acceso, también adintelados y carentes de cualquier tipo de puerta. A través de estas puertas se accede a unas estancias rectangulares, desde las cuales se pasa a su vez a otras estancias de forma trapezoidal que se usaron como almacenes, y que se ubican en el interior de los espolones que protegen la portada principal del castillo.

En el lado Este del patio, se abren dos ventanas en los lados y dos puertas en el interior. Cada una de ellas da paso a sendas estancias que sirvieron de habitaciones a oficiales. Ambas están dotadas de alacenas abiertas en el grosor del muro, que fueron chimeneas.


Está catalogado como Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, por la resolución de 22 de junio de 1993.
En el lado Oeste del patio, encontramos una única estancia más amplia que las anteriores, con una puerta de acceso y dos ventanas, una a cada lado. Esta estancia ejerció de cuadra o caballerizas, y es la única que carece de chimenea.

En el lado Sur del patio, y ambos lados de la rampa que conduce al baluarte, dos vanos nos conducen la interior de unas estancias alargadas en las que el muro del fondo es curvo y su cubierta de cuarto de esfera, al encontrarse en el interior de los pequeños baluartes laterales del edificio. Ambas estancias son idénticas en forma y dimensiones. Se iluminan mediante arpilleras desde el exterior, y a través de dos ventanas que abren a unos fosos o patinillos que existen en la batería semicircular del lado Sur.

La situada en el lado Oeste era el dormitorio de la tropa, ya comentado, y tenía acceso directo a las caballerizas. El del otro lado se destinaba a capilla, aun pueden observarse las marcas dejadas en la pared por un pequeño retablo o mesa de altar adosada. Por último, en el lado sur del patio, el muro se remata hacia el exterior en su zona central, para así dejar espacio al desarrollo de una rampa ascendente que permitiría el desplazamiento de las pesadas piezas de artillería hacia el baluarte semicircular. En este estado de la rampa, y al lado de la puerta de esta última estancia, tiene su arranque una escalera de dos tramos y peldaños de piedra, que conduce a la azotea superior.
El baluarte semicircular consiste en una plataforma elevada sobre el exterior, protegida mediante un pretil o parapeto coronado con losas de piedras y enfoscado al interior. Está pavimentado con losas de piedra semejantes a las del parapeto.


A ambos lados de la rampa, se abren sendos fosos o patinillos, situados al mismo nivel que el patio interior. A éstos, abren las ventanas del cuartel y la capilla. Lo muros que lo delimitan, presentan también perfil en talud. El suelo se encuentra pavimentado con empedrado y se los ha dotado de sumideros en las últimas obras. 

La parte más elevada del inmueble es la azotea o plataforma superior, que remata todas las estancias cubiertas del edificio, y cuya forma se adapta a la misma. El pretil exterior aparece horadado a intervalos regulares mediante numerosas arpilleras.

Datos Históricos

El castillo, aunque construido en la segunda mitad del siglo XVIII, se integra en un sistema defensivo costero bastante más antiguo, y que fue acrecentando y modificado conforme a las nuevas necesidades y cambios en las técnicas bélicas que así lo aconsejaban.

En 1739, aun bajo el reinado de Felipe V, se llevó a cabo la visita del Mariscal de Campo, Marqués de Valdecañas. Su informe nos describe el estado de las defensas antes de la reforma de Carlos III. 

En los Escullos, todavía no hay fortificación, pero estaba proyectada, indicándose como lugar más apropiado el islote grande denominado Murato Arraéz (es posible identificar este lugar con la cercana Isleta del Moro). De esta forma se protegerían a los agricultores establecidos en estos parajes poco poblados, donde los religiosos dominicos habían plantado 30.000 cepas.

En 1762 tuvo lugar otra visita de inspección, de la que se derivó la confección de un detallado informe o relación del estado de todos los puertos fortificados de los ocho partidos en los que se dividía el Reino de Granada. Su autor fue el mariscal de campo Antonio Maria Bucareli y Ursúa, quien realizó la inspección acompañado del ingeniero Miguel del Corral, que debió realizar los proyectos de restauración de torres y puestos fortificados, así como los de nueva planta. En la proposición de nuevas torres y fuertes, se cita sin embargo a Los Escullos recomendando una "torre capaz de artillería gruesa".
Sin embargo, en una visita realizada en 1764, se asigna una dotación a la batería de San Felipe, de lo que cabe suponer su construcción como un hecho consumado e inmediato.

En 1779, el plano de la Costa del Reino de Granada, de Jaime de Coca, refiere todos los accidentes y edificios militares, citando la guardia provisional de Los Escullos. En un plano de naturaleza similar procedente del Archivo Histórico Nacional, se cita ya sin embargo al baluarte de San Felipe de los Escullos, corroborando de esta forma su construcción como un hecho. Ello nos permite acotar la fecha de construcción del castillo entre los años 1762 y 1779.

Fue construido en 1771, durante el reinado de Carlos III de España. Restaurado en 1991. Es propiedad de la Junta de Andalucía.
Baluarte.
En 1803, ya bajo el reinado de Carlos IV, se llevó a cabo una nueva visita por Felipe de Paz. En ella se seguía hablando del baluarte de San Felipe como en estado operativo.

En 1849, bajo el reinado de Isabel II, se realizó una Revista de Inspección por el Cuerpo de Ingenieros, cuyo informe firmó Miguel de Santiallana. Este escrito nos relata el estado de los castillos y torres tras la Invasión de los franceses, fecha en la que el tradicional sistema defensivo desapareció quedando únicamente los torreros. Desde 1829 los carabineros habían ocupado el puesto de las antiguas milicias y ahora se trataba de ver cómo se podía sustituir por el sistema más moderno del telégrafo. Del Castillo de San Felipe, refiere que se haya deteriorado, y que las piezas de bronce de artillería, se las habían llevado los franceses. Había 30 hombres y 5 caballos, pero en aquel momento vivían 12 carabineros.

En 1869 fue declarado de utilidad para  la defensa del Reino, y se dispuso por orden del Poder Ejecutivo, que pasara a ser ocupado por el Ramo de Guerra. En el siglo XX, en fecha no determinada, el castillo fue asignado al cuerpo de la Guardia Civil, que poseía un cuartel en las cercanías del mismo. En 1961 consta que ya estaba medio en ruinas, con el parapeto medio derruido, ya que así aparece citado por Juan Goytisolo en su obra Campos de Níjar. 

En 1981 se iniciaron los trámites para realizar la desafectación o deslinde del terreno del castillo respecto al del cuartel precitado. Desde el momento de su abandono, se constata un uso irregular del mismo por parte de transeúntes o pastores trashumantes, que lo utilizaron como viviendas transitorias y corrales para el ganado. Algunos tabiques y encalados, pueden relacionarse con este uso, así como el ahumado que aun presentan algunos de sus muros.

 Arquera, saetera, lancera, tronera o ballestera.
Entrada principal del castillo.
Cartel informativo.


Ubicación.

Fotos: David Téllez

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