Yacimiento arqueológico ubicado en el término municipal de Cuevas del Almanzora (Almería) que ocupa una pequeña elevación situada en la última terraza de la margen izquierda del Río Almanzora. Es dado a conocer por el ingeniero de Minas y Arquéologo de origen belga Luis Siret , que lo excava a lo largo del primer tercio del siglo XX, ya que en esa época vive en las inmediaciones. Con posterioridad, en los años cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo pasado se realizan intervenciones puntuales, mientras que a partir de 1985 se desarrolla una fase de investigación más sistemática por un equipo de arqueólogos de las universidades Complutense y de Valladolid, así como del Ministerio de Cultura.
Se trata de un asentamiento de tamaño medio de la Edad del Cobre, habitado entre finales del IV milenio y principios del II, constituido por cabañas circulares compuestas por un zócalo de piedra sobre el que se alzaba una pared de cañizo repellado de barro y se cubrían con un techo realizado con materias vegetales. Es de destacar la abundante presencia de silos en el interior de las cabañas. El poblado estaba defendido por una muralla con bastiones semicirculares, cuyo trazado completo se ignora. Estos rasgos urbanísticos y la tipología de los artefactos recuperados durante su excavación determinan que sea considerado un asentamiento destacado de la Cultura de Los Millares . Su posición estratégica en la desembocadura del Río Almanzora, cerca de la antigua línea de costa, plantea la posibilidad de que el estuario de dicho río fuera navegable en aquella época. Entre los trabajos especializados documentados en este asentamiento se destaca la metalúrgica, que se ve favorecida por la cercanía de los filones cupríferos de la inmediata Sierra de Herrerías; la talla de puntas de flecha de sílex y la manufactura de ídolos de hueso. Estas actividades y su ubicación hacen de Almizaraque un yacimiento fundamental para la exploración de los inicios de la metalurgia en el sureste de la Península Ibérica y del desarrollo de la desigualdad social.
La mayor parte de los materiales arqueológicos recuperados en las primeras excavaciones se conservan, y algunos se exhiben, en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, destacando un conjunto de ídolos oculados realizados en hueso. En una colina situada en las proximidades del yacimiento se reconocen varias tumbas colectivas, entre las que sobresale, por su monumentalidad, un sepulcro de falsa cúpula, conocido como La Encantada, que constituían su necrópolis. Algunas de las sepulturas que integraban este cementerio se han destruido como consecuencia de las labores agrícolas efectuadas en la zona después de su descubrimiento. Y el mismo yacimiento se encuentra muy afectado por la intensidad y duración de las excavaciones realizadas en él.
[ José Andrés Afonso Marrero ]