El área de necrópolis se ha detectado al norte de los asentamientos fenicios y púnicos, contando con una amplia extensión espacial y cronológica, dado que las tumbas más antiguas se remontan al siglo VII a. C. y continúa este uso hasta época tardorromana y visigoda, adscribiéndose en principio la mayoría de estos enterramientos al período púnico, según las investigaciones realizadas.
En cuanto a la tipología de la necrópolis, se describieron inhumaciones e incineraciones. Entre las inhumaciones había en fosas rectangulares (simples; con dos cubetas rectangulares; con sección transversal escalonada y dos cubetas cuadrangulares; de sección transversal escalonada; con una cubeta cuadrangular; con cuatro pequeñas cubetas cuadrangulares; con sección transversal escalonada y una cubeta cuadrangular), Cistas, Hoyos y en Ánfora. En cuanto a las incineraciones, se localizaron con urna y sin urna, siendo los tipos de Hoyo, Fosa rectangular simple y doble fosa rectangular.
Mención aparte merecen los Hipogeos, en general, están excavados en la roca al menos hasta cierta altura. Casi siempre levantan paredes de mampostería con enlucidos de yeso y pintura al interior. La superficie de las cámaras oscila entre los 10 y los 26 metros cuadrados y por los indicios de Siret y Flores, las cubiertas debían ser abovedadas. Las puertas tenían estructura y hoja de madera a veces reforzadas con losas de piedra. Bancos, nichos en las paredes, poyetes y fosas en el suelo, etc, son algunos de los elementos que se recogen en plantas y alzados. Prácticamente todos los hipogeos estaban ya destruidos o violados cuando los excavó Siret.
Se han registrado tumbas con ajuares muy ricos en cerámicas griegas áticas y metales preciosos, datados entre los siglos V y III a. C., que muestran el período de apogeo que experimentó la ciudad en estos momentos.
Otra área claramente diferenciada, que se conserva casi intacta, es la zona industrial dedicada a la factoría de salazones de pescado, actividad muy importante y que se desarrollaba en el borde costero. Los estudios indican que estuvo en funcionamiento desde finales del siglo I a.C. hasta el siglo IV d.C.
A partir del siglo IV la población empieza a replegarse localizándose su núcleo al norte de esta zona, en el Cerro Montroy, perdurando dicho poblamiento hasta el siglo VII y relacionándose con la presencia visigoda.
Datos Históricos
Las investigaciones de este sitio arqueológico comienzan ya en el siglo pasado, identificando las ruinas de Villaricos con la "antigua Baria", gracias al hallazgo de una inscripción romana del siglo III d. C. en la que la Respublica Bariense hace una dedicación al emperador Filipo.
Los estudios de Siret y Astruc ofrecen una primera clasificación de los enterramientos de Villaricos en función de su tipología constructiva y el ritual funerario utilizado. A partir de 1975 y hasta 1982, la Dra. Almagro reanuda las excavaciones en la necrópolis, siendo éstas publicadas en parte, lo que permite confirmar que una parte de la necrópolis, la situada en la colina más próxima a la ciudad púnica en dirección norte, se encuentra intacta. Se trata de 39 enterramientos de incineración tardíos, datables entre los siglos III a. C y I d. C.
A partir de los trabajos de Siret, la investigación arqueológica había situado tradicionalmente a Baria como una de fundación cartaginesa dedicada a la explotación de las minas de las Herrerías y al comercio. Las recientes excavaciones de urgencia, así como la revisión de materiales arqueológicos procedentes de las antiguas excavaciones han puesto de manifiesto que, en realidad, Baria fue fundada en el siglo VIII a.C. como una colonia fenicia más dentro del amplio fenómeno colonizador registrado en el litoral del Sur peninsular y del Mediterráneo centro-occidental.
Por su emplazamiento y patrón de asentamiento utilizado, similar al que se observa en todas las colonias fenicias del VIII a. C., Baria sería centro colonial desde el cual se dirigían una serie de actividades encaminadas a la explotación de los recursos agrícolas y mineros del Bajo Almanzora. Con la llamada "Crisis del siglo VI a. C." en el sistema colonial fenicio occidental, Baria pasaría a constituir una ciudad estado independiente, dotada con sus propias instituciones. Entre los siglos V y III a. C., la necrópolis bariense refleja el momento de apogeo experimentado por la ciudad, como lo demuestran los ajuares localizados en las tumbas.
Con la llegada de los romanos a Hispania en el 218 a. C. durante la Segunda Guerra Púnica, Baria iba a sufrir un cierto declive. Gran parte de la ciudad fue destruida durante el asedio de Escipión, como pudo documentar Luís Siret en sus excavaciones. A raíz de ello, parte de la ciudad se trasladó a cotas más bajas junto al río Almanzora, en lo que actualmente se conoce como paraje de los Conteros. No sería hasta el último cuarto del siglo I d. C. cuando Baria se incorpora al Imperio romano, bajo la dinastía Flavia. Por último, en época tardorromana y bajo dominio Bizantino del Sureste peninsular en el siglo VI d.C., Baria siguió siendo un importante núcleo de población, ahora más replegada a las alturas del Cerro Montroy. En dicho cerro se han realizado en los últimos años excavaciones arqueológicas que se han centrado fundamentalmente en su sistema defensivo, cuyos datos unidos a las excavaciones realizadas por Siret lo sitúan en época altomedieval, entre los siglos IV y VII d. C. Aunque la ocupación humana del cerro de Montroy podría relacionarse con la presencia visigoda en Hispania.
Fuente : Guiadigital
Fotos de : Emilio López