Los Castillejos de las Hortichuelas, es el nombre de un antiguo cortijo, situado en la confluencia de las ramblas de Las Hortichuelas y la de Los Rincones, al pie de la Sierra donde se abre a la llanura costera. El asentamiento, cercano al cortijo, se sitúa en un cerro, última prolongación aislada del sistema montañoso de Sierra de Gádor, caracterizado a nivel petrológico por filitas y cuarcitas con formación local de yesos que afloran a pocos cientos de metros al norte. De escasa altura sobre el terreno circundante (unos 40 m.), y en especial sobre el inmediato sistema fluvial mediterráneo, se encuentra rodeado por materiales sueltos de conos de deyección de piedemonte y aluviales de las dos ramblas que se unen a su pie. La Rambla de las Hortichuelas, más importante, recoge las aguas de la cuenca alrededor de Enix, mientras que las de Los Rincones, que fluye a levante, tiene una cuenca más corta, en 1988 el área fue intensamente reacondicionada y el yacimiento parcialmente destruido. El asentamiento debe corresponder a la alquería de Bayanis, citada por Ibn Qadí, autor que recoge informaciones del almeriense Ibn AlJatima referentes a mediados del s. XIV (Molina, 1989: 158), aunque ignoramos el contexto en el que es mencionada, con posterioridad desaparece cualquier información a la existencia de un lugar habitado en la zona. La población debió trasladarse desde la costa a mediados del Siglo XVI.
Como deducción cronológica a partir del estudio del material cabe destacar la relativamente corta perduración del asentamiento. Los materiales de Los Castillejos presentan una datación centrada en el Siglo XIII. A pesar de lo improbable que puedan avanzar significativamente en el S. XIV, sí se contrastaba supervivencias anteriores, con más claridad en las jarras pintadas, de modo sencillo, al manganeso, el candil de piquera y las marmitas que perfectamente podrían quedar englobadas en la segunda mitad del Siglo XII, al igual que la cerámica estampillada, los restos constructivos sobresalen entre la matriz rocosa del lugar por su escaso relleno arqueológico. Las viviendas domésticas se asentaron directamente sobre el terreno natural, aprovechando los espacios libres de afloramientos. Se extendían por media hectárea. Un cálculo teórico de población a partir de una 30-35 unidades domésticas señala de 150 a 175 habitantes, estas construcciones ocupaban la cima del cerro, adosadas a muros longitudinales, pero lo único que parece restar de ellas son algunos muros aislados, orientados hacia el NW (340-160º).Los muros tienen 50 cm. de grosor. Las huellas de repicado superior parecen mostrar que fueron rebajados intencionalmente. Los fragmentos de tejas encontrados -de arcilla rojiza pero poco numerosos- hace probable que fuera este el modo de cubierta. A pesar de encontrarse incompletamente reconstruido el reticulado residencial, podemos definir la población como un aglomerado concentrado, sin estructura urbana y con probable acceso no perimetral a las viviendas. El hecho de ocupar una pequeña cima, vértice de la confluencia de dos cursos irregulares de agua y tener una pequeña estructura defensiva adjunta, aumentaría su seguridad.
Texto resumen de la publicación de: Lorenzo Cara Barrionuevo y Jorge Cara Rodríguez.
Fotos de: David Téllez Martínez y Joaquín Berenguel.