Calco de una inscripción sepulcral árabe, descubierta al hacer una excavación en la villa de Pechina y hoy en poder del presbítero D. Rafael Castañedo y Oña. La lápida, de mármol blanco que no parece del país, está partida en tres pedazos y le faltan otros dos pequeños, siendo fácil suplir lo que en ellos estaba escrito. La piedra completa tendría unos 0m,95 de alto por 0m,43 de ancho; y su grabado representa una ventana en forma de herradura, con su coronación a modo de almenas. En el rectángulo del friso está contenida la invocación; en el hueco de la herradura una cita del alcorán; sigue luego entre las jambas de la ventana el nombre del difunto, la fecha de su muerte y la protestación de su fe, la cual continúa luego á modo de orla alrededor de todo el marco.
Los caracteres son cúficos, bastante puros y elegantes, pero un poco apretados, y su interpretación en caracteres ordinarios, con la exacta distribución del original, se manifiesta en la figura siguiente, en la cual las palabras que se suplen van entre paréntesis.
Inscripción arábiga de Pechina. |
La traducción de la leyenda es esta:
En el nombre de Dios, clemente y piadoso: la bendición de Dios sea sobre Mahoma y su grey, con la paz. Toda alma ha de gustar la muerte, y recibiréis vuestra recompensa el día de la resurrección; quien se aparte del fuego y entre en el paraíso se habrá salvado, pues la vida terrenal no es más que un goce engañoso . Este es el sepulcro del alfaquí, peregrino, Abu Hafs Omar ben Yunis, el misionero, apiádese Dios de él: murió el lunes tres del mes de ramadán del año quinientos veinte y seis. Dios tenga piedad de él, haga brillar su rostro y colme su mano, porque protestó ante Dios, poderoso y grande, lo que el mismo Dios afirmó y le protestaron sus ángeles y su enviado y aprendieron de Él, á saber: Que es Dios, sin que haya deidad sino Él, solo, sin compañero, único, eterno: Que Mahoma es su siervo y enviado, y lo envió con la guía y religión verdadera para amonestar, profetizar y llamar hacia Dios como luciente antorcha: Y que el paraíso es verdad y el infierno es verdad y la resurrección es verdad y la hora del juicio ha de venir sin duda, y que Dios hará levantar á los que están en los sepulcros. En esta fe vivió, en ella murió y con ella resucitará si Dios es servido. La piedad de Dios recaiga sobre los que sean piadosos con él y sobre todos los musulmanes.
La fecha de este epígrafe corresponde al 18 de Julio de 1132, siendo muy propio de aquella época de excitación religiosa tanta redundancia en el epitafio de un hombre que no ha legado de otra manera su nombre á la historia.