Como posible primer aprovechamiento romano, este elemento ya es citado en el siglo XII. La sala de baños se reduce a una balseta y un vestíbulo, hoy encerrados en una caseta, conocida popularmente como “El Cuartillo” y situada tras la torre. Recientes investigaciones remontan a época almohade (siglo XII) su cimentación.
El uso de la sala de baños era de pago, al precio de una peseta en su última etapa, beneficiando al erario municipal. Para proteger la calidad de las aguas estaba prohibido bañarse en la balsa-nacimiento, lo que no impedía que fueran muchas las personas que aprovechaban la oscuridad de las noches de verano. Como anécdota sabemos que el escaso caudal de estos baños calientes aumentó con motivo del violento terremoto de 1804.