La fuente mana sobre un abrevadero redondo y de allí vierte al anexo y alargado lavadero, una gran balsa rectangular, a cuyo alrededor se disponen las superficies de lavado, que si pudieran hablar nos trasladarían un montón de historias y vivencias paralelas al discurrir del agua y la dura faena del lavado. Desde allí el agua discurre a otras dos albercas escalonadas apoyadas en un peñón calizo.
Fotos: David Téllez