El Cerro de Montecristo es una
elevación natural de 40,38 metros de altitud sobre el nivel del mar. Se sitúa
al este de la actual población de Adra, cuyas construcciones más orientales
limitan el cerro por el sur. La vertiente este del sitio arqueológico está
orientada hacia el antiguo curso del río Adra, que fue desviado en el siglo
XIX; actualmente se encuentra colmatado y convertido en una vega dedicada a la
agricultura.
La fisonomía del cerro está
totalmente alterada por los trabajos de desmonte y abancalamiento para el
aprovechamiento agrícola. La vertiente sur y sureste se encuentra ocupada por
viviendas que destruyeron en buena parte una factoría de salazones romana.
En 1970 y 71 el sitio fue excavado por Fernández
Miranda, como resultado de estos trabajos se documentaron estructuras de
habitación de época púnica, restos de una factoría de salazón romana. La
secuencia cronológica abarcaría desde mediados del siglo IV antes de Cristo en
época púnica, hasta época tardoromana.
En 1986 se realizó una excavación
arqueológica de urgencia en la ladera este del cerro, en la que se pudieron documentar
restos de época fenicia que corresponderían a la antigua Abdera citada en las
fuentes clásicas.
En el año 2003 se reaiizó una
prospección con radar que puso de relieve la existencia de estructuras urbanas
fenicias e industriales romanas en las distintas áreas prospectadas.
El análisis del registro cerámico
parece confirmar la presencia de un sector de población autóctona en las fases
más antiguas de la colonia, así como un significativo comercio mediterráneo con
la presencia de importaciones griegas y cartaginesas en los siglos VIII a VI
a.C.
Los análisis de pastas por
Difracción de Rayos X han permitido reconocer dos producciones locales de
pastas cerámicas con algunas variedades que pervivieron a lo largo de la vida
de la ciudad fenicia, lo que permitirá reconocer las exportaciones abderitanas
en otras áreas del Mediterráneo.
El Cerro de Montecristo está catalogado como Bien de Interés Cultural según la Ley de Patrimonio de Andalucía. |
Los romanos transportaron desde las costas abderitanas a diferentes ciudades del entorno mediterráneo los salazones y el "garum", producto muy apreciado en la cocina romana. Testigos de la importancia y fama de los salazones de Abdera son las monedas acuñadas en su ceca. Los ases y semiases de los años 44-45 a.C. con una cabeza barbada en el anverso y en el reverso un delfín y un atún encontrados con la leyenda fenicia, debajo, ABDRT (Abderath). Fuente: Guía Digital
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