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viernes, 11 de febrero de 2022

Cortijos y Lagares propios de la Sierra de los Filabres

 El actual Paisaje Cultural que se presenta en gran parte de la Sierra de Filabres es el reflejo de un largo proceso histórico, que ha conservado claramente las huellas de sus orígenes medievales (andalusíes) tanto en su agricultura, como en su arquitectura y formas de asentarse en el territorio. Este paisaje, en la actualidad, se ha conservado en muchos municipios de esta sierra y alrededores aún en la actualidad, de un buen número de construcciones que emplean la pizarra tanto en las cubiertas de viviendas, como en las de cortijos o corrales tradicionales, haciendo de las mismas un elemento claramente diferenciador de este paisaje. Este paisaje está formado por elementos que, aún en la actualidad y aunque hayan evolucionado, tienen la capacidad de revelar una auténtica cultura del territorio, basada en asentamientos de montaña, en un medio fuertemente condicionado tanto por su clima como por su relieve, que limitan la agricultura. El saber transmitido por sus habitantes a lo largo de la historia, ha permitido “adecuar” su territorio para el aprovechamiento de los recursos, por medio de: El aterrazamiento de sus laderas, la búsqueda y conducción del agua, El emplazamiento de cortijadas y cortijos en lugares relacionados estrechamente con la agricultura ligada al agua. Los corrales y la ubicación de los palomares, son otra evidencia más del esfuerzo por aprovechar medios para la compleja y dificultosa colonización de esta sierra, en la que, incluso para transitarla, se construían caminos o veredas en zigzag escalonando el terreno para facilitar el paso de personas y animales de carga, Incluso la vegetación cultivada, tan importantes para la alimentación animal, los pastos y el esparto, son una muestra más de toda una concepción de la interrelación entre el hombre y el medio para el aprovechamiento que del mismo. 



A esta auténtica arquitectura del territorio hay que unir los valores propiamente estéticos de la geografía de esta sierra: Crestones cuarcíticos y afloramientos de pizarras dominando las cumbres, en muchos casos próximos a las oblaciones, como escenario visual de la cabecera de los barrancos. Perspectivas más abiertas a través de las vegas, fuertes contrastes entre periodos secos y lluviosos en los que tanto el reverdecer de las vegas como el inmediato aprovechamiento del agua, a partir de su discurrir por balsas, acequias y bancales hace más comprensible este paisaje. La técnica constructiva: los muros de carga eran de algo menos de un metro de ancho, y con espacios entre muros de carga algo menores de cuatro metros. Los muros normalmente asientan sobre la roca, a la que se llega sin ahondar casi nada en el terreno. Los forjados y las cubiertas se construían con rollizos de madera de muro a muro, una capa de cañizo (incluso a veces sin él) y, a continuación, directamente el alero de pizarra colocado de manera tradicional. Para la construcción de dinteles igualmente se servían de rollizos de madera que permiten la apertura de huecos para puertas y ventanas. La característica constructiva más peculiar de la Sierra de Filabres es, sin duda, el uso de lajas de pizarra en las cubiertas, conocidas aquí como aleros. Se utilizaban varias técnicas: una de ellas es la colocación, directamente sobre las vigas de madera, de las lajas de pizarra; otra, la que coloca cañizo y sobre éste, barro para, posteriormente, dar asiento a las lajas de pizarra. Hay cubiertas de una o dos vertientes. No obstante, la solución más habitual es la de una vertiente, ya que cuando aparecen más faldones en un mismo edificio, en realidad se trata de una construcción adosada. La colocación de las losas en las cubiertas es compleja, y por ello ha dependido de un gran conocimiento y buen oficio por parte de albañiles especializados en esta técnica, hoy ya jubilados. Los aleros se colocaban formando faldones con dos caídas o corrientes. Una de ellas, al igual que en el resto de cubiertas inclinadas, es la que proviene desde la parte superior del faldón hasta la parte inferior. La otra, que inclina el faldón hacia uno de los laterales, vierte desde una de las esquinas superiores del propio faldón, en diagonal, hacia el lado opuesto inferior, La finalidad era conseguir que el solapamiento de las lajas fuese el más adecuado e impedir así la entrada del agua. Todo ello, hacía del proceso constructivo un trabajo complejo donde la experiencia y pericia del albañil garantizaba la efectividad de dicha solución. Según descripciones de Gil Albarracín (1992), la inclinación en las pendientes por ejemplo es del 20% en Olula de Castro y 25% en Senés. En las viviendas, sobre estas cubiertas se ubicaban chimeneas cuadradas o cilíndricas, caracterizadas por su robustez. Los aleros, o bordes de la cubierta que sobresalen sobre la fachada, merecen mención, puesto que se construyen con el mismo material, aunque con lajas más finas, precisando de una colocación que posibilite un remate con líneas rectas, paralelas a la fachada. En las fachadas se abrían pocos huecos para puertas y ventanas, como adaptación al clima. Los muros exteriormente no se enlucían, ni se encalaban hasta entrado el siglo XX. A lo sumo se pintaban los cercos de yeso de las puertas y ventanas, las llamadas brencas.

Las Eras: Espacios para la trilla de cereales y leguminosas, aparecen ligadas a otros elementos arquitectónicos tales como los cortijos, zonas de bancales o en las proximidades de los núcleos urbanos. Son construcciones que adecuan el terreno, realizando un desmonte para aplanarlo, al igual que las terrazas de cultivo, con un balate o muro de refuerzo, de forma redonda. El “ruedo” está solado con grandes lajas de pizarra, en disposición radial, denominándose el espacio entre los radios “cuadros” o “paños”. La parte superior del ruedo suele disponer de otro murete de refuerzo del terreno inmediato que se sitúa por encima.








Los Corrales: Se trata de otro tipo de construcción tradicional ligado directamente al ámbito ganadero. Es una de las construcciones más representativa de la arquitectura de la Sierra de Filabres. Suele aparecer relacionada con cortijos o cortijadas, o aislada y, ocasionalmente, en el interior de los pueblos, vinculadas a viviendas. Consiste básicamente en una construcción de planta rectangular cubierta con alero de pizarra, popularmente llamada “tiná” (tinada), y un murete perimetral que configura un patio descubierto. La “tiná” es la zona de cobijo del ganado, además de zona de comida y bebederos principalmente. La zona abierta será la zona de esparcimiento del ganado. Todo el volumen está construido con murete de lajas de pizarra y cubierta tradicional de alero, y se sitúa siempre en un terreno con pendiente, en la dirección de evacuación del agua, ya que el muro de la cota más baja cuenta con unos orificios lo suficientemente grandes como para permitir la salida de todos los restos arrastrados por el agua de lluvia, facilitando así su limpieza. Suelen ser de un solo patio y “tiná”, aunque en ocasiones aparecen divididos por un murete central que da lugar a dos corrales independientes, adosados en una de sus caras.






Fuente de información. - Arquitectura Rural Eugenio Cifuentes Vélez y autores.
Fotos.- Administradores de Patrimonio Almeriense Pueblo a Pueblo.

domingo, 24 de octubre de 2021

Cortijo de la Bodega

Se trataba de una construcción del S.XIX, puede que del XVIII y del que al parecer existe una fotografía en el libro "Ventura de Callejón Bosomba". Un europeo de Dalías en el siglo XIX (1837-1900)".
Tenía dos balsas con contrafuertes, un aljibe y una era. En los años 60, hablamos del tiempo de esplendor de la uva, el cortijo era propiedad de José Ortega González conocido como "El Ortega" que era el encargado de pesar la uva.
En él se realizaba la faena de la uva y se descascaraba almendra. Pudo tener alrededor de 200 mujeres trabajando, la gran mayoría de Berja, aunque también lo hacía gente de Dalías, Alcolea y Cherín.
Puede que no tuviera una antigüedad que suscitara interés, pero todo lo que es historia de Dalías debería de ser conservado en la medida de lo posible. Bodegas, molinos, balsas, aljibes, acequias o las eras forman parte de la vida de nuestro pueblo desde tiempos inmemoriales aunque también las haya de construcción contemporánea.








Actualmente a día 23/10/2021 se están realizando unas obras en la zona y han arrasado con todo.



Fotos: David Téllez


miércoles, 7 de julio de 2021

Cortijo del Marqués de Cadimo

 Situado en tramo bajo del valle del Andarax, junto al puente de Rioja de la antigua carretera nacional, rodeado de vegetación. Es un conjunto de grandes dimensiones, con un notable componente residencial, asociado a los cultivos de regadío y huerta de la vega inmediata. El área central de la finca y el edificio principal están delimitados por un dilatado muro con pilares y verja de fundición. Desde la carretera, una cancela, en la que se lee la fecha de 1894, que puede servir para datar el conjunto, conduce al núcleo principal, concebido como una lujosa villa residencial y asentado en una plataforma elevada junto al puente, con varios cuerpos de alturas variables y diferentes matices decorativos. Su flanco oriental salva un desnivel considerable sobre la vega, por lo que se apoya sobre un alto muro de piedra en talud. Esta construcción es de planta rectangular, con cubiertas planas, y la fachada orientada a la vega. Su composición evoca una refinada arquitectura ecléctico modernista de raíz urbana, con cadenas de sillares en los esquinazos y una ordenada distribución de vanos de medio punto recercados en blanco sobre los paramentos ocre, huecos que en la planta superior, a los lados, son geminados y triple en el centro, apeando los arcos en columnas toscanas, bajo decoración de guirnaldas de yeso y las coronas de marquesado, y, en el eje, el escudo señorial de los propietarios. Ante la fachada avanza una terraza ajardinada. 


En los laterales, el tratamiento de las fachadas es más sencillo, con huecos rectangulares y, en el cuerpo más próximo a la carretera, ventanales de arco rebajado con rejería saliente bajo el blasón de los señores en relieves de yeso. 


Junto al acceso se encuentra asimismo una construcción más sencilla, de cubiertas planas, en la línea de la arquitectura popular levantina, para vivienda de los encargados y servicio. El conjunto incluye varias construcciones de aparceros y trabajadores, de almacenaje y de labor dispersas por la finca, como el núcleo que se distingue situado a más baja cota, de rasgos similares a los del núcleo principal, pero más austeros. Sobre un zócalo de mampostería relacionable con el de la edificación residencial, se sitúa un bloque de una y dos alturas, con cadenas de sillares en los esquinazos y paramentos encalados. En sus inmediaciones se hallan dos grandes balsas, cuadras, un amplio picadero, jardines y diversas construcciones auxiliares, como un molino. 

El conjunto del Cortijo del Marqués de Cadimo fue incluido en el inventario del Patrimonio Arquitectónico de interés histórico artístico elaborado por el Ministerio de Cultura en 1979. Surgió como cabecera de una de las mayores propiedades del término de Benahadux dedicadas a la uva de embarque, en el curso del auge de esta explotación a fines del siglo XIX y principios del XX. De hecho, las plantaciones de parrales del marqués de Cadimo en este municipio estaban consideradas como unas de las más destacadas de Almería. Este propietario, titulado por Felipe V en 1713, se contaba entre los grandes terratenientes de Andalucía Oriental, con posesiones, por ejemplo, en Pegalajar (Jaén) o Cúlllar (Granada).





Fuente : Junta de Andalucía. Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio. Salvador Cruz Enciso; Domingo Ortiz Soler, Inventario Cortijos, Haciendas y Lagares. Provincia de Almería. Cortijo del Marqués de Cadimo., 1995.

Fotos: Joaquín Berenguel




lunes, 7 de junio de 2021

Cortijo la Almazarilla

 El Cortijo La Almazarilla es uno de los más representativos del esplendor agrícola decimonónico del municipio de Huércal. Ubicado en zona histórica de regadío, fue levantado en el último tercio del siglo XIX, habiendo vivido las épocas del esplendor uvero y de la naranja. Cortijo señorial de estilo ecléctico, de apreciables dimensiones, de dos alturas, con planta en “L”, y con cubierta plana. Junto al mismo se levanta una segunda construcción, de una planta, dedicada a almacenes. El edificio principal presenta 4 planos de fachada enmarcados por pilastras decorativas en las esquinas, un zócalo de cantería y una faja superior que da paso a la cornisa. Llaman la atención las semicolumnas toscanas de las esquinas de la planta baja del plano de fachada avanzado. El conjunto consta de dos cuerpos separados por una gruesa moldura, en los que se abren diversos balcones, tanto en la planta superior como en la inferior, encontrándose todos los vanos, recercados por molduras y coronados por arcos segmentados. De las fachadas al sur, la principal se encuentra retranqueada presentando puerta central noble de mayor tamaño. Todos los huecos de esta fachada presentan guardapolvos sobre los arcos y clave resaltada. Los dos balcones de la planta baja, que flanquean la puerta, se encuentran enrejados por reja rehundida en un solo plano, mientras que los correspondientes a la primera planta presentan rejas resaltadas en la parte superior. La fachada avanzada presenta una puerta igualmente flanqueada por dos balcones. Estos 3 vanos carecen, curiosamente, de clave resaltada ni guardapolvos dando una menor categoría a las estancias. Sin embargo, en la primera planta de esta fachada se localiza el balcón noble, con repisa soportada por modillones, barandilla con chaflanes, y decorado como se ha expuesto para la primera fachada. El plano de fachada perpendicular de transición presenta otro balcón más pequeño y de menor enjundia. Finalmente, la fachada de levante presenta dos vanos nobles unidos por un largo balcón corrido soportado por modillones de cantería, protegido por barandilla. En esta fachada se localizan, igualmente, tres ventanas de servicio. Una terraza ocupa toda la cubierta, estando protegida por barandillas ancladas a plintos, y donde destaca el subidero cilíndrico. El cortijo se encontraba en pleno espacio agrícola con un huerto-jardín frontal y antiguos naranjales, ya abandonados, siendo bañado por el noroeste por la acequia madre con sus cañaverales en recesión. Se encuentra protegido del camino por un alto muro de piedra con una cancela de dos hojas, ancladas a los restos de una portada de cantería que ha perdido gran parte de sus bloques. A unos 50 metros al sur aparecen ya las urbanizaciones del reciente crecimiento de la población.






Texto: Ayuntamiento de Huercal de Almeria

Fotos de: Joaquín Berenguel y Ayuntamiento de Huercal de Almeria

Cortijo de Villa Rosa

Villa Rosa fue uno de los más potentes cortijos uveros del Bajo Andarax. Junto con su cortijo de carácter historicista llaman la atención el enorme acueducto y su balsa de riego.

Construcción de planta rectangular de una altura con cubierta plana, levantada sobre un pequeño cerro que fue allanado en la parte superior. Se encuentra parcialmente rodeada por una gran terraza que se encuentra sustentada por muro de mampostería. El acceso principal corta el muro mediante una escalinata, existiendo una segunda en el lateral sur. Las fachadas, de sencilla factura, se encuentran enmarcadas por zócalo bajo, pilastras en esquinas y faja superior con cornisa simple. La principal presenta puerta central con una ventana a cada lado recercadas en ladrillo, con arco segmentado algo apuntado. Por su parte, la fachada lateral norte se abre mediante cuatro vanos, de los cuales los más orientales son puertas y los situados al oeste son ventanas de distintos tamaños. Todos ellos presentan arco de medio punto, encontrándose recercados en ladrillo. Finalmente, la fachada sur que presenta un módulo avanzado, careciendo de ornato en los adintelados vanos. Una segunda construcción dedicada a servicios se levanta en la parte trasera del cortijo, junto con una torre paisajística almenada. En la parte norte se encuentra una enorme balsa de riego servida por un potente acueducto, de los cuales se hace ficha específica como Acueducto y Balsa de Villa Rosa. Al frente, en el margen de la carretera, se conserva la cancela de la cerca exterior, formada por dos pilares con remate, que reciben a las dos hojas de barrotes metálicos. En el dintel aparece en recorte el nombre del cortijo: “Villa Rosa”, entre agradable decoración floral. El espacio agrícola abandonado domina el entorno sur y este, mientras que los antiguos jardines ocupaban el frente del cortijo hasta la cerca de la carretera. Un interesante pinar ocupa la margen izquierda de la rambla de las Calabazas, en la finca. La gran capacidad del sistema de riego de este cortijo demuestran las grandes inversiones que tuvieron que hacer los terratenientes de la comarca a finales del siglo XIX, para poder responder a las expectativas generadas por el crecimiento de la exportación de uva de mesa, en un medio con recursos hídricos muy limitados.













Fuente: Ayuntamiento Huercal de Almeria

Fotos: Joaquín Berenguel

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