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viernes, 26 de julio de 2019

Sarcófago Paleocristiano de Alcaudique

En 1925 ,el pago de Jarela fue testigo del descubrimiento fortuito de un sarcófago paleocristiano  fechado a inicios del siglo IV y conservado hoy en el Museo Arqueológico Nacional. Se encontraba delante de la puerta de un cortijo a muy poca profundidad ( unos 30 cm). Contenía los restos humanos muy desechos de un adolescente, y estaba cubierto con tres losas de perfil irregular de la zona ,dos de tosca y uno de laja que presenta a modo de hoyitos hemisferios.Mide 2,06 metros de longitud por 53 cm. de altura y 56 de anchura.

Representa en un friso corrido típico de la época, diversas escenas del Nuevo Testamento. De izquierda derecha se muestra la curación de Lázaro, cobijado en un templo, y después  la entrada de Jesús en Jerusalén sobre una Borriquilla junto a la higuera en la que está subido Zaqueo. Le sigue un orante, representación del nuevo fiel , franqueado por sendos personajes. A continuación figura la negación de Pedro, rodeado de tres apóstoles. Por último, Pedro y Pablo son conducidos ante el emperador,  escena Apócrifa que hay que relacionar con una tradición primitiva. Las figuras mostraban restos de pigmentación en rojo oscuro o morado. Algún experto lo fecha entre 315 a 335 y procedente de un taller radicado en Roma.

Frontal del sarcófago de La Jarela, Alcaudique.
Mélida pensaba que se cobijaría bajo el arcosolio ( arco que alberga un sepulcro abierto en la pared)  de una capilla o cripta, semejante a la de Daimún ejidense, donde serviría de mesa en la consagración de la misa. En toda la excavación que se hizo para sacarlo no se descubrió vestigio arqueológico algúno. J. Martínez de Castro creía que no era este del lugar original de su colocación pues antes  había servido de abrevadero, cuestión desmentida por otro al interpretar los indicios de manera diferente. Sin duda hay un fuerte contraste, más aparente que real entre la riqueza de la pieza y la simplicidad del enterramiento, siempre anterior a finales del s.XI , época en la que el celo islamista, sin duda hubiera mutilado los relieves al considerarlos  impíos. En zonas de cultivo tradicional, un conjunto cimiterial tardorromano proporcionaría  pocos datos sin efectuar trabajos de desmonte que descubrieran las tumbas. No debe sorprendernos, por tanto,que  estamos solo en apariencia ante un hallazgo aislado y descontextualizado.

En primer lugar nos encontramos ante la temprana consolidación del cristianismo en la comarca a favor de su cercanía al mar. Sabemos, en efecto, que el origen e la nueva religión hay que buscarlo entre los comerciantes orientales y las comunidades griegas y judías, como las establecidas en los puertos de Adra y Murgi. Tras algunas persecuciones, y a partir del edicto de tolerancia de Galieno ( año 260 ), el cristianismo pudo consolidarse sin problemas.

En segundo término, y a nivel más general, muestra que la difusión de imágenes paganas se reduce drásticamente al exclusivo ámbito doméstico hasta desaparecer totalmente en el último cuarto del siglo IV, cuando el cristianismo se afianza en las capas dirigentes de ciudades secundaria.



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