El lapis specularis, también conocido como espejuelo, espejillo, piedra del lobo, espejillo del asno, piedra de la luna, piedra de luz, sapienza o reluz, es el término que utilizaron los romanos para denominar al yeso. Esta variedad mineralógica del yeso, denominado yeso selenítico o selenita, se extraía y explotaba durante los siglos I y II d. C. en Hispania y en otros lugares del Imperio romano como la propia Italia (Bolonia, Sicilia), Chipre, Capadocia y África Proconsularis (actual Túnez).
La distribución geográfica en Hispania se concentraba en la provincia de Cuenca, en la zona de la antigua Segóbriga, y en menor medida también en Toledo y Almería.
El interés en este material radicaba en su transparencia, así como en la facilidad que presenta para poder trabajarlo. Su uso principal era el de acristalar ventanas, acoplando varias planchas o láminas en armazones de madera o cerámica. También se utilizaba, una vez calcinado, para la fabricación de yeso o escayola para realizar, posteriormente, molduras, vaciados y enyesados. En otras ocasiones se mezclaba triturado con la arena del Circo Máximo para que la arena brillase, realzando los espectáculos.
En las minas de Arboleas, concentradas en Limaria, se localiza un coto minero con varias cavidades o minados en el interior subterráneo y numerosas terreras o escombreras asociadas en superficie. En el exterior y en las inmediaciones de las bocas encontramos cerámica Terra Sigilata y común de época Alto-Imperial y restos de lapis specularis cortados y serrados. En el interior hay indicios muy claros de laboreo romano: como son la existencia de lucernarios, labores específicas para la extracción de placas lapis specularis, sistemas de explotación de cámara, pilae y galería o la utilización de punteros de sección cuadrada.