viernes, 4 de diciembre de 2020

Juan Sicilia y Gallego

 


La Policía Científica ha cumplido hace poco 100 años de historia, pero los avances en esta materia fueron impulsados por médicos, químicos, físicos y farmacéuticos que en la mayoría de las veces quedaron y quedan en el anonimato. Este es la historia de uno de ellos.

Entre las 12.15 horas del 24 de Septiembre de 1864 y las 19.30 horas del día 29 del mismo mes se celebró en Madrid el primer Congreso Médico Español presidido por D. Tomás Eustaquio Corral y Oña, médico de cámara de la Reina Isabel II.

En dicho Congreso participaron 290 autoridades relacionadas con la medicina, principalmente médicos y farmacéuticos, de los cuales sólo 54 expusieron sus respectivos estudios a los asistentes. Uno de esos 54 era un abulense. Hablamos de D. Juan Sicilia y Gallego, farmacéutico y hermano de D. Joaquín Sicilia y Gallego, el médico del que ya hablamos en otros artículos anteriores.

En la segunda sesión celebrada el 25 de Septiembre, nuestro paisano Juan Sicilia y Gallego expuso su estudio llamado “Algunas observaciones sobre las manchas de sangre” El cual comenzó con estas palabras;

[No el deseo de gloria me impulsa a tomar la palabra en este Congreso, que tanto honra a la Nación donde tiene lugar: causas más justas, motivos más poderosos me impelen, cuales son, el consignar algunos hechos relativos a la investigación químico-legal de las manchas de sangre, tanto en lo concerniente a su distinta naturaleza, como en lo variado de su procedencia. Hechos que conviene consignar hoy detalladamente, cuando tan frecuentes son los casos en que el puñal del homicida es el único y fatal razonamiento de que suelen valerse algunos individuos de la sociedad.]

Juan explica luego que los grandes adelantos en esa parte de la toxicología o química legal había alcanzado un gran nivel gracias a científicos como Teichmann de Gotinga, Casanti, Persoz, Rose, Zollikofer, Orfila, Devergie, Brunne de Viena o Everardhome, y han permitido que en ese momento se pueda saber si las manchas de sangre son de mamífero o vertebrado, o si de mamífero de la especie humana u otro animal cualquiera.

A pesar de ello, nuestro farmacéutico argumenta el motivo de su estudio;

[…a pesar de tan sorprendentes adelantos, dignos de singular mención, me quedaba una duda que por espacio de algún tiempo no dejó de ocupar mi mente, en serias meditaciones. Acudí a delicados y reiterados experimentos, de los que deduje como lógica consecuencia, que cuestiones de tal naturaleza no quedan científicamente resueltas por el solo hecho de conocer que una mancha es de sangre de la especie humana, y no de otra sustancia cualquiera, pues las exigencias legales no pocas veces traspasan tan estrechos límites, lo cual no es extraño si tenemos en cuenta, que una mancha de sangre algunas veces, no reconoce su origen en la solución de continuidad periférica, sino en uno de tantos flujos sanguíneos, que como el nasal, gastrorrágico, metrorrágico o menstrual, son tan naturales como frecuentes en la especie humana: exigencias, que si bien no creo satisfechas, en su totalidad, por el escaso tiempo de que he podido disponer, al menos creo lo están en cuanto hace referencia a las manchas de procedencia menstrual: algunos experimentos hechos sobre este punto, en el laboratorio que tengo la honra de dirigir, y ciertos casos químico-legales que he tenido necesidad de resolver, son los que me autorizan o inducen a creerlo.]

A continuación el Doctor Juan expone que el experimento realizado consistió en separar las manchas mediante un medio mecánico de la tela u objeto donde existían, las tuvo macerando en agua destilada durante veinticuatro horas y transcurridas estas reunió los líquidos resultantes de la maceración, que por su opacidad o suciedad tuvo que filtrar con papel sin cola, consiguiendo que su aspecto fuese más diáfano, aunque no limpio del todo. Parte de este líquido lo evaporó hasta secarlo, conduciendo el fuego con el máximo cuidado para evitar su carbonización con una lámpara de espíritu de vino. Cuando recogió el residuo rojo amarillento, producto de la evaporización, lo colocó en una capsulita de cristal, donde previamente había puesto unas gotas de ácido fosfórico de 1,18 grados de densidad, el doble de la cantidad de polvos que había obtenido de las manchas. Hecha la mezcla de estos y el ácido en la cápsula de cristal, y en las proporciones ya dichas, lo aplica a la llama de la lámpara, cuando observa que en el centro aparecía una masa de consistencia extractiva, de color hepático, plástica, glutinosa y coherente, cuya adherencia perdía por la presión de una varilla de cristal, pero que abandonada a si misma, volvía a recobrarla con rapidez; caracteres peculiares de la sangre humana, según Casanti, y comunes a la solución de continuidad periférica, y a la de procedencia menstrual; pero notó, que la capsulita de cristal se cubrió repentinamente interior y exteriormente de una capa cristalina, áspera, de fácil separación, y que hizo perder al cristal su diafanidad, carácter este exclusivo de las manchas de sangre de flujo metrorrágico o menstrual.

 Después de explicar su experimento puso como ejemplo tres casos para los que había sido requerido nuestro Doctor por la Audiencia de Madrid y por petición de algunos Juzgados de Primera Instancia;

[   El primero, es procedente del de Getafe, en que con fecha 8 de Febrero último, se me encargó practicar el análisis químico de unas manchas existentes en varias prendas, correspondientes a la causa que en el mismo se seguía contra la persona de J.R. Teniendo que fijar la naturaleza íntima de tales manchas, me ocurrió poner en práctica el procedimiento que acabo de exponer, y por él me convencí que unas manchas eran de solución de continuidad periférica, y otras de procedencia menstrual, o de un flujo sanguíneo afine a él: porque al tratarlas por el ácido fosfórico de Casanti, unas manchas sanguinolentas solo presentaron los caracteres de plasticidad, homogeneidad, color hepático, consistencia extractiva, conglutinación y coherencia, etc., mientras que otras no solo aparecieron con tales caracteres, sino que a ellos se unió la abundante y hermosa cristalización, característica de la sangre metrorrágica, sobre cuya cristalización he llamado la atención.

    El segundo fue, el que con fecha 8 de Julio, también último, se me remitió, del Juzgado de Azpeitia, para que informara de la índole de unas manchas de sangre esculpidas en una escofina, en causa instruida en el mismo por la muerte violenta de las personas M. M. y J. B. Entre estas manchas, si bien a la simple vista se notaba diferencia, no era tan clara que pudiese dar por resuelta la cuestión; por lo que, separadas las del tercio superior y mas agudo de la escofina, bien pronto me convencí que tales manchas eran de naturaleza distinta de las demás esculpidas en ella; pues aquellas aparecieron al tratarlas por el reactivo Casanti, con la cristalización característica, mientras estas solo presentaron su conglutinación, plasticidad, etc., y nada de cristalización.

    El tercero y último caso que me ocurrió, es de igual fecha que el anterior, y en él se me ordenaba determinar la naturaleza y procedencia de unas manchas estampadas en varias prendas de vestir, de las que por su variada forma, unas eran de hombre y otras de mujer, procedentes del Juzgado de igual clase de Navalcarnero, en causa que instruía por el horroroso asesinato de un matrimonio: manchas, que no siéndome posible fijar por sus caracteres físicos, lo hice por la reacción química consignada: pues ella me indicó que no solo eran de sangre, sino que entre ellas las había de procedencia menstrual o metrorrágica y de solución de continuidad periférica.]

Juan Sicilia terminará su exposición afirmando que es de notable necesidad el que todos los químicos contribuyan a enriquecer esa parte de la ciencia pues todos los delitos que tienen que ver con violaciones y asesinatos pueden ser resueltos con estos estudios.

Y obrando como un profeta termina diciendo;

[Por lo que confío que continuando en esta clase de investigaciones analíticas, con la cooperación de tantos y tan dignos profesores como a ellas se dedican, llegará un día en que se pueda marcar por reacciones características, no solo la naturaleza íntima de todas las manchas de sangre, de tan variada procedencia, sino la de otras infinitas, que no siendo de naturaleza sanguinolenta, sean más difíciles de determinar y de las que reclaman serios y detenidos trabajos químicos-legales.]

No pasarían muchos años hasta que nuestro paisano dio un paso más en su lucha, fue al leer el discurso en el acto de recibir su investidura como Doctor de la Facultad de Farmacia el 26 de Junio de 1868.

En dicho discurso llamado “Importancia de la análisis química en la administración de Justicia” hace una exposición brillante sobre lo que para él era su lucha y su vida, comienza su discurso con un Salmo en latín;

Et honor regis iudicium diligit. (Y el honor del Rey ama la justicia)

Salmo 98, v.4.

Y luego explica en su preámbulo como desde la antigüedad el crimen y el hombre han andado juntos pero de igual forma la justicia ha evolucionado y debe evolucionar más para emplear todos los avances científicos en detener a los criminales.

Me quedo con una reflexión de nuestro Doctor donde resume el mismo por qué considera que se debe continuar en esa línea;

[Nunca, Excmo. Sr. aparece tan pequeño el hombre ante sus mismos ojos, ni se convence de su propia debilidad y brevedad de su existencia, como al proponerse probar cosas que casi son axiomáticas en su enunciación; pero que a su vez son de trascendental importancia en las sociedades cultas: tal es la de la intervención de la análisis química en la administración de justicia, o llámese importancia de los medios que conducen a no condenar a un inocente, o a no dejar impune a un criminal.]

Juan Sicilia después de exponer en un discurso de 25 folios los avances y todo lo que queda por avanzar terminará educadamente diciendo;

[Bien hubiera querido, Excmo. Sr., presentar un cuadro digno de la importancia de la química analítica y de su poderoso influjo en la administración de justicia; pero si mis dotes insuficientes no han llenado cumplidamente su objeto, súplalo vuestra ilustración; y quépame siquiera el honor de haber llamado vuestra atención sobre una tésis, en que se apoya la justicia, como en esta la fortaleza del reino.]

Seguramente hoy D. Juan estará contento viendo a los niveles a los que ha llegado la ciencia, si pudiese viajar en el tiempo y decirle; -D. Juan no se atormente usted, llegará el momento en el que se encontrará a un criminal simplemente con una muestra de saliva-…seguramente le daría un “patatús”. Jejeje.

Estos apuntes pretenden recordar el trabajo en vida de Juan Sicilia y Gallego, el “boticario” de Abla, de hecho, todos sus descendientes llevaron y llevan ese apodo, Manuel Martínez o “Manolo el boticario” como lo conocemos en el pueblo es su bisnieto.

Toda la informacion aquí presente ha sido extraida del blog : https://alfenia.blogspot.com/2012/12/juan-sicilia-y-gallego-el-csi-de-abla.html

Excelente trabajo Alfenia.

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