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viernes, 24 de abril de 2020

El Terremoto de Dalías de 1804

A lo largo de la historia almeriense el riesgo sísmico está muy presente: terremotos destructores de Vera (1518), Almería (1522) y Dalías (1804). En esta el terremoto del 25 de agosto de 1804 fue más intenso que en Berja, IX grados escala M.S.K., la villa quedó arrasada, el templo parroquial se arruinó completamente, así como también la casi totalidad del caserío. En el estudio del citado terremoto se ha demostrado muy fructífera la documentación conservada en el Archivo de la Curia del Arzobispado de Granada.


La ocupación del territorio por el ser humano genera los conceptos de riesgo y desastre natural, acontecimientos que han estado muy presentes en la geografía provincial en el siglo XIX. Almería ha conocido todos los desastres naturales clasificables, por lo que su influencia en la población y la economía ha sido importante. La provincia, y Berja en particular, sufrieron duramente el terremoto de 1804, no siendo el único suceso sísmico ni desastre natural luctuoso padecido. Sin embargo, el dinamismo de los almerienses estuvo por encima del pavor y la tragedia, aunque cabría preguntarnos hasta donde hubieran crecido. Las zonas afectadas sin la visita de terremotos, inundaciones y sequías.

La causa de que haya tantos terremotos es porque la Península Ibérica está situada en el borde de la placa de África y la de Euroasiática y esto provoca más 

En los pueblos contiguos los daños tambien fueron considerables como : .

Todas las torres de las iglesias que sobrevivieron  presentaron daños por 1804, como la de Darrícal.

-El Poblado de Inízar quedo muy destruido.

-En Dálías la iglesia quedó totalmente destruida donde el nuevo templo se edificó con torres bajas y chatas, una de las primeras medidas sismorresistentes en España. El número de muertos ascendio a 253 personas.

-En Canjayar 4 muertos y muchos heridos, 60 casas desplomadas y mandadas a derribar 120 por los daños, entre ellas la iglesia.

-En Turón 167 casas mandadas derribar además de la fábrica de plomo y el chapitel de la iglesia de Turón fue reconstruida al perderse el original en 1804.

-En Berja la destrucción fue importante, 40 los muertos, se remodeló arquitectónica y urbanísticamente, en especial la avenida Manuel Salmerón y la plaza porticada del mercado, la iglesia fue reconstruida completamente.

-Para Benínar no hay datos, pero viendo la destrucción de los pueblos de alrededor nos podemos imaginar lo que aconteció.

jueves, 23 de abril de 2020

El Fantasma del Teatro Cervantes

INTRODUCCIÓN

El 22 de enero de 1922 es asesinada la actriz Conchita Robles en el teatro Cervantes de Almería, minutos antes de estrenar la obra “Santa Isabel de Ceres”. Desde entonces su fantasma vaga por la platea.

HISTORIA

El teatro Cervantes “se construyó en 1898 con un lenguaje ecléctico, con elementos neoacademicistas y neobarrocos.  Son curiosas sus farolas en forma de girasol, y la colección de antiguos carteles de variedades, fiestas y eventos de la primera mitad del S.XX. Actualmente se utiliza
como sala de cine, (…)” (1)


Está asentado sobre el antiguo teatro Novedades, con la peculiaridad de que en el terreno en que se construyó se encontraron algunas sepulturas.

Aunque desde su inauguración han ocurrido muchas cosas entre sus paredes, sin embargo la más sonada fue el asesinato de la actriz Conchita Montes, cuyo verdadero nombre era Conchita Robles, y de un joven de dieciséis años llamado Juan Aguilar (Nota 1) y que era aprendiz de imprenta y el encargado de los carteles del teatro. 

El asesino fue el exmarido de la actriz, el capitán de Caballería Carlos Verdugo, con el que había contraído matrimonio el 26 de julio de 1916, según aparece en el diario ABC del 16 de julio de ese año.  (Enlace a la página: ABC-23.07.1916-pagina 012)

El 29 de enero de 1922 el diario ABC publica una fotografía de la actriz con el siguiente texto: «La desventurada actriz Concepción Robles muerta trágicamente en Almería» (Enlace a la página:  Blanco y Negro-29.01.1922-pagina 026)

«La prensa llevaba anunciando con casi  un año de antelación una obra de teatro `Santa Isabel de Ceres´, protagonizada por la actriz Conchita Robles.

El 22 de Enero de 1922 la ciudad de Almería se engalanaba para el estreno de la obra. Mientras que la gente que no se podía permitir ver la obra miraban envidiados desde los balcones de sus casas a la gente rica o casi rica vestida con unos relucientes trajes.» (2)

Conchita Robles había nacido en Almería, por lo que la expectación era aún mayor, y si a esto le añadimos que la obra a representar trataba temas tabú o poco apropiados de la época como eran las muchachas descarriadas y de «vida alegre», nos podemos hacer una idea de hasta donde podía llegar el interés.

«Nadie podía pensar que Conchita tendría un trágico final esa misma noche. Mientras hacía las delicias del público que abarrotaba el Teatro Cervantes, la actriz recibió dos disparos a manos de su marido. Dos disparos que la hicieron tambalearse hasta desplomarse en el escenario ante su público…» (3)

«Conchita se había separado recientemente de Carlos, oficial del escuadrón de Húsares (Nota 3),  debido al comportamiento violento y celoso del oficial, y había vuelto a su ciudad natal, Almería, para triunfar encima del escenario.»  (4)

La actriz estaba separada de Verdugo (Nota 2) y sabía que este le iba a dar problemas por lo que avisó para que no le permitieran el acceso al teatro, sin embargo, consiguió entrar por la zona de actores y esperar a que ella pasara por allí. Cuando la vio le apuntó con su arma, en ese momento Juan Aguilar se encontraba cerca, por lo que ella lo agarró y se lo puso delante, es posible que con la intención de que su exmarido no apretara el gatillo, el objetivo era ella no el niño, pero no fue así y mató a los dos.

El público sabía que durante la obra si iban a producir disparos por lo que en un principio se quedaron extrañados pero no le hicieron mucho caso hasta que alguien gritó que habían sido de verdad.

Carlos Verdugo fue condenado a pagar una indemnización y a cuarenta años de cárcel, cumpliendo la condena en las islas Chafarinas. Desde entonces hay quién asegura que ocurren cosas extrañas en el teatro, entre ellas un suicidio, y que son provocadas por Conchita y Manuel que aún vagan por su rincones.

NOTAS

1.- En algunos sitios dice que el niño se llamaba Juan y en otros Manuel.

2.- En algunos sitios hablan del capitán Verdugo y en otros del comandante. Se ha de suponer que entre su boda y el suceso pudo ser ascendido.

3.- Los húsares constituían una unidad de caballería.



Fuente: http://leyendasyfabulas.com/el-fantasma-del-teatro-cervantes-de-almeria-2/



miércoles, 22 de abril de 2020

El Crimen del Cortijo del Fraile

EL denominado Crimen del cortijo El Fraile fue el tema en que se basó el poeta granadino Federico García Lorca para escribir su famosa obra Bodas de Sangre. El amor y la traición, la tradición y el instinto, el honor y la muerte se conjugaron aquella noche sin luna.

El crimen del Cortijo El Fraile fue una simple historia de amor imposible en aquellos años que tristemente se convirtió en tragedia. Una mujer que vivía en este cortijo fue obligada a casarse en un matrimonio de conveniencia, pero el mismo día de la boda se fugó con su auténtico amor. Para lavar el honor de la familia, un hermano del novio despechado esperó a la pareja en un cruce de caminos y asesinó al amante.

Cortijo del Fraile.

La madrugada del 22 al 23 de julio de 1928 , unas horas antes de que se celebrase en la iglesia de Fernán Pérez la anunciada boda de Francisca Cañadas Morales, de 27 años de edad con Casimiro Pérez Pinos de 30, la novia en un acto de amor y pasión rompió el cerco familiar y se escapó con su primo Paco Montes, de 24 años de quien realmente estaba enamorada. El amante vivía en la cortijada de los Montes, en la zona de Los Pipaces.

La familia mientras tanto ajena a los pensamientos de los enamorados se afanaba en ultimar los detalles del convite que se celebraría en el cortijo El Fraile. Paco Montes, que sería la víctima de la tragedia, llegó al cortijo para sumarse a los actos mientras en su cabeza le machacaba insistentemente la idea de tener que perder definitivamente a su prima de quien está plenamente enamorado.

En medio del trasiego de idas y venidas de familiares, ambos primos se encontraron a la entrada del cortijo. Fugazmente se miran a los ojos, hablan algo en voz baja y de repente acuerdan poner en marcha un plan para fugarse los dos.

Francisca Cañadas y su primo Paco Montes, aprovechando un descuido, mientras los familiares y algunos amigos van sacando sillas y mesas hasta el patio, salen del cortijo por una puerta trasera y a lomos de un mulo emprenden la huida por el camino de Níjar con la intención de llegar hasta Almería.

De pronto en medio de la noche, a la altura del paraje de Haza de Capellanía, los amantes atisban unos bultos moviéndose entre las sombras del camino. De improviso, Francisco Montes atacado por la espalda cae violentamente al suelo. Quien lo derriba y ataca es José Pérez Pinos su cuñado, mientras otra persona agarra a Francisca Cañadas fuertemente por el vestido. Era su hermana Carmen que en unión del marido se dirigían hacia el cortijo El Fraile y se habían dado cuenta de la fuga de la pareja por lo que decidieron impedirle la huida.

En el fragor de la lucha suenan tres disparos. En el suelo junto a un pequeño balate del camino queda muerto Paco Montes mientras a pocos metros la amante desmayada, esta fuera de sí víctima del tremendo soponcio al comprobar la muerte de su amado.

Fríamente los asesinos se dirigen al cortijo. Allí han empezado a echar de menos a Francisca Cañadas. Unas horas mas tarde, un primo de ella de regreso a su casa, a unos tres kilómetros del cortijo encontró el cadáver de su hermano. Vuelve al cortijo y comunica lo ocurrido. Salta la alarma y a partir de ahí todo se sucede vertiginosamente. La novia viuda enmudece y afirma en todo momento que no sabe nada. Llega la Guardia Civil y empieza a preguntar a todos los habitantes del cortijo. Unas horas mas tarde Francisca Cañadas, su padre y su novio oficial Casimiro Pérez son detenidos por la Benemérita que los traslada hasta el cuartel de Níjar para continuar los interrogatorios. Iniciada la investigación ante juez López Jiménez, las declaraciones contradictorias de los implicados ponen en alerta al magistrado que tres días después, el 25 de julio se convierte en la fecha clave para la solución del crimen después de un careo al que el juez somete a ambas hermanas. Horas más tarde el careo lo mantiene con José Pérez Pinos el hermano del novio despechado, a quien se le fue debilitando su coartada para finalmente derrotarse y confesar ante el juez la autoría del crimen. El revolver utilizado para el asesinato se lo había entregado a un amigo suyo para que lo guardase.

La novia se encerró en vida a purgar su culpa. El novio plantado volvió a casarse y pretendió olvidar amparado en una vida normal. El cortijo pertenecía a los Acosta, dueños de buena parte de las tierras que rodean al núcleo urbano de San José, en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar.

Fuente: diariodealmería.es

sábado, 25 de enero de 2020

Locomotora arroya a una Ambulancia en Gádor

El pueblo de Gádor y en general, toda la provincia de Almería tiene aún presente el dramático accidente ocurrido en la localidad del Bajo Andarax el 17 de noviembre de 1994 en el que murieron siete personas entre ellas dos bebés de escasos meses, al arrollar una locomotora a una ambulancia en uno de los pasos a nivel existentes a la salida de la localidad. 

La niebla pudo dificultar la visión del conductor de la ambulancia a la hora de atravesar el paso a nivel y no advertir la presencia de la locomotora. Las señales luminosas indicaban que el paso de un tren era inminente. Quizás la niebla y la confianza del conductor que realizaba el recorrido a diario pudieron unirse en una fatal alianza que se saldó con las siete victimas mortales.
El accidente se produjo a las nueve y diez minutos de la mañana. La ambulancia conducida por Manuel Pelayo López de 42 años natural de Alhama de Almería, trasladaba a las siete personas desde las localidades de Íllar, Alhabia y Albolduy a la residencia sanitaria de Torrecárdenas para asistir a las sesiones de rehabilitación que venían recibiendo desde hacía varias semanas. El vehículo sanitario matrícula AL 3229 L que circulaba por la carretera comarcal 332 en dirección a la capital irrumpió en el paso a nivel, a pesar según informó entonces la compañía Renfe de que la semi barrera se encontraba bajada. Tras el impacto, la ambulancia fue arrastrada unos doscientos metros por la locomotora que se dirigía hasta Huéneja.

Los siete cadáveres quedaron aplastados bajo un amasijo de hierros y chapa siendo necesaria la intervención de la Unidad de Salvamento del parque contra incendios de Almería para rescatar del vehículo los maltrechos cuerpos sin vida. Todos los ocupantes de la ambulancia murieron en el acto, por lo que pese a la rápida intervención de los equipos médicos de Gádor y Benahadux que se personaron al poco tiempo de producirse el terrible accidente su presencia desgraciadamente no llegó a ser necesaria.
La noticia corrió como la pólvora entre las localidades del Bajo Andarax. A escasamente una hora de producirse el accidente, numerosos familiares de los fallecidos se habían desplazado ya hasta Gádor desde los pueblos limítrofes intentando conocer la suerte que habían corrido los ocupantes de la ambulancia.
Poco antes de la una de la tarde, el titular del juzgado de instrucción numero 9 de Almería, que previamente había ordenado el levantamiento de los cadáveres ordenaba la identificación de los fallecidos que de manera provisional habían sido trasladados hasta el depósito municipal de Gádor. Entre los fallecidos se encontraban la mujer y el hijo de siete meses de Francisco Martínez, alcalde de Alboloduy. El dolor unió a los cuatro pueblos del Bajo Andarax. Los familiares y amigos de las victimas, inmersos en una especie de nube no acertaban a comprender lo ocurrido. Todos ellos insistían entonces en la necesidad de eliminar los cuatro pasos a nivel que transcurren por el municipio de Gádor lamentándose que el Gobierno hiciera oídos sordos a estas reivindicaciones.
Junto al conductor de la ambulancia Manuel Pelayo, fallecieron Manuel López Rodríguez de 52 años, natural de Alhama, Gregoria Maillo Cabello de 31 años, natural de Illar, Francisca Ayala Valverde de 37 años y su hijo de siete meses Alejandro Martínez Ayala, Ana María Castellón Orta de 30 años y su hija.



Fuente: José Ángel Pérez

Accidente Ferroviario en Gádor

16 de agosto de 1965. Hace bochorno y el pueblo de Gádor no duerme la siesta. Una cerrada tormenta descarga furiosamente por todo el valle del Andaráx aunque la lluvia más intensa se fija sobre los montes de Sierra Alhamilla. El abundante aparato eléctrico obliga a que en muchas casas del pueblo se guarden apresuradamente cualquier objeto metálico que pudiera ser susceptible de atraer a los rayos. La tormenta, de alguna manera se convirtió en antesala de una de las tragedias más dramáticas que en la década de los años sesenta sacudieron a la provincia. Un accidente ferroviario ocurrido en este término municipal se saldó con el triste balance de trece personas muertas y otras cincuenta y tres heridas de diferentes pronósticos. Son las 15,22 minutos, cuando Francisco Herrera Carpio, jefe de la estación ferroviaria de Gádor autoriza la entrada a la estación del tren correo 5.831 procedente de Almería con destino a Madrid. Esta circunstancia quedó reflejada en el libro de telefonemas de la estación gadorense.

El convoy lo integran seis unidades arrastradas por una maquinaria diésel que había salido de la estación de Almería a las 15,10 minutos. Tras una breve parada en Gádor , Francisco Herrera autoriza su salida. La tarde está totalmente plomiza y la tormenta no amaina. Llueve intensamente. La visibilidad es mala y solo el resplandor de los aparatos eléctricos alumbra débilmente el trazado ferroviario.
Momentos antes de autorizar la salida del correo Almería-Madrid, Francisco Herrera, responsable de la estación de Gádor casi de forma mecánica llama a la estación de Santa Fe comunicando que ya tiene vía libre el tren mercancía Nº 8 para ser recibido en Gádor. Entre ambas estaciones hay una corta distancia de apenas cinco minutos. Francisco Herrera, sin cerciorarse realmente si el tren mercancías ya estaba en Gádor reflejó su llegada en el libro de telefonemas a la hora que habitualmente lo hacía. Ese tremendo error, no comprobar que realmente el mercancía ya estaba en Gádor fue el elemento desencadenante de la tragedia.

A las 15,22 la maquinaria diésel del tren correo se pone en marcha. Avanza lentamente, y sin apenas velocidad recorre algo más de un kilómetro. Al llegar el convoy al punto kilométrico 232.800 entre Gádor y Santa Fe, en la denominada “Cuesta del Rayo”del paraje El Castillejo se produjo el accidente. Fue un choque violento entre ambos trenes. Las dos máquinas quedaron empotradas una sobre la otra.

El tren mercancías que circulaba por la misma vía se encontraba detenido como consecuencia de un corte en el fluido eléctrico- posiblemente a causa de la tormenta- que inutilizó la maniobrabilidad de la maquina eléctrica que arrastraba veintiún vagones. Cinco minutos antes de salir el tren correo, a las 15:15 se había producido la avería eléctrica. El violento impacto se escuchó en todo el pueblo de Gádor. Lo que siguió fue un paisaje dantesco.
Según la sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Almería, el 23 de octubre de 1.966 y cuyo recurso de casación fue rechazado por el Tribunal Supremo el 10 de mayo de 1.970, el día en que se produjo la terrible tragedia, debido a reajustes de plantilla en la empresa, el jefe de estación solo disponía de dos operarios.
Un mozo de agujas a quien encargó darle entrada al tren correo con destino a Madrid y el peón de explotación Clemente San José, quien por indicación de Francisco Herrera cumplimentó la orden de realizar las maniobras adecuadas para que pudiera acceder el mercancías a la estación de Gádor. Un acto combinado, donde la precipitación del jefe de Estación o quizás el exceso de confianza provoco el terrible desastre.

Tras el choque las dos máquinas quedaron superpuestas. Como consecuencia del fuerte impacto se produjo el descarrilamiento del furgón correo y del vagón directo de tercera clase cuyo destino era Barcelona. En este vagón precisamente se produjo la mayor desgracia. Allí se produjo el mayor numero de fallecidos ya que su estructura era de madera. Pese a que el impacto fue de extremada violencia, no alcanzó mayores consecuencias y un mayor número de muertes si el tren correo no hubiese iniciado la pendiente a una velocidad reducida y el mercancías estar detenido. El choque ocasionó el descarrilamiento parcial del correo.
Los primeros momentos son angustiosos. Los viajeros a gritos solicitan ayuda. Los ilesos saltan por las ventanillas. Como pueden esquivan las llamas y salen despavoridos. Muchos se dirigen corriendo al pueblo. En medio del caos los heridos son rescatados por los propios pasajeros ilesos. En un camión son evacuados los primeros lesionados y empiezan a llegar los vecinos en socorro de las victimas. En coches particulares son trasladados hasta Almería.

El interventor en medio de toda la presión tiene una sola preocupación, evitar que se restablezca el fluido eléctrico y se declare un incendio que afecte a todos los vagones del correo. En Gádor ya se conoce la tragedia y el pueblo se vuelca en auxiliar a las victimas. Del vagón de tercera clase empiezan a rescatarse los primeros cadáveres. En total son trece muertes y más de medio centenar de heridos.
El jefe suplente de la Estación de Gádor, Francisco Herrera, hombre respetado y de intachable conducta personal y profesional es procesado. Lleva 43 años de servicio y 17 años como jefe de Estación. Totalmente destrozado y acompañado de uno de sus hijos, también ferroviario, nada mas percatarse de la gravedad del accidente se presentó voluntariamente en la Comisaría de Policía. Se responsabilizó plenamente de todo lo ocurrido exculpando al guardabarreras y al guardagujas que estaban a sus órdenes. Fue juzgado por un delito de imprudencia. Sus subordinados implicados en el proceso, Manuel Cejudo Galindo, Clemente San José y Francisco Contreras fueron absueltos. RENFE tuvo que hacer frente a las indemnizaciones a los familiares de los fallecidos y heridos por su condición de responsabilidad civil subsidiaria.



Fuente: José Angel Pérez

sábado, 2 de noviembre de 2019

Accidente nuclear de Palomares

El accidente nuclear de Palomares fue un accidente nuclear ocurrido en la pedanía de Palomares, perteneciente al municipio español de Cuevas del Almanzora (Almería), el 17 de enero de 1966. En el contexto histórico de la Guerra Fría, dos aeronaves de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos [United States Air Force (USAF)], un avión cisterna y un bombardero estratégico B-52 colisionaron en vuelo en una maniobra de reabastecimiento de combustible. Esto provocó el desprendimiento y la caída de las cuatro bombas termonucleares que transportaba el B-52, así como la muerte de siete del total de los once tripulantes que sumaban ambas aeronaves.

El Accidente


En el accidente nuclear de Palomares se vieron implicados un bombardero estratégico B-52 y un avión nodriza KC-135 cargado con 110.000 litros de combustible, ambos de nacionalidad estadounidense. Los dos aviones colisionaron a 10.690 metros de altura sobre la costa mediterránea, en el cielo de la pequeña localidad española. El B-52 volvía de la frontera turco-soviética hacia la Base Aérea de Seymour Johnson en Goldsboro, Estados Unidos, y el KC-135 provenía de la base militar estadounidense de Morón. La maniobra era de rutina: los B-52 se reaprovisionaban de combustible a la ida, desde la base militar estadounidense de Zaragoza, y a la vuelta desde la de Morón.

Debido a un fallo en la maniobra de acoplamiento, ambas aeronaves colisionaron, se destruyeron y cayeron. Los cuatro tripulantes del KC-135 resultaron muertos, al igual que tres del B-52. Cuatro tripulantes del bombardero lograron eyectarse, pero el paracaídas de uno de ellos no se abrió. Otro miembro de la tripulación se lanzó a través de una escotilla abierta por una de las eyecciones, al contar el B-52 con sólo seis asientos eyectables.

El B-52 transportaba cuatro bombas termonucleares Mark 28 (modelo B28RI) de 1,5 megatones cada una, de 1,5 metros de largo por 0,5 metros de ancho, con un peso de 800 kg. Dos de ellas quedaron intactas, una en tierra (cerca de la desembocadura del río Almanzora) 


y la otra en el Mar Mediterráneo. Las otras cayeron sin paracaídas, una en un solar de la pedanía y la otra en una sierra cercana. Se produjo la detonación del explosivo convencional que contenían, lo que sumado al choque violento con el suelo, hizo que ambas bombas se rompieran en pedazos. Las tres que cayeron en tierra fueron localizadas en cuestión de horas, pero la que se precipitó al mar solo pudo ser recuperada 80 días después.


Como resultado de la explosión, se formó un aerosol, una nube de finas partículas compuesta por los óxidos de elementos transuránicos que formaban parte del núcleo de las bombas, más el tritio que se vaporizó al romperse el núcleo. Dicha nube fue dispersada por el viento y sus componentes se depositaron en una zona de 226 hectáreas de superficie que incluía monte bajo, campos de cultivo e incluso zonas urbanas. La contaminación resultante (principalmente por Plutonio-239, también Pu-240 y Americio-241) superó los 7400 Bq/m², con notables diferencias según el punto considerado, habiendo zonas con 117000 Bq/m², y hasta más de 37 millones de Bq/m² (saturaron los instrumentos de medida) cerca de los puntos de impacto.​ A finales de los años 1980, la contaminación residual era de 2500 a 3000 veces superior a la de las pruebas atómicas.

La reacción en cadena que desencadena la explosión nuclear no se produjo gracias al dispositivo o sistema que lo impide en caso de impactos, sistema aún mantenido bajo secreto.​

El vicepresidente del Gobierno, Agustín Muñoz Grandes,, ordenó al presidente de la Junta de Energía Nuclear, José María Otero Navascués, enviar al comandante del cuerpo de ingenieros aeronaúticos del Ejército del Aire, Guillermo Velarde, físico y experto en energía nuclear, para que comprobara los daños ocasionados. Velarde pudo examinar los restos de plutonio de las bombas termonucleares.

Repercusiones del accidente

El Gobierno no suministró protección de ninguna clase a los guardias civiles que participaron en la limpieza, protección que sí llevaba el personal estadounidense. El plutonio-239, utilizado en las armas nucleares, emite radiación alfa y tiene una vida media de 24.100 años. No se han realizado estudios epidemiológicos sobre enfermedades asociadas a la radiactividad y a la toxicidad química del plutonio ni a nivel local ni entre los guardias civiles que participaron en la limpieza. El Gobierno, bajo presión de su homólogo estadounidense, mantuvo secretos los informes de monitorización médica, hasta que finalmente los desclasificó en 1986. Aproximadamente el 29% de la población de Palomares presentaba trazas de plutonio radiactivo en su organismo. En la actualidad hay alguna urbanización turística por los alrededores, lo bastante cerca como para que los coches pasen levantando polvo que entra en el circuito del aire acondicionado, por ello el Consejo de Seguridad Nuclear ha prohibido la construcción en las zonas más afectadas. Aún hay zonas cercadas con vallas metálicas que se consideran contaminadas y están vigiladas por el CIEMAT. Las armas termonucleares también utilizan deuteriuro de litio. Tanto el Plutonio finamente dividido, como el deuteriuro de litio, parece ser que son pirofóricos, así pues la explosión que acompañó la caída de las bombas podría ser debida a una reacción exotérmica (química) de los combustibles nucleares. 

Palomares es el accidente Broken Arrow (pérdida total de armas nucleares) más grave de la historia que se conoce. Ya en 1961 había ocurrido otro Broken Arrow en Carolina del Norte, en este caso con dos bombas de uranio.​ 

Tras el accidente, el Gobierno y su homólogo estadounidense iniciaron una campaña intentando demostrar la inexistencia de contaminación nuclear en la zona. El elemento más recordado de dicha campaña fue el baño conjunto que se dieron el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, y el embajador de Estados Unidos en España, Angier Biddle Duke, en la playa de Quitapellejos, en Palomares.


Existían en la zona del incidente rumores que hablan que cuando el ministro Manuel Fraga y el embajador estadounidense acudieron a darse el famoso baño, éste no se produjo en las playas de la zona accidentada (Palomares), sino en Mojácar (a 15 kilómetros, aproximadamente, del lugar del accidente), frente al Parador Nacional de esta localidad.. La realidad más aceptada hoy día, no obstante, es que se realizaron dos baños, el primero, efectivamente en Mojácar, en el que solamente se bañó el embajador estadounidense y alguno de sus acompañantes y un segundo baño, ya en la playa de Quitapellejos en Palomares, donde de nuevo el embajador se bañó acompañado por el ministro.

50 años después

Frank B. Thompson es un músico de 72 años y tiene cáncer en el hígado, en un pulmón y en uno de sus riñones. Cuando tenía 22 años trabajó varios días en los campos españoles contaminados sin ningún equipo de protección más que la confianza en la palabra de sus supervisores. «Nos dijeron que era seguro, y fuimos lo suficientemente tontos, supongo, para creer en ellos», explica el hombre. Hoy en día Thompson paga más de 2 mil dólares por mes para tratar de hacer retroceder el cáncer, algo que le sería totalmente gratis si fuese reconocido como una víctima de la radiación por parte de la Fuerza Aérea estadounidense. Sin embargo, el organismo militar ha declarado varias veces que no hubo radiación dañina rodeando a los trabajadores, postura que han mantenido por más de cinco décadas.

Según la Fuerza Aérea, el peligro fue mínimo y los más de 1500 trabajadores que ayudaron a limpiar la zona estaban protegidos, algo que las experiencias de Thompson y otros veteranos parecen desmentir. Además, varios documentos desclasificados en Estados Unidos en el correr de los años han desvelado que los niveles de radiación eran los suficientemente altos como para poner en riesgo la salud de los que permanecieran en el lugar severamente. Según documenta The New York Times, los resultados de las pruebas de radiación han sido mantenidos lejos de los historiales clínicos de aquellos que trabajaron en Palomares, muchos de los cuales se encuentran enfrentando de forma crítica los efectos de la intoxicación con Plutonio. Los planes de limpieza de Estados Unidos y España se han ido sucediendo durante los años posteriores al accidente con resultados disimiles. Se calcula que una quinta parte del plutonio que se esparció en 1966 todavía contamina la zona de Palomares.


Fuente : Wikipedia

domingo, 29 de septiembre de 2019

Catástrofe ferroviaria en Huércal Overa

El 8 de Octubre de 1929 de un tren de mercancías que se hallaba en la estación haciendo maniobras se desprendieron once vagones, que fueron a chocar con otro tren ocasionando la muerte de un  guardafreno  y de grandes pérdidas materiales. Los vagones  que se desprendieron  del tren de mercancías,  se deslizaron por una peligrosa pendiente, hasta chocar con dicho tren, entre las estaciones de Almajalejo y Huércal-Overa.

Estado en que quedaron los trenes de mercancías, que chocaron en Huércal- Overa (Almería) en la tarde del 8 de Octubre de 1929.
Portada de la revista Mundo Gráfico.



miércoles, 14 de agosto de 2019

Riada del 19 de Octubre de 1973

El mes de octubre del año 1973 será recordado para siempre en la provincia de Almería, y en varias poblaciones de la vecina Granada como el de la riada, cuando se registraron unas cifras de precipitación escalofriantes en algunas zonas.

Durante la noche cayó una tromba de agua impresionante, dejando más de 600 litros en algunas poblaciones, pero tal y como recuerda Pepe Martín, entonces profesor en el instituto, «aquí no cayó ni una gota esa mañana».

Pero según dicen los mayores, «el río Adra recuperó sus escrituras de propiedad y se desbordó inundando por completo la ciudad, destruyendo casas y la vega», aunque afortunadamente y no como pasó en otros pueblos, no hubo víctimas mortales. Para paliar los daños llegaron del gobierno 5.000 millones de pesetas. Casas y calles como la Carrera Natalio Rivas anegadas, se perdieron cosechas, vehículos y animales...y el agua se llevaba las latas de melva de la fábrica Santa Isabel.

La vieja muralla de la fábrica de conservas Santa Isabel, contuvo durante horas  la mayor parte de la riada, evitando así que el agua  penetrase en el centro del pueblo. Pero cuando esta no pudo aguantar más, el  río arrasó sin piedad sus instalaciones dirigiéndose el agua  de Levante a Poniente , entrando al pueblo por la carretera de Almería. Para ese momento, toda la vega de Adra estaba ya inundada y en proceso de destrucción de la mayor parte de sus cultivos.

Los hechos se debieron a la 'gota fría' y el temporal descargó en la cuenca del río Adra más de 206 litros por metro cuadrado, más de la mitad de las lluvias que se registran de media anual.

El río alcanzó un caudal de 1.200 metros cúbicos por segundo y rompió en la mañana del 19 de octubre los muros de defensa construidos para el desvío de su curso bajo. Las aguas, tras arrasar la vega de La Habana y todos los pagos situados entre la barriada del Puente del Río se dirigieron a Adra. El nivel del agua alcanzó en algunos lugares de la Calle Natalio Rivas más de dos metros. Desde las diez de la mañana hasta las dos de la tarde transitar por el pueblo era imposible, ya que estaba anegado totalmente, hasta tal punto que desapareció por completo la barriada de La Juana. Muchos no han podido olvidar algunas de las esperpénticas imágenes que vieron o el miedo que pasaron por no encontrar a un familiar.


A media mañana se empezaron a escuchar rumores sobre que venía el río. La gente se asemaba a la ventana para ver qué pasaba y vieron  venir una ola de agua muy negra que fue inundando poco a poco la plaza del ayuntamiento, los coches flotaban, había cañaveras, matorrales ,cuentan algunas personas que vivieron el trágico momento. Sobre la una de la tarde el agua empezó a disminuir y a llenarse las calles de gente. 

En La Alquería «había un paisaje desolador de barro, todo destruido». Adra tuvo suerte dentro de lo que cabe. En La Rábita y Albuñol, a escasos kilómetros sí hubo víctimas mortales. Un acontecimiento que quedara marcado para siempre en el recuerdo de los abderitanos.

Puente del Río.
Calle Natalio Rivas.
Calle Natalio Rivas
Calle Natalio Rivas.
Calle San Sebastián.
Calle Natalio Rivas.
Calle Natalio Rivas.
Calle Natalio Rivas.
Gente llevándose las latas de conservas que se esparcieron por todo el pueblo debido a la riada. Según cuentan los lugareños ,varios lotes de estas conservas estaban en mal estado, lo que provoco que los consumidores de estos lotes  enfermaran días después con problemas gastrointestinales.
Calle Natalio Rivas.

Calle Natalio Rivas.
La Vega de Adra.
Calle Natalio Rivas.

Calle Natalio Rivas.







jueves, 27 de junio de 2019

Los Fuegos de Laroya

Esta historia empezó el 16 de junio de 1945, sin ningún motivo empieza arder unos montones de trigo y al mismo tiempo en otro lugar del pueblo las llamas prenden a una niña, por suerte, la presencia de trabajadores del lugar la salvo de que ardiera. Durante ese verano ardieron, sin explicación, campos, objetos de los campesinos, etc.
El miedo se cebo sobre Laroya, todo era misterioso. Llegaron expertos de todas partes de España, entre ellos un experto del Instituto sismológico de Almería.
El 30 de junio de 1945 los expertos en diferentes campos realizaron un informe diciendo:

Los sucesos no han sido originados por actividad volcánica, ni por trastornos geológicos que hayan dado lugar a desprendimiento de materias en ignición no gases inflamables. El origen de los incendios no se halla en manifestaciones internas ni en la superficie del terreno. Tampoco cabe achacar la causa a fenómenos eléctricos ni a la ionización de la atmósfera, ni a efectos térmicos de radiaciones solares. En resumen, no hay una causa definida a la que pueda achacarse todos los sucesos ocurridos y debe desecharse, desde el primer momento, toda sospecha de que hayan sido provocados por la mano del hombre.

Nadie murió de forma directa por estos fuegos misteriosos, aunque la niña no pudo olvidar aquellas llamas que prendieron su ropa sin motivo y quizás fue debido a esto que terminó suicidándose ingiriendo veneno. Pese a esta gran desgracia en la familia, no fue la única. La hermana mayor se arrojó al vacío desde un cerro y otro hermano se ahorcó.

A fecha de hoy 27 de Junio de 2019 lo que sucedió en este pueblo sigue siendo un misterio.

miércoles, 12 de junio de 2019

El Crimen de Gádor

Junio de 1910. El pequeño Bernardo es asesinado. Fue elegido con la falsa creencia de que con su sangre se curaría la tuberculosis de Francisco Ortega el Moruno, un padre de familia de 55 años que enfermo buscaba una cura milagrosa a esa enfermedad. Un ritual de sanación que se les fue de las manos a todos.

Se trata de un crimen atroz, muy salvaje

El pequeño Bernardo fue introducido en un saco y seguidamente se le hizo un corte en la axila, con lo cual comenzó a desangrarse. En ese momento, El Moruno bebió esa sangre mezclada con un poco de azúcar. Luego, Bernardo fue llevado a una pequeña cueva donde el barbero y curandero Francisco Leona le aplastó el cráneo con una piedra. Le extrajo grasa y el epiplón para hacer una compresa para colocar sobre el pecho de El Moruno. El cuerpo fue ocultado en una gruta tapado con hieras y piedras.

Quienes fueron los protagonistas de este macabro hecho

El enfermo era Francisco Ortega el Moruno. El hombre de los remedios era el curandero y barbero Francisco Leona Romero que había sido recomendado por la curandera Agustina Rodríguez. Al parecer, Leona ya tenía antecedentes criminales y, a cambio de 3.000 reales, indicó que la tuberculosis se curaría bebiendo sangre de un niño y untar el pecho con las mantecas aún calientes. Luego está Julio Hernández .El tonto y la victima, Bernardo.

La elección de la víctima se produce al azar

Leona y Julio Hernández el Tonto, hijo de la curandera Agustina, se ofrecieron a encontrar a un niño. En la tarde del 28 de junio de 1910, secuestraron a Bernardo González Parra, de siete años y natural de Rioja. Metiendo al niño en un saco, los criminales lo trasladaron hasta un cortijo aislado en Araoz que Agustina tenía preparado.

El Tonto desenmascara al asesino

Tras cometer el atroz crimen, se dispusieron a repartirse los 3.000 reales que El Moruno había pagado por encontrar a un niño y extraerle la sangre y las mantecas para curar su enfermedad. Sin embargo, el curandero Leona intentó estafar a su cómplice Julio el Tonto pero no lo consiguió. Dándose cuenta de las intenciones de Leona y para vengarse de él, Julio le contó a la Guardia Civil que había visto el cuerpo de un niño cuando perseguía a unos pollos de perdiz.

Hallazgo del cuerpo de Bernardo

Cuando las fuerzas de la Guardia Civil llegaron al lugar indicado y encontraron el cuerpo, éste estaba boca abajo con el cráneo completamente destrozado y prácticamente destrozado. En el pueblo no tuvieron dudas que de Leona estaba detrás de aquel asesinato. Al final, Leona culpó a Julio El Tonto y este a su vez a Leona. Al final confesaron lo que había ocurrido.

Las condenas

El curandero Leona fue condenado a garrote vil, pero murió en la cárcel. El Moreno y Agustina, la curandera, fueron ejecutados. José, uno de los hijos de Agustina, fue condenado a 17 años de cárcel. La mujer de éste, Elena, fue absuelta. Y Julio el Tonto finalmente fue condenado a muerte también, pero resultó indultado por ser considerado demente.


Este crimen dejó para la historia la expresión el hombre del saco
                                                                                                                                                                 

Así es, desde ese momento cuando se quería meter el miedo en el cuerpo a los niños se le decía ten cuidado que viene el hombre del saco. Mucha gente utilizaba la expresión sin saber que venia de aquel hecho ocurrido en Gádor, donde la victima fue secuestrada metida en un saco. Todos los días se aprenden cosas nuevas.


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