jueves, 19 de enero de 2023

Cerro del Fuerte

El Cerro del Fuerte se sitúa en las estribaciones suroccidentales de Sierra Alhamilla con un altitud de 520 m. sobre el nivel del mar. Presenta una forma alargada de dirección Noroeste-Suroeste, pero además la zona arqueológica incluye a una colina adyacente situada en la vertiente en la zona sur, las vertientes Sur y Oeste son muy escarpadas, impidiendo el fácil acceso.



La zona arqueológica delimitada comprende un gran recinto amurallado de época tardorromana, un poblado argárico y una necrópolis prehistórica de tumbas colectivas prehistóricas bajo túmulo.

La necrópolis prehistórica se sitúa en las estribaciones inferiores de la ladera Sur del cerro. Las tumbas megalíticas se hallan diseminadas en un conjunto de pequeñas colinas separadas por barrancos pero llegan a las propias estribaciones sudorientales del Cerro. La neocrópolis consta de, aproximadamente, 12 tumbas correspondientes a enterramientos colectivos circulares bajo túmulo de piedras, de cámara pequeña cuadrangular o poligonal, formada por grandes ortostatos de piedra. Aunque todas se hallan completamente saqueadas, deben encuadrarse en un periodo de transición entre el Neolítico reciente y la Edad del Cobre. El tipo es común en la zona, ya los Leisner (1943) recogieron algunos de los antiguos trabajos de Siret y del sureste peninsular. En el extremo Nororiental del Cerro se han hallado evidencias de una pequeña ocupación correspodiente al Bronce Final y Colonizaciones.

El recinto romano está delimitado por una muralla de gran longitud, cuyo perímetro protege las zonas más accesibles del mismo hacia las vertientes Noreste y Este del yacimiento siguiendo tramos en zig zag. La práctica totalidad de la muralla es perfectamente reconocible en superficie, conservando en algunos tramos hasta 1,50 m de alzado desde la superficie, disponiendo de adarve tal y como se aprecia en el extremo Noroccidental de la misma. En ciertos puntos, la muralla ha sido rota por los caminos de accesos a unas propecciones mineras realizadas en la falda Este del cerro, estas roturas permiten comprobar la potencia estratigráfica de la muralla, que llega a alcanzar los 2,00 m. y su aparejo constructivo.















En el interior del recinto amurallado afloran en superficie restos constructivos de muros de mampostería, junto con gran cantidad de material cerámico de época tardorromana (siglos III a V), y en menor número se hallan fragmentos de cerámica prehistórica, en la visita se han diferenciado hasta seis barrios o agrupaciones de viviendas rectangulares, todas de muros levantados de mampostería en seco, excepto una con paramentos enlucidos y cubierta de teja a juzgar por los restos del terreno.

La intención de esta importante ocupación resulta problemática pero por los datos recabados podría tratarse de un castellum minero de época tardorromana encargado de proteger las producciones mineras (en cobre, plomo y hierro) de una serie de asentamientos esparcidos por la Sierra.

DELIMITACIÓN:

La delimitación de la zona arqueológica incluye el Cerro del Fuerte íntegramente además de una colina adyacente -donde se sitúa parte del recinto amurallado romano. La línea de limitación desciende hacia el Suroeste por un barranco, bordeando la ladera Este del cerro hasta llegar a la cota de los 300 m. de altitud, englobando las colinas que se encuentran en la ladera Sur del cerro, en donde se localizan las tumbas megalíticas.

DATOS HISTÓRICOS - ARTÍSTICOS:

La ocupación humana del Cerro del Fuerte parece iniciarse, a tenor de la tipología de las tumbas de la necrópolis, en el Neolítico Final -Inicios de la edad del Bronce (2.900-2.500 a.C.). Este tipo de tumbas se relacionan con la Cultura de Almería.

En la Edad del Cobre el cerro estaría ocupado por un habitat de la Cultura del Argar (1.800 -1.400 a.C.); relacionado, según los investigadores, con los poblados localizados en los cercanos cerro del Rayo y de En Medio.

Del Bronce Final Reciente hay fragmentos cerámicos que indica una posible continuidad de habitat de la Edad del Bronce hasta el 800 a.C.

Al parecer no se vuelve a ocupar el cerro hasta el Bajo Imperio Romano, en donde el atractivo pasa a ser los filones de hierro. En esta época es cuando se construye el imponente sistema de fortificación; cuya función sería el proteger ese estratégico punto que permite el control visual de. una serie de caminos naturales de acceso de la costa alménense hacia el interior, fundamentalmente a través del río Andarax y la Rambla de Tabernas.

El descubrimiento del yacimiento fue atribuido a Juan Cuadrado (1943) aunque sólo algunos años después (Millán, 1949) se menciona al ayudante de la Comisaría Provincial de excavaciones Arqueológicas, Mariano Sánchez Hernández, como su primer investigador.

En 1953, Arribas pública diversos materiales argáricos de este lugar y señalaba que en el centro de la meseta afloraban restos de estructuras pertenecientes a casas argáricas.

Por aquel entonces se afirmaba que el asentamiento "posee la mejor fortaleza argárica hasta la fecha conocida", mientras se llamaba la atención sobre la importancia de la metalurgia tardorromana practicada en el lugar (1956).

Fue precisamente, este carácter minero, el que llamó siempre la atención a los aficionados locales (De Juan, 1994) y el que provocó, en última instancia, su repetido expolio.

Las únicas "excavaciones arqueológicas" datan del año 1965, realizadas por un grupo de la Organización Juvenil Española (O.J.E.), de la documentación extraída en esta campaña no queda nada, tan sólo una parte del material mueble que se halla depositado en el Museo Provincial de Almería.

Sin embargo, el asentamiento no ha sido objeto de ninguna investigación, ni publicación científica habida cuenta de su carácter excepcional pues son muy escasos los castellum mineros romanos descritos en la actualidad en la Península Ibérica y la propia envergadura y potencial arqueológico del mismo. Sólo conocemos una simple referencia un fragmento de cerámica sigillata tardía procedente del Cerro, dada a conocer en 1974.

De los materiales cerámicos publicados, pertenecientes a la fase argárica, podemos destacar:

- 2 crisoles de función de mineral.

- y el ajuar de una cista argárica, que además de contener los restos óseos de un individuo, destacaba un ajuar compuesto por: copa, tulipa y una olla de forma ovoide (vasijas típicamente argáricas).

Parte del material extraído en el año 1965, como otro recogido por el equipo del museo (Pérez, Paoletti, familia Salas, Domínguez y Muñoz), se recoge dibujado en el artículo de Pérez y Paoletti.

ESTADO DE CONSERVACIÓN:

El Cerro del Fuerte ha sufrido la acción de diversos factores de deterioro que han afectado a su estado de conservación de forma variable en función de su mayor o menor incidencia.

Así, observamos que la muralla se encuentra destruida por varios puntos a causa de un camino de servidumbre; aún así, en general se halla en buen estado de conservación, destaca como un derrumbe de un lado y otro sirve para establecer su recorrido.

En el interior del recinto murado algunos de los restos constructivos afloran en superficie, siendo relativamente fácil identificar espacios. No ocurre lo mismo en las zonas más castigadas por la labor de los expoliadores, en donde prácticamente los depósitos han desaparecido.

Con respecto a las tumbas aproximadamente la mitad se encuentran en buen estado de conservación en lo que a su estructura constructiva se refiere; mientras que en la otra mitad los muros y las cámaras funerarias han desaparecido.

Importante acción erosiva, maltrecho a causa de los expoliadores y con "zulos" de material cerámico amorfo.

Fuente: Dipalme.org

Fotos: David Téllez


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