2) El mantenimiento del culto musulmán por muchos moriscos en esta zona. Este hecho era conocido por muchos cristianos y por las autoridades, viendo con recelo esta situación.
3) El resentimiento de la población cristiana por la prosperidad del comerciante y de los artesanos moriscos.
4) La desconfianza debido a que veían como podían aliarse con el imperio otomano para atacar la península Ibérica.
El Edicto de 1567
El gobierno decidió la intervención. A finales de 1566 el inquisidor general Diego de Espinosa preparó, junto a Felipe II, un edicto que impondría diversas prohibiciones a los moriscos. La Pragmática Sanción de 1567, también llamada Pragmática antimorisca o Edicto de 1567, se promulgó el día 1 de enero de 1567 por Pedro de Deza, presidente de la Chancillería de Granada.
El Edicto estipulaba que los moriscos de Granada estaban obligados a aprender el castellano en un plazo máximo de 3 años. Se prohibía, además, hablar, leer y escribir el árabe en público o en privado. Se les exigió que abandonaran sus vestimentas, teniendo que vestir a partir de entonces a la castellana. también se exigía que las mujeres fueran con las caras destapadas.
También se les obligó a que siguieran costumbres cristianas en las celebraciones, así como que no se celebraran las fiestas religiosas del viernes. Tampoco podían usar a partir de entonces nombres o apellidos moros. Tampoco podían hacer la práctica del baño en los baños artificiales ya que podía ser un pretexto para practicar rituales existentes en el Corán.
Este Edicto sería de obligado cumplimiento para los moriscos a partir del mismo día de su publicación. El objetivo era obligar a los moriscos a dejar sus antiguas costumbres y ceremonias musulmanas y convertirse de un modo definitivo al cristianismo, adoptando además las costumbres cristianas de la época. Querían acabar con la identidad nacional de los moriscos para convertirlos en cristianos españoles.
La reacción contra el Edicto
En un principio los moriscos no cumplían con las sanciones del edicto esperando que se pudiera negociar y que, a través del pago de dinero, se pudieran suprimir las medidas de la Pragmática. El representante de los moriscos, Jorge de Baeza, fue a Madrid para protestar ante el rey Felipe II mientras que el notable Francisco Núñez Muley presentaba un memorándum a Pedro de Deza en el cual manifestaba la lealtad de los moriscos a la corona española.
Pero las negociaciones no fructificaron. Los moriscos comprendieron que era inútil la negociación y que las medidas eran definitivas. Era la confirmación de la imposición de los vencedores tras la conquista de 1492. Todas las tensiones y los resentimientos existentes estallaron y se optó por la insurrección.
La insurrección de las Alpujarras
El levantamiento de Albaicín de 1568: el inicio de la insurrección de las alpujarras
La fecha elegida para la insurrección fue la Nochebuena de 1568. El levantamiento empezó en el barrio granadino de Albaicín. Posteriormente la insurrección se extendió por las montañas de las Alpujarras, situadas entre Sierra Nevada y la costa malagueña. Desde las montañas se difundió a las llanuras. Fue una insurrección básicamente rural, con mayor porcentaje de población morisca, teniendo una participación menor los moriscos de las ciudades.
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Principales puntos de la insurrección de las Alpujarras en el antiguo reino de Granada. |
Como cabecilla de la insurrección morisca fue elegido Fernando de Valor, morisco de linaje árabe, descendiente de los califas de Córdoba. Tras la insurrección recuperó su nombre árabe de Aben Humeya (Muhammad Ibn Umayya) y fue proclamado rey. Pero fue asesinado por sus propios hombres un año después, siendo sucedido por su primo Aben Abó.
Otros líderes moriscos de las Alpujarras se unieron. Estos cabecillas provenían de la jerarquía social tradicional de los antiguos habitantes del reino musulmán de Granada. Eran jefes de antiguos clanes enfrentados, pero que ahora luchaban en común en defensa de sus costumbres.
La búsqueda de aliados
Una vez empezada la insurrección los moriscos entraron en contacto con sus aliados en el reino de Valencia, que tenía un porcentaje de población morisca importante, y enviaron misiones a los países del norte de África y a Constantinopla en busca de ayuda y apoyo militar. Desde el norte de África recibieron voluntarios, armas y alimentos, pagados con esclavos cristianos capturados en España. El que más interés puso en la ayuda fue Argel, que aprovechó la coyuntura para conquistar Túnez en 1570. El imperio otomano envió armas y hombres, aunque era un acto más simbólico que otra cosa, ya que estaban centrando sus esfuerzos en el Mediterráneo oriental.
La Guerra de Granada
La insurrección de las Alpujarras se producía en un momento difícil para España. Los recursos eran escasos y habían otros problemas de política exterior en Europa. Pero había que emprender acciones antes de que la insurrección pasara a mayores y por eso se envió a Don Juan de Austria, hijo bastardo de Carlos I de España, que sustituiría al marqués de Mondéjar, virrey de Granada, para sofocar la revuelta.
Don Juan de Austria daría un vuelco a la situación. Al inicio de la guerra se había decidido una estrategia basada en el aislamiento de los moriscos respecto a la costa con el objetivo de que no recibieran ayuda exterior. No se decidió ir al ataque debido a que era difícil la conquista de los pueblos de las montañas de las Alpujarras. La guerra era una sucesión de expediciones y emboscadas, con escaso resultado, pero con gran crueldad y brutalidad ebido a la desesperación de los moriscos y a la debilidad mostrada por los españoles.
Don Juan decidió emprender una campaña militar, que empezó en enero de 1570. Empezó expulsando de las tierras llanas y de las vegas a los moriscos para aislar de forma definitiva a los moriscos de las montañas. Por ejemplo, 3.500 moriscos fueron expulsados de Granada, siendo dispersados por La Mancha. Acto seguido asediaron las montañas. Los moriscos, viéndose acosados y con falta de apoyos, se rindieron a lo largo del año 1570. Finalmente, el proclamado rey Aben Abó fue apuñalado por sus seguidores en una cueva de Bérchules.
La deportación de los moriscos
La insurrección de las Alpujarras había durado 2 años. Se habían gastado numerosos recursos. Por lo cual, se debía actuar con mano dura. Se decidió la deportación de los moriscos del reino de Granada a otros lugares de España. La orden de evacuación del reino se dio el 28 de octubre de 1570, dando como fecha límite para irse del reino el 1 de noviembre de 1570.
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Don Juan de Austria, hijo bastardo de Carlos I de España. |
Los moriscos fueron conducidos en largos convoyes hacia ciudades y aldeas de Extremadura, Galicia, La Mancha y Castilla. Muchos murieron por el camino debido a la dureza del invierno. Se estima que murieron entre un 20 y un 30 % de los moriscos.
Las tierras abandonadas por los moriscos fueron confiscadas por la corona y ofrecidas en condiciones favorables a colonos de otras partes de Castilla, como Galicia, Asturias, León y Burgos. A ello se sumó el ofrecimiento de ganados y utensilios, con el fin de favorecer la repoblación.
Consecuencias de la insurrección de las Alpujarras
El problema de la insurrección se había resuelto. Pero aparecerían nuevos problemas. Los repobladores cristianos se encontraron con que muchas de las tierras ofrecidas eran pobres ya que los cristianos viejos ya habían ocupado en las décadas pasadas las mejores tierras. Muchos de los nuevos pobladores acabaron por marcharse, con lo que había un vacío demográfico. Las Alpujarras y la zona costera estaban menos pobladas que antes y eran un problema de seguridad interna.
Por otro lado, la deportación de los moriscos del reino de Granada no solucionó nada. Todo lo contrario, extendió el problema morisco a toda Castilla. Los moriscos no eran bien recibidos por sus nuevos vecinos ya que seguían los recelos respecto sus costumbres y se sospechaba que seguían practicando su antigua religión. El recelo y la hostilidad no hacían sino crecer.
Los moriscos tendieron a abandonar sus nuevos hogares y algunos fueron regresando a Granada, donde se decretó en 1584 una nueva expulsión. La frustración y la desesperación caló en muchos de ellos, dedicándose al robo y a la violencia.
Los moriscos eran odiados por la población cristiana, que los veían escaquearse de sus obligaciones militares y religiosas. Veían que solamente hacían que crecer en número y que formaban una comunidad apartada en muchas ocasiones. Se consideraban inadaptados e inadaptables. Todo ello provocaría que fueran expulsados del reino de España en 1609, con Felipe III como rey.
Conclusión
La insurrección de las Alpujarras es una muestra del fracaso de integración de los antiguos musulmanes convertidos forzosamente al cristianismo. Los moriscos siguieron, en muchas ocasiones, manteniendo sus antiguas costumbres, lo que despertaba el recelo de la población de cristianos viejos. A ello se unía el temor de que los moriscos españoles se aliaran con los turcos para atacar la península, en una época donde el imperio otomano tenía gran poder en el Mediterráneo.
La violencia estalló en 1568. Tras una cruenta guerra, los moriscos perdieron. Los que no murieron fueron deportados a otras zonas de Castilla para evitar así la concentración de ellos. Pero esta medida no fructificó y llevaría a la expulsión de los judíos en 1609 durante el reinado de Felipe III.