La Zona Arqueológica de Ciavieja
se sitúa en el Campo de Dalias, en el Poniente almeriense. Esta amplia llanura
enlaza el pie de monte de la vertiente meridional de la Sierra de Gádor con el
mar Mediterráneo. Escasamente poblada y dedicada tradicionalmente al pastoreo y
a una agricultura de subsistencia, la obtención de caudales estables de agua
para regadío a partir de los años 50 del siglo pasado fue el punto de partida
de un extraordinario crecimiento económico, demográfico y urbano que ha
supuesto una importante transformación paisajística y que ha afectado también
al patrimonio arqueológico.
El sitio arqueológico se localiza
al Este del El Ejido en una zona muy alterada por antiguos abancalamientos, por
obras de infraestructura y servicios así como por construcciones vinculadas a
la comercialización de productos agrícolas. Estas circunstancias han aconsejado
la división del yacimiento en dos áreas situadas al Norte y Sur de la avenida
El Treinta respectivamente.
El área más amplia, que se
denomina área I, se sitúa al Norte de la avenida El Treinta. Coincide con el
asentamiento de Ciavieja y es el lugar donde se han realizado dos de las
excavaciones arqueológicas, una prospección geofísica y un control de
movimiento de tierra en uno de los cortijos situados en el límite este del
yacimiento. Una segunda área, situada al sur de la avenida, esta formada por
tres construcciones funerarias de época romana vinculadas al asentamiento y
conocidas como Tumbas de la Carretera Nacional 340 (antigua denominación de la
avenida El Treinta) que se denomina área II. Estas construcciones fueron
excavadas en 1987 y posteriormente cubiertas parcialmente para garantizar su conservación.
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Cartel informativo |
El yacimiento se encuentra
situado sobre una pequeña elevación conocida como Ciavieja o El Cerrillo de
Ciavieja, extendiéndose además por los bancales circundantes así como bajo los
cortijos existentes al Este de la zona delimitada. El Cerrillo es un tell
formado por la acumulación de los sedimentos generados en los distintos
momentos de ocupación que ha tenido el sitio, situado entre el antiguo cauce de
la rambla de los Aljibillos, al norte y este, y un cauce o brazo no permanente
de esta que lo rodeaba por el oeste y sur. Su secuencia cronológica es muy
amplia estando documentados restos arqueológicos datados en la Edad del Cobre,
Edad del Bronce, en época púnica y romana, lo que explica la formación de esta
elevación artificial.
La primera campaña de excavación
arqueológica se realizó entre el 10 de junio y el 27 de julio de 1985, y tenía
como objetivo delimitar el yacimiento y realizar una valoración para poder
establecer una normativa de protección. Para alcanzar estos objetivos se
plantearon ocho cortes de sondeo. Se efectuaron dos cortes (3 y 4) en la zona donde había aparecido un mosaico (zona A), a fin de poder delimitar las
estructuras de habitación allí existentes, que se fueron ampliando hasta
alcanzar una superficie de 61,50 m2. En la zona Oeste se plantearon otros dos
cortes (1 y 2) sobre un escalón lateral de la gran depresión de El Cerrillo,
excavándose el corte 1 con una superficie final de 19,25 m2 (3,50 x 5,50
metros). En la zona Este (zona B), que es la mejor conservada, se plantearon
tres cortes (5, 6 y 7) para conseguir la secuencia estratigráfica completa del
yacimiento.
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Vista del yacimiento |
La segunda campaña, de excavación
se llevó a cabo durante los meses de octubre, noviembre y diciembre de 1986,
estuvo motivada por el expolio al que se vio sometido el yacimiento desde la
campaña anterior que había puesto en peligro de desaparición uno de los
perfiles estratigráficos obtenidos y dañado una estructura de enterramiento
argárica. En esta intervención se finalizaron algunos de los cortes inacabados
en la anterior (5, 6 y 7), se abrieron nuevos cortes (6¿, 7¿, 10, 11, 12 y 13,
estos cuatro últimos en la zona C, al sudeste de la gran depresión central), y
se enterraron o consolidaron una serie de estructuras para garantizar su
conservación.
Los resultados de la excavación
parcial del tell permiten afirmar que la primera ocupación tiene lugar durante
la Edad del Cobre. Los investigadores del yacimiento han diferenciado tres
fases dentro de este periodo.
La fase I o Cobre Inicial se
caracteriza por la fuerte pervivencia de las tradiciones neolíticas de la
Cultura de Almería y por la ausencia de elementos relacionados con la
metalurgia si bien hay que tener presente que el volumen excavado para este
momento es muy reducido.
La fase II estaría definida por
la aparición de actividades metalúrgicas.
La fase III es una continuidad
de la anterior en la que se documentan las primeras cerámicas campaniformes.
La secuencia prehistórica
finaliza con la cultura argárica en la Edad del Bronce.
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Vista del yacimiento. |
Tras un periodo de abandono, el
asentamiento es transformado y ocupado nuevamente en la segunda mitad del siglo
V ANE por una población púnica que perdurará hasta la segunda mitad del siglo
III ANE. La progresiva romanización de esta comunidad hará que la nueva ciudad
de Murgi, de la que Ciavieja es el centro político y administrativo, adquiera
importancia manteniéndose habitada hasta el siglo IV DNE.
En los primeros momentos de
ocupación o fase I destaca la posible acequia documentada en el corte 5. Esta
formada por dos zanjas paralelas excavadas en la roca con perfil en U, fondo
plano, lados cóncavos y orientación norte-sur. Tiene una anchura de 1,70 metros
por una profundidad de 0,90 metros la zanja A y 1,20 metros la zanja B y están
separadas por la pequeña pared que forma la propia roca.
A esta época pertenecen también
una serie de silos excavados en la capa de chinarro que se asienta sobre la
roca o en la roca. Son de forma troncocónica, con un diámetro de boca de 0,60 a
0,70 metros y una profundidad de 0,90 metros (corte 5) o acampanados con un
diámetro en la base de 2 metros y una profundidad de 1,50 metros (nº 4 del
corte 12).
El conjunto cerámico de esta
primera fase se caracteriza por vasos cilíndricos y troncocónicos de fondo
aplanado y borde recto o vuelto hacia el exterior, que en su mayor parte
estuvieron sometidos al fuego doméstico. Los cuencos son escasos y casi todos
periféricos y profundos, así como las fuentes de perfiles sencillos. Uno de los
tipos distintivos de esta primera fase son las grandes fuentes carenadas. A
este momento corresponden también ollas con mamelones, cazuelas y orzas.
Destacar la ausencia de cerámica decorada y la presencia de algunos fragmentos
tratados con aguadas de almagra. Además son característicos los sistemas de
suspensión con mamelones cónicos, perforados, de agujón así como fragmentos de
vasos y ollas con asas de cinta, tubulares y orejetas horizontales con doble
perforación. En arcilla hay documentadas placas rectangulares con dos agujeros
en sus extremos y cuernecillos. La industria de piedra tallada es muy escasa y
apenas esta representada por fragmentos de hojas de sílex. La piedra
pulimentada es poco significativa aunque sí son frecuentes los pequeños molinos
planos y las manos de molino.
En la fase II se encuentran
viviendas circulares construidas con un zócalo de piedra y paredes de tapial.
La techumbre, soportada por postes que arrancan del zócalo, está hecha con
cañas y ramas revestidas de barro. Al interior se localizan hogares construidos
con un anillo de barro con perfil de media caña que delimitan un espacio
circular de 0,65 a 0,85 metros. Asociados a los hogares aparecen algunas
vasijas clavadas en el suelo o sujetadas por piedras.
La cerámica es semejante a la de
la fase I con un gran desarrollo de los platos y fuentes de labio engrosado y
biselado hacia el interior, escasas fuentes carenadas y un gran aumento de
cuencos, escudillas y vasos cilíndricos. La industria de piedra tallada es
escasa pero significativa, con hojas y hojitas retocadas en sílex y otras rocas
no silíceas, las primeras puntas de flecha con base cóncava y aletas y un
geométrico (trapecio). En piedra pulimentada se cuenta con pequeñas hachas
realizadas sobre rocas duras, seguramente para trabajos domésticos. El hueso
trabajado tiene un gran desarrollo con finas agujas y punzones, algunos de
largas dimensiones y cabeza de espátula. La metalurgia, que define este
periodo, esta documentada por fragmentos de crisoles, escorias de cobre,
mineral sin transformar y punzones de sección cuadrada. En estos momentos
aparecen las cerámicas simbólicas. Son fragmentos de cocciones reductoras,
pastas depuradas con desgrasante fino y superficies pulidas de tonos negros.
Los motivos decorativos usuales son los ojos soles, guirnaldas incisas o
grandes zigzag rellenos de puntos impresos. Dentro del grupo de cerámica de
gran calidad técnica hay un pequeño lote de cuencos de pasta muy depurada y
color anaranjado y pequeños cuencos de color oscuro con decoración bruñida en
su interior con motivos en espiga. Una pieza especialmente significativa es un
posible ídolo o colgante de alabastro formado por una plaquita alargada con dos
escotaduras para destacar la cabeza.
La fase III se caracteriza y
diferencia de la anterior por la presencia de gran cantidad de cerámica
campaniforme. El patrón urbanístico del poblado no experimenta
transformaciones. Se mantienen las cabañas circulares con zócalo de piedra y un
diámetro que oscila entre los 4 y 7 metros.
En cuanto al conjunto cerámico se
observa una mayor diversificación. Junto a las fuentes y platos de perfiles
sencillos se encuentra un tipo muy abundante caracterizado por labio biselado
hacia el interior y una gran profundidad que a veces presenta un pie de anillo.
Junto a estos tipos se dan algunos vasos de carena media y de hombro. Respecto
a la cerámica campaniforme llama la atención que no está separada estratigráficamente
por la técnica empleada en su decoración. Desde el primer momento aparecen los
tipos impresos "marítimos" asociados a los incisos
"Ciempozuelos". No obstante la incidencia del mundo Ciempozuelos es
mínima ya que más de un 90% de la cerámica decorada campaniforme está impresa a
peine.
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Vista del yacimiento. |
La última ocupación del
yacimiento en época prehistórica corresponde a la Cultura del Argar en la Edad
del Bronce. Aunque ha aparecido abundante cerámica en las distintas áreas de
excavación perteneciente a este periodo, los restos de construcciones son muy
escasos ya que están arrasados por el aterrazamiento realizado en la segunda
mitad del siglo V ANE para la fundación de un nuevo asentamiento. Esta
circunstancia explica que las construcciones domésticas hayan desaparecido
conservándose tan solo las tumbas que se practicaban bajo el suelo de las
cabañas. En el corte 3, bajo el mortero de un mosaico, apareció una inhumación
simple, con el cadáver encogido y fuertemente flexionado. Como ajuar tenía una
vasija de carena media y dos pequeños cuchillos de cobre con hojas triangulares
planas.
En el corte 5 apareció otra tumba
que fue parcialmente expoliada. Consistía en una fosa ovalada cuyas paredes se
habían cubierto por un muro de mampostería, que aún conservaba cinco hiladas,
con cara al interior. El espacio entre el exterior del muro y las paredes de la
fosa había sido rellenado con pequeñas piedras y tierra para dar estabilidad a
la construcción. Como cierre probablemente se utilizara una gran losa de
caliza.
El ajuar estaba formado por una
copa de peana alta, dos pequeñas tulipas de carena baja, un gran vaso carenado
y un cuenco parabólico achatado en su base. Completaban el ajuar una alabarda
de bronce de forma triangular y nervadura central y varios fragmentos de marfil
pertenecientes a dos brazaletes o pulseras circulares. Entre los materiales
argáricos documentados en los distintos cortes destacan por su gran abundancia
las tulipas y vasijas carenadas, fragmentos de pie de copa, cuencos de casquete
esférico y ollas con mamelones como elementos decorativos.
En la segunda mitad del siglo V
ANE, tras un periodo de abandono, se aterraza el poblado y se levanta un nuevo
asentamiento que se mantendrá habitado hasta la primera mitad del siglo III ANE
(esta fase esta representada en los cortes 5, 6, 6, y 7 de la zona B y sobre
todo en los cortes 10, 11, 12 y 13 de la zona C).
Las nuevas construcciones, en las
que se utiliza material de la fase anterior, están muy afectadas por las
edificaciones posteriores y por la extracción de tierra del yacimiento
conservando, tan solo, la cimentación y primeras hiladas. Consisten en una serie
de muros rectos enlazados entre si. La técnica constructiva empleada fue la de
abrir zanjas de cimentación en las que se colocaban piedras de mediano tamaño
trabadas con barro.
En la zona C del yacimiento,
cerca de los cortijos, estas construcciones presentan dos fases claramente
diferenciadas en cuanto al trazado de los muros, aunque los materiales
arqueológicos son bastante homogéneos cronológicamente. En la fase más antigua
hay una serie de muros paralelos, algunos reforzados, construidos con piedras
trabadas con barro. Estos muros son perpendiculares a otros que inscriben
espacios internos rectangulares de 2 metros de ancho por más de 4 metros de
largo, lo que supone un espacio interno de casi 10 metros cuadrados. No
obstante no se ha podido documentar una conexión clara entre las habitaciones
dado el reducido tamaño del área investigada y el grado de destrucción de los
muros. La fase más reciente está formada por dos largos muros maestros rectos y
equidistantes entre si 2 metros de los que parten tabiques perpendiculares que
delimitan espacios internos de casi 4 metros de largo. La técnica constructiva
es la misma que en la fase anterior. Al interior se han documentado pavimentos
de tierra apisonada muy compacta de color naranja. Estos pavimentos se construyen
sobre un encachado de piedras de pequeño tamaño cubriéndolas totalmente,
mientras que en otros casos se utilizan empedrados de piedra plana con barro
para cubrir los huecos.
Uno de los hallazgos más
interesantes en las casas de la zona C son dos enterramientos infantiles
situados bajo los pavimentos de las habitaciones. Uno de ellos se encontraba
mal conservado, pero aun así se pudo apreciar que se hallaba en posición
flexionada. El otro estaba perfectamente conservado. Se trata de un niño de poca
edad, inhumado en posición de decúbito lateral flexionado sobre su lado
izquierdo, depositado en el interior de una pequeña fosa delimitada por piedras
y sellada por un empedrado.
Entre el conjunto de elementos de
cultura material recuperados para esta época adquiere especial relevancia la
cerámica. En primer lugar, por su importancia cronológica, destacan las
cerámicas griegas. Están representadas por una docena de fragmentos que
pertenecen en su mayor parte a Kylix y vasos de barniz negro áticos, así como
varios fragmentos de figuras rojas. Uno de los vasos hallados es un Kantharos
de barniz negro decorado con motivos de ramas de olivo en pintura blanca y
destaca también un pie de una copa Cástulo. Ambos tipos son producciones que en
el ágora de Atenas se fechan desde la primera mitad del siglo V ANE si bien
tanto en Ullastret como en Ampurias y Cástulo se han venido fechando desde
finales de ese siglo. Recientemente y a raíz de nuevos hallazgos en Huelva, se
ha propuesto una fecha intermedia del siglo V ANE para estas producciones que
debieron llegar a Ciavieja desde centros fenicios occidentales cercanos como
Abdera o Baria.
La cerámica común del poblado
presenta distintos tipos y decoraciones. En primer lugar hay un pequeño lote
que se puede catalogar como íbera por su decoración de franjas rojas estrechas,
círculos concéntricos y semicírculos, pertenecientes a pithoi, cuencos, urnas y
ollas con borde de perfil en cabeza de ánade. Pero los tipos más abundantes
pertenecen a cerámicas que presentan un engobe marrón claro cuyos tipos más
representativos son cuencos, platos y vasos de suave perfil en "s"
con pie marcado. Los platos presentan una pestaña en el borde con un pocillo o
rehundimiento central, también con pie marcado, que supone el eslabón final en
la evolución de los platos de barniz rojo fenicios, ya sin el barniz y con una
clara influencia de los platos de pescado griegos. Otro de los tipos más
frecuentes en el poblado son los pequeños cuencos de pie marcado y borde
entrante o páteras. Las ánforas están representadas por un pequeño grupo
perteneciente a los tipos Mañá A-3 a A-5 de tipología claramente púnica.
Este poblado, probablemente
dependiente de Abdera, que por su situación responde a una estrategia de
explotación agrícola, pasó a formar parte de la provincia romana de la Hispania
Ulterior a partir del año 207 ANE, produciéndose una progresiva adaptación a
las nuevas formas de vida por parte de su población. Esta comunidad se
convirtió en una civitas stipendiaria que se integrará plenamente en el mundo
romano al adquirir el estatuto de municipio latino en el siglo I DNE.
De este pasado quedan algunos
restos arqueológicos en la actual trama urbana de El Ejido, como la
construcción funeraria del Daymún, y una serie de inscripciones halladas en el
yacimiento (pedestal dedicado al dios Marte y pedestal honorífico de Marco
Aurelio Antonio) y en el resto del municipio, que ratifican la importancia de
la ciudad. Los restos constructivos de época romana descubiertos durante las
excavaciones de 1985 y 1986 son muy escasos pero de gran relevancia. Únicamente
se han localizado en las zonas A y B. En la zona A se documentaron una serie de
muros revestidos de estucos, probablemente decorados, que formaban parte de la
habitación en que se encontraba el mosaico. En la zona B se localizó un muro de
piedras revocado con yeso y un pavimento de opus caementicium.
Como resultado de una prospección
geofísica realizada en el año 2010 y una intervención arqueológica preventiva
en el año 2012, consistente en el control arqueológico de los movimientos de
tierra originado por la retirada de pavimentos en un cortijo situado al Este
del área I, se puso de manifiesto la existencia de un importante conjunto de
restos de época romana, tanto por su extensión y potencia estratigráfica, como
por las características de las construcciones documentadas.A partir de la interpretación de
los datos obtenidos con georrádar (GPR) se puede concluir que tanto en El
Cerrillo como en los bancales que lo rodean, existen importantes restos
arqueológicos de época romana. Aunque la lectura del georrádar ofrece una
distribución desigual de los restos (en ocasiones por tratarse de zonas en las
que la prospección o la interpretación de los datos es muy difícil por la
contaminación del subsuelo), permite conocer de forma somera el urbanismo de la
ciudad y la existencia de construcciones de diferente funcionalidad.
Los arqueólogos autores de la
interpretación diferencian dos fases en el desarrollo del urbanismo de
Ciavieja. La primera fase, datada provisionalmente en el Alto Imperio, está
caracterizada por la presencia de un viario orientado de Norte a Sur y por
tanto de construcciones con esta misma orientación. No obstante se constata la
existencia de edificios previos, de época republicana, y que fueron
parcialmente documentados en las excavaciones realizadas en el yacimiento.
Posteriormente hay un segundo impulso urbanizador con cambio en la orientación
de las construcciones que llegan a invadir espacios públicos, consecuencia de
la crisis de la legalidad pública característica de época tardo romana.
Al margen de la existencia de un
urbanismo claramente definido para cada una de las fases consideradas, la
prospección ha servido también para evaluar el potencial arqueológico de
distintas partes del yacimiento. En la zona Este se ha podido reconstruir parte
del viario de la ciudad así como la planta de distintos edificios interpretados
como viviendas, tabernae o almacenes, evidenciando, en algunos casos, las
diferencias entre las dos fases consideradas por las reestructuraciones
espaciales o por cambios en la orientación de sus muros. De especial
importancia es un edificio localizado en la depresión que rodea por el Sur y
Oeste a El Cerrillo. Esta formado por dos muros curvilíneos paralelos y cinco
alineaciones menos sólidas dispuestas radialmente a los muros anteriores que
han sido interpretados como la cimentación de los graderíos de un edificio de
espectáculos que, por su curvatura, puede corresponder a uno de los extremos
del circo mencionado en las fuentes escritas (inscripción de la segunda mitad
del siglo II DNE).
La intervención arqueológica
realizada en el año 2012 en el cortijo situado al Este del yacimiento confirma
la presencia e importancia de los restos arqueológicos de esta época. De hecho
el cortijo esta edificado sobre restos de esta cronología tal como ha quedado
confirmado en la intervención. En los seis sondeos realizados al interior de la
vivienda se han documentado tres pavimentos distintos (opus spicatum, opus
caementicium y mortero de tejoleta u opus signinum) y cuatro muros de época
romana. Todas estas estructuras estuvieron en uso simultáneamente y algunas
continúan en el cortijo contiguo. De la planta original del edificio del que
formaban parte se conoce una dependencia completa, pavimentada con opus
spicatum, que coincide con una de las habitaciones actuales del cortijo.
Probablemente pertenezcan también a este edificio un aljibe, construido con
ladrillo y cubierto con bóveda de cañón, y otra dependencia subterránea con bóveda
pseudo-cuadratum, perpendicular al aljibe que, por sus características
constructivas, debería tener una funcionalidad no relacionada con el almacenaje
del agua, situadas bajo el cortijo contiguo al Este.
Según los arqueólogos
responsables de la intervención, el edificio al que pertenecen las estructuras
documentadas estaría integrado dentro del urbanismo planificado de la primera
fase de la ciudad de Murgi, tanto por los paralelos arqueológicos del pavimento
de opus spicatum como por la diferencia en la orientación de los muros
documentados respecto a los que contenían el mosaico.
El conjunto de cerámica
recuperada, para época romana, en las excavaciones tiene una amplia cronología
que se inicia en el siglo III ANE y llega hasta el siglo IV DNE. Asociada al
material íbero aparece la cerámica campaniense típica de época republicana. Los
fragmentos hallados son escasos y pertenecen a campaniense A y B. Mucho más
numerosos son los hallazgos de terra sigillata. Hay fragmentos de itálica de
época tardo-republicana, sudgalica fechada en los siglos I y II DNE e hispánica
del siglo II DNE. Los fragmentos más tardíos corresponden a cerámica clara A
fechable en los siglos I al III DNE. Junto a la sigillata hay que destacar la
aparición de vasitos de paredes finas con decoración a la barbotina y lisos que
podemos situar en el siglo I DNE así como cerámica común, ánforas y lucernas.
A partir del siglo IV DNE se carece de documentación arqueológica de Murgi. Probablemente la ciudad perderá importancia paulatinamente hasta producirse su total abandono.
Ubicación