Mostrando entradas con la etiqueta Valle del Almanzora. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Valle del Almanzora. Mostrar todas las entradas

domingo, 20 de junio de 2021

Torre del Ramil

 La torre  se encuentra cerca de El Hijate, en el término municipal de Alcóntar.

Construida en época nazarí, su función era vigilar, defender y avisar en caso de ataque a los pueblos vecinos, en este caso a la torre de Somontín (al sur) y a la de Caniles (al norte). Se comunicaban con señales de humo o reflejos de espejos.

Su estructura es de planta circular, construida en piedra. El acceso se realizaba por la parte superior, donde se llegaba con una escalera de madera. Actualmente ha desaparecido la cubierta y parte del muro de coronación debido a las duras condiciones meteorológicas de la zona y el paso de los años. Esta torre actualmente se ha recuperado como mirador en el municipio de Hijate.

Cuenta una leyenda, transmitida por Pepe Blanque,  que la Torre no tenía la misión de defensa si no que los moros escondieron en ella un tesoro. Este hombre gastó todo su dinero excavando y buscando el tesoro, pero desgraciadamente, no encontró nada.









Fotos de :Iñaki Sedano

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Cueva de la Sarna

Se encuentra situada a un kilómetro aproximadamente de la cortijada del Angosto de Arriba, en el paraje conocido con el nombre de La Fábrica. La entrada de la cavidad se puede hacer por la más amplia que está situada al este y tiene una anchura de 3,3 metros, ya que en su tiempo fue agrandada y perforada para la exploración de la mina y hasta su misma puerta llega un camino de piedras.

La segunda entrada se localiza en la parte oeste de este macizo, es una entrada pequeña y natural algo difícil de ver. Nada más entrar, por su acceso principal, nos encontramos con una amplia sala de 22 metros de largo y 7,4 metros de ancho. Esta cueva fue explorada por primera vez al mismo tiempo que su vecina la Cueva de la Morciguilla en el año 1845.

Cuenta con una profundidad de -37,8 metros.

jueves, 7 de noviembre de 2019

Despoblado los Canos

Los Canos es una barriada de Serón ubicada en la Sierra de los Filabres, en el barranco de Las Casillas, poblado colgado literalmente de la montaña y parece que su origen se remonta a los carboneros que se ubicaron en este barranco para elaborar carbón vegetal y picón de las numerosas encinas que existían en este lugar, comienzan edificando chozas, para que vivieran los carboneros y posteriormente boliches para almacenar el carbón elaborado, con el paso de los años comienzan a construir las primeras casas, de los materiales que existían en la zona, piedras, pizarra, y launa. Aparecen las primeras familias, y según nos cuentan, parece que algunas de ellas proceden de la zona de Baza, el asentamiento se ve favorecido por la explotación minera de los cotos de Serón- Bacares.

Encontramos datos en el nomenclátor de 1940, donde aparecen Los Canos y Las Casillas en la Diputación de Casillas, con categoría de cortijada. Dista de Serón 11 kilómetros, por el acceso más cercano, que era el antiguo Camino de Almería, La Loma y El Serval. En esta época cuenta con 12 edificaciones para uso de vivienda y una para otros usos. Son construcciones de una sola planta, con una población de 70 habitantes de derecho y 50 de hecho.


Los Canos comienza a quedarse sin población en los años cincuenta y sesenta, quedando prácticamente vacíos en 1968, cuando cierran las minas de Las Menas, quedando en el poblado Amador Mateo Cano y el matrimonio formado por Benito Cano López y Maravillas Mateo Martínez que dejan Los Canos casi obligados por sus hijos para venir al pueblo de Serón, ya que la barriada no tenía ni luz, ni agua corriente y el acceso a la misma debía de hacerse a pie o con animales de carga. No existía, ni existe carretera, para acceder a este abrupto lugar, accediéndose a él por un camino empedrado desde Aldeire (Alcóntar) o por el Camino de Almería, dado que está literalmente colgado de la montaña.

Los Canos en 1959 o 1960 la mayoría de los hombres iban a trabajar a la mina, tenían que madrugar mucho, la entrada era a las siete de la mañana y los desplazamientos se hacían a pie y tardaban unas dos horas en llegar al puesto de trabajo, cuando acababa la jornada laboral de ocho horas, volvían a casa con el pan que la empresa repartía diariamente y una vez a la semana, con la leña. Si era el tiempo de siega, después de la jornada laboral, es decir, doce horas, ocho de trabajo y cuatro de desplazamiento, se paraban a segar los cereales cultivados ya que todos los habitantes de Los Canos tenían tierras para cultivar.

Los hombres que no iban a la minas trabajan picando esparto, recogiendo leña (solo la suya ya que existía un guardia que cuidaba que nadie cogiese leña del monte sin permiso), cuidando a los animales u ocupándose de la agricultura.

Las mujeres, eran las grandes trabajadoras silenciosas, ellas se ocupaban de todo: la crianza de los niños; las labores de la casa: lavar era lo más complicado, si la acequia que atraviesa el poblado iba sin agua, tenían que bajar a lavar al río, a veces, el agua estaba helada, tenían que romper el hielo con la mano para poder introducir la prenda y sacarlas pronto por miedo a la congelación, acabada la colada debían de subir hasta la casa, ahora con peso extra, al llevar la ropa mojada; hacer la comida, por la mañana era normalmente unas migas y por la noche una olla de cocido; amasar y hacer el pan que solía hacerse una vez a la semana o cada quince días dependía de las necesidades; coser y zurcir las ropas de todos los miembros de la casa; mantener en orden el hogar; cuidar los animales, conejos, pollos, gallinas, la cabra, el mulo o la burra y los cerdos; y por supuesto cuidar la huerta. Su jornada laboral era de veinticuatro horas, siempre al servicio de los demás.


Disponían de partera, que ayudaba a las mujeres a dar a luz .Otras mujeres parían directamente en la era o en la siega, acurrucaban al niño, le daban la primera toma y lo dejaban descansando y continuaban sus labores, con la misma fuerza y entereza que antes del parto. Eran mujeres duras y curtidas por el trabajo y el sufrimiento. Acostumbradas a perder hijos por la mortalidad infantil e incluso a morir muchas de ellas en el parto, si este venía con alguna complicación. El cuidado de los hijos, también les correspondía y cuenta la leyenda, que al ser una cortijada colgada de la ladera y bastante escarpada, para evitar que estos cayesen al barranco los ataban a la pata de la cama o a la puerta de la casa, por miedo a que se despeñasen, como pasó con el cedo.

Los Canos, eclesiásticamente dependían de la Parroquia de La Loma, allí se celebraban todos los actos religiosos: bautizos, comuniones, bodas, entierros, oficios… y su párroco durante muchos años fue Don José. El Campo Santo también se encontraba aquí.

En Los Canos eran casi autosuficientes, cultivaban la tierra, tenían animales y además trabajaban en la mina, el sueldo era muy pequeño pero les daba para ahorrar y comprar casas en Serón o emigrar a Barcelona. De la tierra obtenían centeno, cebada y trigo que guardaban en los trojes, después de realizar la trilla en las tres eras que tenían que eran comunales, el grano lo molían en el molino de Aldeire. En primavera y verano cultivaban hortalizas, patatas, habichuelas que enristraban y secaban para gastarlas en invierno, guisantes, habas, pimientos, tomates, maíz… tenían algunos almendros y frutales y en las márgenes de los bancales unos pocos olivos.






Fuenteturismoseron.es

Encina Milenaria de los Trébedes

La Encina de los Trébedes, situada en el municipio almeriense de Serón, sobresale por la envergadura de su perímetro que, a 1,30 metros del suelo, es de casi 5. En altura presenta una planta de 9 metros.

Su grueso tronco, que muestra tres patas a modo del tradicional trébede que sustentaba los pucheros y sartenes sobre el fuego, deja en la base dos huecos de casi un metro. El interior del fuste está totalmente vacío, abriéndose en dos agujeros a la altura de la cruz. Sus propietarios construyeron un alrcorque de mampostería alrededor de la peana con la intención de proteger al árbol de un posible colapso.

Es de justicia señalar el interés popular que rodea a este ejemplar, pues junto a él se escenifican las luchas entre moros y cristianos con las que los habitantes de los municipios cercanos festejan el aniversario de dicho acontecimiento histórico. El paraje de la Loma Alta, donde se adscribe esta encina, está inmerso en la Sierra de los Filabres, una extensa masa de pino carrasco dispuesto en rodales o dispersos, con una cubierta vegetal densa en la que abundan retama, tomillo, orégano y lastón junto a otras gramíneas diversas. El paraje esta formado por pequeños altozanos que vierten el Barranco del Pocico.

Cercano al Parque Natural de la Sierra de Baza, además del interesante patrimonio monumental y etnográfico de la zona (minas de Las Menas de Serón), la cabecera del Almanzora ofrece una interesante Vía Verde para su disfrute por medios no motores.







Fuente: andalucia.org

Encina Milenaria de la Peana

Se trata del árbol más grande de Andalucía, según el último catálogo elaborado por la Junta de Andalucía.

Ubicado en la sierra de los Filabres, destaca por el tamaño de su fuste y las proporciones de su copa, que le confieren una estructura monumental a la vez que perfectamente equilibrada. Con una altura de 18,50 metros, un diámetro de 20 metros de copa y una proyección de esta de 301,59 m2, presenta una cruz muy amplia formada por cuatro ramas maestras que se subdividen en una tracería, constituyendo una copa redondeada. Produce una gran cantidad de bellota dulce y su nombre local se debe a una gran peana de casi 15 metros de perímetro que presenta la base y que hace que esta actúa como un pedestal.

La encina de la Peana está incluida en el Inventario Andaluz de Árboles y Arboledas Singulares.









ENTRADAS MÁS VISTAS