viernes, 12 de julio de 2019

Depósitos de Santa Isabel

Los Depósitos de Santa Isabel se construyeron en 1888 en aquella Almería en pleno desarrollo económico y demográfico. La prosperidad de la minería del hierro y la uva de embarque, principalmente, hizo que Almería duplicara su población en apenas 40 años. La nueva ciudad burguesa se levantaba a toda prisa con sus bellos edificios privados, públicos, religiosos, educativos, teatros, plaza de toros…mientras al norte y oeste de la ciudad se planificaban los barrios obreros. Naturalmente crecieron las necesidades de agua en una tierra históricamente seca. Para ello, durante todo el siglo XIX se proyectaron y realizaron múltiples iniciativas para la mejora de la red de abastecimiento urbano: pilares, acueductos, distribuidores, fuentes, depósitos… y hubo que rescatar las antiguas conducciones musulmanas de las Fuentes de Alhadra. En 1885 se construye una conducción cubierta de 17 kms desde Alhadra. En 1888, el año en que el teléfono y la electricidad llegaba a nuestra ciudad, también llegaba el agua a los Depósitos de Santa Isabel.

Interior de los aljibes de Santa Isabel.
Detalle de las bóvedas.


Actualmente están cerrados al público.Pero si te interesa verlos puedes llamar al teléfono 608 04 70 08 y hacer tu reserva.
Vista superior del aljibe.

El agua en la historia de Almería.

Siglo X

“La vida del primitivo almeriense musulmán pendía, sin metáforas, de un hilo. Del hilo de agua, que bajaba del terrado en los días lluviosos; del hilillo que alimentaba los pozos de las casas y Alcazaba” (Joaquín Delgado, 1958)

Siglo XVI

“No había agua ninguna de fuente ni de río, solamente algunas anorias e pozos que era muy poca cosa, tanto que se padecía muy gran fatiga en la dicha ciudad de Almería, a causa de la mucha falta de aguas que en ella había” (Pleito de aguas de la Catedral, 1503)

Siglo XX

“¡Agua!, ¡Agua!, ¡Agua!” –exclamen angustiosos los vecinos de los barrios- . ¡Agua! Dicen los desesperados del centro. ¡Agua! – se oye decir por todas partes. Señor arrendatario del servicio, ¿qué pasa con el agua? Almería se muere de sed,y por piedad y por ser obra de misericordia dar de beber al sediento, merece que se le suministre el preciado líquido (…) ¡Agua –señor Alcalde- agua, mucho agua (“La Información”, 1913).


Aljibes árabes de Jairán

Los aljibes árabes de Jairán son una obra de ingeniería hidráulica andalusí situada en Almería , mandada construir en el siglo XI bajo el mandato de Jairán, rey de taifa de Almería.

Historia

Los aljibes formaban parte de la red hídrica creada para el abastecimiento de la población y las tropas. Dicha canalización no surtía de agua a los domicilios privados, así que se recurría a las fuentes y pilares públicos.Según al-Himyari, fue Jairán, cuyo reinado se extendió entre el 1012 y el 1028, quien ordenó la creación de la conducción de agua desde las fuentes de Alhadra y del aljibe, situadas extramuros de la ciudad amurallada, mientras que el también historiador al-Udri sitúa su construcción bajo el reinado de su sucesor Zuhaír (1028-1038). Tradicionalmente, no obstante, se les conoce con el nombre de aljibes de Jairán.
Una acequia subterránea de alrededor de 6.400 metros transportaba el agua desde las citadas fuentes de Alhadra hasta la principal entrada, al noreste de la ciudad, la Puerta de Pechina, sita en el lugar donde hoy se encuentra la Puerta de Purchena. De los aljibes quedan hoy día restos en la calle Tenor Iribarne (antigua calle de los Aljibes), conservándose tres naves de ladrillo comunicadas entre sí, con bóveda de medio cañón octogonal sostenida por pilares romanos y arcos califales.

El volumen de agua almacenada era de 630.000 litros, cantidad suficiente para abastecer a una ciudad de 30.000 habitantes, como era Almería en el siglo XI, durante un largo asedio.

Interior del Aljibe.
Actualmente el aljibe esta rehabilitado como sala de exposiciones.

Esta construcción fue ampliada en tiempos del rey Ibn Sumadih con una nueva canalización que llegaba hasta la mezquita aljama y abastecía al resto de la ciudad.

Desde 1968 es sede de la peña flamenca El Taranto y, tras una exhaustiva rehabilitación llevada a cabo por el ayuntamiento de Almería, hace también las veces de espacio expositivo y de conferencias, con unos 260 m2 de espacio útil.
Los Aljibes Árabes datan del año 1038 y fueron construidos para abastecer de agua a la población. Están situados bajo la peña El Taranto.

Carteles informativos " Peña el Taranto"






Todos los aljibes seguían una tradición mediterránea milenaria siendo parte importante para el abastecimiento de tropas, población y caminantes. Los de las grandes ciudades y pueblos con la incorporación de abastecimiento de agua a los inmuebles quedaron paulatinamente inutilizados.

Como lugares de almacenamiento de agua, estaban revestidos interiormente de una gruesa capa de cal y almagra, pintura rojiza que los hace impermeables. Solían ser semisubterráneos y con una abertura rectangular para la respiración del agua y su ventilación. Arcos fajones a veces separaban los tramos cuando el aljibe era demasiado alargado cumpliendo la función de sostenimiento de las bóvedas. Almería no contó con una red de abastecimiento de agua a los inmuebles, haciéndose necesario levantar pilares y fuentes.


Fotos: David Téllez

Centro de Interpretación Puerta de Almería

El Centro de Interpretación Puerta de Almería es un espacio museológico dependiente de la Junta de Andalucía y situado en la ciudad española de Almería. Alberga por un lado, los únicos restos arqueológicos romanos conservados en la ciudad: una factoría de salazones; y por otro, una de las puertas de la muralla islámica que cerraba la ciudad por el sur.

Inaugurado en 2006, su objetivo es la puesta en valor y divulgación de varios conjuntos de restos arqueológicos de gran importancia para la historia antigua y medieval de la ciudad.

Hallazgo, Excavación y Creación del Enclave Arqueológico

En el transcurso de unas obras para la construcción de un edificio en un solar situado entre la calle de la Reina y el Parque Nicolás Salmerón, las palas excavadoras ponen al descubierto unas estructuras arqueológicas y abundante material cerámico de época medieval. El hallazgo se pone en conocimiento de las autoridades competentes, se paralizan las obras y se inicia una excavación arqueológica de urgencia en noviembre de 1984.

En esta intervención se documentan 6 balsas romanas pertenecientes a una factoría de salazones y la muralla islámica de época califal con una de sus puertas.

Ante la importancia del hallazgo, se abre un debate sobre la conveniencia de su conservación y finalmente se decide conservar los restos y modificar el proyecto de obra original. En un principio se pensó en su musealización al aire libre, aunque finalmente y tras varios años, los restos se integraron en este enclave arqueológico, que abrió sus puertas en julio de 2006.

Estructura del enclave

El enclave se organiza en varias salas, en las que en función de los restos arqueológicos se abordan diferentes contenidos temáticos.

Paneles informativos de la primera sala
Paneles informativos de la primera sala

La Arqueología

En la primera sala se ofrece un breve audiovisual, muy ilustrativo, sobre el proceso de conformación de un yacimiento arqueológico y su posterior excavación.

Un yacimiento arqueológico se empieza a formar desde el momento en el que se produce el abandono de un espacio habitado. Con el paso del tiempo, se van creando los estratos que cubren las estructuras y los objetos derivados de la actividad humana. Cada estrato o sedimento equivale a la página de un libro que puede leerse en orden inverso, desde el final hasta el comienzo, para reconstruir los acontecimientos de la historia.

Factoría de Salazones

En la sala situada al norte del enclave arqueológico se localizan 6 balsas romanas pertenecientes a una factoría de salazón de pescado que estuvo en funcionamiento desde el s. I d.C. hasta el s. IV. En estos momentos Almería no era propiamente una ciudad, ni siquiera un núcleo de entidad.

Los restos documentados están relacionados con las industrias de salazones propias de los lugares costeros, muy frecuentes en todo el sur peninsular y el norte de África. Estas industrias constituían uno de los pilares fundamentales de la economía y el comercio de estos enclaves marítimos. Pensemos que salar el pescado era imprescindible para su conservación y la mejor forma para poder transportarlo a los sitios de interior.

Existen muchos tipos de factorías de salazones romanas, con distinto tamaño y estructura, pero todas tienen en común la existencia de este tipo de piletas que era donde se hacía tanto la salazón de pescado, como la famosa pasta del garum.
Cuando el pescado llegaba a la factoría, se limpiaba y se troceaba. Una vez troceado, se depositaba, alternando varias capas de pescado y sal. Se dejaba macerar al sol durante aproximadamente 20 días y terminado el proceso, era introducido en ánforas y se almacenaba para su traslado.

Otro de los productos que se elaboraba en las fábricas de salazones (en este caso en piletas más pequeñas) era el garum, una pasta o salsa muy valorada que se hacía con las vísceras y los desechos del pescado. En ocasiones se le añadía vino, vinagre, miel y otros ingredientes. Se utilizaba como condimento para todo tipo de platos, acompañando a las carnes, sopas, etc. Era también famoso por sus propiedades medicinales: se utilizaba para abrir el apetito, como cicatrizante de heridas y demás usos curativos. El garum estaba reservado a las clases más pudientes por su precio, ya que su proceso de elaboración era más lento y se obtenía menor cantidad de producto.

Almería en Época Medieval Islámica

La sala central del enclave arqueológico la ocupan los restos de la muralla medieval islámica que cerraba la ciudad de Al-Mariyya por su frente sur.

Almería surge como el puerto de la ciudad de Bayyana, que en el s. IX era una población muy importante, localizada a unos 8 kilómetros de la costa, en el lugar en el que se ubica en la actualidad la localidad de Pechina. La economía de Bayyana se basaba en la agricultura, la fabricación de tejidos de seda y el tráfico de esclavos. Todas estas actividades comerciales tenían que tener una salida marítima, en este caso Almería, que en ese siglo era únicamente un enclave portuario.

Durante el s. X será la sede de la flota del califato. Desde aquí salían todas las expediciones navales que se realizaban al norte de África y hacia el Atlántico para frenar el avance de las embarcaciones normandas. A mitad de ese siglo, concretamente en el año 955, debido a la importancia de este enclave, sufre un ataque por parte de una escuadra fatimí, que destroza las atarazanas y gran parte de las infraestructuras navales con las que contaba. Este hecho lleva al califa Abd al-Rahman III a tomar la decisión de dotarla de murallas, de las que carecía hasta el momento, al tiempo que le otorga la categoría de medina, es decir, de ciudad. De este momento data la muralla que se conserva en el enclave, que se siguió utilizando durante todo el periodo medieval.

Al-Mariyya irá creciendo en importancia llegando a eclipsar a la ciudad de Bayyana, que poco a poco se irá despoblando. Almería se convierte en un importante enclave comercial que durante los ss. XI y XII vivirá su momento de máximo esplendor. Mantenía relaciones comerciales con todos los puntos del Mediterráneo: exportaba fundamentalmente telas, que eran conocidas en todo el mundo, estelas funerarias labradas en mármol de Macael, esclavos, etc. Se la conocía como Puerta del Mediterráneo.

Su importancia comercial hará que grandes emporios comerciales del Mediterráneo fijen en ella su atención, ya que les suponía una competencia. En 1147 será tomada por Alfonso VII de Castilla, apoyado por genoveses y pisanos, y estará en manos cristianas durante diez años de saqueo y destrucción. En 1157 los almohades conquistan la ciudad, llevando a cabo numerosas reconstrucciones con las que intentan devolver a la ciudad su pasado esplendor. Durante los años en los que formará parte del Reino Nazarí de Granada, seguirá siendo un enclave portuario pero nunca volverá a tener la importancia que tuvo en época taifa y almorávide. En 1489 será conquistada definitivamente por los Reyes Católicos.

Las Murallas

El lienzo de muralla conservado en el Enclave Arqueológico Puerta de Almería pertenece al cinturón de muralla que cerraba la ciudad por el sur, es decir, el frente que daba al mar. La construcción de esta muralla data de mediados del s. X, pero por su situación estará en uso durante toda la época islámica, conservándose hasta el s. XIX, en el que serán derribadas para abrir la ciudad al mar. En el tramo conservado existen los restos de una puerta que se abría entre dos torres cuadrangulares que protegían la entrada. Esta Puerta, que sólo se conserva a nivel de cimientos, medía 6 m y, dada la cercanía al lugar en el que se construían los barcos, algunos autores han interpretado que podría tratarse de la puerta de las atarazanas.

Refugios de Almería

Los refugios subterráneos de Almería son una estructura ubicada en la ciudad de Almería, España, a raíz de los 52 bombardeos por aire y mar que sufrió la población, en los que cayeron un total de 754 bombas durante la Guerra Civil Española. Esto provocó que se decidiera construir unos refugios subterráneos, con más de 4 kilómetros de longitud en total, un quirófano y capacidad para albergar a unos 40 000 habitantes de la ciudad por la época.

Estos fueron diseñados por el arquitecto local Guillermo Langle Rubio, con la ayuda del ingeniero de minas Carlos Fernández Celaya y el ingeniero de caminos José Fornieles;​ y se convertirían en unos de los más importantes y mejor conservados a nivel europeo. Estos refugios han soportado el principal ataque que ha sufrido la ciudad en toda su historia, el Bombardeo de Almería. Desde 2013 forman parte de la red de Lugares de Memoria Histórica de la Junta de Andalucía.

Galería

Historia

Su historia comenzó el 22 de enero de 1937, a través de la firma de un proyecto llamado "Proyecto de Refugios Contra Bombardeos en la Ciudad de Almería". El presupuesto para su construcción se calculó en 4,5 millones de pesetas, de las que el Gobierno Central subvencionó 2 millones.Durante la construcción de estos refugios, el equipo de gobierno de la ciudad estableció un impuesto especial del 1% sobre todas las compras para poder permitir este gasto, al que ayudó también la colaboración de partidos políticos y sindicatos, aportaciones de empresas y la mano de obra voluntaria de algunos ciudadanos.Su construcción llevó un total de 16 meses.

Construcción de los Refugios.

Tan sólo existe un plano original, que se supone incompleto, con el trazado de los refugios. Es un documento impreso en papel cebolla que data del año 1937, del que se tomaron los diseños para los grabados del exterior de los refugios tras su rehabilitación.​

Existían entradas privadas a los refugios, desde domicilios particulares, como el del mismo arquitecto y especialmente los de gente adinerada. Hubo alguna gente solidaria que, durante los ataques, dejaba las puertas de sus casas abiertas con una bandera negra y letreros de "REFUGIO", indicando que se disponía de una conexión al refugio, facilitando la entrada de toda la población posible.

Existía un código de conducta dentro de estos refugios. De principio, estaba prohibido fumar, para evitar que el refugio se llenara de humo si la ventilación natural era incapaz de eliminarlo. Los niños no podían estar solos dentro y, además, para evitar enfrentamientos dentro, se pedía que no se hablara de política o de religión.​ También estaba prohibido entrar con armas, ya fueran blancas o de fuego.

Tras la clausura completa de los refugios, durante el Franquismo, estos pasadizos cayeron en el olvido​ hasta que fueron encontrados fortuitamente el año 2001. Así, los refugios pasaron desapercibidos para los almerienses, que durante generaciones ignoraron su existencia.

Su hallazgo fue accidental, pues unas obras contiguas para la realización de un aparcamiento subterráneo en la cercana Rambla Obispo Orberá en el año 2001 se toparon con estas galerías.​

Rehabilitación de los Refugios

La rehabilitación de estos refugios fue realizada por el arquitecto José Ángel Ferrer y comenzó al poco tiempo de su descubrimiento. Durante la puesta en valor del lugar, se encontraron vestigios anteriores a los refugios. Se trataba de los restos de la antigua Puerta de Pechina, puerta de acceso al recinto amurallado de la ciudad, hoy inexistente. El suelo de la sala de espera, que da entrada a los refugios, está cubierto de cristal blindado para poder contemplar estos restos de la antigua Muralla de Jairán.

La rehabilitación de los refugios se ha completado con dos actuaciones en el exterior. En la plaza Manuel Pérez se sitúa el pabellón de acceso, que permite el control y gestión de las instalaciones y medios necesarios para el uso de los refugios, así como el control de entrada de los visitantes. En la plaza Pablo Cazard se ubica la salida mediante una escalera y un ascensor. Además, se han adecuado 3 de las antiguas entradas como salidas de emergencia.

El ayuntamiento de la ciudad tuvo que pagar una multa de 30.000 € por realizar ciertas obras en el año 2005 sin los permisos correspondientes de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

La intención del ayuntamiento era la de terminar las remodelaciones antes del comienzo de los Juegos Mediterráneos de 2005, celebrados en la ciudad.​ Sin embargo, no fue sino hasta el 14 de diciembre de 2006 cuando se pudieron dar por concluidas las obras.

A finales de 2012 se tuvo que cerrar temporalmente el lugar para solucionar ciertos problemas con las salidas de emergencia y arreglar las filtraciones de humedad que se producían, manteniendo cerrados los refugios durante dos meses, hasta principios de 2013.



Diseño

A pesar de que la longitud total de todos ellos supere los cuatro kilómetros y medio, no todos están interconectados, y hoy, sólo el más largo está abierto al público, situado bajo el Paseo de Almería. Están construidos a una profundidad media de 9 metros bajo la superficie,17 con las secciones más bajas incluso bajo el nivel del mar, por lo que hay algunas paredes en las que se ven las filtraciones con salitre. Existen galerías para refugiarse propiamente, de dos metros de anchura y con bancos corridos a los laterales; y galerías de conexión, que eran más estrechas. Las escaleras tienen alrededor de 1,3 metros de ancho y todas tienen forma de L. Todas las galerías y salas tienen bóveda de cañón,6​ estando todas las paredes cubiertas por una capa de hormigón ciclópeo de 60 centímetros.

La ventilación del lugar, forzada pero natural, fue confiada a una serie de tubos de uralita de 100 milímetros de diámetro, cercanos a las bocas de entrada, y que salían hasta la superficie. Estos no se colocaban directamente encima de la galería principal, sino en pasillos secundarios que no se utilizaban para las personas para evitar que restos de explosiones o granadas de mano cayeran directamente sobre la población refugiada.

En total, existen 67 entradas a este refugio principal, siendo el total mayor al centenar según los mapas (algunas fuentes las cifran en, exactamente, 101),​ aunque muchas de estas entradas fueron selladas al dejar de ser útiles.​ Algunas iglesias, como las de San Pedro o San Sebastián, también contaban con accesos particulares. Se intentaba que no hubiera más de 100 metros hasta una entrada desde cualquier punto de la ciudad.

Plano general.

Capacidad

La capacidad de estos refugios fue calculada al inicio de los bombardeos. En la ciudad de Almería, antes de la construcción de estos refugios, la población se escondía de los ataques aéreos en los depósitos de mineral de hierro de la Compañía Andaluza de Minas, la Cueva de las Mellizas, con capacidad para 3.000 personas; las cuevas-viviendas de los barrios pobres, en las que se escondían hasta 6.000 personas; y los sótanos de algunas edificaciones particulares, que también se sometieron a una adecuación para este uso.​ A dichas cuevas y minas se les estimaba una capacidad de 12.000 personas, por lo que estos refugios debían ser capaces de dar cobijo al resto de los ciudadanos. Poco antes de comenzar la Guerra Civil Española se estimaban en 52.000 las personas que vivían en Almería, por lo que Guillermo Langle planeó estos pasadizos para unas 40.000 personas.

Alacena

La zona de mayor profundidad con respecto a la superficie corresponde a la alacena, una sala situada a unos 16 metros de profundidad en una zona muy cercana al Mercado Central de Almería; además, tenía conexión con este. En esta sala se almacenaba comida para posibles ataques de larga duración que, afortunadamente, nunca sucedieron. Se planeó que hubiera una salida directa al mercado para poder ir con rapidez a recoger comida de allí que, posteriormente, sería racionada entre los refugiados.

Alacena. 

Refugios particulares

Unidos a la red pública de refugios existían dos refugios privados que a su vez servían de entrada a la red pública para terceras personas. Se construyeron otros muchos refugios privados -familiares o comunitarios- pero desconectados de la red principal. Estos refugios se situaban bajo las viviendas de los propietarios y quedaban separados de la red mediante una verja metálica hoy desaparecida quedando sólo algunos restos.

Se atribuye al arquitecto Guillermo Langle la propiedad de uno de estos dos refugios conectados, pero está documentado que no sólo no es así sino que el propio Langle cambió su residencia a la cercana población de Pechina durante la guerra desde la cual se trasladaba a diario a la capital.

Accesos a particulares tapiados.
Accesos a particulares cerrados.

Quirófano

Los refugios subterráneos cuentan con un quirófano, aunque este no fue construido hasta 1938, poco después de la llegada de los supervivientes de la masacre de la carretera Málaga-Almería. Debido a este suceso, totalmente imprevisto, se creó la Delegación de Evacuación, bajo la cual se creó una nueva galería que la comunicara con los refugios, en la cual se instaló el quirófano.​ A diferencia del resto de los refugios, el quirófano estaba pavimentado con baldosas de mármol, traído de las canteras de Macael. Contaba también con un sistema de combustión de generación de electricidad propio, independiente del cableado general, que se desconectaba durante los bombardeos; salas de espera y de curas y botiquín con lavabo.

El material que se ha instalado en el lugar para la musealización no se encontraba aquí originalmente, sino que fue donado, al igual que la mayoría de los objetos utilizados para su decoración, por gente local. Fue el doctor Eusebio Álvaro el que donó todo el instrumental médico que hoy se expone, procedente del año 1941.

Cuenta con una pequeña sala de espera pavimentada con baldosas ajedrezadas en gris y negro de mármol de Macael, además de bancos corridos también cubiertos de baldosas y paredes estucadas de color ocre y rosado, imitando ladrillos colocados al tresbolillo.

Pasillo que conduce a la sala de quirófano.
Sala de curas.
Quirófano.
Botiquín.

Garabatos

Las paredes de estos refugios están salpicadas por garabatos y grabados, realizados a mano alzada mientras el cemento seguía húmedo o mediante instrumentos punzantes una vez estaba ya seco. La mayoría son presumiblemente de niños, que escenificaban aviones, barcos y bombas cayendo desde el cielo. También hay una en buen estado de conservación dejada durante la construcción de un contrafuerte en la que se puede leer:

Manrique
Martínez
Agüero
11-12-38

Se conoce la originalidad de esta inscripción al reconocer una chica que visitaba los refugios, el nombre de su tío.​ Sin embargo, según los propios guías del lugar indican que algunas otras de estas huellas no datan de tiempo de guerra, sino que son posteriores.



Quioscos

Una vez acabada la guerra, el gobierno decidió sellar las entradas a los principales refugios para evitar su uso por vagabundos y ser foco de plagas o infecciones. Para ello, se cegaron las bocas de acceso principales con una serie de quioscos de diseño racionalista, obra también del arquitecto Guillermo Langle. Aún hoy, algunos de ellos siguen en pie, y forman parte del resto del mobiliario urbano. Se pueden contemplar, aunque algunos bastante reformados, en la plaza Urrutia, en la plaza Conde Ofalia o en la plaza Virgen del Mar, entre otros.​

Si hoy entráramos en esos quioscos, encontraríamos una trampilla en el suelo, originalmente de madera, que cubre el acceso mediante escaleras a los refugios.

Como atracción cultural y turística

Este monumento fue abierto al público el día 14 de diciembre de 2006. Dado su carácter subterráneo, laberíntico y cerrado, sólo hay visitas guiadas, en grupos de un máximo de 30 personas. El recorrido está adaptado para personas que usen silla de ruedas.​

De los 4 kilómetros y medio que fueron construidos, se han recuperado casi un millar, siendo recorridos por las visitas guiadas alrededor de 1 kilómetro.​ En este recorrido se pueden contemplar además un refugio particular, el quirófano, el almacén despensa y las interconexiones con otros túneles. A finales de 2012 fueron cerrados durante dos meses para mejorar las instalaciones, que se habían degradado debido a la afluencia de visitantes, obra que contó con una inversión de 100.000 €.

Durante los meses de julio y agosto de 2013, este atractivo turístico recibió a un total de 2685 visitantes, siendo el tercer espacio cultural con mayor afluencia de visitantes de la ciudad.28​

A diferencia de otros refugios de la misma época, como los de Cartagena, Barcelona o Jaén, estos han llegado prácticamente intactos hasta nuestros días. Otros refugios de gran importancia a nivel europeo, como los de Londres o Berlín sólo han sido recuperados en pequeñas extensiones.

Como escenario de películas

Estos refugios han servido como lugar de desarrollo de un filme de terror, dirigido por Xavier Cruzado, estrenado en 2014, llamado Al sur de Guernica.

jueves, 11 de julio de 2019

Faro del Sabinar

Se encuentra ubicado en el centro del Paraje Natural Punta Entinas – Sabinar, aproximadamente a 350 metros de la Punta del Sabinar.

Faro del Sabinar.

Se inauguró el 28 de junio de 1926 tras la destrucción de otro existente más cercano del mar (sus ruinas se encuentran al suroeste, en la misma línea costera de la playa de los Percheles), por lo que se trasladó más al interior, albergando una torre de 32 metros, que supera la pequeña duna que la protege de las tormentas, siendo el faro más elevado de la provincia almeriense.

Ruinas del antiguo faro.
Son numerosos los naufragios que se han producido en sus cercanías. Durante la guerra civil, además de permanecer apagado, sufrió numerosos ataques por parte de la aviación.

Paraje Natural Punta Entinas.
Su acceso se realiza desde la urbanización de Almerimar o desde Roquetas de Mar, siguiendo la línea costera hasta llegar a la Punta Sabinar, donde tomaremos los restos de una pista para acceder a sus inmediaciones. Aunque también podremos recorrer, desde Almerimar el Sendero de las Marinas, para acceder hasta la pista asfaltada del acceso principal del mismo (sólo para vehículos autorizados), y que coincide con parte del tramo del Sendero de Gran Recorrido E-12 /GR-92, que une las localidades de Roquetas de Mar y Almerimar; o desde Roquetas tomar el Sendero de las Salinas para cerca de su final desviarnos para visitar la Torre de Cerrillos, y tomar la vereda, que entre las Salinas y la línea costera nos permite alcanzar la pista entre el Faro y la playa.

En coche, no se permite el acceso, pero podremos aparcarlo en la carretera que une las urbanizaciones de Almerimar y Las Marinas, para desviarnos por una pista asfaltada, que atravesando las Salinas de Cerrillos y tras recorrer aproximadamente 1 kilómetro y medio, nos permite alcanzarlo. Podremos seguir con dirección sur hasta alcanzar la extensa playa de este Espacio Natural Protegido.

Paraje Natural Punta Entinas.
Paraje Natural Punta Entinas.

Fotos: David Téllez

martes, 9 de julio de 2019

Altos de Reveque

El sitio arqueológico de Altos de Reveque se sitúa en las estribaciones meridionales de la Sierra de Gádor. Con una altitud máxima de 389,5 metros, goza de una visibilidad privilegiada al este, sur y suroeste, que alcanza sobre el mar casi todo el Golfo de Almería y buena parte de la costa del Poniente almeriense, desde el Cabo de Gata hasta las Albuferas de Adra. También domina visualmente el antiguo Campo de Dalías. Hacia el noreste, norte y oeste el yacimiento obtiene una visibilidad más limitada, dirigida hacia las alturas de la Sierra de Gádor. 


El asentamiento consiste en un recinto amurallado con un perímetro de 1057 metros y una superficie de 5,3 hectáreas. Emplea técnicas constructivas similares en toda su extensión y seguramente debió ser planificado y construido de una sola vez.

El interior del recinto está ocupado sólo parcialmente por pocos edificios exentos y distantes entre sí que no componen una aglomeración urbana, si bien parece haber una mayor concentración de edificios al sur, donde la superficie es más llana y permite la edificación con más facilidad. 

El amurallamiento de una gran extensión de terreno, superior a las 5 hectáreas responde posiblemente, a planteamientos tácticos y de defensa. Los objetivos serían los de no dejar sin protección ninguno de los dos altos o colinas paralelas cuya similar altitud, 389,5 m la occidental y 384 m la oriental podría dejar expuesta una fortificación de inferior extensión.


La muralla es continua salvo en dos tramos, uno en el ángulo noroeste del recinto, donde se sitúa un cortijo moderno en ruinas que empleó en su edificación piedras de la muralla destruyendo unos 35 metros de la misma, y otro tramo en el lado sur, precisamente donde el barranco o arroyo que separa las dos colinas se abre al vacío  

La muralla de Altos de Reveque es de una gran complejidad y en los lados norte, oeste y sur está construido mediante la técnica de doble paramento con compartimentos interiores, efectuados mediante muros perpendiculares dispuestos a intervalos regulares (casamatas). Los dos muros paralelos que componen la muralla presentan una anchura igual en todo el trazado: en torno a 1 metro el paramento exterior y sobre 0,50-0,52 metros el interior. 

La técnica constructiva empleada es la mampostería con bloques irregulares de piedra caliza de mediano tamaño. En general se conservan apenas unas pocas hiladas de alzado, aunque en algunos cortos tramos, como en el paño situado entre las torres 3 y 4, se aprecia la conservación de una mayor altura en alzado, hasta aproximadamente 1,40 metros. Dichos alzados permiten conocer cómo los exteriores de la muralla debieron estar bien careados y emplearon ripios para regularizar el aspecto final nivelando las hiladas. 

La mayor parte de los ángulos del recinto amurallado se concibieron para reforzar las defensas flanqueando los paños de muralla para actuar como grandes torres avanzadas o bastiones.
Hay tres bastiones, situados en el ángulo noreste, en el extremo norte, y en el ángulo suroccidental del recinto. Este último, es el más complejo de los tres, debido a que se encuentra en el área de más baja cota de la ladera oeste, la más vulnerable de la fortaleza.






En total se han identificado once torres. La nº 1 se sitúa en la muralla noreste, dentro del bastión 1 para proteger la parte superior de la ladera oriental del recinto. La torre nº 2 flanquea el largo lienzo de la muralla noroeste con el bastión nº 2, sobresale de la muralla en unos 5 metros. con unas dimensiones de unos 6.5 × 5.3 metros. Las torres nº 3, 4, 5 y 6 se emplazan en la muralla oeste, que cubre la ladera más accesible y vulnerable del recinto fortificado, distanciándose entre sí unos 14 metros. Después de la torre nº 6 no se observan indicios de otras torres que pudieron haber existido. Suelen adelantarse unos 4 o 5 metros de la línea de muralla con dimensiones variables en cada caso, que oscilan entre una superficie exterior de 7 × 5 metros en las más grandes, como la torre 5, hasta los 4 × 3 metros de la torre 3. La torre nº 10 flanquea el tramo de la muralla sur entre las torres 9 y 11.  Ésta cierra la muralla sur junto a la salida del arroyo por la muralla y cubre el vecino acceso 2, una galería excavada en la roca cuya salida se sitúa en la base de la muralla sur.

Por lo que respecta a la tipología de la muralla, las murallas de doble paramento con compartimentos interiores en la arquitectura militar fenicia y cartaginesa suelen ser denominadas murallas de casamatas o casernas, o murallas de cajones, dependiendo de la funcionalidad de dichos compartimentos. Las casamatas solían estar vacías y se empleaban como almacenes o estancias de habitación y los cajones estaban permanentemente rellenos de escombros, tierra prensada o arcilla a fin de dotar de solidez a la base de la muralla y resistir los embates de los arietes en caso de asedio. 


En la muralla de los Altos de Reveque los compartimentos interiores se disponen en las murallas norte, oeste y sur y su superficie varía en función de la separación de los muros exterior e interior de aquellas. Aunque en superficie no se han podido documentar todos los tirantes, parece claro que las tres murallas estuvieron originalmente compartimentadas en su completa extensión. Con la información recabada en superficie es difícil saber si los compartimentos interiores estuvieron rellenos de arcilla, pudiendo hablar entonces de una muralla de cajones; si por el contrario estaban vacíos y se destinaron al almacenamiento y la vivienda o si se alternaron ambas. 

Por lo que respecta a el área intramuros, los investigadores han podido reconocer once edificios o grupos de edificaciones. Salvo algunas construcciones que se sitúan próximas a la ladera oeste, los edificios se concentran en las áreas norte y sur del recinto amurallado, donde el terreno está más nivelado y permite una mayor amplitud para la edificación. En el área sur del recinto se concentran dos áreas de habitaciones con plantas más complejas que en el área norte.

En cuanto a los materiales localizados en superficie, corresponden fundamentalmente a fragmentos de ánforas, platos, cuencos, fuentes y algunas cerámicas de cocina. Los fragmentos cerámicos presentan bordes de fractura limpios y no se observan materiales rodados. Espacialmente se concentran en las áreas amuralladas, sobre todo en la ladera oeste, así como en el área de edificios situada al sur.

Las cerámicas presentan dos fábricas, una más cuidada con pastas en tonos marrones en ánforas, platos y cuencos y otra más tosca, en tono anaranjado con desgrasantes de mayor tamaño, con la que se fabricaron fuentes y cerámicas de cocina.  El conjunto cerámico más antiguo es el formado por varios fragmentos de ánforas que pueden datarse como muy tarde hacia mediados o a principios de la segunda mitad del siglo VI a. C. La mayor parte del material cerámico documentado, consistente principalmente en fragmentos de ánforas fenicio-púnicas destinadas al transporte de salazones de pescado. Esto podría marcar la cronología central del uso del recinto fortificado en el siglo V a. C. Este tipo de ánforas se comenzó a fabricar en los alfares de Gadir hacia finales del siglo VI a. C. y continuaron distribuyéndose a lo largo del V a. C.   
La fase final del asentamiento podría estar determinada por un fragmento de ánfora también fenicia  empleada asi mismo para el almacenamiento y transporte de salazones de pescado, cuya cronología se prolonga hasta comienzos del siglo IV a. C.

El conjunto anfórico se completa con un lote de asas de ánforas fenicias cuya adscripción podría hacerse a cualquiera de los tipos anfóricos mencionados.

Entre las cerámicas de cocina y comunes se localizan fragmentos de ollas  y bordes de pasta grosera y restos de combustión en la superficie en algunas ocasiones, grandes cuencos o fuentes.
Otras formas de cerámicas fenicias de mesa han sido documentadas en los Altos de Reveque, tales como un vaso carenado, quizás una copa, de labio curvo que presenta decoración interior con tres bandas de color rojo 

Según los datos cronológicos obtenidos de las  cerámicas, el asentamiento de Altos de Reveque podría fecharse, como muy antiguo, a mediados del siglo VI a. C. y su vida se extendería a lo largo del siglo V, para abandonarse a finales del mismo o, como muy tarde, en los primeros decenios del siglo IV a. C. 


Según los investigadores, este sitio arqueológico podría ser una fundación ex novo promovida desde la ciudad fenicia de Abdera para el control de la explotación de recursos y para el control estratégico del litoral. Los recursos explotados podrían ser fundamentalmente mineros, agrícolas y forestales. A juzgar por su emplazamiento, es posible atribuir a Altos de Reveque una funcionalidad militar y de carácter estratégico, destinada a la defensa de los recursos naturales de la zona, al control territorial y al control del tráfico marítimo costero mediante el establecimiento de un punto fortificado. 


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