El lavadero de mineral de El Marchal, también conocido como
mina del Carmen, ejemplo paradigmático de la minería privada del plomo en la
sierra de Gádor, se encuentra situado a 600 metros al sur de la pedanía de la
que toma el nombre, en el municipio de Enix.
En la actualidad, el conjunto de la mina del Carmen se
compone de la instalación del lavadero, una tolva de grandes dimensiones
construida en piedra, un plano inclinado situado lateralmente a ellos y
distintas escombreras.
Este lugar posee relevantes valores históricos, geológicos,
paisajísticos, técnico-industriales y etnológicos, que han derivado en una
forma de vida y de trabajo determinadas, configurando una identidad colectiva
en el territorio. El reconocimiento patrimonial de este conjunto minero a
través de su inscripción colectiva con carácter genérico en el Catálogo General
del Patrimonio Histórico Andaluz (44 bienes inmuebles pertenecientes al
Patrimonio Industrial relacionados con la minería de los siglos XIX y XX en la
provincia de Almería), supone en cierta medida la puesta en valor de una parte
fundamental de la historia y del legado minero-industrial andaluz desde su
origen hasta nuestros días.
Nota: En el texto, se indica entre paréntesis, junto al
nombre propio de una fundición o mina, el promotor y su fecha de construcción o
inicio de explotación. Ej. Fundición la Carmelita (Manuel Soler Flores, 1841)
LA MINERÍA EN LA PROVINCIA DE ALMERÍA
La extraordinaria riqueza mineral de la provincia ha
propiciado una continuada explotación de sus recursos mineros a lo largo del
tiempo, intensificándose de manera extraordinaria desde principios del siglo
XIX hasta el primer tercio del siglo XX.
Las actividades mineras en la provincia de Almería pasaron
por dos etapas diferenciadas*:
Etapa 1 (1820-1890) Minería del Plomo. Localizada en las Alpujarras y la sierra de Gádor o Poniente almeriense.
Etapa 2 (1890-1930) Minería del Hierro. Sierra Almagrera o Levante almeriense.
La crisis de la minería almeriense comenzará a finales del siglo XIX con el incremento de la capacidad productiva de la sierra de Cartagena-La Unión, Córdoba y Ciudad Real y su final vendrá marcado por la crisis de la siderúrgica de los años 20 del siglo XX, el crack de 1929 y la competencia norteafricana
*Otras explotaciones menores como fueron las de zinc,
azufre, cobre y oro no alcanzarían tanta repercusión económica y social.
ETAPA 1 (1820-1890) LA MINERÍA DEL PLOMO EN LA ALPUJARRA ALMERIENSE Y LA SIERRA DE GADOR.
Las explotaciones de plomo se localizaron en las Alpujarras
y en la sierra de Gádor.
Numerosas concesiones de reducido tamaño gestionadas por
improvisadas sociedades de gente de la zona explotaron con precarios medios de
extracción y transformación (tornos de mano, horno de reverbero español o
boliche,...) los yacimientos de la zona. Los trabajadores, campesinos y
jornaleros de la provincia de Almería que complementaban sus salarios con el
trabajo temporal en las minas, alcanzaron un número realmente significativo.
La abundancia de mineral por superproducción provocó el
desplome de los precios en los mercados internacionales y la ruina de muchas
minas europeas.
El agotamiento de las balsas más accesibles en el año 1836 y
la bajada de los precios del mineral provocaron la decadencia de estas
explotaciones.
ETAPA 2 (1890 - 1930) LA MINERÍA DE PLOMO DEL LEVANTE ALMERIENSE. SIERRA ALMAGRERA.
El agotamiento en el año 1838 de las minas de la sierra de
Gádor coincidió con el descubrimiento del filón de plomo argentífero en el
barranco del Jaroso en la Sierra Almagrera. Este descubrimiento supuso para
Almería el cenit de un siglo caracterizado esencialmente por las actividades
mineras y metalúrgicas.
En ese momento se sucederán las explotaciones de plomo y de
hierro en busca de un rápido beneficio que se despreocupaba por la
racionalización de la explotación.
Las instalaciones minero metalúrgicas del levante
almeriense, siendo uno de los puntos neurálgicos de la minería y metalurgia
mundiales a mediados del siglo XIX, se caracterizaban por un minifundismo que
conllevaba una constante insolvencia financiera, el arrendamiento continuo de
la explotación y la precariedad de medios técnicos, especialmente, a la hora de
realizar conjuntamente el desagüe de la capa freática.
El proceso especulativo entre las numerosas sociedades
mercantiles propietarias de las concesiones y las sociedades explotadoras, así
como las múltiples compraventas de acciones generó interminables pleitos. Las
ganancias no fueron generalizadas pero las obtenidas por algunas familias
formaron las principales fortunas de la Almería del siglo XIX. Esta incipiente
burguesía minera muy pronto pasaría a constituirse en burguesía agraria gracias
a la disponibilidad de las tierras eclesiásticas y municipales desamortizadas.
A finales del siglo XIX el aumento de la demanda británica
provoca un espectacular y efímero desarrollo de la minería provincial con la
construcción de nuevas instalaciones de carga, transporte y arrastre (infraestructuras
ferroviarias, cables aéreos y embarcaderos).
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