sábado, 12 de enero de 2019

Mina del Carmen

El lavadero de mineral de El Marchal, también conocido como mina del Carmen, ejemplo paradigmático de la minería privada del plomo en la sierra de Gádor, se encuentra situado a 600 metros al sur de la pedanía de la que toma el nombre, en el municipio de Enix.
En la actualidad, el conjunto de la mina del Carmen se compone de la instalación del lavadero, una tolva de grandes dimensiones construida en piedra, un plano inclinado situado lateralmente a ellos y distintas escombreras.
Este lugar posee relevantes valores históricos, geológicos, paisajísticos, técnico-industriales y etnológicos, que han derivado en una forma de vida y de trabajo determinadas, configurando una identidad colectiva en el territorio. El reconocimiento patrimonial de este conjunto minero a través de su inscripción colectiva con carácter genérico en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz (44 bienes inmuebles pertenecientes al Patrimonio Industrial relacionados con la minería de los siglos XIX y XX en la provincia de Almería), supone en cierta medida la puesta en valor de una parte fundamental de la historia y del legado minero-industrial andaluz desde su origen hasta nuestros días.


Nota: En el texto, se indica entre paréntesis, junto al nombre propio de una fundición o mina, el promotor y su fecha de construcción o inicio de explotación. Ej. Fundición la Carmelita (Manuel Soler Flores, 1841)

LA MINERÍA EN LA PROVINCIA DE ALMERÍA

La extraordinaria riqueza mineral de la provincia ha propiciado una continuada explotación de sus recursos mineros a lo largo del tiempo, intensificándose de manera extraordinaria desde principios del siglo XIX hasta el primer tercio del siglo XX.
Las actividades mineras en la provincia de Almería pasaron por dos etapas diferenciadas*:

Etapa 1 (1820-1890) Minería del Plomo. Localizada en las Alpujarras y la sierra de Gádor o Poniente almeriense.

Etapa 2 (1890-1930) Minería del Hierro. Sierra Almagrera o Levante almeriense.
La crisis de la minería almeriense comenzará a finales del siglo XIX con el incremento de la capacidad productiva de la sierra de Cartagena-La Unión, Córdoba y Ciudad Real y su final vendrá marcado por la crisis de la siderúrgica de los años 20 del siglo XX, el crack de 1929 y la competencia norteafricana

*Otras explotaciones menores como fueron las de zinc, azufre, cobre y oro no alcanzarían tanta repercusión económica y social.

ETAPA 1 (1820-1890) LA MINERÍA DEL PLOMO EN LA ALPUJARRA ALMERIENSE Y LA SIERRA DE GADOR.

Las explotaciones de plomo se localizaron en las Alpujarras y en la sierra de Gádor.
Numerosas concesiones de reducido tamaño gestionadas por improvisadas sociedades de gente de la zona explotaron con precarios medios de extracción y transformación (tornos de mano, horno de reverbero español o boliche,...) los yacimientos de la zona. Los trabajadores, campesinos y jornaleros de la provincia de Almería que complementaban sus salarios con el trabajo temporal en las minas, alcanzaron un número realmente significativo.
La abundancia de mineral por superproducción provocó el desplome de los precios en los mercados internacionales y la ruina de muchas minas europeas.
El agotamiento de las balsas más accesibles en el año 1836 y la bajada de los precios del mineral provocaron la decadencia de estas explotaciones.

ETAPA 2 (1890 - 1930) LA MINERÍA DE PLOMO DEL LEVANTE ALMERIENSE. SIERRA ALMAGRERA.

El agotamiento en el año 1838 de las minas de la sierra de Gádor coincidió con el descubrimiento del filón de plomo argentífero en el barranco del Jaroso en la Sierra Almagrera. Este descubrimiento supuso para Almería el cenit de un siglo caracterizado esencialmente por las actividades mineras y metalúrgicas.

En ese momento se sucederán las explotaciones de plomo y de hierro en busca de un rápido beneficio que se despreocupaba por la racionalización de la explotación.
Las instalaciones minero metalúrgicas del levante almeriense, siendo uno de los puntos neurálgicos de la minería y metalurgia mundiales a mediados del siglo XIX, se caracterizaban por un minifundismo que conllevaba una constante insolvencia financiera, el arrendamiento continuo de la explotación y la precariedad de medios técnicos, especialmente, a la hora de realizar conjuntamente el desagüe de la capa freática.
El proceso especulativo entre las numerosas sociedades mercantiles propietarias de las concesiones y las sociedades explotadoras, así como las múltiples compraventas de acciones generó interminables pleitos. Las ganancias no fueron generalizadas pero las obtenidas por algunas familias formaron las principales fortunas de la Almería del siglo XIX. Esta incipiente burguesía minera muy pronto pasaría a constituirse en burguesía agraria gracias a la disponibilidad de las tierras eclesiásticas y municipales desamortizadas.

A finales del siglo XIX el aumento de la demanda británica provoca un espectacular y efímero desarrollo de la minería provincial con la construcción de nuevas instalaciones de carga, transporte y arrastre (infraestructuras ferroviarias, cables aéreos y embarcaderos).










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