CONCEPTO Y TIPOS BÁSICOS DEL MEGALITISMO
A pesar de que en el sentido literal podemos encontrar construcciones megalíticas en todo el mundo, desde Japón a los Gigantes de la Isla de Pascua, se denomina realmente megalitismo al fenómeno cultural localizado en el Mediterráneo occidental y la Europa atlántica, que se produce desde finales del Neolítico hasta la Edad del Bronce, caracterizado por la realización de construcciones arquitectónicas con grandes bloques de piedra escasamente desbastados llamados megalitos y con práctica de inhumación colectiva para sus muertos.
Al hablar del megalitismo tenemos que señalar los dos grandes grupos de construcciones megalíticas, las que no son construcciones funerarias y las que sí lo son. Las construcciones no funerarias se encuentran más restringidas en el espacio a diferencia de las funerarias. Estas estructuras megalíticas no funerarias suelen desarrollarse en momentos avanzados de la prehistoria reciente, pero en algunas ocasiones se pueden encontrar construcciones no funerarias y funerarias en la misma área, dando lugar a estructuras muy complejas. En el caso del Sureste de la Península Ibérica nos interesan sólo las segundas.
Las construcciones megalíticas funerarias en relación con el gran esfuerzo que requiere su construcción, especialmente si los túmulos son de grandes dimensiones, tienen la particularidad de incluir variantes y en la gran mayoría de ellas se practicaba la inhumación colectiva al menos a partir de un determinado momento. Los tipos de construcciones funerarias megalíticas se dividen en tres grandes modelos propuestos por Glyn Daniel: las cámaras funerarias simples (sin corredor) o dólmenes simples (construcción de grandes piedras, en un inicio como tumba individual); las complejas con corredor o los sepulcros de corredor; y los sepulcros megalíticos tipo galerías.
Las cámaras funerarias simples o dólmenes simples son sepulcros megalíticos, trapezoidales, cuadrangulares o rectangulares, de escasas dimensiones y sin corredor. En el oeste de la provincial de Andalucía (Huelva, Sevilla, Córdoba y Cádiz) están extensamente documentados. En Portugal nos encontramos con los dólmenes poligonales o antas. Mientras que en el este de Andalucía nos encontramos especialmente con las cámaras funerarias circulares, llamadas “rundgräber” según la terminología de G. y V. Leisner (1943).
El segundo modelo consta de las cámaras funerarias complejas o sepulturas de corredor que están divididas interiormente en varios espacios. Normalmente contaban con una o, excepcionalmente, varias cámaras (redondas, cuadradas o poligonales) comunicadas con el exterior mediante un corredor. Tanto en este tipo como en el anterior el conjunto se protegía con el túmulo de tierra, a veces con corazas concéntricas, que daba solidez a la construcción.
Los tholoi son sepulcros de corredor, donde este da acceso a una cámara circular con cubierta de falsa cúpula por aproximación de hiladas (Almagro 1965), aunque en general el término se aplica a todos los sepulcros en los en la técnica constructiva se emplea la mampostería. El corredor puede aparecer segmentado en varios tramos. La planta de los túmulos normalmente es circular u oval. A veces la cubierta puede estar hecha de grandes losas. Por mencionar algunos de los sepulcros de falsa cúpula más famosos de Europa podemos citar el del Romeral (Antequera), Los Millares (Almería), Newgrange (Irlanda), entre otros muchos.
Dentro del tercer modelo de estructuras megalíticas funerarias nos encontramos con el sepulcro de galería, en el que no se puede distinguir en la planta el corredor de la cámara, y que muestra forma rectilínea de paredes paralelas. Un importante ejemplo meridional de este tipo de tumbas es la Cueva de Menga (Antequera).
Por otro lado, nos encontramos con que las construcciones megalíticas funerarias pueden no estar hechas de grandes piedras, pero si ser consideradas megalíticas sólo por el hecho de que la planta y el alzado reproducen los modelos clásicos. Estas son las cuevas artificiales, construcciones funerarias excavadas en la roca. Ellas tuvieron la misma función de contenedor funerario al igual que las estructuras megalíticas y fueron construidas en la misma época, un ejemplo de ello es la necrópolis Alcaide en Antequera (Marqués et al., 2004).
En una estimación algo corta, se estima que los monumentos megalíticos en Andalucía (c. 87 000 km2) podrían llegar a ser alrededor de 1600 estructuras. Estando la mayor concentración de estos monumentos en el este de la provincia de Almería (c.600) y Granada (c.550) (Aguayo de Hoyos, P. y García Sanjuán, L; http: //www.us.es/dpreyarq/web/almaden11.htm), siendo los tholoi más abundantes en el este de Andalucía y en el sudeste de la Península Ibérica, especialmente en Almería lo que no quiere decir que dominen numéricamente (García Sanjuán y Hurtado Pérez, 2002). Mientras que en el centro de Andalucía de acuerdo con Ferrer Palma (1987) son los tholoi, los sepulcros de galería y las cuevas artificiales los más abundantes.
Dentro de nuestra investigación son las construcciones megalíticas funerarias, de la provincia de Almería, las que forman parte esencial de nuestra trabajo y atención. Destacando las cámaras funerarias o sepulcros megalíticos (dólmenes, palabra bretona que significa “mesa de piedra”) simples o de corredor, configuradas por grandes piedras clavadas verticalmente, llamadas ortostatos que suelen sostener una gran losa horizontal que cubre la cámara. Encontramos en su interior las inhumaciones, donde los cuerpos son depositados sin ser cubiertos de tierra, tratándose de enterramientos múltiples o colectivos en los que se van arrinconando los individuos a medida que se introducen nuevos cadáveres.
MEGALITISMO EN EL SURESTE. VALORACIÓN HISTOGRÁFICA
Almería es considerada uno de los focos más antiguos y representativos del megalitismo de la Península Ibérica. Tiene una evolución continua desde el final de la cultura neolítica (“Cultura de Almería”) hasta la fase calcolítica de Los Millares, caracterizada por los tholoi que, sin embargo, convivirán también en ese periodo con otros tipos de sepulcros.
Las primeras noticias de los megalitos del Sureste de la Península Ibérica surgen en 1868 gracias a Manuel de Góngora y Martínez, quien dio a conocer los conjuntos del Rio de Gor y los de Fonelas, Las Peñas de los Gitanos en Montefrío y el dolmen de Dílar (junto a Granada) (Góngora, 1868). Pero la mayor cantidad de información fue proporcionada por el ingeniero belga Louis Siret (finales S.XIX y comienzos XX), quien llega a Almería gracias a su hermano Enrique Siret.
Hoy día el Sudeste español es una de las zonas más interesantes de la Prehistoria de Europa. En particular la provincia de Almería, definida por Luis Siret como “un inmenso museo prehistórico al aire libre”.
Importante es señalar la periodización de la “Cultura de Almería” que realiza Luis Siret a través de sus hallazgos. Siret encuentra en la provincia de Almería y Granada, unas 530 tumbas, con 5,300 individuos y unos 50 dólmenes con ocupación continuada hasta la edad del Bronce, con unas 1,000 inhumaciones aproximadamente (según sus cuadernos depositados en los fondos del Museo Arqueológico Nacional de Madrid) (Cámalich Massieu, 1999). A base de sus hallazgos, divide al Neolítico en dos etapas, antiguo y reciente.
El Neolítico antiguo (Fase I), donde ocurre un impulso importante de las influencias orientales (punta de flecha, el pulimento de las hachas y la decoración cerámica) y una pobre producción indígena (talla de silex imperfecta y con presencia de microlitos) consta de dos facies, la cazadora y la agricultora. Se le asignaría por ejemplo a los poblados del Gárcel, Tres Cabezos y los de Huércal (Siret, L. 1892: 385-387). Se podría correlacionar con lo que actualmente se define como Neolítico Tardío. La Fase II: “Cultura de la edad de la Piedra” en Almería es definida como un Neolítico medio con doble facies. La primera facies reflejada por la evolución de los geométricos dominando las formas triangulares. La Segunda facies por la llegada de una nueva etnia que trae consigo nuevos materiales como tipos de silex que no se encontraban en la zona y una alta calidad técnica en las puntas de flecha foliáceas. El origen remoto de esta técnica del trabajo del silex lo sitúa en Egipto. Actualmente se consideraría como Neolítico Final. La Fase II/III es la continuación del Neolítico Final y Siret sigue llamándola “Cultura de la edad de Piedra” en Almería y será seguida en el tiempo por la plena edad del Cobre, representada por Los Millares. Esta fase tiene dos facies: la paleolítica de sustrato y la eneolítica de importación. La llegada del eneolítico para Siret supone la civilización del cobre, la decadencia de la piedra pulimentada y los procedimientos perfeccionados para la utilización del silex.
El Neolítico reciente según L. Siret constituiría su Fase III con presencia de cobre (escaso y no está generalizado su uso) caracterizada por la influencia foránea, a través de un activo comercio marítimo fenicio, con vasos cerámicos imitando los huevos de avestruz y sus decoraciones pintadas, la perfección de la talla del silex, el marfil, cuentas vidriadas, vasos campaniformes, pinturas murales de las sepulturas, la agricultura de irrigación o la emergente metalurgia (Siret, L. 1892: 387-388). Estaríamos ya, según los parámetros actuales en el Calcolítico Pleno.
G. y V. Leisner, basándose en el trabajo de Siret, realizan la periodización de la “Cultura de Almería” a través de la tipología de las tumbas mientras que Siret lo realizó a partir de los poblados. De los estudios realizados por G. y V. Leisner y Siret, obtenemos la siguiente tipología de enterramientos en relación con la periodización (Acosta, P. et al. 1981):
A. Sepulcros de cámara simple circular, no excede sus ejes más de 0.30m.
B. Sepulcros de cámara simple oval, sus ejes con diferencia mayor a 0.30m.
C. Sepulcros de cámara simple cuadrangular, no excede los 0.30m.
D. Sepulcro de cámara simple rectangular, diferencia en ejes más de 0.30m.
E. Sepulcros de cámara simple poligonal.
F. Sepulcros de corredor con cámara de tendencia circular.
G. Sepulcros de corredor con cámara de tendencia cuadrangular.
H. Sepulcros de corredor con cámara de tendencia rectangular.
I. Sepulcro de corredor con cámara de tendencia trapezoidal.
J. Sepulcro de corredor con cámara de tendencia poligonal.
K. Sepulcro cuyas plantas o técnicas constructivas no están especificadas.
Adicionalmente existen también los siguientes subtipos en esta tipología: a) mampostería, b) losas, c) losas y mampostería, d) técnicas constructivas sin especificar.
La unión de la tipología de las tumbas, su subtipo y la periodización nos dan como resultado un interesante sistema muy útil para poder clasificar las tumbas. A continuación mostraremos ejemplos de este sistema:
Fase I
Aa) Sepulcros de planta simple circular. Mampostería.
Ab) Sepulcros de planta simple circular. Losas.
Ac) Sepulcros de planta simple circular. Losas y mampostería.
Ad) Sepulcros de planta simple circular. Técnicas constructivas sin especificar
Este sistema permite realizar numerosos análisis y poder identificar que las tumbas con plantas simples disminuyen por fases. En Fase I son más frecuentes los elementos pulimentados mientras se encuentra una mayor abundancia de láminas en la Fase II/III. El poblado de El Gárcel estudiado por Siret es considerado Neolítico antiguo, lo que es posible a través de la evidencia de microlítica. En el aspecto constructivo encontramos también que en la Fase I las plantas simples con cámara circular predominan, pasando a cámaras cuadrangulares con diversificación de los corredores en la Fase II, y la frecuencia de estos y cámaras rectangulares en la Fase II/III, aspectos que, pese a críticas anteriores, han sido recientemente revalorizados (Cámara Serrano y Molina González, 2004).
A causa de la falta de precisiones estratigráficas, a los estudios parciales de la cultura material mueble y a uso del fósil-guía debemos señalar que a menudo resulta difícil una atribución clara de los yacimientos y especialmente de los sepulcros dado que el ritual de inhumación colectiva implica su uso continuado. En este sentido la definición de la Cultura de Almería ha resultado problemática, especialmente porque determinados autores no han sido capaces de distinguir el Neolítico Tardío del Final. Otra problema es que algunos investigadores no lo consideran como cultura, ni siguiera en términos cronológicos pensando que son comunidades pobres calcolíticas. En este sentido la solución se puede obtener a través del análisis estratigráfico, proporcionando una cronología sólida a dicho esquema. Así lo mostraron Arribas y Molina (1979), aunque fuera a partir de un yacimiento extraño al Sudeste, Los Castillejos en Las Peñas de los Gitanos (Montefrío, Granada) a partir del cual se estableció la relación entre la Cultura de Almería y la Cultura de las Cuevas (Fernández-Miranda, M. et al., 1993) o en términos más apropiados la relación entre el Neolítico Medio, el Neolítico Tardío y el Neolítico Final.
Después del completo catálogo de Georg y Vera Leisner (Leisner y Leisner 1943), en los años 50, entre 1955 y 1959, los arqueólogos Manuel García Sánchez y J. C. Spahni realizaron el más completo análisis sobre los sepulcros megalíticos del río Gor (un total de 198 sepulcros megalíticos, más 40 dólmenes que habían desaparecido desde los trabajos de Siret, obteniendo un total de 238 sepulcros para esta zona) (García y Spanhi 1959-60). A partir de entonces los trabajos más completos de catalogación han tenido lugar en el Bajo Andarax (Cara y Rodríguez, 1987), el Pasillo de Tabernas (Alcaraz et al., 1994) y el Alto Almanzora (Román et al., 2000).
Durante el IV milenio BC en la comarca de Alto Almanzora encontramos yacimientos de altura (a más de 1,000 m.s.n.m), ubicados en serratas que dominan un amplio territorio con una visibilidad abierta en todas direcciones. En el conjunto Purchena y en general en el Alto Almanzora destaca la asociación de asentamientos y necrópolis en áreas cercanas (ejemplos: La Ruína, Llano de los Churuletes), no conociéndose dispersiones similares a las del área occidental. Las tumbas se localizan en mesetas limitadas por ramblas como sucede en las tumbas de Purchena (occidental) que presentan diámetros superiores a los 3 m con fechas del III y II milenio. Las tumbas del sector oriental del valle son de menor tamaño que las más occidentales, y así Loma del Cucador 9 no superan los 2m de diámetro. Actualmente se está intentando datar estos sepulcros a partir de los restos superficiales cerámicos usando la técnica de Termoluminiscencia (Román Díaz et al., 2003).
La particularidad mayor de este grupo de necrópolis es la abundancia de ídolos desde los cruciformes en fase II de Loma de la Atalaya 12 (Purchena) o en Loma de la Torre 4 (Cantoria) a falanges como los de Buena Arena 1 y 2 (Purchena) e ídolos-placa como en Jautón 4 (Purchena), siempre en la fase II-III (Cámara Serrano y Molina González, 2004).
En el bajo Almanzora, Almizaraque pudo cumplir el papel de centro nuclear de un amplio territorio hasta los momentos finales de la edad del cobre, cuando la reestructuración del poder debió de conducir a una fragmentación del territorio relacionada con el auge de las aristocracias de centros periféricos como Las Pilas (Mojácar), en el valle del Aguas, proceso que culminaría con el nuevo sistema político argárico al iniciarse la edad del Bronce (Molina González y Cámara Serrano, 2002). Este yacimiento fue excavado por Siret en dos etapas, de 1903-1906 trabajó las zonas del Oeste y el Sur del yacimiento descubriendo 30 casas, varios silos abiertos en la roca y ídolos oculados sobre huesos. En la segunda etapa, de 1932-1933 excavó varias zanjas con direcciones N-S y W-E, desde el centro del cerro (Galván Martínez, 1995).
La necrópolis la Encantada se encuentra junto a este yacimiento y también fue descubierta por Luis Siret que en 1907 comienza las excavaciones. Se mencionan tres tumbas tipo tholos. La número I es la más cercana al poblado y mejor conservada. En el centro de la cámara se encontró un hoyo de una columna de madera, bastantes cuentas esteatita, caleíta y mármol hoy desaparecidas. La Encantada II (en notas de Flores, “dolmen #2”), totalmente destruida, presentaba cámara circular, hacia Poniente mientras que en la Encantada III, casi desaparecida, se sitúa hacia Levante, más cerca del “tell” del poblado (Almagro, Mª. J. 1965).
En cualquier caso antes de acometer un resumen de nuestra propia catalogación bibliográfica conviene trazar un panorama más pormenorizado de las investigaciones recientes en la zona más cercana a la que hemos utilizado como muestra, el Campo de Níjar, es decir desde el noroeste de la provincia de Almería hasta el Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar.
EL ALTO ANDARAX-NACIMIENTO: LAS TRES VILLAS
En el entorno de Fiñana, al noroeste de la provincia de Almería ciertas obras públicas, autovía y campos eólicos, han obligado a actuar sobre un extenso grupos de megalitos descubiertos por F. M. Alcaraz Hernández y en gran parte inéditos (Ramos Millán et al., 2002).
Los megalitos investigados en Las Tres Villas pertenecen a una extensa necrópolis, que fue denominada necrópolis del Cerro de las Veredas. Generalmente se trata de megalitos de pequeñas dimensiones, con plantas cuadrangulares, rectangulares y trapezoidales. Entre ellos se encuentran Benítez, Encina y el Cortijo. Benítez tiene una cámara funeraria prácticamente construida en el túmulo, ya que sólo la base de la misma esta excavada levemente en el techo de la roca. Ha sido afectado por el expolio, lo que no ha permitido determinar con precisión la planta de su cámara, siendo posiblemente cuadrangular o poligonal. La Encina tiene una pequeña cámara trapezoidal semiexcavada en la roca y semiconstruida en un túmulo muy erosionado, encontrándose totalmente expoliada, ya que sólo ha proporcionado entre sus ajuares algunos fragmentos óseos y cerámicos. El Cortijo es comparable a los anteriores en términos generales, mostrando cámara poligonal totalmente excavada en la roca arcillosa.
Junto a este conjunto mayoritario de megalitos sencillos, aparece una población menor de estructuras megalíticas mayores, con destacadas particularidades constructivas, de túmulos visibles, cámaras cuadrangulares y circulares, puertas perforadas, posibles corredores de acceso y grandes ortostatos. A este reducido grupo de sepulturas mayores y complejas pertenecen los tres túmulos megalíticos de Boca Escúllar (Escúllar 1, 2 y 3).
Si bien las estructuras megalíticas simples son bien conocidas en otros contextos (Bajo Andarax, Tabernas), estos tres grandes túmulos (Escúllar 1, 2 y 3) son monumentos funerarios excepcionales de este fenómeno cultural del megalitismo, y como denuncian los ajuares materiales, coetáneos de los tholoi millarenses y a megalitos de importantes dimensiones (por ejemplo en el término municipal de Alhama) conocidos en el Bajo Andarax. Como en otros contextos geográficos vecinos, estos monumentos funerarios se sitúan en torno a las grandes vías de comunicación natural que son las fluviales, jalonándolas a partir de su disposición en colinas y cerros de gran visibilidad que bordean la cuenca del Río Nacimiento y sus ramblas subsidiarias, como la Rambla de Escúllar. La cronología y secuencia evolutiva de estas sepulturas megalíticas, a falta de excavaciones modernas, se basa aún en las adscripciones de las primeras investigaciones. Según lo anterior, los megalitos simples serían más antiguos y con una cronología neolítica. Los megalitos mayores y complejos pertenecerían a la última época de este poblamiento, el mundo calcolítico de la segunda mitad del tercer milenio a. C. en cronología convencional (Huéchar-Alhama), donde como en esta necrópolis del Cerro de las Veredas, también están presentes rasgos típicamente millarenses.
BAJO ANDARAX: LOS MILLARES
El poblado de Los Millares se encuentra en el municipio de Santa Fe de Modular, a 17 Km de Almería. Es uno de los yacimientos más importantes del inicio de la edad de los metales en el sureste, y da nombre a la Cultura de Los Millares, que se extendió por todo el Sudeste.
El poblado que cubre prácticamente todo el desarrollo calcolítico (3200-2150 A.C.) se localiza en una meseta en forma de espolón entre el río Andarax y la rambla de Huéchar. Está situado estratégicamente próximo a las minas de cobre de la sierra de Gador (Molina González, 1988; Molina González y Cámara Serrano, 2002). Sin embargo se ha dicho que el papel de la metalurgia en el desarrollo social fue de un elemento que no impulsó pero que pudo favorecer el mantenimiento del poder de determinar grupos sociales o incluso de ciertos poblados a través de la exhibición y circulación de elementos de prestigio y de la adquisición, a partir de ellos, de otros medios de producción (Molina González y Cámara Serrano, 2002).
El poblado de Los Millares fue descubierto en 1891, durante la construcción de una vía férrea, y fue excavado por primera vez por Louis Siret (Siret, 1913). Tras un largo periodo de abandono y expolio, en los años 50 los profesores Almagro y Arribas reanudan las excavaciones (Almagro y Arribas, 1963). Posteriormente en 1978 se iniciaron nuevas excavaciones hasta la actualidad, las investigaciones están dentro del “Proyecto Millares” dirigidas por el Departamento de Prehistoria de la Universidad de Granada (Molina González, 1988).
L. Siret menciona 100 tumbas en la necrópolis, pero sólo sitúa 80 en el plano publicado ninguna de las cuales es señalada con la numeración dada por P. Flores (Nos 1-75). Este último es quien las excava y documenta, enviándole esta información a L. Siret (Chapman, 1981). En 1943, G. y V. Leisner publican la información de 75 tumbas, de las que tenían documentación y objetos de ajuar.
Durante mucho tiempo no se pudo correlacionar ninguna de las tumbas sobre el terreno, con la excepción de la nº 17, la única en el interior de la muralla del poblado y la nº 40, la mayor de la necrópolis (Almagro y Arribas 1963). De las 75 tumbas, dos eran cámaras circulares simples (nº 33 y nº 51 “Rundgräber ohne Gang”; según descripción de los Leisner), dos eran cuevas o se excavaron parcialmente bajo salientes rocosos (nº 39 y nº 66), una era una cista de piedra (nº 29), cinco eran “megalithische Gräber”(nos 8, 26-28 y 63) y 63 eran descritas como “kuppelgräber” (nos 1-7, 9-25, 30-32, 34, 37-38, 40-50, 52-62, 64-65, 67-75). Un enterramiento en cista (nº 35) y un sepulcro de corredor de ortostatos (nº 36) completaban el conjunto. Otra de los problemas con la que se encontraron G. y V. Leisner es que se menciona el barranco del Viaducto, pero posiblemente fuera el nombre antiguo del barranco de Pantaleo (Chapman, 1981).
En 1963, Almagro y Arribas logran correlacionar un número mayor de sepulturas gracias a un croquis inédito de Siret que no fue utilizado ni visto por los Leisner (Almagro y Arribas, 1963). Chapman en su tesis doctoral se dedicó a recopilar los detalles del estudio de Almagro y Arribas pudiendo correlacionar 31 tumbas con las publicadas por los Leisner y 4 más de manera provisional, dando 35 tumbas; el 61.4% respecto a las 56 del plano, el 46.6% respecto a las 75 publicadas por los Leisner y el 35% al respecto al centenar de Siret.
Nosotros, en nuestra investigación, al realizar las lecturas de los documentos nos encontramos con diversas contradicciones y errores de imprenta. Por ejemplo, en el área del ajuar, donde la publicación de Almagro y Arribas (1963) realiza una detallada descripción de las piezas encontradas en Los Millares basándose en los dibujos publicados por G. y V. Leisner, nos encontramos con algunas contradicciones, por ejemplo en la sepultura VII (numeración de Almagro y Arribas) ó 7 (numeración de G. y V. Leisner) se le da el nº 43 a dos piezas distintas, en este caso gracias a las descripciones y los dibujos de G. y V. Leisner se pueden diferenciar, uno sería nº 43 (punzón de hueso en tres fragmentos) y el otro nº 42 (fragmento puñal hueso con mango).
En el escrito de G. y V. Leisner (1943) también nos encontramos contradicciones y errores de imprenta por ejemplo, en el Grupo 16 formado por Los Millares, nos encontramos con que Los Millares 25 está repetido en dos ocasiones, pero esta tumba correspondería a la “taf.18, grab.6” mientras “taf.21, grab.2 correspondería Los Millares 24.
Otras particularidades son que los Millares X y XI se encontraban contiguas sobre un mismo túmulo. Entre los restos humanos aunque en general sólo se encuentran restos adultos en la cámara, en los Millares XXI según Almagro y Arribas se encontraron huesos adultos en el nicho de la cámara y no sólo restos infantiles.
BAJO-MEDIO ANDARAX: PASILLO DE TABERNAS
El Pasillo de Tabernas se sitúa cerca del poblado de Los Millares. La zona esta geográficamente considerada como una vía natural de comunicación entre las costas del levante almeriense y las llanuras del interior. Cuenta con diversos poblados del Neolítico reciente y el calcolítico especialmente en los valles principales junto a pequeñas necrópolis y grandes necrópolis dispersas en los valles que descienden de los Filabres (más de 200 estructuras de enterramiento).
Aunque muchos sepulcros fueron excavados por L. Siret (1890-1906), y su material fue llevado en 1937 al Museo Arqueológico Nacional, la mayor parte de los datos hoy disponibles procede de las prospecciones llevadas a cabo en el marco del Proyecto Millares dirigido por F. Molina González y A. Arribas Palau.
Se han documentando en las prospecciones tumbas megalíticas simples, cámaras cuadrangulares o rectangulares sin corredor, construidas con grandes ortostatos de micasquisto o pizarra predominantemente por lo que no se trata de estructuras portantes estando excavada la cámara siempre en la roca. En general se sitúan en lugares elevados con buena visibilidad.
Un segundo grupo de sepulcros con mayor complejidad constructiva, incluyendo cámaras circulares con corredor, está asociado a los poblados calcolíticos del Pasillo y se sitúan en pequeñas elevaciones (Alcaraz Hernández et al., 1994).
J.A. Cámara Serrano y F. Molina González (2004) obtuvieron una diferenciación, a través de índices de pendientes y altura, entre las tumbas que nos ayuda a comprender la dispersión megalítica en el sureste. Refieren 3 grandes tipos, subdivididos cada uno en otras agrupaciones.
(1) Alta visibilidad y dominio sobre el entorno. Tipo Ia; tumbas alineadas en las cuerdas montañosas de las partes altas de sierras medias (Velefique, Sierra Bermeja) y bajas (Pueblo). Generalmente tumbas poligonales. Tres subtipos: Ia1 mayor distancia a la tumba más próxima, en el caso de Sierra Bermeja. Ia2- distancia a los asentamientos, baja (ej. Rambla de Velefique). Ia3- alta, Serrata del Pueblo. Tipo Ib- pendiente más bajas, dominan las tumbas rectangulares, exceptuando la circular del subtipo Ib2, la única tumba de valle (Cerro de las Yeguas, Al-TA-095).
(2) Tumbas de sierras bajas y medias. Poligonales en su mayoría. Tumbas de interconexión visual.
(3) Tumbas de menor control visual. Poligonales y circulares. Todas las tumbas rectangulares. Pese a la interconexión visual comentada en otras ocasiones, las tumbas de valle no muestra un dominio sobre el entorno particular, como se en los casos de Los Rubialillos y Los Peñones.
En definitiva Se pueden distinguir las necrópolis dispersas de alta-media montaña para marcar las rutas de desplazamientos, dispersas de media-baja montaña o de interconexión y concentradas de valle, destinadas a destacar la cohesión social y la desigualdad. Se trata de emplazamientos que marcan los desplazamientos de las cuerdas (partes altas de las cumbres), las dorsales (para remontar una sierra de lado a lado), los collados (para comunicar dos valles entre montañas), los vados (para atravesar cursos de agua) y los cruces entre diversas rutas.
Entre el primer tipo de necrópolis destaca la de Terrera-Ventura o Rubialillos situada en el centro del valle junto al poblado de Terrera Ventura y que cuenta con 5 tholoi, a escala inferior de la necrópolis de Los Millares. Fue excavada en 1950 por Cuadrado Ruiz (Topp & Arribas 1965), en 1961 por Martínez Santa Olalla (sin publicar) y en 1973-74 por Gusi Jener.
Luis Siret y su capataz Pedro Flores encontraron mucha necrópolis de gran importancia en la región del Campo de Níjar como las necrópolis prehistóricas de las Peñicas y el Tejar. G. y V. Leisner realizaron la recopilación de algunos de estos materiales y documentaron estos enterramientos calcolíticos, publicándose en su obra monumental (Leisner y Leisner 1943). El descubrimiento de la necrópolis del Barranquete a finales de los años 60 motivó una primera intervención arqueológica a cargó de M. Fernández Miranda, quién puso al descubierto su importancia excavando varias tumbas de falsa cúpula. Entre 1969-1972 Mª J. Almagro Gorbea continuó estudiando una serie de tumbas megalíticas pertenecientes a la misma necrópolis, que dieron lugar a varias publicaciones (Almagro Gorbea, 1973a, 1973b). Años más tarde esta misma investigadora realizó varios sondeos arqueológicos en el poblado prehistórico de El Tarajal (36°50’ N 1°29’E), que según la autora no pasaba los 170 m2 de superficie, situado muy cerca de esta necrópolis y destruido en aquellos años (Almagro Gorbea, 1976). No será hasta la década de los años 80 cuando comiencen los primeros proyectos de prospección arqueológica a cargo de J. Ramos en el Campo de Níjar, desde Sierra Alhamilla hasta La Serrata. El estudio comprendía desde la prehistoria hasta la época romana (Ramos 1986, 1987, 1990), completado por los del equipo de F. Carrión (Carrión et al., 1993; Haro 2004).
Los asentamientos calcolíticos están situados sobre cerros de escasa altura que dominan el paisaje atravesados por varias terrazas fluviales donde pudo desarrollarse la agricultura. Las excavaciones de El Tarajal establecieron la única secuencia estratigráfica disponible en la comarca (Almagro, 1976) que va desde el Cobre Pleno hasta un Bronce inicial. Las fechas calibradas nos indican un cal. 2895 A.C. como fecha inicial y un cal. 2294 A.C. para los últimos momentos (Nocete, 2001: 37).
El grupo inmediato de tumbas de El Barranquete (Campo de Níjar) (Almagro, 1976a, 1973b) ocupa una situación estratégica controlando el mayor paso hacia la zona suroriental del Cabo de Gata (Haro Navarro 2004). Esta necrópolis comparte una etapa muy similar a la de Millares (Cobre pleno), pero se diferencia en que es una necrópolis más reducida.
La necrópolis el Barranquete fue descubierta en 1968 por el arqueólogo suizo Charles Bonnet y estudiada por Almagro. Sus 11 tumbas son del tipo tholos, aunque hay indicios de la posible existencia de otros sepulcros (Cámara Serrano y Molina González, 2004). Las plantas pertenecen al tipo A señalado por Acosta y Cruz-Auñon (1981); circular con el diámetro ligeramente ovalado, oscilando las medidas entre los 10-15m de diámetro.
El Barranquete es una de las pocas necrópolis donde se han realizado estudios antropológicos de los individuos encontrados. En este análisis antropológico se utilizaron las técnicas de Martín, R. (1958) (Jahrbuch der Anthropologie in systematischer Darstellung, Stuttgart. Re-edit. K: Saller. G. Fischer Verlag edit.) para las medidas; la estimación de la edad se basó en el esquema de Vallois modificado por Olivier, Georges (Pratique Anthropologique. Vigot Freres, editeurs. Paris-VI-1960) y por Brocca, Paul (Instructions cranoiologiques et craniometriques Mem. de la Soc. d’ Anthrop. de Paris. T-2. 1875). Para la consolidación de algunos ejemplares se utilizó material plástico.
Las sepulturas constaban de enterramientos colectivos, practicando el rito de la inhumación, y según el análisis antropológico realizado por Miguel Botella (Almagro 1973) se encontraron 107 individuos. Tratándose de un 59.8% de adultos y un 14.2% juvenil (mayor pico de mortalidad). Siendo rara la longevidad y no estando representada la mortalidad infantil. Los esqueletos se encontraron en posición encogida o posición fetal, con excepción de 1 individuo en la sepultura 4 y otro en la sepultura 11 que se encuentran estirados (del argar). En las sepulturas 2, 3, 4, 5, 8, 9 y 11 los individuos muestran los cráneos descansando sobre un espacio especial delimitado por varias piedras en donde encajan las cabezas. Junto a cada muerto, en casi todos los casos, se encontraba por lo menos un recipiente de cerámica.
Algunos de los resultados del análisis antropológico de las tumbas son los siguientes. En El Barranquete 4 se encontraron 14 individuos en la cámara (tipo 2 Broca, terminología usada por Miguel Botella); una calvaria (cráneo) de un varón de 65 años, un fragmento de cráneo de un varón adulto, un fragmento de cráneo y una mandíbula posiblemente de un individuo masculino de alrededor de unos 30 años, 2 fragmentos de un cráneos de un adulto masculino; un fragmento de un cráneo de un individuo maduro, un fragmento de un cráneo de un niño en la 2da infancia, un fragmento de un cráneo de un adulto, un temporal de un individuo infantil (II), un fragmento de un cráneo de un adulto mayor de 30 años, un fragmento de un cráneo y una mandíbula de un individuo maduro.
ANÁLISIS DE LA NECRÓPOLIS DEL BARRANQUETE
Luego de numerosas revisiones bibliográficas y un arduo trabajo de investigación hemos logrado obtener las fichas, recogidas en el Volumen II de nuestro Proyecto de Investigación, objetivo principal de este trabajo de investigación, del que ofrecemos aquí un modelo aplicado a la necrópolis citada en último lugar (fig. 1). Paara lograr una mejor visión de la información contenida se colocan abreviaturas en vez de palabras enteras en algunos de sus apartados.
Queremos destacar que existen espacios en blanco en las diferentes fichas de las Tablas, los cuales están para ser posteriormente rellenados con nuevos hallazgos que ulteriores estudios e investigaciones puedan aportar en un futuro.
En relación con la necrópolis del Barranquete realizamos un polígono señalando no sólo sus sepulturas, utilizando de base el mapa de la publicación de Almagro Gorbea (1973), sino también el área de posible dispersión, y luego utilizando el “Programa Mulhacén” obtuvimos las coordenadas UTM de cada tumba dentro del mapa topográfico de Andalucía a escala 1:10000 (fig. 2 y 3).
En nuestro análisis solo realizamos una breve aproximación a la enorme gama de posibilidades que tienen las estadísticas para mostrarnos tendencias, como hizo Carmen de la Peña y Montes de Oca (1986) en su publicación. Debido a los pocos detalles sobre el ajuar que tenemos del Barranquete, no obtuvimos extraordinario resultados al menos de momento. Por supuesto es sabido que cuanto mayores detalles mejores y más fiables serán los resultados. Por consiguiente pensamos que sería de utilidad realizar posteriormente un análisis como el realizado por B. Blance (1971) en su publicación donde se muestra las asociaciones de cada material.
Primeramente realizamos una gráfica donde se muestra la frecuencia de asociación entre los ajuares, encontrando que existe mayor frecuencia de objetos de hueso trabajado (tabla 1, fig. 4).
VALORACIÓN Y PERSPECTIVAS
En base a todas las lecturas que pudimos realizar y sus análisis, pensamos que sería de un gran aporte la revisión del material hallado (en las distintas necrópolis excavadas), no sólo para conocer su estado actual sino también para observar si existía más material del publicado. Por esta razón se realizaron las visitas a distintos museos, corroborando su estado actual y observando si se encontraban en exhibición.
Nuestra visita al Museo Arqueológico Nacional en Madrid nos permitió conocer de primera mano la condición de conservación de algunas piezas y la cantidad de material que se encuentra en exhibición procedente de las necrópolis megalíticas de Almería. Muchas de las piezas son de las excavaciones de Siret y su capataz, Pedro Flores.
En adición, realizamos una visita al nuevo Museo de Almería, que está recién renovado. En exhibición se encuentran las piezas encontradas en las excavaciones realizadas por Almagro y Arribas (1953-1957) y también parte del material de las más recientes excavaciones en Los Millares. También se encuentran materiales arqueológicos de otras importantes necrópolis y poblados anejos del Sudeste como piezas de cerámica de Almizaraque, Los Millares y Terrera Ventura, cuencos con decoración de estilo campaniforme en Los Millares y el Chuche, ídolos cruciformes de Loma de Atalaya 12 y Loma de Almanzora 15, un ídolo con atributos femeninos de cerámica de Terrera Ventura y ajuar de cobre de Los Millares y del Barranquete; entre otras piezas.
El poner en valor un patrimonio cultural como lo es una necrópolis megalítica no sólo permite su recuperación y conservación sino que fija a la población, en la que está inmerso, creándole riqueza y empleo. Este intento de puesta en valor en el Sudeste lo podemos ver en el parque temático integral sobre el megalitismo en Gorafe (Castellano Gámez, M. et al., 1999) y en Los Millares.
Para finalizar es nuestro deseo que se continúen las investigaciones, por tal razón esperamos que lo expuesto en este trabajo de investigación sea de utilidad no solo para realizar análisis y nuevas investigaciones sino también para despertar el interés de la investigación en general.
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