lunes, 7 de junio de 2021

Castillo de Overa o Santa Barbara

El Castillo de Overa Santa Barbara es una de las piezas arqueológicas medievales más interesantes de la provincia, compuesto por población, Castillo, Alcázar y Torre, situada en la Pedania de Santa Bárbara, junto a la población, sobre una colina a la izquierda del Río Almanzora. El castillo árabe de Santa Bárbara se construyó en el siglo XIII, y fue más importante que el de Huércal. Su importancia radica en que, por su magnífica posición geográfica, es capaz de comunicarse opticamente con los antiguos castillos de Cantoria, Purchena, Huércal-Overa, Serón y Zurgena, por eso su función era la de guardia y protección contra el avance cristiano. La población que se creó en Santa Barbara como ampliación de la fortaleza fue muy próspera en tiempos de los árabes gracias a que tenían a su disposición las aguas del Río Almanzora. Lo que actualmente queda del castillo son los restos de una alta torre cuadrada alta y las ruinas que se extienden desde la torre principal hasta cien metros hacia el oeste. Entre escombros se encuentran las señales de muros muy gruesos, suelos empedrados, viviendas y aljibes enterradas. Es de propiedad privada.












Bibliografía: Motos Guirao, E., Fortificaciones del Reino nazarí en el sector oriental de su frontera : la zona de los Vélez. III Congreso de Arqueología Medieval. 1998.
Sánchez Sedano, Pilar, "Arquitectura musulmana en la provincia de Almería", Instituto de Estudios Almerienses, 1988,.
Jiménez Esteban, E., Aljibes hispano-musulmanes de Almería. Revista Castillos de España, nº 98 (1989).

Fotos: Joaquín Berenguel

Cortijo la Almazarilla

 El Cortijo La Almazarilla es uno de los más representativos del esplendor agrícola decimonónico del municipio de Huércal. Ubicado en zona histórica de regadío, fue levantado en el último tercio del siglo XIX, habiendo vivido las épocas del esplendor uvero y de la naranja. Cortijo señorial de estilo ecléctico, de apreciables dimensiones, de dos alturas, con planta en “L”, y con cubierta plana. Junto al mismo se levanta una segunda construcción, de una planta, dedicada a almacenes. El edificio principal presenta 4 planos de fachada enmarcados por pilastras decorativas en las esquinas, un zócalo de cantería y una faja superior que da paso a la cornisa. Llaman la atención las semicolumnas toscanas de las esquinas de la planta baja del plano de fachada avanzado. El conjunto consta de dos cuerpos separados por una gruesa moldura, en los que se abren diversos balcones, tanto en la planta superior como en la inferior, encontrándose todos los vanos, recercados por molduras y coronados por arcos segmentados. De las fachadas al sur, la principal se encuentra retranqueada presentando puerta central noble de mayor tamaño. Todos los huecos de esta fachada presentan guardapolvos sobre los arcos y clave resaltada. Los dos balcones de la planta baja, que flanquean la puerta, se encuentran enrejados por reja rehundida en un solo plano, mientras que los correspondientes a la primera planta presentan rejas resaltadas en la parte superior. La fachada avanzada presenta una puerta igualmente flanqueada por dos balcones. Estos 3 vanos carecen, curiosamente, de clave resaltada ni guardapolvos dando una menor categoría a las estancias. Sin embargo, en la primera planta de esta fachada se localiza el balcón noble, con repisa soportada por modillones, barandilla con chaflanes, y decorado como se ha expuesto para la primera fachada. El plano de fachada perpendicular de transición presenta otro balcón más pequeño y de menor enjundia. Finalmente, la fachada de levante presenta dos vanos nobles unidos por un largo balcón corrido soportado por modillones de cantería, protegido por barandilla. En esta fachada se localizan, igualmente, tres ventanas de servicio. Una terraza ocupa toda la cubierta, estando protegida por barandillas ancladas a plintos, y donde destaca el subidero cilíndrico. El cortijo se encontraba en pleno espacio agrícola con un huerto-jardín frontal y antiguos naranjales, ya abandonados, siendo bañado por el noroeste por la acequia madre con sus cañaverales en recesión. Se encuentra protegido del camino por un alto muro de piedra con una cancela de dos hojas, ancladas a los restos de una portada de cantería que ha perdido gran parte de sus bloques. A unos 50 metros al sur aparecen ya las urbanizaciones del reciente crecimiento de la población.






Texto: Ayuntamiento de Huercal de Almeria

Fotos de: Joaquín Berenguel y Ayuntamiento de Huercal de Almeria

Cortijo de Villa Rosa

Villa Rosa fue uno de los más potentes cortijos uveros del Bajo Andarax. Junto con su cortijo de carácter historicista llaman la atención el enorme acueducto y su balsa de riego.

Construcción de planta rectangular de una altura con cubierta plana, levantada sobre un pequeño cerro que fue allanado en la parte superior. Se encuentra parcialmente rodeada por una gran terraza que se encuentra sustentada por muro de mampostería. El acceso principal corta el muro mediante una escalinata, existiendo una segunda en el lateral sur. Las fachadas, de sencilla factura, se encuentran enmarcadas por zócalo bajo, pilastras en esquinas y faja superior con cornisa simple. La principal presenta puerta central con una ventana a cada lado recercadas en ladrillo, con arco segmentado algo apuntado. Por su parte, la fachada lateral norte se abre mediante cuatro vanos, de los cuales los más orientales son puertas y los situados al oeste son ventanas de distintos tamaños. Todos ellos presentan arco de medio punto, encontrándose recercados en ladrillo. Finalmente, la fachada sur que presenta un módulo avanzado, careciendo de ornato en los adintelados vanos. Una segunda construcción dedicada a servicios se levanta en la parte trasera del cortijo, junto con una torre paisajística almenada. En la parte norte se encuentra una enorme balsa de riego servida por un potente acueducto, de los cuales se hace ficha específica como Acueducto y Balsa de Villa Rosa. Al frente, en el margen de la carretera, se conserva la cancela de la cerca exterior, formada por dos pilares con remate, que reciben a las dos hojas de barrotes metálicos. En el dintel aparece en recorte el nombre del cortijo: “Villa Rosa”, entre agradable decoración floral. El espacio agrícola abandonado domina el entorno sur y este, mientras que los antiguos jardines ocupaban el frente del cortijo hasta la cerca de la carretera. Un interesante pinar ocupa la margen izquierda de la rambla de las Calabazas, en la finca. La gran capacidad del sistema de riego de este cortijo demuestran las grandes inversiones que tuvieron que hacer los terratenientes de la comarca a finales del siglo XIX, para poder responder a las expectativas generadas por el crecimiento de la exportación de uva de mesa, en un medio con recursos hídricos muy limitados.













Fuente: Ayuntamiento Huercal de Almeria

Fotos: Joaquín Berenguel

La Venta

 A esta venta se le llamaba La Venta Santiago y fue propiedad, primero de  Santiago Martinez y posteriormente de Plácido, un hombre de Alhama que vivía en Alhabia. Responde a un modelo surgido a finales del siglo XIX a consecuencia del auge del cultivo de la uva de embarque, con dependencias para los barriles de madera preparados para la exportación.







Lavadero de los Peñoncillos

 El Lavadero de los Peñoncillos se encuentra situado a 1 km de la plaza de Huércal, por lo que las mujeres tenían que hacer un largo recorrido a pie, con la carga de ropa, cruzando las vías, para llegar al mismo. Sin embargo, en esa época, más allá de su función higiénica, los lavaderos constituían los lugares de comunicación femenina por excelencia, lo que aportaba una cierta compensación al duro trabajo del lavado. Construido en 1942, tal y como rezaba una placa ya perdida, se presentó como un gran avance en la prestación de servicios municipales por el Ayuntamiento. Sin embargo, la llegada del agua a las casas y las lavadoras lo fueron marginando poco a poco hasta su abandono. Deteriorado por el paso del tiempo y los usos inadecuados el Ayuntamiento de Huércal tiene prevista su pronta restauración. En el interior destacan las estructuras que, a modo de pórticos, sustentan la cubierta, así como la acequia que cruza el conjunto, sirviendo de balsa de lavado. Edificio de planta rectangular estructurado en lo que podría asimilarse a tres naves longitudinales. Estas se encuentran divididas transversalmente por 4 pórticos sobre los que descansan las viguetas de hierro que soportan la cubierta de fibrocemento. Estos pórticos, sustentados por pilastras en los laterales y 2 pilares en el centro, están formados por tres vanos arcuados atirantados por una viga en la luz, correspondiendo el central a un medio punto y los laterales a arcos muy rebajados. La boquera, que actúa como canal de lavado, ocupa la nave central atravesándola por su eje de simetría, cruzando los vanos centrales de los pórticos. Los muretes laterales del canal, que presentan sucesivas escotaduras en pendiente y de base ondulada, sirven como superficies de lavado. Por su parte, las naves laterales constituyen los andenes donde las mujeres se colocaban de pie para realizar la esencial labor doméstica del lavado. El testero de levante presenta dos puertas con un óculo elíptico entre ambas, así como el alojamiento de una antigua cartela, mientras que el lateral sur se abre mediante ventanas rectangulares. Ambos testeros se encuentran calados en su parte inferior por vanos con arco de medio punto para el paso del agua. El lavadero se sitúa bajo la acequia de la Fuente que lo nutre, la cual se cruza mediante un puentecillo arcuado de solería empedrada, y al lado de un antiguo molino. Esta acequia establece el límite aparente entre la vega del río y el secano, lo que quedó superado en su momento por la construcción del Canal de San Indalecio. Actualmente todos estos campos se han convertido en secanos de hecho, salvo algunos pequeños cortijos situados al sur, donde sus propietarios a duras penas consiguen mantener su admirable paisaje. 





Fotos Restaurado








Biografia:- Ayuntamiento de Huercal de Almeria.

Fotos de : Joaquín Berenguel y del Ayuntamiento Huercal de Almeria

Acueductos de El Cancón

Los acueductos de El Cancón conforman una curiosa pareja de puentes levantados sobre el barranco, de tres arcos de medio punto pareados, que combinan distintos aparejos como son la mampostería, el ladrillo y la cantería en una sola obra, fruto de las vicisitudes que atravesó el Canal de San Indalecio, del que forman parte. Conjunto de dos acueductos paralelos y solidarios entre sí, levantados en mampostería, con tres vanos de arco de medio punto cada uno. El situado a poniente, que sobresale en altura al gemelo, presenta dovelas y base de canal en piedra de cantería. En la actualidad da servicio tan solo en su parte sur, estando abierto por una compuerta en el centro que actúa como aliviadero al barranco. El situado a levante, de mayor desarrollo vertical por presentar el arranque de las pilas en un escalón inferior, presenta rosca de ladrillo en el vano central y dovelas de cantería en los laterales. Espacio de transición entre el ámbito agrario y la zona industrial de la carretera nacional, en este caso ocupado por una fábrica de productos químicos. El acueducto oeste, de mayores dimensiones, forma parte del Canal de San Indalecio, una importante obra de ingeniería realizada a partir de 1875, para poner en regadío grandes terrenos “innovados” de la margen derecha del río Andarax, dentro del proceso de crecimiento de la exportación de uva de embarque en la provincia de Almería. El acueducto oeste, de mayores dimensiones, forma parte del Canal de San Indalecio, una importante obra de ingeniería realizada a partir de 1875, para poner en regadío grandes terrenos “innovados” de la margen derecha del río Andarax, dentro del proceso de crecimiento de la exportación de uva de embarque en la provincia de Almería. El acueducto del lado este es de construcción más reciente, formando parte del Canal de Santa Joaquina, el cual, partiendo del partidor del Boliche de Benahadux discurre paralelo al Cauce de San Indalecio para, tras regar la finca de José Palenzuela terminar en la balsa de Briseis, situada unas decenas de metros al sur.

Una alteración del perfil del canal obligó a la construcción de un nuevo acueducto ligeramente más alto que el anterior, dando lugar a la actual pareja solidaria.








Fuente.- Ayuntamiento Huercal Almeria

Fotos de: Joaquín Berenguel

domingo, 11 de abril de 2021

García de Villarroel

 García de Villarroel.  (Guadix, 1530 - Almería, 1585). Militar.

      Pertenecía a una rama de la casa de los Benavides, al igual que los condes de Santisteban y marqueses de Jabalquinto. Sus padres, vecinos de Guadix, fueron Martín de Benavides, tercer señor de Albuñán, y Elvira de Villarroel y Quiñones, hija del Adelantado de Cazorla, García de Villarroel, de quien recibió el nombre y apellido.

      En 1563 llegó a Almería como gobernador militar de la ciudad y su partido, y capitán de las dos compañías asentadas en la ciudad, una de infantería (90 soldados) y otra de caballería (40 lanzas o escuderos), con salario de 125.000 maravedíes al año. Sucedía en el cargo a su suegro y tío, Juan de Villarroel, descendiente del Adelantado de Cazorla y veedor general de la Armada, quien le había cedido las compañías como parte de la dote (10.000 ducados) de su hija Beatriz de Villarroel, fallecida tempranamente a finales de 1564, y que estaban valoradas en 8.000 ducados. El matrimonio tuvo un hijo llamado Juan de Benavides Villarroel, que casó con Juana de Benavides Bazán, hija de Juan de Benavides, señor de Jabalquinto.

      García de Villarroel tuvo una destacada actuación militar, sirviendo en la desastrosa batalla de Mostagán (1558), donde fue cautivado y rescatado por 1.000 ducados y, especialmente, en la dirección militar de la ciudad de Almería y su partido, siendo protagonista de primer orden en la Guerra contra los moriscos. Como máximo responsable militar de Almería, su misión básica fue la defensa de la ciudad, a la que sorprendió la sublevación morisca muy desguarnecida. Además, la ciudad era uno de los objetivos principales de los moriscos sublevados, pues podía convertirse en cabeza de puente entre el Reino de Granada y el mundo turco-berberisco del norte de África.

      Su actuación bélica propiamente dicha se produjo durante el año de 1569. La primera acción se inició muy pronto: en la madrugada del 2-I-1569 destruyó un grupo de moriscos asentados en el cerro de El Chuche (Benahadux), donde pereció el propio cabecilla morisco Brahem el Cacis. Pocos días después (19-I), tuvo lugar la batalla de Felix, dirigida por el marqués de los Vélez, Luis Fajardo, con su ejército de milicias murcianas; la acción de Villarroel no pasó de ser una desafortunada anécdota, pues quiso adelantarse al propio Marqués, pensando que “podría robarles (a los moriscos) antes que el marqués llegase”, según relata el cronista Mármol Carvajal, pero se encontró una fuerte resistencia y tuvo que buscar refugio en el campo del Marqués, retirándose a Almería. Durante los días 1 y 2 de febrero, y bajo la dirección de Francisco de Córdoba, que había llegado a Almería para dirigir su defensa, intervino en el asalto a Inox (al oeste de Níjar), lugar donde se había refugiado un gran número de moriscos que pretendían embarcarse hacia el norte de África. Mármol Carvajal titula expresivamente este asalto como el “negocio de Inox”, pues el botín de Guerra ascendió, según él, a 500.000 ducados, cifra no lejana a la realidad, porque se capturaron 2.450 esclavos (básicamente mujeres y niños) y una enorme cantidad de bienes (joyas, ganado, seda,...). La última operación militar de cierta importancia que protagonizó Villarroel, junto con su hermano mayor Cristóbal de Benavides, que había acudido a Almería al mando de una compañía de 300 soldados de Baza, fue la cabalgada de Huécija, llevada a cabo el 25-VII-1569, festividad de Santiago Apóstol, donde se esclavizaron 54 mujeres y muchachos.

     En 1570, cuando la Guerra estaba terminando, sus operaciones se redujeron a algunas cabalgadas menores: dos a Cabo a Gata, una a Dalías y otra a la taha de Marchena. Tras la Guerra, intervino militarmente en la reducción de los moriscos, repartió, junto con el auditor Navas de Puebla, a niños moriscos con carta de soldada a personas de Almería, y se encargó de todo lo referido al embarque de los moriscos por el puerto almeriense con destino a Sevilla (1-XI-1570). Como capitán, Villarroel fue uno de los mayores beneficiados en la adquisición de esclavos moriscos de guerra, empleándolos en trueque con comerciantes para su propio aprovisionamiento y el de sus tropas: en una sola operación saldó las deudas contraídas con el mercader Pedro de Moguer con la entrega de una partida de 24 esclavos por valor de 324.852 maravedíes.

      Cronistas y documentos retratan a García con una personalidad férrea, de mano dura, aplicando la tortura, partidario de la rápida acción armada, conflictivo (se enfrentó con el cabildo municipal y con Francisco de Córdoba), intolerante y antimorisco. Un “halcón”, en palabras de Nicolás Cabrillana. Su táctica militar fue esencialmente la rápida cabalgada en busca de botín y de destrucción total del enemigo, empresa en la que colaboró todo tipo de población civil, artesanos, regidores o clérigos. Pero fue efectivo en la salvaguardia de la ciudad y, sobre todo, de sus hombres. Él mismo confesaba que durante la Guerra había confiscado, para servicio de sus tropas más de 15.000 ducados, tanto a moriscos como a cristianos viejos e instituciones. Tras 22 años al mando de la defensa de Almería, fallecido por gota (26-IV- 1585), siendo sustituido (1-XI-1586) por el capitán Íñigo de Guevara y de la Torre.

Aunque nació en Guadix este hombre jugo un papel importante sobre todo en la Rebelión de los Moriscos en nuestra provincia. Merece ser recordado por sus batallas en la que intervino como la, Batalla de Felix, Asalto a Inox, Cabalgadas de Huécija, Cabo de Gata, Dalías y taha de Marchena entre otras.


Fuente : Dipalme.Org

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