García de Villarroel. (Guadix, 1530 - Almería, 1585). Militar.
Pertenecía a una rama de la casa de los Benavides, al igual que los condes de Santisteban y marqueses de Jabalquinto. Sus padres, vecinos de Guadix, fueron Martín de Benavides, tercer señor de Albuñán, y Elvira de Villarroel y Quiñones, hija del Adelantado de Cazorla, García de Villarroel, de quien recibió el nombre y apellido.
En 1563 llegó a Almería como gobernador militar de la ciudad y su partido, y capitán de las dos compañías asentadas en la ciudad, una de infantería (90 soldados) y otra de caballería (40 lanzas o escuderos), con salario de 125.000 maravedíes al año. Sucedía en el cargo a su suegro y tío, Juan de Villarroel, descendiente del Adelantado de Cazorla y veedor general de la Armada, quien le había cedido las compañías como parte de la dote (10.000 ducados) de su hija Beatriz de Villarroel, fallecida tempranamente a finales de 1564, y que estaban valoradas en 8.000 ducados. El matrimonio tuvo un hijo llamado Juan de Benavides Villarroel, que casó con Juana de Benavides Bazán, hija de Juan de Benavides, señor de Jabalquinto.
García de Villarroel tuvo una destacada actuación militar, sirviendo en la desastrosa batalla de Mostagán (1558), donde fue cautivado y rescatado por 1.000 ducados y, especialmente, en la dirección militar de la ciudad de Almería y su partido, siendo protagonista de primer orden en la Guerra contra los moriscos. Como máximo responsable militar de Almería, su misión básica fue la defensa de la ciudad, a la que sorprendió la sublevación morisca muy desguarnecida. Además, la ciudad era uno de los objetivos principales de los moriscos sublevados, pues podía convertirse en cabeza de puente entre el Reino de Granada y el mundo turco-berberisco del norte de África.
Su actuación bélica propiamente dicha se produjo durante el año de 1569. La primera acción se inició muy pronto: en la madrugada del 2-I-1569 destruyó un grupo de moriscos asentados en el cerro de El Chuche (Benahadux), donde pereció el propio cabecilla morisco Brahem el Cacis. Pocos días después (19-I), tuvo lugar la batalla de Felix, dirigida por el marqués de los Vélez, Luis Fajardo, con su ejército de milicias murcianas; la acción de Villarroel no pasó de ser una desafortunada anécdota, pues quiso adelantarse al propio Marqués, pensando que “podría robarles (a los moriscos) antes que el marqués llegase”, según relata el cronista Mármol Carvajal, pero se encontró una fuerte resistencia y tuvo que buscar refugio en el campo del Marqués, retirándose a Almería. Durante los días 1 y 2 de febrero, y bajo la dirección de Francisco de Córdoba, que había llegado a Almería para dirigir su defensa, intervino en el asalto a Inox (al oeste de Níjar), lugar donde se había refugiado un gran número de moriscos que pretendían embarcarse hacia el norte de África. Mármol Carvajal titula expresivamente este asalto como el “negocio de Inox”, pues el botín de Guerra ascendió, según él, a 500.000 ducados, cifra no lejana a la realidad, porque se capturaron 2.450 esclavos (básicamente mujeres y niños) y una enorme cantidad de bienes (joyas, ganado, seda,...). La última operación militar de cierta importancia que protagonizó Villarroel, junto con su hermano mayor Cristóbal de Benavides, que había acudido a Almería al mando de una compañía de 300 soldados de Baza, fue la cabalgada de Huécija, llevada a cabo el 25-VII-1569, festividad de Santiago Apóstol, donde se esclavizaron 54 mujeres y muchachos.
En 1570, cuando la Guerra estaba terminando, sus operaciones se redujeron a algunas cabalgadas menores: dos a Cabo a Gata, una a Dalías y otra a la taha de Marchena. Tras la Guerra, intervino militarmente en la reducción de los moriscos, repartió, junto con el auditor Navas de Puebla, a niños moriscos con carta de soldada a personas de Almería, y se encargó de todo lo referido al embarque de los moriscos por el puerto almeriense con destino a Sevilla (1-XI-1570). Como capitán, Villarroel fue uno de los mayores beneficiados en la adquisición de esclavos moriscos de guerra, empleándolos en trueque con comerciantes para su propio aprovisionamiento y el de sus tropas: en una sola operación saldó las deudas contraídas con el mercader Pedro de Moguer con la entrega de una partida de 24 esclavos por valor de 324.852 maravedíes.
Cronistas y documentos retratan a García con una personalidad férrea, de mano dura, aplicando la tortura, partidario de la rápida acción armada, conflictivo (se enfrentó con el cabildo municipal y con Francisco de Córdoba), intolerante y antimorisco. Un “halcón”, en palabras de Nicolás Cabrillana. Su táctica militar fue esencialmente la rápida cabalgada en busca de botín y de destrucción total del enemigo, empresa en la que colaboró todo tipo de población civil, artesanos, regidores o clérigos. Pero fue efectivo en la salvaguardia de la ciudad y, sobre todo, de sus hombres. Él mismo confesaba que durante la Guerra había confiscado, para servicio de sus tropas más de 15.000 ducados, tanto a moriscos como a cristianos viejos e instituciones. Tras 22 años al mando de la defensa de Almería, fallecido por gota (26-IV- 1585), siendo sustituido (1-XI-1586) por el capitán Íñigo de Guevara y de la Torre.
Aunque nació en Guadix este hombre jugo un papel importante sobre todo en la Rebelión de los Moriscos en nuestra provincia. Merece ser recordado por sus batallas en la que intervino como la, Batalla de Felix, Asalto a Inox, Cabalgadas de Huécija, Cabo de Gata, Dalías y taha de Marchena entre otras.
Fuente : Dipalme.Org