jueves, 27 de junio de 2019

La Dama del Ruiní

El símbolo de Gádor es la Dama del Ruiní, un ídolo neolítico encontrado en una tumba del año 2700 antes de Cristo, que tiene una antigüedad aproximada de unos 4700 años.


Aunque no hay mucha  información  sobre este ídolo , decir que la historia de Gádor es tan antigua como la del ser humano .En ella encontramos una de las necrópolis megalíticas más importantes de Europa sobre todo por su extensión y por la cantidad de tumbas que la conforman .Fue en una de estas tumbas donde se encontró dicho ídolo y del que hoy es el símbolo de Gádor.
Este ídolo lo podremos encontrar en diferentes puntos del pueblo donde tus fotografías serán realzadas con este maravilloso ídolo.




Esculturas del Buen Pastor de Gádor

La historia del Buen Pastor de Gádor comienza con su hallazgo en 1899 en un paraje  conocido como Pago de Quiciliana. Un hallazgo casual sucedido durante la plantación de naranjos en un cortijo particular, cuando el propietario se topó con la escultura del Buen Pastor y alguna que otra sorpresa más. Y es que, el Buen Pastor no apareció solo. En el momento de su descubrimiento, se encontraron  además, otro pequeño Buen Pastor y un conjunto de monedas y pavimentos de mosaico. Todos estos objetos fueron datados entorno el siglo IV d.C.

Escultura del Buen Pastor.
De las monedas y el mosaico nada se ha vuelto a saber, en la actualidad continúa sin conocerse su paradero. En cambio, el otro Buen Pastor de menor tamaño si ha podido ser conservado hasta nuestros días, gracias en gran medida a la actuación por parte del Museo de Almería. Sin embargo, del pequeño Buen Pastor únicamente se conserva la cabeza y el carnero.

Dos pastores encontrados en Gádor. 
En 1949, una vez ambos pastores son entregados al Museo de Almería para su correcta salvaguardia y conservación, el Museo es consciente del valor incalculable que representan ambas esculturas por lo que inmediatamente pasan a formar parte de su exposición permanente. Además, en este mismo año el Museo publicará el que será su primer catálogo, ocasión para la cual decide colocar en portada la imagen del recién llegado Buen Pastor de Gádor.



Escultura del Buen Pastor en el antiguo mercado de Gádor.


miércoles, 19 de junio de 2019

Castillo de Santa Ana

Las condiciones del litoral de Roquetas hacen posible imaginar, que junto a su embarcadero más resguardado, llegará a construirse algún dispositivo defensivo en la antigüedad, pero hasta ahora, no ha aparecido noticia alguna que proporcione indicio sobre el mismo, en el caso de haber existido.

No obstante, es evidente, que el litoral de Roquetas debió de contar con un embarcadero cuya defensa dio lugar a la construcción del que acabó convirtiéndose en el castillo de S. Ana, que está plenamente justificado para la protección del citado refugio marítimo que siempre ha existido en sus inmediaciones, por lo que es de suponer que el edificio del cual solo quedo enhiesta la batería y sobre cual se realizado la reconstrucción, reflejándole tal cual era, comencemos a realizar un paseo por su apasionante historia, aliñada con ataques de piratas, de moriscos, los azotes de los terremotos y por supuesto el paso de los años que le hizo caer en el olvido, hasta la fecha de su reconstrucción que finalizo el año 2003. 


Vista del anfiteatro y el Castillo de Santa Ana al fondo.

Como antecedente a esta Fortaleza, y su emplazamiento defensivo, tiene como origen la torre construida por el monarca nazari Yufuf I a comienzos del s. XIV. 

El Castillo de Santa Ana es una fortificación del siglo XVII, que durante años sirvió de refugio a los escasos habitantes del municipio de Roquetas de Mar en aquella época. Estas personas residían principalmente en la zona del puerto, por lo que esta construcción era el único lugar en el que podían refugiarse cuando atacaban los piratas y corsarios.

SIGLO XVI

Pero sería a comienzos del siglo XVI, cuando a iniciativa de la ciudad de Almería, se construyera una torre que custodiara la producción y embarque de sal de las salinas; dicha torre sufrió diversos avatares, no obstante el valor estratégico de su emplazamiento como embarcadero en la bahía de Almería acabó por decidir a la corona a dotar dicho lugar de un castillo, de planta cuadrada, con torreones circulares desiguales en sus extremo, salvo el que sería ocupado posteriormente por un baluarte, cuyo perfil a finales del siglo XVI desconocemos.

A lo largo del s. XVII la fortaleza de Roquetas sucumbió, no solo por la violencia de los terremotos acaecidos en esta centuria, y los constantes ataques de la flota de navíos turcos, sino que la verdadera consecuencia de su destrucción fue, la situación económica de la corona que carecía de capacidad para emplear recursos en su reconstrucción, permaneciendo destruidas todas las fortificaciones, en algunos casos, hasta mediados del siglo XVIII. 

Por ello la corona se vio obligada a recurrir a compromisos privados para reparar los daños acaecidos en la fortaleza, de ello da fe el ofrecimiento del capitán de caballos Luis de Castro Inestrosa ofreciéndose a servirla durante cuatro años sin sueldo, y a reparar previo proyecto técnico, la reedificación de la muralla del recinto, las torres, las viviendas y demás instalaciones necesarias, construyendo junto a la fábrica existente un baluarte de nueva planta para empezar la artillería, única parte que ahora queda enhiesta de la fortaleza.


Torreón

Entre los compromisos que asumía el citado Luis Castro figuraban el hacer frente a los reparos que fueran necesarios para el mantenimiento de dicha fortaleza, excepto los desperfectos que fueran ocasionados por invasión o terremoto: también se comprometía a reedificar cinco torres de la marina: Rambla Honda, Cerrillos, Entinas, Guardia Vieja y Alhamilla. El compromiso se completaba con el pago de 1.000 ducados en dos partidas iguales a abonar en dos años a partir de la fecha del despacho del titulo.

En cualquier caso, tras los reparos de Luis de Castro Inestrosa el castillo de Roquetas quedaría como un edificio cuadrado, con tres cubos o torreones en los ángulos y una batería en el restante que miraba al mar con cuatro cañones pequeños de diversos calibres. Al interior se accedía a través de un portón que carecía de defensas especiales, presentando a la izquierda de la puerta el cuerpo de guardia y la cárcel y a la derecha el pozo y la capilla; apoyando en sus murallas de levante y meridional los cuarteles y estancias de la tropa, además de la estancia del alcaide en dos plantas, teniendo la superior acceso a través de corredores situados sobre pilares, a los que se accedía desde el patio por escaleras; en el mismo aparecía un horno para amasar el pan y sendas habitaciones de piedra y barro en las que se refugiaban los cortijeros de las inmediaciones para pasar la noche al abrigo de los cautiverios.

Toda la muralla formaba una banqueta con parapetos atronados para la fusilería, al llegar a la esquina donde se situaba el Macho, la más potente de las torres de la fortaleza, cruzaba sobre la capilla y permitía el acceso al mismo a través de un puente levadizo.


Murallas.

El nuevo alcaide a cambio de la merced que recibió habría de rendir la correspondiente pleitesía al capitán general de la costa del reino de Granada, tomando posesión del castillo con todos sus elementos, según figuraría por inventario, usaría de capacidad para nombrar teniente, quedando a sus órdenes la gente de guerra y oficiales que se alojaran o formaran la guarnición de dicha fortaleza, incluida la jurisdicción civil y criminal de los mismos. A cambio de cumplimentar dichas condiciones el monarca Carlos II, por despacho emitido en Madrid el 12-9-1686 ordenaba entregar a Andrés Antonio de Castro el citado castillo, incluyendo las armas, pertrechos, artillería y demás cosas que tuviera, reconociéndole el título de alcaide perpetuo de dicha fortaleza, con potestad para nombrar su teniente y con autoridad para juzgar causas civiles y criminales.

En definitiva, la aportación de esta centuria (S.XVII) sería la construcción del baluarte artillero que se construiría en uno de los vértices de la fachada que mira al mar, única parte de la fortaleza que aún subsiste.


Además del indudable interés histórico y etnográfico del Castillo de Santa Ana, este espacio ofrece además numerosas salas de exposiciones para muestras de pinturas y fotografía.

SIGLO XVIII

El siglo XVIII comenzó con el cambio de dinastía y una guerra civil en el marco de un nuevo enfrentamiento continental que duraría tres lustros, durante los cuales el litoral peninsular vio poner a prueba, una vez más su dispositivo defensivo, ahora frente a la potencia incontestable en aquellas fechas de la flota coaligada angloholandesa.

Mientras en nuestro castillo, acaeció el fallecimiento del alcaide Andrés Antonio de Castro, su hijo y heredero el coronel Juan Diego de Castro, capitán del regimiento o de las Guardias Españolas, solicitaría a la corona se le librara título de propiedad sobre la alcaidía disfrutando hasta entonces, obteniendo dicha merced el 3-12-1708 de Felipe V, primer monarca de la dinastía Borbón, recientemente implantada en España. Los nuevos proyectos defensivos del siglo XVIII tuvieron muy en cuenta la importancia de la artillería para la salvaguarda del litoral peninsular siendo reforzada la fortaleza con un cañón más, 4 cureñas de diversos calibres y complementos y municiones diversas para ponerla en estado de regular defensa.

El siglo XVIII fue por tanto el de la gran restauración del castillo de Roquetas con obras importantes realizadas en torno a 1710, en el marco de la Guerra de Sucesión, aunque desconocemos con precisión su naturaleza; también están las realizadas entre 1753 y 1756, en que se ejecutaron las propuestas por Jerónimo Amicis, matizadas por Agustín Ibáñez; asimismo las de 1777 a partir del proyecto general de obras de José Brame, redactado el 18-12-1767; otras obras serían realizadas hacia 1784 con el fin de reparar la desgraciada explosión del polvorín de la fortaleza a causa de un rayo caído en una tormenta ocurrida el 18-8-1783, motivo probable por el que la alcaidía de dicha fortaleza, retornó a la corona a cambio de un título nobiliario antes de la conclusión de la centuria.


SIGLO XIX

En este siglo la fortaleza quedó arruinada a causa del terremoto de 1804, sin que volviera a ser restaurada desde dicha fecha, aunque en sus inmediaciones se habilitaran baterías provisionales en aquellas épocas en que las circunstancias lo hicieron necesario.

De lo que se deduce que si bien el terremoto llegó a arruinar los edificios existentes en el interior de la fortaleza, los muros torreones y baluarte no quedaron apenas dañados y sería el abandono el causante de buena parte de los daños que acaecieron en los torreones y las garitas. Es probablemente que la dificultad para restaurar de forma inmediata el castillo de Santa Ana diera lugar a formar una batería provisional que dotara de defensa artillada de dicho tramo del litoral. En definitiva la fortaleza quedó arruinada a comienzos del s. XIX a causa del terremoto de 1804, sin que volviera a ser restaurada desde dicha fecha.

Un terremoto destruyó el edificio en su mayoría y sólo dejó en pie una de sus torres, fue recuperado gracias a un riguroso proyecto .

SIGLO XX

A comienzos del siglo XX los restos del castillo de Santa Ana no formaron parte del plan general de defensa. Y en lo referente al plano municipal poco era aprecio que por aquellas fechas sentían los mandatarios municipales hacia los restos de la fortaleza existente en su municipio queda patente en el registro de la sesión celebrada el 31-8-1910, según el cual (135 A.M.R.: Acara de SILVA RAMÍREZ, Enrique (1986) pp. 254-255): 

“El Sr. Presidente manifestó que debiera de solicitarse del Gobierno de S.M. la enajenación del derruido Castillo de Santa Ana porque, no teniendo hoy objetivo ninguno para el arte de la guerra ni aplicación inmediata para nada, es un adefesio para el ornato público y un peligro para la salud pública, por ser un foco de infección en la barriada del Puerto. Enterados y conformes los señores concejales con las atinadas observaciones de la presidencia, se acordó por unanimidad que, a nombre y representación del Ayuntamiento, el Sr. Alcalde se dirija al Excmo. Sr. Ministro de la Guerra solicitando la inmediata enajenación del referido castillo”.


Torreón.
Nuevas obras e intervenciones acabaron haciendo desaparecer parte de los restos que aún permanecían a la vista por aquellas fechas, quedando olvidado para muchos que llegaron a pensar que solamente estaba formado por el baluarte que quedó enhiesto.

Sería con posterioridad y probablemente por el afianzamiento de la vocación turística en Roquetas de Mar, declarada zona de Interés Turístico Nacional, se extendió entre diversos sectores de la población el interés por su historia, hasta entonces reducido a un núcleo completamente minoritario de sus habitantes, hecho que probablemente fue detectado por el ayuntamiento que el 17-9-1968 se dirigió al Patrimonio del Estado del Ministerio de Hacienda para solicitar la cesión gratuita de la fortaleza. El Consistorio recibió la contestación que tornara a realizar su solicitud a través de la delegación almeriense de dicho Ministerio, siempre que sometiera la misma a la legislación vigente para este tipo de edificaciones.

El acto de cesión sería formalizado en la notaría almeriense de Kaiser Herraiz el 27-4-1972 entre José Ocaña Gerardo, como Delegado de Hacienda de Almería, y José Pomares Martínez, alcalde de Roquetas de Mar, mediante la firma de la correspondiente escritura pública. A comienzos de 1997, el ayuntamiento de Roquetas, formado por personas de sensibilidad muy distinta a las de principios de siglo, adopto el proyecto de reconstruir íntegramente el castillo de Santa Ana dentro sus planes para recuperar una memoria histórica de la que Roquetas nunca debió de verse privada. La reconstrucción de la fortaleza fue terminada en el año 2003, y hasta la fecha ha albergado las obras de grandes artistas de ámbito provincial y nacional. Teniendo como fin último la consolidación como Museo dentro de la Red Andaluza de Museos de la Junta de Andalucía.

Cañones cedidos por el Ministerio de Defensa.

Fotos Antiguas



sábado, 15 de junio de 2019

Molino del Hielo o de Hernández

Muestra aún dos cubos de poco más de 4,5 m sobre plataforma única. El edificio era de mampostería y ladrillo. Presenta tres cárcavos, el primero y el último de 2, 60 m de altura y el de en medio de de 2,5 m por 1,80 m, producto de haberse adosado una tercera piedra. Los antiguos son de arco de medio punto con rosca de ladrillo de 25 cm por 14 cm, mientras que el posterior es peraltado y con ladrillos de 25 cm y clave en arco, obra probable del primer tercio del siglo XIX. Era movido por las Aguas de Capileira, es decir con las fuentes de la Higuera, del Almez y Los Rosalillos juntas.

Era conocido en 1752 como Molino Alto. Perteneció en los años 30 del siglo XX a la familia Robles Acién.
Posiblemente uno de los molinos más grandes de la zona. Actualmente se encuentra en un estado de ruina progresiva con posibilidad de desaparecer.

Molino del Poyo

Antiguo molino harinero de planta rectangular, realizado en mampostería y ladrillo macizo. Consta de un cárcavo de arco de medio punto, con dovelas de cantería y parte de un largo caz, construido en mampostería de roca carbonatada. Actualmente es una vivienda aunque conserva algunas partes del molino.

Molino del Poyo.
Actualmente está restaurado y sirve como vivienda.
Posee un rodezno vertical del que aún se conserva parte. En 1925 se convirtió en un batán. 
Detalle del cárcavo con su arco de medio punto.

Fotos: David Téllez

viernes, 14 de junio de 2019

Despoblado de Portocarrero

Al norte de Gérgal a 7 km de distancia subiendo por la rambla homónima, la aldea de Portocarrero se encuentra en la solana de un cerro entre el Barranco de los Pollos y el Barranco de la Mina, a una altitud de 1044 m sobre el nivel del mar. El trayecto para llegar hasta Portocarrero es una agradable caminata sin demasiado esfuerzo, y puede hacerse desde el cercano núcleo de El Almendral, a apenas 3 Km y con un desnivel de unos 100 m. Por el camino podremos ver antiguos cortijos e infraestructuras hídricas, como acequias, molinos y balsas que nos trasladarán a la época en que la Rambla de Gérgal tenía un caudal de agua permanente, que hacían de la zona un auténtico vergel.

La fisonomía del pueblo es la típica que podríamos encontrar en cualquier otro de la Sierra de los Filabres: casas desordenadas en un único núcleo, aunque sí que cabe destacar la arquitectura de piedra seca de la que se componen muchos de los edificios, esto es, piedras unas sobre otras sin ningún mortero que las una. Unas pocas casas estaban encaladas, pero la mayoría mantenían la piedra a la vista, y dado que ésta era extraída de la misma zona, dotaba al pueblo de un gran mimetismo con el entorno. También hay algo que no encontraremos fácilmente en otras pequeñas aldeas abandonadas de Los Filabres, y es que Portocarrero tenía algunas de sus calles empedradas, aunque hoy en día son complicadas de ver debido a que la vegetación se ha apoderado de ellas. Las casas son de una o dos alturas como máximo y estaban cubiertas con las típicas lajas de pizarra que abundan en la zona. Frente al pueblo, al otro lado de la rambla, podemos ver las ruinas de llamado Molino de Luis Rita, uno de los cuatro molinos harineros que hubo en los alrededores.

El origen de Portocarrero es complicado de dilucidar. Se podría deducir por su nombre que estuviese relacionado con el insigne capitán morisco de Gérgal Aben Mequenum, que al cristianizar su nombre pasó a ser Francisco de Puertocarrero. Los moriscos conversos solían usar de apellido su lugar de procedencia, y durante muchos años Portocarrero ha aparecido en los mapas como “Puerto-Carrero”. Tampoco podemos obviar al que fue Obispo de la Diócesis de Almería, Fray Juan del Castillo Portocarrero, relacionado también con Gérgal por el sol que aparece en el artesonado de su iglesia, aunque bien sabemos que el mal llamado “Sol de Portocarrero” era realmente del Obispo Villalán, el Obispo Portocarrero también tenía en su heráldica un sol.

Sea como fuere, la zona estuvo habitada desde la prehistoria, como atestiguan las pinturas rupestres encontradas en el llamado Friso de Portocarrero. Los primeros datos oficiales que he podido encontrar datan del año 1863,  y establecen que en el “Caserío de Puerto-Carrero” constaba de 26 viviendas, 3 de ellas de dos plantas. A 31 de diciembre de 1887 el censo creció hasta las 30 viviendas, donde vivían sus 77 habitantes y que ya aparece con el nombre de “Porto-Carrero”. Ese mismo año Portocarrero sufrió una devastadora plaga de langostas que arrasó con todas las cosechas, sumiendo a sus vecinos en la pobreza y el hambre, aunque esto no frenó su crecimiento en años posteriores, ya que empezaron a construirse numerosas minas cerca del pueblo, como las 18 de hierro llamadas “La Unión”, o la mina Pilorete que proporcionarían muchos puestos de trabajo. El mayor pico de habitantes llegaría en 1950 cuando se alcanzaron los 178 vecinos, que residían en 42 casas.

La vida en Portocarrero giraba en torno a 2 ejes fundamentales: la agricultura y la minería. Se cultivaba trigo, cebada, patatas, garbanzos,  olivos y almendros. Como podemos suponer no había muchas comodidades, especialmente en invierno, cuando el pueblo solía quedarse aislado y cubierto con un grueso manto de nieve. Los que trabajaban en la mina debían llegar en esas condiciones hasta sus puestos de trabajo. Los que tenían suerte y trabajaban en las minas cercanas no debían andar mucho con las gélidas temperaturas, pero los que trabajaban en Las Menas de Serón debían levantarse a las cuatro de la mañana, ya que les esperaban 3 horas de trayecto cruzando la sierra. Esto los convertía en hombres rudos y capaces llegar a las manos por cuestiones como quien toca mejor la guitarra, tal y como sucedió en 1917 cuando después de una acalorada discusión tras una fiesta en Portocarrero, dos vecinos decidieron dirimir sus diferencias con sendas escopetas, resultando un de ellos gravemente herido en la cabeza.  Las mujeres por su parte atendían las tareas domésticas, la crianza de los niños, los animales y los huertos que proporcionaban buena parte de su sustento. A veces también participaban de la recogida del esparto. Para las compras había dos opciones: esperar a que algún vendedor ambulante llegara al pueblo, o bajar hasta Gérgal. Los niños que iban a la escuela tenía que desplazarse hasta El Almendral, y el médico acudía desde  Gérgal solo en casos de gravedad. El único servicio regular que tenían era el de la correspondencia. 

El abandono de Portocarrero como puede imaginarse se debió a la dureza de las condiciones de vida, el cierre de la minas y el escaso futuro laboral que deparaba a sus habitantes. 
Poco a poco durante los años 60 y 70 Portocarrero fue deshabitándose, sus vecinos se trasladaron a la vecina Gérgal y otros optaron por emigrar a Cataluña, de tal modo que lo que antaño fue una aldea bulliciosa acompañada del rumor incesante del agua, hoy sus paredes de piedra esperan en silencio a los curiosos que quieran hacerles una visita.
Portocarrero carecía de fiestas patronales por lo que la juventud acudía a las fiestas de las aldeas vecinas de El Almendral, las Aneas y sobre todo a las de  Gérgal.
Se han encontrado en la zona pinturas rupestres que demuestran que la zona ha estado poblada desde la prehistoria, en el paraje conocido como friso de Portocarrero y descubierto hacia 1917 durante unas exploraciones para catas mineras.
Vivienda construida base de piedra seca , arquitectura típica de la aldea.
El pueblo fue abandonado por completo hacia los años 1970.

Fotos de: David Téllez

Despoblado de Yniça

Iniza también conocido como “Iniça” o “Inizar”, es un antiguo núcleo de población situado entre los términos municipales de los actuales Bayárcal y Paterna del Río.



Historia

Según indica Carmen Trillo San José, profesora titular del área de Historia Medieval de la Universidad de Granada, existía al suroeste de Paterna el despoblado de Yniça, del que subsisten las referencias geográficas de “Iniza alta” e “Iniza baja” y, más al sur, se conocen las de “Loma de Iniza” y “loma de Hiniza”.

Se tiene constancia de la existencia de dos ràbitas (Açequia y Alcaria) que parece que fueron despobladas tras la sublevación morisca del año 1500. Nuevamente poblada la zona, será despoblada definitivamente tras la Rebelión de los moriscos de 1568

Patrimonio

La iglesia fue construida bajo la prelatura del arzobispo Pedro Guerrero, nombrado prelado por el emperador Carlos V, en los años anteriores a la Rebelión de los moriscos (1568) con el elevado coste de 1.133.000 maravedíes.


Formaba parte de la estrategia evangelizadora en la que los antiguos alfaquíes, convertidos al cristianismo, enseñaban a sus fieles la nueva religión en las antiguas mezquitas. También se edificarán nuevos templos, como en el caso de Iniza, siguiendo los modelos arquitectónicos musulmanes.


Así, constaba de planta rectangular con muros de sillería irregular enlucidos y alisados en el interior y decorados con motivos esgrafiados típicos del arte mudéjar (ver Iglesia del Rosario de Paterna del Río). Las formas constructivas con poca luz, fuertes muros y torre-campanario de tres cuerpos adelantada (derruida posteriormente y posiblemente albergó la sacristía), parecen indicar una clara intención defensiva y de refugio frente a los posibles ataques, así como una reafirmación del poder de la Iglesia.


Durante la Rebelión de los moriscos de 1568 la iglesia no sufrió desperfectos pero, una vez despoblado el lugar, en 1592 el carpintero Antonio Velázquez desmotó los elementos de la armadura del techo para reparar la de Bayárcal, que si había sido dañada.


El castillo  pese a que fácilmente se intuye la situación del castillo, pocos restos confirman su existencia: apenas los restos de un aljibe y algunos muros.

Peñón entre los términos de Bayarcal y Paterna, a unos 5KM al SO de la segunda.
Restos de importante fortificación, de la que quedan en el SE un lienzo de muralla en mampostería y un pequeño resto de tabiya que, quizás, formaba parte de una torre adosada a la muralla y una cisterna.
B.I.C.
Importante función defensiva que comieza en el califato, sigue con las guerras fronterizas de los reinos de taifas y continua en el siglo XIII con una serie de levantamientos más conocidos en la comarca.

Su emplazamiento corresponde al estratégico paso natural entre la costa de Almería y la zona del Marquesado de Cenete (Granada) y Jaén, así como la confluencia de varias rutas de explotación de los yacimientos de la zona (hierro y plomo, de la vecina sierra de Gádor). También se producían en la zona objetos de hierro (muy abundante en esa sierra) y la famosa seda de la Alpujarra, ya referenciada en las crónicas de Ibn al-Jatib.2​
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Marquesado de Iniza

Título concedido por Real Decreto de 17 de junio de 1730 a favor de Francisco Rodríguez-Chacón González de Arévalo y Zuazo, 1.er marqués de Iniza (nacido en Paterna del Río el 31 de mayo de 1687 - fallecido el 23 de noviembre de 1746 en Berja.

En  (2012) el título recae sobre María Luisa Jiménez de la Serna y Moreno, 11.ª marquesa de Iniza (nacida en Granada el 15 de octubre de 1945).
  
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Su sólida construcción de mampostería y los escasos y reducidos vanos demuestran que la iglesia tenía también una función defensiva.

Presenta una nave rectangular y sacristía en el lado de la epístola. La cantería aparece enmarcando los escasos vanos (una ventana abocinada a los pies y otra con aspecto de saetera en la sacristía) y los muros son de mampostería con sillares angulares de refuerzo que le confieren un aspecto de semifortaleza. La única puerta se abre en el centro del lateral de la epístola y consiste en arco rebajado que se recorta directamente en el muro. Al exterior los muros presentan un revoco de mortero que deja visto el mampuesto.
La iglesia de Iniza fue construida bajo la prelatura del arzobispo Pedro Guerrero en los años inmediatamente anteriores a la rebelión de los moriscos y su costo fue evaluado en 1.133.000 maravedíes.
Aunque no fue saqueada por los moriscos, al quedar despoblado el lugar, el carpintero Antonio Velázquez desmontó su armadura en 1592 para aprovechar la madera en la reparación de la de Bayárcal.
Es posible que la sacristía ocupara la planta baja de la torre, que posteriormente fue demolida. Al menos poseía otro cuerpo.
La iglesia de Iniza se localiza en un entorno natural, rodeada por pinos de repoblación.
El edificio carece de cubierta y presenta la coronación de los muros en muy mal estado, al igual que la base. Según testimonios orales, la antigua iglesia ha sido expoliada de algunos de sus elementos de cantería.


Fotos: David Téllez

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