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domingo, 11 de julio de 2021

Gabriel Cara Gonzales

 Casado con Josefa Rodríguez, tuvieron cuatro hijos. Vecino de Roquetas: sus gentes, su tierra y la mar ocuparon el interés de toda su vida y su obra. Hijo de padre agricultor y ganadero y de madre de familia dedicada a la pesca. Deja la escuela a los 12 años y se incorpora al negocio familiar: una panadería y tienda de ultramarinos, en el Barrio Bajo de Roquetas. Trabajó en numerosos sectores, junto a sus hermanos y luego con sus hijos: panadería, tienda, fábrica de gaseosas, alhóndiga, gas, electrodomésticos, un cine (1963). Fue el primer empleado de Caja de Ahorros de Roquetas (1958). Participó en múltiples actividades locales: desde 1966 en varias asociaciones culturales; en los años setenta participa en el movimiento vecinal; apoya y colabora con distintos deportes: fútbol (C.D. Roquetas), petanca (el club lleva su nombre), ajedrez (El club de Ajedrez Roquetas tuvo su sede en sus locales) y especialmente deportes náuticos: pesca submarina y vela (crea la primera escuela de vela del municipio en 1974). También destacó por su decidido apoyo a los mayores: tanto en la constitución de varias asociaciones, como en la promoción de la residencia de mayores del Puerto. Su pasión por la historia se origina con el apoyo a su hijo Jorge y a Lorenzo Cara Barrionuevo en la investigación sobre Turaniana (1987). Una vez jubilado, cursa los estudios de Historia Moderna en el Aula de Mayores de la Universidad de Almería, finalizando en el año 2003.

Gabriel Cara Gonzales  (Roquetas de Mar, 1931 - El Ejido, 2019). Investigador, historiador y filántropo.

Su contribución se puede sintetizar en tres áreas:

A) Investigación histórica sobre Roquetas y el Poniente, que encontramos, sobre todo, en sus libros. Un aspecto destacado en esta área es su trabajo en el campo de la genealogía. No hay visitante, sea de Roquetas o venga de fuera, que no encuentre las raíces de sus antepasados en la documentación estudiada y organizada en su archivo.

B) Su centro de documentación, colección fotográfica y museo etnográfico de Roquetas. En 1987 comienza a recopilar piezas etnográficas, fotografías antiguas y documentación relacionada con actas municipales, censos, libros de bautismos, documentación de marina, etc., que serán el germen del actual centro, conocido como Archivo-Museo de Gabriel Cara, equipado artesanalmente, auto sufragado e instalado en local propio. En su gestión colaboraban sus amigos y familia. Un espacio dedicado al campo, al mar, a las salinas y a los oficios tradicionales. Mención especial merecen sus maquetas sobre elementos importantes de la historia de su pueblo, donde destaca la del casco -casa por casa- de Roquetas en 1940.

C) Divulgación de la historia de las gentes y la tierra del Poniente y Roquetas: en jornadas, conferencias, asesoramiento de múltiples trabajos de escolares y de universitarios, entrevistas, semanas culturales, visitas a colegios e institutos, medios de comunicación, etc.

Ha recibido múltiples galardones y el reconocimiento de sus vecinos y de la sociedad almeriense; y de asociaciones como Posidonia, Amigos de la Alcazaba y Unidos por Turaniana -entre otras-; un colegio de las Marinas lleva su nombre: el CEIP Gabriel Cara. El único reconocimiento que le faltó fue el de la autoridad municipal de la época.

Sus últimos años de vida fueron duros por la pérdida de la vista que le impedía trabajar al ritmo intenso e infatigable de los últimos treinta años. Su figura y su obra formará siempre parte de la historia de Roquetas. En palabras de Juan M. Galdeano, amó a su pueblo y ofreció lo mejor que tenía: “A los roqueteros, nativos o de adopción, nos enseñaste a echar raíces, a descubrir que nuestro pueblo también tenía historia y que nosotros formamos parte de ella.”




INSTITUTO DE ESTUDIOS ALMERIENSES

Fotos de Archivo de la web www.museogabrielcara.es

Fotos del Grupo de Facebook Museo Histórico Gabriel Cara


Museo Gabriel Cara

domingo, 11 de abril de 2021

García de Villarroel

 García de Villarroel.  (Guadix, 1530 - Almería, 1585). Militar.

      Pertenecía a una rama de la casa de los Benavides, al igual que los condes de Santisteban y marqueses de Jabalquinto. Sus padres, vecinos de Guadix, fueron Martín de Benavides, tercer señor de Albuñán, y Elvira de Villarroel y Quiñones, hija del Adelantado de Cazorla, García de Villarroel, de quien recibió el nombre y apellido.

      En 1563 llegó a Almería como gobernador militar de la ciudad y su partido, y capitán de las dos compañías asentadas en la ciudad, una de infantería (90 soldados) y otra de caballería (40 lanzas o escuderos), con salario de 125.000 maravedíes al año. Sucedía en el cargo a su suegro y tío, Juan de Villarroel, descendiente del Adelantado de Cazorla y veedor general de la Armada, quien le había cedido las compañías como parte de la dote (10.000 ducados) de su hija Beatriz de Villarroel, fallecida tempranamente a finales de 1564, y que estaban valoradas en 8.000 ducados. El matrimonio tuvo un hijo llamado Juan de Benavides Villarroel, que casó con Juana de Benavides Bazán, hija de Juan de Benavides, señor de Jabalquinto.

      García de Villarroel tuvo una destacada actuación militar, sirviendo en la desastrosa batalla de Mostagán (1558), donde fue cautivado y rescatado por 1.000 ducados y, especialmente, en la dirección militar de la ciudad de Almería y su partido, siendo protagonista de primer orden en la Guerra contra los moriscos. Como máximo responsable militar de Almería, su misión básica fue la defensa de la ciudad, a la que sorprendió la sublevación morisca muy desguarnecida. Además, la ciudad era uno de los objetivos principales de los moriscos sublevados, pues podía convertirse en cabeza de puente entre el Reino de Granada y el mundo turco-berberisco del norte de África.

      Su actuación bélica propiamente dicha se produjo durante el año de 1569. La primera acción se inició muy pronto: en la madrugada del 2-I-1569 destruyó un grupo de moriscos asentados en el cerro de El Chuche (Benahadux), donde pereció el propio cabecilla morisco Brahem el Cacis. Pocos días después (19-I), tuvo lugar la batalla de Felix, dirigida por el marqués de los Vélez, Luis Fajardo, con su ejército de milicias murcianas; la acción de Villarroel no pasó de ser una desafortunada anécdota, pues quiso adelantarse al propio Marqués, pensando que “podría robarles (a los moriscos) antes que el marqués llegase”, según relata el cronista Mármol Carvajal, pero se encontró una fuerte resistencia y tuvo que buscar refugio en el campo del Marqués, retirándose a Almería. Durante los días 1 y 2 de febrero, y bajo la dirección de Francisco de Córdoba, que había llegado a Almería para dirigir su defensa, intervino en el asalto a Inox (al oeste de Níjar), lugar donde se había refugiado un gran número de moriscos que pretendían embarcarse hacia el norte de África. Mármol Carvajal titula expresivamente este asalto como el “negocio de Inox”, pues el botín de Guerra ascendió, según él, a 500.000 ducados, cifra no lejana a la realidad, porque se capturaron 2.450 esclavos (básicamente mujeres y niños) y una enorme cantidad de bienes (joyas, ganado, seda,...). La última operación militar de cierta importancia que protagonizó Villarroel, junto con su hermano mayor Cristóbal de Benavides, que había acudido a Almería al mando de una compañía de 300 soldados de Baza, fue la cabalgada de Huécija, llevada a cabo el 25-VII-1569, festividad de Santiago Apóstol, donde se esclavizaron 54 mujeres y muchachos.

     En 1570, cuando la Guerra estaba terminando, sus operaciones se redujeron a algunas cabalgadas menores: dos a Cabo a Gata, una a Dalías y otra a la taha de Marchena. Tras la Guerra, intervino militarmente en la reducción de los moriscos, repartió, junto con el auditor Navas de Puebla, a niños moriscos con carta de soldada a personas de Almería, y se encargó de todo lo referido al embarque de los moriscos por el puerto almeriense con destino a Sevilla (1-XI-1570). Como capitán, Villarroel fue uno de los mayores beneficiados en la adquisición de esclavos moriscos de guerra, empleándolos en trueque con comerciantes para su propio aprovisionamiento y el de sus tropas: en una sola operación saldó las deudas contraídas con el mercader Pedro de Moguer con la entrega de una partida de 24 esclavos por valor de 324.852 maravedíes.

      Cronistas y documentos retratan a García con una personalidad férrea, de mano dura, aplicando la tortura, partidario de la rápida acción armada, conflictivo (se enfrentó con el cabildo municipal y con Francisco de Córdoba), intolerante y antimorisco. Un “halcón”, en palabras de Nicolás Cabrillana. Su táctica militar fue esencialmente la rápida cabalgada en busca de botín y de destrucción total del enemigo, empresa en la que colaboró todo tipo de población civil, artesanos, regidores o clérigos. Pero fue efectivo en la salvaguardia de la ciudad y, sobre todo, de sus hombres. Él mismo confesaba que durante la Guerra había confiscado, para servicio de sus tropas más de 15.000 ducados, tanto a moriscos como a cristianos viejos e instituciones. Tras 22 años al mando de la defensa de Almería, fallecido por gota (26-IV- 1585), siendo sustituido (1-XI-1586) por el capitán Íñigo de Guevara y de la Torre.

Aunque nació en Guadix este hombre jugo un papel importante sobre todo en la Rebelión de los Moriscos en nuestra provincia. Merece ser recordado por sus batallas en la que intervino como la, Batalla de Felix, Asalto a Inox, Cabalgadas de Huécija, Cabo de Gata, Dalías y taha de Marchena entre otras.


Fuente : Dipalme.Org

viernes, 8 de enero de 2021

José María Rubio Peralta

 José María Rubio Peralta ,  (Dalías, 1846 - Aranjuez, Madrid, 1924). Eclesiástico. 

  Religioso y santo. Fue el mayor de 13 hermanos, hijos del matrimonio de Francisco Rubio Maldonado y Mercedes Peralta y Góngora, pertenecientes ambos a familias arraigadas en la localidad. De su vida en Dalías destacó por lo estudioso que era y su afición a la Oración.

      En 1875, tras aprobar el examen de ingreso en Berja, se matriculó en el Instituto; un año más tarde decidió, a sugerencia de un tío suyo que era canónigo, ingresar en el Seminario de Almería, donde estudió un año de Humanidades y otro de Filosofía, destacando por su buen humor. A la muerte de su tío (1879) se trasladó a Granada para continuar los estudios eclesiásticos. En esta ciudad le apadrinó y protegió su profesor, el canónigo Joaquín Torres Asensio, del que dependerá 21 años, hasta la muerte de éste. Al trasladarse Joaquín a Madrid, José María marchó con él y en el Seminario diocesano de Madrid terminó sus estudios, ordenándose sacerdote el 24-IX-1887. Un mes más tarde cantó su primera misa en la colegiata de San Isidro y lo hizo en el altar en el que San Luis Gonzaga sintió su vocación a la Compañía de Jesús. De inmediato se le nombró coadjutor de la parroquia de Chinchón durante nueve meses, donde comenzó su trabajo con los más pobres y necesitados, a la vez que empezó a tener fama de santo. De Chinchón pasó a Estremera, cerca de Guadalajara, como párroco, y continuó adquiriendo gran fama como hombre bueno, que se caracteriza por una vida de intensa oración y ayuda a pobres y enfermos, dando cuanto tenía a los demás. Antes de que amaneciera, corría el joven sacerdote a la iglesia parroquial para orar y dedicaba largas horas a la catequesis. Débil de carácter y muy generoso, apenas se preocupaba de los asuntos económicos. Se dejó convencer por su protector, en contra de su voluntad, para presentarse a oposiciones de canónigo de Madrid y suspendió, pero se quedó en la capital de España como profesor de latín del Seminario. En 1897 obtuvo el grado de doctor en Derecho Canónico en Toledo, grado que se guardó en el bolsillo sin mostrarlo nunca a nadie, sino para el ejercicio de su oficio de notario en la Vicaría de Madrid. En esta época confió en secreto a sus amigos su deseo de ser jesuita, que no pudo realizar por deferencia a Joaquín. Cayó enfermo, lo que le obligó a dejar la docencia y fue destinado como capellán de las religiosas Bernardas, en la iglesia del Sacramento, hoy sede de la Vicaría Castrense. Comenzó a trabajar con los más pobres en los barrios populares de Madrid, con obreras, impartiendo catequesis y enseñando oración, colaborando con las religiosas reparadoras e, incluso, buscó trabajo a los traperos.

      En 1906 murió su protector, Joaquín Torres, y, tras su muerte, se sintió libre para realizar su sueño de ingresar en la Compañía de Jesús, incorporándose al noviciado de Granada. No se había hecho jesuita antes por respeto a su protector, que se oponía. Concluido el noviciado, estudió durante un año Teología y tuvo una experiencia pastoral en Sevilla. Tras la tercera probación en Manresa, sus superiores le destinaron a Madrid, a la Casa Profesal, donde pasará el resto de su vida. Su extraordinaria actividad apostólica, desde la residencia de la calle de la Flor, le hizo enseguida ser buscado y admirado por todo el mundo, a pesar de su sencillez, su aire un poco retraído y de carecer de las cualidades humanas de sus brillantes compañeros, que no acertaban a explicarse el éxito de José María Rubio. Humanamente hablando, su elocuencia era un desastre, pero sus sermones cautivaban a la gente. Sus actividades se multiplicaban: Guardia de Honor, Apostolado de la Oración, Marías de los Sagrarios, escuelas, misiones, confesionario, consultas, monasterios, predicación, publicaciones y mil actividades. Su lugar preferido de apostolado serían las calles y suburbios de Madrid; sus predilectos, los más pobres; y su método, contar también con la eficacia humana. Incorporado definitivamente a la Compañía con sus últimos votos (2-II-1917), no obtuvo el grado de profeso de cuatro votos de los jesuitas, sino el de coadjutor espiritual. No hizo valer que era doctor en Derecho Canónico, ni habló nunca de esta humillación, debido a que no había hecho el examen ad gradum que exigía la orden para pertenecer al grupo selecto de los profesos de cuatro votos.

      Siendo él encargado de la dirección de la Guardia de Honor, cuyo fin era propagar el culto y devoción al Sagrado Corazón de Jesús, disfrutó de su máximo logro: que en mayo de 1919 el rey Alfonso XII consagrara el Sagrado Corazón en el cerro de los Ángeles. Toda su vida se basó en este sencillo lema: “Hacer lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace”. El confesionario y el púlpito fueron los pivotes sobre los que giró todo su trabajo apostólico. Adquirió gran fama como predicador y aún más como confesor, teniendo una grandísima aceptación entre los fieles que formaban largas colas ante su confesionario. Su oratoria era sencilla y natural, limpia y digna, pero siempre impregnada de fervores que trasmitía a sus oyentes. Por su incansable y duro bregar en las tareas apostólicas mereció el sobrenombre de Apóstol de Madrid, como lo calificó el obispo Leopoldo Eijo Garay y con el que popularmente se le conocía. Era una persona sencilla y profunda al mismo tiempo, de temperamento retraído, serio y hasta tímido. En 1904 peregrinó a Tierra Santa, un viaje de profunda emoción religiosa.

      En la capital de España su fama de hombre santo que gozaba de dones místicos no dejó de crecer, pero su principal labor siguió ejerciéndola en los barrios más pobres, principalmente en la Ventilla, donde los movimientos revolucionarios encendían ya a la clase obrera. Fundó escuelas, predicó la palabra de Dios y formó cristianos comprometidos con los más necesitados. Fue consejero de Luz Casanova, fundadora de las Apostólicas de Jesús. Esta profusa vida y sus labores terminarían por deteriorar su salud, agotándolo físicamente. A finales de abril de 1929 fue trasladado enfermo al noviciado de Aranjuez, muriendo el 2 de mayo.

      Tras la muerte, en 1944, se le atribuye oficialmente el primer milagro. En 1953 su cuerpo es trasladado desde el cementerio de Aranjuez a Madrid, a la iglesia de los jesuitas de la calle Serrano. En 1945 se inició el proceso que a la postre llevaría a su santificación. Por decreto (12-I-1984) de Juan Pablo II, en reconocimiento a la heroicidad de sus virtudes, le declaró Venerable y, el 6-X-1985, le proclamó Beato. Finalmente, en mayo de 2003, el Papa lo santificó en Madrid, siendo el primer santo de Almería. Con motivo de la canonización, la Diputación de Almería le concedió, a título póstumo, la medalla de oro de la provincia. En su pueblo natal, Dalías, la alcaldesa le ofrecía la medalla de oro y brillantes de la localidad y le otorgaba el título de Daliense Universal en 1985.

      Es digno de destacar la devoción que existe por San José María, en Dalías, fruto de la cual ha surgido la Venerable Hermandad Sacramental del Padre Rubio, cuyo objetivo primero y principal es la difusión de su vida y obra. En la iglesia parroquial de la localidad existe una capilla dedicada al santo y un oratorio en su casa natal.






Fuente: Dipalme.Org

lunes, 7 de diciembre de 2020

Blas Antonio Moreno

Blas Antonio Moreno

(Abla, 1715 - Granada, 1774). Escultor y retablista.

Formado en la Granada natal de sus padres, donde se trasladó su familia siendo aún niño, entre 1734 y 1748 se estableció en Jaén, aunque durante este periodo no dejó de mantenerse relacionado con el medio artístico granadino. Su definitivo retorno a la ciudad de la Alhambra debió estar determinado por el creciente número de encargos. Artista polifacético, dirigió la construcción de la cúpula de la iglesia de las Angustias de Granada, diseñada por Alfonso del Castillo, contrató la hechura de las esculturas del retablo mayor de la iglesia del convento de San Antonio de Montefrío y se le atribuyen varios frontales de altar; pero su faceta profesional más conocida es la de retablista. Trabajó en el retablo de la capilla de la Santa Cruz de la Capilla Real, en el mayor de la iglesia de Otura y realizó el retablo mayor de la iglesia de la Abadía del Sacromonte, el de la parroquial de San Matías y concluyó el de la iglesia de las Angustias.

      Su actividad en tierras almerienses se centró en La Alpujarra, que hasta 1957 formó parte de la diócesis granadina. En 1769 reconoció, por orden del presidente de la Real Chancillería, el expediente que incluía los diseños de Torcuato Vergara para el tabernáculo, retablos colaterales y púlpito de la iglesia nueva de Berja, y emitió un informe en Granada que sería tenido en cuenta por el tallista Francisco Salmerón para sus reformas, aunque la intervención de la Academia de San Fernando descartó estos proyectos a favor de los diseñados por el arquitecto Ventura Rodríguez. Un lustro más tarde, se comprometió a concluir el retablo mayor de la iglesia de Laujar de Andarax, siguiendo la traza del tallista Manuel Sánchez Escalona, que había fallecido sin terminarlo. Sin embargo, la muerte también debió sorprender a Blas Antonio Moreno, pues, a principios de 1775, el tallista Felipe Escalona, vecino de Ugíjar, que en otras ocasiones es citado como Sánchez Escalona y debe ser familiar del tracista del retablo, se trasladó a Laujar para finalizarlo, por lo que desconocemos si Moreno tuvo oportunidad de intervenir en esta bella máquina, que ha sido restaurada en el año 2005.

Carolina de Yebra y Rittwagen

Si hay que destacar algún monumento en Alhabia ese es el Monumento Homenaje a la Esposa del Farmacéutico Rural de España. Carolina De Yebra y Rittwagen hija política, esposa y madre de farmacéuticos. Nació en la capital  Almeriense en una calle cercana al Parque, el 3 de diciembre del 1881 y murió el 3 de mayo del 1959. 

Mujer muy bella, fue primera dama en la Corte de Honor de los Juegos Florales celebrados en Almería el 1903, cuyo mantenedor fue Miguel de Unamuno. Contrajo matrimonio con un farmacéutico, que se estableció en Alhabia, José Sánchez Vivas. Quedó viuda y ciega, contratiempo que no le impidió seguir trabajando en su farmacia ,transcendiendo su fama por su dedicación a su hogar, a su familia y a su trabajo.

Se ha simbolizado en ella los desvelos y sacrificios del farmacéutico español y se le ha erigió este un monumento en Alhabia, obra del escultor Santiago de Santiago por iniciativa de su hijo Francisco Sanchez Yebra, Justo enfrente del monumento se encontraba la farmacia del pueblo que fue fundada en el año 1871 por el bisabuelo del actual regente de la misma. Hace unos años la farmacia fue vendida y derruida por su actual dueño.




Vestido original (Museo de Terque).


jueves, 3 de diciembre de 2020

Abul Hazén

 Hazén, Abul. Alonso de Bazán. ?, ú. t. s. xv – Abla (Almería), m. S. XVI. Militar.

Miembro de la Casa Real Nazarí, era nieto del sultán Muley Hazén y del príncipe El Zagal (luego sultán Muhamad XII). Desde muy joven colaboró con los Reyes Católicos para la entrega del reino de Granada en el sector de Guadix, manteniendo así su nobleza y privilegios. Sus propiedades se extendían por las villas almerienses de la cabecera alta del río Nacimiento, teniendo ocasión de conocer y tratar en Fiñana a Rodrigo Bazán (abuelo del marqués de Santa Cruz). Participó en el apaciguamiento de los mudéjares, tras su alzamiento en 1499 y, gracias a la amistad con Bazán, el 30 de enero de 1500 acudió a Santa Fe para bautizarse con el nombre de Alonso de Bazán, adoptando el apellido navarro de su amigo y padrino.

Posteriormente ayudó a la conversión de los moriscos, recibiendo el alguacilazgo mayor de Abla.

Casó con María de Bazán Abencerraje, posiblemente hija de otro converso, Álvaro de Bazán, y fue padre de dos hijos: Rodrigo y Diego de Bazán Hazén que, en el alzamiento de los moriscos participaron —con armas y caballo— al lado de las tropas de Felipe II. El primero como general en la defensa de Fiñana, junto a sus hijos; mientras que el segundo no sólo rechazó la corona de los moriscos que le ofrecían los alzados de La Alpujarra sino que luego colaboró en la reducción de los rebeldes. Este último en 1573 fue confirmado en sus privilegios, entre ellos el alguazilazgo mayor de Abla.

Fuente Original: Dbe.rah.es/biografias

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Joaquín Tena Sicilia

(Abla, 1879 - 25 Febrero 1928)

Descendiente de médicos, fue el quinto hijo de Pedro Tena Avalle, originario de Castuera (Badajoz) y médico de Abla, y Carmen Sicilia Álvarez, hija a su vez de Joaquín Sicilia Gallego, quien también fuera abulense y ejerciera como protomédico, es decir, médico de la Casa Real.

Estudió el bachillerato en Guadix, donde fue discípulo del padre Andrés Manjón, al que admiró. Estudió medicina y ejerció en Madrid, donde dedicó también parte de su tiempo a la atención de niños enfermos, por lo que recibió la Cruz de la Beneficencia y se le recuerda con una placa en el Instituto Antituberculoso.

En 1914, casó en Mataró (provincia de Barcelona) con Antonia Artiga Comas, con la que tuvo seis hijos. El mayor de ellos, Joaquín Tena Artigas, fue director general de Enseñanza Primaria entre 1956 y 1968. Su hermano Antonio Tena Artigas fue Secretario General Técnico del Ministerio de Educación y Ciencia.

En su villa natal, Abla, existe un colegio de educación infantil y primaria que lleva su nombre.

Fue tío abuelo del diplomático español Juan Ignacio Tena Ybarra y del oftalmólogo Pedro Tena Ybarra que fuera director de Instituto Oftalmológico Nacional y secretario de la Sociedad Oftalmológica Hispanoamericana y conocido por haber salvado la vista de Muamar el Gadafi en la década de los 70 del siglo XX.


Fuente Original :Wikipedia

Lucio Alfeno Avitiano

 

Notable centurión primipilo, alto funcionario romano. Ocupó altos cargos en la administración imperial. Al finalizar su vida activa se retiró al municipio romano de Alba, la actual Abla. Debido a su prestigio social los ciudadanos le rindieron un homenaje a perpetuidad erigiéndole en su honor una inscripción cuyo pedestal se conserva actualmente en la plaza de San Antón, sirviendo de peana a una cruz de hierro. Se trata de un bloque de piedra arenisca de color amarillento y forma de paralepípedo, cuya trascripción epigráfica es la siguiente:

      L(ucio) Alfeno Arn(iense) / Avitiano / Ordo rei P(ublicae) / ... de / crevit.

      Lázaro Pérez lo traduce como:

      “A Lucio Alfeno [Avitiano], los habitantes, de la tribu arniense, del municipio decretaron...”.

      También existe constancia de este personaje en otra inscripción romana originaria de esta localidad que erigiera el emperador Lucio Aurelio Vero y que corresponde también a la misma época. Se encontraba en el mausoleo de la localidad y Lázaro Pérez la traduce como:

       “Al emperador César Lucrecio Aurelio Vero, Augusto, arménico, pártico máximo, médico, pontífice máximo en su quinta tribunicia potestad y su tercer consulado, se lo dedica Lucio Alfeno Avitiano, centurión primipilo, tribuno de la tercera cohorte de los vigilantes nocturnos, de la doceava cohorte urbana”.


Fuente Original: Iealmerienses.es

martes, 1 de diciembre de 2020

José Ángel Tapia Garrido


(Abla, 1914 - Almería, 1992)

 Sacerdote e historiador. A los seis años pasó con su familia a vivir en Almería. Sus primeros estudios los realiza en las Escuelas del Ave María del Quemadero y, gracias a la influencia de su primer y entrañable maestro, Miguel Romero Abadie, se apasiona desde muy joven por la investigación histórica. A los trece años ingresó en el Seminario de Almería. Poco después consigue una beca y es propuesto para ir al Colegio Español de Roma, Universidad Gregoriana, pero nadie puede costearle los estudios, así que permanecerá siempre en Almería. La Guerra interrumpe sus estudios y los tres años de contienda los vive en Valencia y Ciudad Real. Después vuelve a Almería, donde trabajó algunos meses como oficinista en la compañía de electricidad Fuerzas Motrices del Valle de Lecrín, hasta su vuelta al Seminario, en el que terminaría el bachillerato y la carrera de Magisterio. En el año 1943 fue ordenado sacerdote en Granada. En este mismo año defendió sus tesis doctoral sobre “El sentido eucarístico del capítulo sexto del Evangelio de San Juan en los teólogos postridentinos (1562-1862)”, en la Facultad de Teología de Cartuja, lo que le familiariza con la metodología de la investigación histórica.

     Su primer destino fue el Seminario de Almería, donde desempeñó diversas funciones (prefecto de disciplina, secretario de estudios, administrador, profesor de Latín y capellán del Hospicio). Posteriormente, y por espacio de veinte años, fue cura párroco de Vélez Blanco (1948-1959) y Berja (1959-1968), etapa en la cual escribió la historia de ambas comarcas, que publicó en sus dos primeras monografías.

     En 1967 la Real Academia de la Historia le nombró académico correspondiente en la provincia y se traslada a la capital, donde fue capellán del Colegio La Salle. Desde 1970 disfrutó de una beca de la Caja de Ahorros de Almería, que le permitió dedicarse por entero a la investigación de los hechos acaecidos en la provincia, gracias, también, al apoyo obtenido del cardenal Ángel Suquía, que fuera breve obispo de la diócesis (1966-69), al dispensarle de sus obligaciones pastorales impresionado por la publicación de Los obispos de Almería, 66-1966 (Almería, 1968).

     En 1971, un año después de la publicación de su libro Almería, piedra a piedra, el Ayuntamiento de la capital le nombró cronista oficial, pasando a residir ya de forma permanente en esta ciudad. En 1982 el Instituto de Estudios Almerienses lo designó socio de honor. En 1986 la Diputación Provincial de Almería le concedió la Medalla de Plata de la Provincia de Almería, en el transcurso del homenaje colectivo que se le rindió con motivo de la celebración del “I Encuentro de Cultura Mediterránea”. Asimismo, en agosto de 1988, el Ayuntamiento de Vélez Blanco, que ya le había nombrado hijo adoptivo con anterioridad, le dedicó una plaza en el centro del pueblo. De igual modo, le fue dedicado el VIII Festival de Música Tradicional de La Alpujarra, celebrado en Berja en agosto de 1989. El último reconocimiento público se lo dispensó el Ayuntamiento de Almería al dedicarle una calle frente a la casa donde residió sus últimos años.

     El Padre Tapia fue un escritor prolífico, dejando más de 50.000 fichas. De este trabajo acumulativo da cuenta el hecho de que pudiera dar a la imprenta casi treinta volúmenes de libros en los últimos veinticinco años de su vida. Inició su andadura historiográfica con los artículos periodísticos, una labor extensa y dilata, aunque no demasiado conocida, que nunca abandonó del todo, iniciada en 1930 en el periódico católico La Independencia, regularizada tras su vuelta de Granada. En Yugo escribió las series “Glosario Litúrgico, los domingos, la misa del día” (de 1947 a 1960), “Noticia del Marquesado de los Vélez” (1955), “Prehistoria almeriense” (1956), “Las comarcas almerienses en 1492” y “Las sedes episcopales del Sudeste de España” (1957), “De la Berja antigua” (1958), “Hasta el Mulhacén” (1959), “Don Juan de Austria y Almería” (1960), “La reconquista” (1961, 1963 y 1964), “Guerra de fronteras” (1964), “La Historia y los pueblos de Almería” (1970). Para La Voz de Almería realizó la lógica continuación de series anteriores: “La Semana Naval del Mar de Alborán” (1971), “Almería musulmana y morisca”, “Almería cristiana” (1987), “El centenario de Vera” (1988) y, sobre todo, “Panorama almeriense”, la más extensa (1985-1987).

     Las monografías locales que inmediatamente siguieron a esta etapa formativa fueron: Vélez Blanco, la villa señorial de los Fajardo (Madrid, 1959) y, seis años más tarde, Historia de la Baja Alpujarra (1964; 2º ed., por el Ayuntamiento de Adra, 1989; y 3ª ed., por el Instituto de Estudios Almerienses, 2000), con el que obtuvo el premio Excma. Diputación de Almería, otorgado por la Casa de Almería en Barcelona. De esta primera etapa destaca la colaboración con el lingüista suizo Arnald Steiger (1896-1963), familiarizado con la toponimia árabe, al que conoció en Murcia y que prologaría su primer libro, y, en menor medida, el catedrático de Murcia Juan Torres Fontes. En estos primeros libros introdujo nuevos planteamientos al tratar la historia local. En primer término, al valorar el periodo andalusí como una etapa más de la Historia y preocuparse por utilizar traducciones lo más fidedignas posibles de los autores árabes, empleados como fuentes textuales originales. En segundo lugar, al añadir un apéndice final de documentos, respaldaba la importancia informativa de las fuentes originales y contribuía a su valoración como un patrimonio digno de conservarse.

     Ya en la capital y comenzada la década de los años setenta, publicó tres de sus grandes obras: Almería piedra a piedra, que conocerá diversas ediciones aumentadas y corregidas hasta convertirse en la “biografía de una ciudad” (1ª ed. Almería, 1970; 2ª ed. 1974; 3ª ed., Málaga, 1992), con 1.400 páginas de intensa historia de una ciudad. Le sigue Breve Historia de Almería (1972), el primer intento, todavía esquemático, por abordar la historia de la provincia en su totalidad; acabando en Almería hombre a hombre (Almería, 1979), basado en los trabajos de Jover, Castro Guisasola y, sobre todo, Martínez de Castro. Es entonces cuando consolida su vocación histórica, al obtener de Caja de Ahorros una beca vitalicia para dedicarse de lleno a su oficio de historiador, lo que le permite abordar su proyecto más amplio: su inacabada Historia General de Almería y su Provincia. Éste fue, sin duda, su más ambicioso y casi descomunal proyecto, del que llegó a ver publicados más de dos tercios de los volúmenes: t. I, La prehistoria; t. II, Las colonizaciones; t. III y IV, dedicados a la Almería Musulmana, en dos volúmenes, I (711-1172) y II (1172-1492) con una 1ª ed., publicada en 1978 y con una 2ª ed. aumentada y corregida en 1986; t. V y VI, Almería musulmana I. Vida y cultura, en dos volúmenes, 1989; t. VII, Almería mudéjar; t. VIII, Los almerienses del siglo XVI, aparecidos también en 1989; y, finalmente, los t. IX a XIV (Almería morisca, Rebelión y guerra de los moriscos, Destrucción de un pueblo, Los almerienses del siglo XVII: las tres comunidades; Repoblación de la Alpujarra Almeriense, 1572-1752, y Repoblación de las tierras de Almería y de Vera, en el mismo periodo, que vieron la luz en 1990).

     Mientras tanto abordaba otros temas complementarios. Entre ellos cabe la curiosidad por lo popular, que le llevó a recopilar canciones y versificaciones presentando el libro Canciones y juegos de los niños de Almería, de Florentino Castro Guisasola (Almería, 1973, 2ª ed. 1985, 3ª ed. 2004) o las tradiciones más o menos piadosas de la religiosidad popular, en especial mariana, tratadas en varias publicaciones: La Virgen del Mar vino a su ciudad (Madrid, 1987); La Virgen María en nuestra tierra (Madrid, 1988) o Cincuentenario del templo de San Roque. Almería, 1946-1996 (Almería, 1996). Los trabajos de encargo resueltos con solvencia: Al servicio de Almería y su provincia. Historia del Monte de Piedad y Caja de Ahorros (1900-1975) (Almería, 1975) o los que son resultado de una confluencia de circunstancias e intereses: Los baños de Sierra Alhamilla (Almería, 1980).

     Trató los temas más dispares, quizá como ensayo de síntesis e integración en lo que fue el gran proyecto de su vida. De este modo, se preocupó de investigar aspectos relacionados de una manera amplia con la historia económica (por ejemplo, “La agricultura en el Almanzora durante la Baja Edad Media”, en Roel, 3, 1982); la Almería musulmana (con el mismo título publicado en Documentos para el entendimiento islámico- cristiano, 51, 1976; “El último Abduladín”, en Revista Velezana, 5, 1986; o “Crónica breve de la Almería nazarita”, en el Coloquio Almería entre culturas, 1990); el culto mariano y la historia de la iglesia (“Primera iglesia y primeros cristianos de Vélez Rubio”, en Revista Velezana, 2, 1983; o “La devoción de la Virgen de la Cabeza en tierras almerienses”, en Encuentros de Cultura del Mediterráneo, 1986); o la conflictiva situación de la provincia en el siglo XVI (“El señorío de los Fajardo en el Almanzora”, “El cura de Albox cautivo en Argel” y “Don Juan de Austria en el Almanzora”, todas en Roel, 1, 2 y 7-8, 1980, 1981 y 1986-87; “Expulsión de los moriscos de los Vélez”, en Revista Velezana, 8, 1989, etc.), uno de sus temas más queridos, que ya había tratado en otras ocasiones con maestría de buen narrador en un artículo pionero, es: “La costa de los piratas”, en Revista de Historia Militar, XVI, 1972.

     Con los datos obtenidos tras confeccionar miles de fichas y artículos periodísticos, Tapia volverá en su última época a abordar la monografía local en libros dedicados a Vera o a Tahal (Historia de la Vera antigua, Almería, 1987; o El estado de Tahal en la Sierra de Filabres, Almería, 1988). Pero la ausencia de un cuerpo documental amplio y accesible, el agotador esfuerzo de poder sintetizar tal cúmulo de datos, la dificultad de resolver la infinitas dudas y contradicciones que asaltan al historiador cuando se comparan los documentos y, sobre todo, el inexcusable conocimiento de la realidad geográfica local, quizá lo disuadió de enfrentarse a otros proyectos de esta índole.

     La muerte le dejó sin ultimar la publicación del tomo XV de su monumental Historia General de Almería y su provincia. Tampoco vieron la luz una historia de su villa natal, Abla; un libro de cultura tradicional (“Cantes y coplas en los pueblos almerienses”) y otro que iba a titular “Almería, pueblo a pueblo”, basado en las notas dispersas que había ido recopilando en el transcurso de los años y había venido publicando en la prensa.

     Tapia pretendió aportar materiales para la compresión del pasado más como ejercicio de reconocimiento y que de reflexión sobre los problemas. No interpretó los hechos, los recogió lo más fidedignamente posible, yuxtaponiendo a veces explicaciones dispares, cauteloso siempre frente a la “historia sectaria”. De hecho, reivindicó la “soledad del historiador” frente a los hechos. Por ello, no existe un hilo conductor, una hipótesis general o una teoría a defender en sus investigaciones. Se trata simplemente de completar el rompecabezas con los datos.

     La unidad de estilo la obtuvo a través de la peculiar personalidad y el mundo referencial del autor (los temas más queridos -la historia de la Iglesia, los moriscos, etc.-, el estilo -irónico, socarrón a veces...- , el método -recopilatorio, narrativo incluso, escéptico y acumulativo otras-), consecuencia de un objetivo difuso e inviable que entonces preparaba: la historia total, por completa, de Almería.

     Tapia no fue sólo el referente historiográfico provincial tanto al interior como al exterior por muchos años (prácticamente en la segunda mitad del siglo XX), sino también el interlocutor ante los primeros investigadores extranjeros.


 Fuente Original: Dipalme

Federico Castellón Martínez


(Alhabia, 1914 - New York, 1971).


Pintor y grabador nacido en Almería, desarrolla prácticamente toda su vida en EEUU. Llega a Nueva York junto a su familia en 1921, asistiendo tres años a la escuela de pintura Erasmus High School. Posteriormente aprende en el estudio del pintor mejicano Diego Rivera, quien medió ante el gobierno español para que le concediesen una beca para estudiar en Europa. Su desarrollo posterior le crea una formación autodidacta y recibe, desde el principio, un reconocimiento artístico de primer nivel. Pintor de estilo surrealista muy influenciado por Salvador Dalí, también fue escultor, ilustrador, profesor...

      Regresa esporádicamente a España, recibiendo una beca de la República en 1933. En 1934 expuso en Almería, con una tendencia surrealista no bien entendida por el ambiente de la época. Participó en 1935 en la Exposición Internacional de París de los artistas españoles, que incluyeron Pablo Picasso, Juan Gris y Joan Miró. Tras ella, retorna definitivamente a EEUU, donde adoptó la ciudadanía norteamericana en 1943.

      En 1936 su obra formó parte de la Exposición presentada por el Museo de Arte Moderno de New York bajo el título “Fantastic Art, Dada and Surrealism” y, en 1944, de la organizada por el Art Institute of Chicago titulada “Abstract and Surrealist American Art”. Desde 1937 se dedicó a las artes gráficas, fundamentalmente litografías y aguafuertes, siendo un perfeccionista en términos de su técnica, del uso de colores sutiles y de las imágenes surrealistas, misteriosas, con figuras alargadas características, asomando siempre entre los sueños y las pesadillas. Entre sus trabajos de la ilustración destacan La mitología del Bullfinch, La historia del polo de Marco, El pequeño príncipe, y la serie De la epopeya del hombre.

      Siempre gozó del favor del público y la crítica americana, impartiendo enseñanzas artísticas durante más de 25 años en New York, la Universidad de Columbia (1948-1961), Instituto de Pratt (1951-1961), etc.; siendo miembro de la Academia Nacional de diseño en New York y de la Sociedad de Artistas Gráficos americanos. Entre sus premios destacan el Guggenheim (1941), el de la Biblioteca del Congreso y el reconocimiento de la Academia Nacional. Hoy, sus aguafuertes y litografías más características se incluyen en la mayoría de las colecciones públicas importantes, tales como el Museo del Arte Moderno, la Academia de York, el Museo de Pennsylvania, Museo de Whitney del Arte Americano y del Instituto del Arte de Chicago.

      Crea un método que él llamó de «técnica lito-gráfico-elevación », empleado durante los años 60, dónde, mediante diferentes procedimientos, aporta luz a las áreas de la oscuridad, creando así más de una composición de tono y un efecto dentro de esta imagen cargada de símbolos muy atractivos.

Visita su galería en estos enlaces.

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Catálogo

Fuente: Dipalme

lunes, 30 de noviembre de 2020

Jose Francisco Díaz Molina

 (Gádor, 1860 - Madrid, 1932).


De familia campesina, se traslada a Almería en 1871 para intentar salir de la pobreza. Comparte su trabajo en el despacho de un abogado con los estudios en el Instituto, donde obtiene su título de bachiller en Arte (1876). En 1878 aprende del pintor Giuliani y, hasta 1882, trabaja como ayudante de la cátedra de Dibujo. Paralelamente, comienza la realización de obras donde se ponen de manifiesto sus conocimientos de técnica de dibujo y témpera. En 1882 es becado por la Diputación Provincial para aprender en la Academia de España en Roma, máxima aspiración de los artistas jóvenes de aquella época. Viaja a Roma (1883), pasando allí largos períodos y viéndose influenciado por el pintor Vicente Palmaroli, futuro director del Museo del Prado, lo que le da un cierto prestigio cosmopolita en Almería. En 1886 regresa de Roma y permanece en Madrid unos meses realizando el cuadro de María Cristina de Habsburgo para el Ayuntamiento de Almería. La muerte de Giuliani hace que, en 1889, sea catedrático interino de Dibujo, cargo que ejerce hasta 1892.

En esta época destaca el academicismo basado en el predominio del dibujo y modelado, que va evolucionando hacia una forma más realista de pincelada más suelta. Su temática es variada: paisaje, retratos, naturaleza muerta, religiosa... aunque comienza a destacar como retratista. En ellos sobresale la solidez del dibujo y del trazo, pasando el color por diversas variaciones a lo largo del tiempo. Algunas de sus obras reflejan un cierto carácter modernista en su planteamiento y ejecución.

En 1897 se traslada definitivamente a la capital de España, participando en la Exposición Nacional de Bellas Artes del mismo año con el cuadro La miseria, premiado con mención de honor. En 1899 la alcaldía de Madrid le encarga retratos al óleo de ex alcaldes, siendo, quizás, su momento culminante como pintor. Uno de sus autorretratos fue adquirido por el Museo de Arte Moderno. En 1901 realiza dos retratos del rey Alfonso XIII, uno para el Ayuntamiento y otro para la Universidad. Desde 1901 a 1912 trabajó como restaurador en el Museo Arqueológico Nacional; en 1904 participa en la Exposición Internacional celebrada en París y, en 1917, acudió a la exposición Universal de Panamá, con la obra El panecillo, premiado con la Medalla de plata. En esos años fueron numerosos los retratos de personajes políticos realizados para centros oficiales, como el del Conde Romanones (1906) para el Ministerio de Justicia, los de los cuatro presidentes de Gobierno asesinados (Cánovas; Prim, 1920 y Canalejas) para la presidencia del Gobierno, etc.

Técnicamente utilizó, sobre todo, el óleo, aunque se conservan algunos dibujos a lápiz. Su época madrileña no le impide seguir realizando diversos retratos por encargo para familias e instituciones almerienses. Destaca el de la señora de Díaz Aguilar (1921), Guillermo López Rull, señores de Godoy, Nicolás Salmerón y alcaldes como Eduardo Pérez Ibáñez, Antonio González Garbín o José María Muñoz Calderón.


Fuente Original

Diccionario Biográfico de Almería

Foto : Maestrosdelretrato


domingo, 22 de noviembre de 2020

Silvestre Martínez de Haro

Artista polifacético: dibujo, literatura, teatro o cine; aunque, en esencia, se definía como pintor. 

Le atrajo el cine amateur, asumiendo tareas de guionista, director y actor. En 1964 cofundó el Equipo Sipe, responsable de cuatro cortometrajes: El Maletilla (1964), Obsesión (1965), La Historia del Arte (1968) y Sangre de Aceitunas (1985); reconocidos con sendos premios. Sintió gran afición al teatro: dirigió un montaje de La zapatera prodigiosa con enorme éxito y comandó el grupo «Almíbar Silvestre ». También mostró interés por el relato corto, como prueba: El niño tonto (1979), con el que ganó el concurso literario Gabriel Espinar. Confeccionó ilustraciones para libros, etiquetas de vinos, clichés y dibujos para artes gráficas. Realizó su primera exposición pictórica en Peñón de Alhucemas, durante su servicio militar.

      En 1976 abandonó su trabajo de oficinista para matricularse en la Escuela Superior de San Carlos (Universidad de Valencia), donde obtuvo la licenciatura en Bellas Artes (1981). Aunque sus óleos se caracterizan por un naturalismo tradicional de corte impresionista, su sentido de la investigación produjo los mejores resultados en las anilinas, que guardan cierto aire con el expresionismo de Ginés Parra.

      Su compromiso social le llevó a ocupar la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Huércal Overa (1983- 1987). A partir de 1986 se dedicó a la enseñanza como profesor de Dibujo en diversos institutos. Realizaba continuas escapadas al campo, en especial, a Santopétar, prototipo de su tierra y fuente de inspiración para su obra paisajística, centrada en los cortijos abandonados, que le convirtieron en uno de los artistas más cotizados de la escuela huercalense, con obras colgadas en países como Francia, Bélgica y EE.UU.; y objeto de diversos homenajes tras su fallecimiento

Si quieres ver su colección accede al siguiente enlace.

Colección


sábado, 7 de noviembre de 2020

Busto de don José María Jiménez Sánchez

 José María Jiménez Sánchez, que da nombre a la plaza, nació en Berja en 1912. Estudió la carrera eclesiástica en el Seminario de Granada, y fue ordenado sacerdote a los 24 años de edad en 1936. Su primer destino fue Bérchules (Granada) donde estuvo tres meses como regente. Después pasó más tarde a ser párroco de Talará (Granada), donde estuvo 3 años, y de aquí marcho a Murtas (Granada) donde estuvo 9 años.

De este pueblo se trasladó a la Parroquia de El Ejido, donde fue titular durante 22 años. Durante su tiempo como párroco ejidense se construyó la iglesia de San Isidro Labrador (de 1952 a 1954). Tras su paso por El Ejido fue nombrado Capellán del Hospital Provincial de Almería, y tras su jubilación permaneció en El Ejido, donde murió en 1994.

Fue una persona sencilla que le gustaba comunicarse con toda la sociedad, y en especial con las personas mayores y los niños, a los que dedicó buena parte de su tiempo ayudándoles en la enseñanza, tanto en las escuelas como en el instituto. Sus aficiones eran la lectura y el estudio de idiomas. Vivió el gran desarrollo de El Ejido y siempre decía, según los que lo conocieron, que este pueblo llegaría a ser y a tener la importancia que actualmente tiene

El busto representa al sacerdote de medio cuerpo y tiene más de un metro de altura. Va fundido en bronce con un peso de 160 kilos y en la imagen el párroco aparece con una actitud mística. Está soportado por un bloque mármol de color.




Fotos: David Téllez

miércoles, 30 de septiembre de 2020

Soledad Alonso de Drysdale

Soledad Alonso Guirado nació en Gádor, 22-6-1899, de origen humilde emigró a Francia a trabajar y al mismo tiempo cursa estudios nocturnos en el Instituto Bergerac. En 1928 se trasladó a Argentina, país en donde se casó con el industrial de origen inglés Eric G. Drysdale y quedó viuda con una saneada situación económica y una buena posición social.

Esta nueva situación desarrolló su actividad filantrópica en la provincia de Buenos Aires y en España después de la Guerra Civil Española. Sus buenas relaciones con la nobleza, Iglesia y los dirigentes políticos del franquismo le permitió paliar la precaria situación de la vivienda, la sanidad y la educación en ciudades como Granada, Málaga, Córdoba, Almería y Gádor, donde la nombraron hija adoptiva y predilecta; visitó España en varias ocasiones, colaborando en la visita de Eva Perón, y tenía la Gran Cruz de Isabel la Católica, del Mérito Militar. Murió en Buenos Aires, 26-01-1971.



Don Eugenio Sánchez Quero


Hablar de la historia de Benínar en la primera mitad del siglo XX, es hablar de la familia Sánchez Quero. De Juan, que fue el médico que curó a nuestros abuelos; de José, que llegó a ser el canónigo de la Catedral de Granada; de Facundo, que llevó las riendas del Ayuntamiento muchos años; de Eugenio, que llevó al límite su juramento hipocrático.

Hijos de Juan Sánchez Sánchez y Francisca Quero (natural de Berja) que, teniendo medios, supieron dar un futuro a sus hijos.

¿Quién no recuerda la estatua de Eugenio en mitad de la plaza? Primero con cancela de hierro forjado y después sin ella. Hecha gracias a la suscripción popular de unos paisanos agradecidos que, cuando se enteraron de su muerte corrieron río arriba hasta Ugíjar para recoger sus restos y bajarlos a hombros a su pueblo natal para enterrarlo junto a ellos.

Debo agradecer la inestimable colaboración de Juan Sánchez y de José María Alonso, quienes me han proporcionado la mayor parte de la documentación que vais a leer.

Veamos a los hermanos Sánchez Quero.

Juan Sánchez Quero

Nació en 1874. Estudió bachiller en Granada, en el Instituto de Segunda Enseñanza. En 1893 se tituló con las calificaciones de sobresaliente en el primer ejercicio y de aprobado en el segundo. Para solicitar el título tuvo que pagar diez pesetas, una pequeña fortuna por esa época. En 1900, a la edad de 26 años se licenció en Medicina y Cirugía por la Facultad de Medicina en la Universidad de Granada.

Durante años el pueblo de Benínar había estado desesperadamente buscando un médico, se publicaron varios anuncios en la Gaceta de Madrid. Se ofrecía un sueldo de 750 pesetas (pagadas por trimestres vencidos) por la asistencia a las familias pobres y, dando libertad al médico para contratar las igualas a las familias pudientes. Esta plaza finalmente fue ocupada. En 1900 el médico que había se llamaba Ricardo Magaña Romero de 46 años.

Juan ejerció en Murtas unos años y al quedar libre la de Benínar se fue a su pueblo, ocupándola hasta enero de 1936 que fue cuando falleció.


José Sánchez Quero

Estudió en el Seminario de Granada obteniendo el grado de doctor en Sagrada Teología. Fue profesor en el Seminario y Capellán de Religiosas. En 1902 obtuvo por oposición la canonjía de la Catedral de Granada, cargo que ocupó el 10 de julio de ese año hasta su muerte. Está enterrado en la Catedral.


Facundo Sánchez Quero

Secretario del Ayuntamiento y del Juzgado de Paz de Benínar hasta el 13 de junio de 1946, año en el que solicitó la excedencia voluntaria.



Eugenio Sánchez Quero

Nació en Benínar en 1887 y murió el 22 de octubre de 1918 en Ugíjar de gripe a la edad de 30 años.

Es el beninero más querido e ilustre. Han pasado 91 años desde su muerte y es recordado con cariño por sus paisanos. Estudió Bachiller en Granada obteniendo la calificación de sobresaliente en el primer ejercicio y aprobado en el segundo. Después se licenció en Medicina y Cirugía en la Facultad de Medicina de Granada. Durante la carrera, de 1910 a 1913 trabajó como alumno interno en la Cátedra de Clínica Quirúrgica bajo la direccion del catedrático Víctor Escribano.

Su expediente académico es espectacular, sacó 6 notables y 22 sobresalientes, con 16 premios como mejor alumno de la asignatura y estaba considerado como el segundo mejor de su promoción. En 1913 apoyado por la Facultad de Medicina solicitó una beca en París para investigar sobre el tema “Los adelantos actuales de la ortopedia y cirugía del sistema nervioso” que, seguramente rechazaría al ofrecérsele una plaza de médico en el hospital de Ugíjar.

Una vez acabada la carrera hizo la tesis que, versaba sobre “La cura radical de la hernia inguinal y la elección de procedimiento”. Fue leída y aprobada en la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Madrid el 27 de octubre de 1913. El presidente de su tribunal fue el catedrático y premio Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal, dándole la calificación de sobresaliente.

Como figura humana lo dio todo.  Cuando iba a su pueblo visitaba a todos sus vecinos, iba casa por casa haciendo lo que mejor sabía, practicar la medicina y, nunca cobró ni un real por ello. Al acabar la carrera fue a trabajar al Hospital de Ugíjar que, fue creado por las familias pudientes del pueblo para su uso exclusivo. Eugenio al llegar a la primera persona que curó fue a una gitana enferma, esto creó malestar en unos pero, se ganó el cariño del pueblo.

Siempre me preguntaré qué hubiera pasado si la gripe del 18 no se hubiese cruzado en su camino. El olvido es el cáncer de la historia, olvidar nuestro pasado sería como despojarnos de una parte de nuestra identidad. Ayúdanos a recordarlo.

En la lápida de Eugenio, en el cementerio de Benínar, reza su epitafio: “Breves fueron sus días, más con su caridad y su ciencia, consagrado a los enfermos, llenó la carrera de muchos años”.


Enlace a fuente original





domingo, 14 de junio de 2020

Nicolás Salmerón Alonso


Nicolás Salmerón Alonso (Alhama la Seca, 10 de abril de 1838 - Pau, 20 de septiembre de 1908), fue un político, abogado y filósofo español, presidente del Poder Ejecutivo de la Primera República durante mes y medio en 1873.

Renunció al cargo alegando problemas de conciencia ante la firma de unas condenas a muerte. Fue catedrático de Historia Universal en la Universidad de Oviedo y de Metafísica en la Universidad de Madrid, así como estudioso de las teorías de Krause —krausismo— que inspiraron a la Institución Libre de Enseñanza.

Infancia y formación

Nacido en la localidad almeriense de Alhama la Seca, hijo del médico del pueblo, Francisco Salmerón López, y de Rosalía Alonso García. Su padre era conocido por la convicción de sus ideas liberales (que lo llevarían a colaborar en el intento de pronunciamiento liberal de Almería, conocido como «Los Coloraos»). Bautizado como Nicolás María del Carmen, siempre se quejaría de su infancia falto del cariño materno, pues su madre murió muy joven y su crianza pasó a mano de sus rígidas hermanas. Su esposa, Catalina, intentará darle el cariño que no recibió en su infancia. Su hermano mayor, Francisco nacido en 1822, también liberal, fue diputado por Almería en las Constituyentes de 1854 y ministro de Ultramar. Salmerón comenzó los estudios de bachillerato en Almería en 1846, donde obtuvo el título de bachiller en Bellas Artes. Con posterioridad cursó los estudios de Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de Granada, en la que trabó amistad de por vida con Francisco Giner de los Ríos y Julián Sanz del Río.




Inicios intelectuales y políticos

En 1859 fue nombrado profesor auxiliar de filosofía del Instituto San Isidro de Madrid, y en 1860, también como auxiliar, obtuvo plaza en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid. En 1864, tras obtener el doctorado, ganó la cátedra de Historia Universal en la Universidad de Oviedo, aunque jamás ocupó la plaza. Permaneció en la Central de Madrid hasta que, por fin, en 1866, obtuvo la cátedra de Metafísica en la misma. Desde bien joven conoció el krausismo que le influyó decisivamente en su vida posterior, hasta que evolucionó hacia el positivismo. Afiliado al Partido Democrático, publicó diversos artículos políticos en los diarios La Discusión y La Democracia, siendo detenido durante el reinado de Isabel II por sus ideas políticas junto a Pi y Margall, entre otros, el 12 de junio de 1867, permaneciendo cinco meses preso en la cárcel del Saladero. Con la Revolución de 1868 se trasladó a Madrid, donde fue repuesto en la cátedra de la que había sido separado a principios de año y participó en las juntas revolucionarias. En 1869 se presentó a diputado por la provincia de Almería pero fue derrotado. En 1871 fue elegido diputado a las Cortes Generales por la provincia de Badajoz. Partidario del republicanismo, fue defensor de un modelo unitario frente a la tesis federalistas y un activo luchador en el Sexenio Democrático. Su conocida posición en defensa de la extensión de la democracia lo llevaría a defender en 1871 la legalidad, dentro de la Constitución de 1869, de la Primera Internacional y el derecho de los obreros a asociarse libremente.




En el Gobierno de la República


Con la llegada de la República, fue ministro de Gracia y Justicia del gabinete de Estanislao Figueras y el 13 de junio elegido presidente de las Cortes Generales.
Tras la dimisión de Pi y Margall, las Cortes Constituyentes lo nombraron presidente del Poder Ejecutivo con 193 votos contra 93 de Pi y Margall, el 18 de julio de 1873.
La situación a la que se enfrentaba era especialmente crítica, lo que le llevó a rescatar de la reserva a diversos militares, como los generales Arsenio Martínez Campos (reconocido monárquico) y Manuel Pavía (de tendencia radical). Los cantones de Sevilla, Valencia y Cádiz cayeron en manos gubernamentales y, aunque las tropas cantonalistas de Cartagena se hicieron con un triunfo al tomar Orihuela, pronto fueron vencidos en Chinchilla y replegaron su avance. El 7 de septiembre de ese mismo año, Salmerón presentaba la dimisión alegando su negativa a firmar las condenas a muerte de unos militares que habían sido juzgados por colaborar con los cantonalistas. Algunos historiadores especulan con que su dimisión se debió a un conflicto interno en el seno de su partido, pues uno de sus miembros, Eduardo Palanca, se oponía por motivos personales a que el ejército tomara por asalto el cantón de Málaga, un asalto que el general Pavía no quería posponer más. Ante la disyuntiva de enfrentarse a Palanca o a Pavía, el presidente habría optado por dimitir.
Dos días después de abandonar su puesto fue elegido presidente del Congreso de los Diputados. Los enfrentamientos con su sucesor, Emilio Castelar, coadyuvaron involuntariamente al golpe de Estado de Pavía que, con el de Martínez-Campos el 29 de diciembre de 1874, daría lugar al fin de la primera experiencia republicana.


Exilio y vuelta a la docencia


En 1874 regresó a su cátedra de Metafísica, pero con la Restauración borbónica se le privará de la plaza el 17 de julio de 1875 en un amplio proceso de depuración universitaria. Aunque trató de mantener un despacho de abogados en Madrid, la situación lo obligó al exilio en París, donde junto a Manuel Ruiz Zorrilla fundó el Partido Republicano Progresista. No volvió a España hasta 1885, tras la amnistía de Práxedes Mateo Sagasta de 1881, y pudo recuperar su cátedra. En el 1889 fue el abogado de la defensa en el proceso del crimen de la calle Fuencarral de Madrid. Fue de nuevo diputado en 1886 y después ininterrumpidamente desde 1893 hasta 1907. En este tiempo mantuvo una clara vocación política republicana y en palabras de Claudio Sánchez Albornoz se convertirá en "la sombra de la República que un día habrá de llegar". Su incesante actividad lo lleva a fundar el periódico La Justicia, a integrarse en el partido Unión Republicana (antes había sido elegido por el Partido Democrático) y a modificar sus primeras convicciones unitarias por un apoyo al catalanismo moderado, ingresando en Solidaridad Catalana.



Perfil personal

De salud precaria, aprovechaba sus vacaciones para recibir las aguas termales. Por ello, hizo construir en su pueblo natal una magnífica villa donde residir mientras tomaba los baños en el balneario de San Nicolás de Alhama, a cuya Comisión de Baños pertenecía. Nunca perdió su vínculo con Alhama, participando en sus tradiciones y velando por su futuro.
Falleció en la ciudad francesa de Pau el 20 de septiembre de 1908, mientras se encontraba de vacaciones. En 1915 se trasladaron sus restos al monumento funerario levantado en el cementerio civil de Madrid, a la derecha del mausoleo de Francisco Pi y Margall, su predecesor en la presidencia de la Primera República Española. En su epitafio aparece una glosa realizada por Georges Clemenceau y se recuerda que «dejó el poder por no firmar una sentencia de muerte».







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