Próximo a la cumbre del cerro de la Testa, Antonio del Berrio y Luis Machuca propusieron en 1570 hacer una torre. Esta fue terminada después de 1584 por los hermanos Diego y Gregorio García, albañiles granadinos, con un coste de 431.250 maravedis. Pero esta se concluiría en 1593 por el carpintero, también granadino, Sebastián de Castro que había sido avalista de los citados albañiles.
Una vez acabada funcionó para vigilancia de la costa hasta que fue derruida en gran parte por el terremoto sucedido el 31 de diciembre de 1658.
Habilitada por el reglamento de 1764, en 1767 José Crame presupuesto con 2.301 reales de vellon la construcción de su nueva bóveda y otras obras menores que fueron realizadas en 1769.
Después en la guerra de la Independencia sufrió un importante deterioro, para terminar siendo demolida al terciar el siglo XX durante la Guerra Civil Española, periodo en el cual se instaló una batería en la falda del Cerro de la Testa.
En 1830 estaba dotada con un cabo y dos torreros que habitaban en cortijos de la zona. La torre necesitaba de reparaciones, que no se realizaron, por lo que se fue arruinando cada vez más. En los primeros años del siglo XX aún se hablaba de las ruinas de la torre de la Testa, pero en 1932 el arqueólogo alemán Adolf Schulten intentó localizarla ,no encontrando restos algunos de la torre, que había quedado desaparecida para siempre.
Estos búnkeres, en sus diferentes tipologías -casamatacontra-carro, nido de ametralladoras, observatorio y fortín de fusileros- son construcciones de hormigón armado, tanto para vigilancia como para ataque, pudiendo albergar cañones anticarro y ametralladoras. Su propia lógica lleva a construirlos sobre todo semienterrados y a cierta distancia entre ellos, tanto en la línea de costa, desembocaduras de ríos y en las laderas.
Son una serie de balsas artificiales que están unos metros sobre el nivel del mar. Se utilizan para llenarlas de agua marina con unos motores y después por efecto de la gravedad, el agua sigue por una canalización hasta desembocar en las salinas del Cabo de Gata, a unos 1500 metros de este espacio.
Situada sobre el Promontorio de La Vela Blanca, en el término municipal de Níjar, provincia de Almería, entre San José y el Cabo de Gata, al sur de El Monsul. Se encuentra situada en un lugar perfecto para la vigilancia de la costa tanto a levante como a poniente.
Historia
Se tienen noticias de la existencia de una torre en este lugar en textos del siglo XII, pero es posible que desapareciera sin dejar rastro. Posteriormente se levantó otra torre que también fue derribada por los corsarios moros poco después de su construcción, pero volvió a ser levantada en 1593, aunque sólo duró hasta mediados del siglo XVII, estando ya en estado de ruina antes del terremoto del 31 de diciembre de 1658. Hacía 1720 se utilizaba el promontorio para vigilancia, pero como la torre estaba arruinada los vigías se refugiaban en una cueva cercana.
En 1767 se acomete la construcción de la nueva torre, junto con la de Cala Higuera. Debido a su alta ubicación y la dificultad de su acceso, parte de la cantería fue sustituida por ladrillo. Ambas torres fueron financiadas por el Contador de la Isla de Santo Domingo, a cambio de un destino para su hijo en las tropas reales destacadas en aquella isla.
A mediados del siglo XIX la torre se encontraba en buen estado y fue traspasada al cuerpo de Carabineros para vigilancia de la costa. En 1941 pasó a depender de la Guardia Civil. Hacía 1960 fue vendida a un particular que la habilitó como vivienda. En 1987 quedó dentro del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar.
Torre Vela Blanca.
Se desconoce el momento concreto de su construcción aunque parece que en su lugar existió una almenara construida por árabes yemeníes de la zona al menos desde el siglo XII.
La construcción que se observa en la actualidad está hecha en mampostería con algunos refuerzos de ladrillo.
Tiene forma troncónica con planta circular y es maciza en su mitad inferior con un terrado en su parte superior.
Posee una única estancia en el tercio superior a la que se accede por una pequeña puerta adintelada situada a bastante altura.
En la estancia interior, aparte de la entrada, se abren pequeñas ventanas estrechas similares a saeteras.
Las baterías de costa consistían en complejos militares de artillería pesada que se situaban cerca de la orilla del mar y su objetivo principal era defender una plaza, un arsenal o un paso importante, frente a los ataques de las escuadras enemigas.
Según el armamento que recibían se clasificaron en baterías de perforación, baterías ordinarias, baterías de tiro rápido, baterías de obuses, baterías de morteros y baterías auxiliares.
Las baterías de perforación estaban equipadas con piezas de gran calibre y se establecían en lugares que eran de paso obligado de los buques. Se utilizaban para batir con tiro directo y proyectil perforante las partes más protegidas de los acorazados.
Las baterías ordinarias estaban armadas generalmente con piezas de calibre medio y se destinaban a hostigar los buques enemigos a todas las distancias posibles; para ello usaban tanto proyectiles ordinarios como proyectiles de gran capacidad de carga de combate y explosivos. Rara vez se empleaban proyectiles perforantes, cuyo blanco eran las partes menos protegidas de los barcos de combate, las superestructuras y las cubiertas blindadas. Estas baterías hacían un fuego muy denso y continuado, por cuyo motivo las piezas que las formaban eran o bien de tiro o bien de carga rápida.
Las baterías de tiro rápido tenían la misión de impedir los desembarcos, mientras que las baterías de obuses y de morteros de gran calibre se utilizaban para batir con fuegos curvos las cubiertas de los buques enemigos.
Por último, las baterías auxiliares eran las que se organizaban con piezas normales de campaña o de sitio, que por lo general eran móviles, y que ayudaban a la defensa en condiciones análogas a las de las baterías de pequeño calibre. Si se consideraba a las baterías de costa como obras de fortificación, apenas se diferenciaban de las de plaza, y por ello eran como éstas a barbeta, "acasamatadas" o acorazadas. Las primeras eran las más recomendadas tanto por sus condiciones de economía, como la facilidad de su servicio y la gran amplitud de su sector de fuegos.
Las explotaciones salineras de La Almadraba de Monteleva, existentes desde época romana, fueron enajenadas en 1872 por el estado. En 1882 fueron adquiridas por una compañía francesa; más tarde las compraría Isabel Oliver y de Cueto para pasar luego a sus herederos, la familia Acosta con el nombre de Salineras de Acosta.
La nueva gestión de Isabel Oliver y los Acosta trajo consigo importantes beneficios que redundaron en el equipamiento urbano para los trabajadores salineros, construyéndose así la iglesia en 1907 para el culto religioso católico de los trabajadores de las salinas. Destaca por su estilo sóbrio y ecléctico, cánones que dominaban en la arquitectura de la época.
El 25 de diciembre de 2004 se ofició misa por última vez, no siendo definitivo su cierre. En fechas recientes, siempre con permisos especiales del Obispado, se han celebrado ceremonias religiosas, como bodas y bautizos.
Iglesia de las Salinas.
Construida en 1907 para el culto religioso católico de los trabajadores de las Salinas.
Plano de la Iglesia.
A diferencia de las viviendas de los salineros, el templo se levantó sobre una plataforma para evitar la entrada de agua y arena, elevación que le confiere cierto aíre de superioridad simbólica. Bajo la nave, se alojaran distintas estancias dedicadas a servicios, entre ellas un palomar. La iglesia está rodeada por un muro rectangular hecho de mampostería.
La fachada principal mira al sureste, mirando al barrio obrero, la Sierra de Gata y el faro, se encuentra, por tanto, de espalda a los núcleos de población más próximos (San Miguel de Cabo de Gata y Almería capital). Con esta peculiaridad parece pretender cerrar un espacio más privado para los trabajadores de las salinas.
La fachada principal se abre a una escalinata flanqueada de dos pilastras rematadas con molduras y un pórtico tetrastilo in antis orientado al sureste, formado por columnas de fuste liso y capitel plano, levantadas sobre plinto. Sobre el mismo se sitúa el balcón del pórtico, con un vano enmarcado en arco de medio punto y decorado con una cruz entre grutescos.
La única nave es de planta rectangular, inusualmente alta y estrecha. Tiene dos niveles de altura. En el muro correspondiente al lado del Evangelio se construyó el campanario. En su interior encontramos dos módulos conforman un solo espacio con bóveda de cañón y cubierta plana en terraza. El interior cuenta con coro y sacristía y está decorado con falsas columnas y cenefa labrada en piedra.
El campanario es de base cuadrada. Tiene su techo que acaba en forma piramidal. Estaba coronado por una cruz de hierro, desaparecida en diciembre de 2009. Consta de seis niveles con forma de cubo y está adosado a la derecha de la nave del templo. Sus cuatro fachadas fueron decoradas de forma irregular, si bien la decoración de sus paredes repite los mismos motivos.
En la parte trasera, es decir, el lado suroeste del recinto encontramos un cementerio con nichos. En general, se puede describir su aspecto como italianizante, cosa inusual en un ámbito rural y marinero.