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miércoles, 19 de febrero de 2020

Las Tahas Alpujarreñas

Taha es una palabra de origen árabe que se utilizó en el reino nazarí de Granada, para denominar a los distritos administrativos en que se había dividido el reino. En La Alpujarra se mantuvieron como demarcación hasta muy avanzada la época cristiana.

Historia

En los primeros tiempos de la colonización musulmana, los poblados se establecieron en torno a castillos, denominados ḥiṣn (ḥuṣūn, en plural), que actuaban como centros organizativos y defensores de un cierto ámbito territorial, denominado ŷuz’ (aŷzā’, en plural).​ Esta estructura administrativa se mantuvo invariable hasta el siglo X, cuando los distritos se modificaron, aumentando mucho su tamaño, denominándose aqālīm (iqlīm, en singular).

La administración nazarí recogió la estructura de los aŷzā’ casi sin variación, creando la nueva configuración en tahas. Cada taha agrupaba un número indeterminado de alquerías y estaba basada en la propia estructura física del territorio. Cada una de ellas tenía su capital, normalmente en el núcleo que se había consolidado alrededor o cerca del ḥiṣn original.

Las Tahas de la Alpujarra

Tahas de La Alpujarra en el Reino de Granada en el momento de la conquista castellana.

Según los datos recogidos por los historiadores, La Alpujarra estaba dividida en 14 tahas, enumeradas a continuación de occidente a oriente​ con las alquerías que las integraban a finales del siglo XV​

Órgiva: Orgiva, Benizalte, Sortes, Benisiete, Pago, Cáñar, El Fex, Bayacas, Carataunas, Soportújar, Barjas y Tíjola. La capital en Albacete de Órgiva, junto al Castillejo de Órjiva, situado en el margen contrario al río respecto de la actual ubicación de la ciudad de Órgiva.

Poqueira: Panpaneira, Beniodmin, Bubión, Alguazta y Capileira. Capital en Bubión y cuya fortaleza era el Castillejo del Poqueira, del que aún quedan restos en el puerto entre Bubión y Pitres.

Ferreyra: Capilerilla, Aylacar, Pitres, Mecina, Fondales, Ferreirola, Atalbéitar, Pórtugos y Busquístar. Tenía su torre defensiva en el paraje conocido hoy como Mezquita de Busquístar y la capital en Pitres.

Suḥayl, llamada anteriormente Barŷīs, con capital en Lújar. La fortaleza estaba situada relativamente lejos de este núcleo, en el poblado de Alcázar.

Jubiles: Notáez, Cástaras, Nieles, Lobras, Jubiles, Tímar, Trevélez, Albayar, El Portel, Cádiar, Narila, Bérchules, Mecina Bombarón, Golco, Yátor, Yegen, Válor y despoblado altomedieval de Narila. Era la más extensa y poderosa de la tahas, con cinco fortalezas, la principal de las cuales era el Fuerte de Juviles. Se formó por la agregación de cinco aŷzā’ anteriores (Qāšturiš, Šubīliš, Burŷīl, Gutquḥ y Wadī Banī Umayya), cada uno con su castillo, aunque para Qāšturiš (Cástaras) y Wadī Banī Umayya (posiblemente Yegen) no se han identificado. La capital se fijó en Cádiar.4​

Cehel, con capital en Albuñol, cerca de la costa mediterránea, quedando su única fortaleza (Castillo de Juliana) muy al norte, en la zona de Murtas.

Ugíjar: Nechite, Mecina Alfahar, Turrillas, Ugíjar, Ynqueyra, Darrícal, Lucainena, Cherín, Vnqueyar, Picena, Laroles, Júbar, Mairena y Carchelina. Correspondía al antiguo ŷuz’ Aškarayātīš, cuya capital era el pueblo de Ugíjar y su fortaleza el cercano Castillo de Escariantes.

Andarax: Bayárcal, Yniça, Paterna, Guarros, Alcolea, Laujar, El Hiçan, El Camaçen, Cobda (hoy Fuente Victoria), Benecid y Fondón. Con capital en Laujar de Andarax, poseía dos fortalezas, cabezas en sus tiempos de otros tantos aŷzā’: el Castillejo de Paterna y el Castillo de Laujar.

Los musulmanes otorgarán un sello propio a esta tierra, denominándola "Andaraj", la era de la vida, convirtiéndola en capital de la taha de Andarax, una división administrativa de época nazarí que agrupaba una serie de alquerías o barriadas dispersas en el territorio del Alto Andarax y que integraba los actuales municipios de Fondón, Bayarcal, Paterna del Río y Alcolea. La base económica era la agricultura intensiva de regadío y la seda como industria de lujo para la exportación a través del puerto de Almería.

Laujar de Andarax fue el paraíso elegido por reyes como lugar de retiro, residencia o exilio. No es un hecho casual que llegaran hasta Laujar de Andarax, sino algo premeditado. El Zagal, último emir de Almería vivió en la alcazaba de Laujar, convertida de facto en villa y corte nazarí. Tras la conquista de Granada en 1492, el último rey moro de la península Ibérica se retiró de la vida política y su destino fue Laujar de Andarax. La intención de Boabdil era vivir en este enclave hasta el final de sus días, pero los Reyes Católicos decidieron alejarlo de esta zona peligrosa para sus intereses y se marchó a África. Antes de zarpar, aparte de dejar la tierra de sus antepasados, dejó algo muy importante, a su esposa Morayma, última sultana de Granada que falleció en Laujar de Andarax, como si hubiese decidido vivir aquí eternamente.


Barŷa, cuya capital era Berja, que ya lo era del antiguo ŷuz’.


Lúchar: Beires, Almócita, Padules, Bulinaba, Canjayar, Nieles, Ohanes, Alcora y Bogorayar . Se formó con la unificación de los aŷzā’ de Beires y Canjáyar, con capital en esta última.


Dilāya, con capital en Ambroz de Dalías, junto al Castillo del Algízar, en la actual Dalías.


Alboloduy: Santacruz, Rochuelos, Bilinbin y Alboloduy. Escindida del antiguo ŷuz’ de Marshana estaba al abrigo de su castillejo de Alboloduy.


Marchena: Rágol, Instinción, Illar, Bentarique, Huécija, Marchena, Alhama, Terque, Alhabia y Alsodux. Estaba integrada por el resto del ŷuz’ dividido, con capital en Huécija y defensa en la Alcazaba de Marchena.


Almexixar, en el extremo oriental, ocupando todo el valle inferior del río Andarax hasta su desembocadura en el mar, con capital en Felix, en la Sierra de Gádor, al pie de su castillejo. El nombre de esta taha, al igual que el del ŷuz’ que la antecedió (Šant Aflīŷ), plantean aún dudas entre los estudiosos.




LA TAHA ALPUJARREÑA DE ALMEXIXAR


Determinados investigadores cuestionaron en tiempos pasados si Felix y los lugares colindantes de Enix y Vícar formaban parte de la Alpujarra o de algún modo les excluía de aquel enclave territorial su situación geográfica extrema e incluso el propio estilo urbanístico de estos pueblos, más afín con la vivienda típica del litoral mediterráneo.

Ciertamente, la extensión y complejidad de la comarca alpujarreña, tierra indómita y levantisca según la tradición, presenta signos diferenciales entre los pueblos y elementos que la integran. No sorprende, por lo mismo, que ciertos modos y costumbres conservados en los lugares más próximos a las cumbres de Sierra Nevada se atemperen y modifiquen en Felix, donde el clima de la vertiente soleada de la sierra de Gádor, la cercanía de la costa y la permanente luminosidad dejan en nuestro entorno su especial impronta.

La propia estructura y aspecto de la vivienda popular es diversa a lo largo del complicado territorio alpujarreño. Las casas de los lugares clasificados como Alta Alpujarra, de recio tapial y mampuesto escasamente enlucido al exterior, se rematan en aleros de tosca pizarra como cornisa protectora contra las frecuentes celliscas y aguaceros; igualmente los sombríos zaguanes, los “tinaos” y las solanas sobre la vivienda son elementos necesarios para resguardo en las duras jornadas de frío invernal.

Como elemental contraste, el aspecto general de la vivienda en Felix y en los pueblos comarcanos asentados en la caída oriental de la sierra de Gádor, presenta un enlucido externo bien cuidado, sobre el que campea la cal de forma casi obsesiva, lo que confiere al conjunto una compacta blancura realzada por la luminosidad del medio.

Un conocido trabajo del profesor Gil Albarracín (Colección Nuestra Andalucía) destaca los núcleos de Felix y Níjar como los pueblos almerienses donde la vivienda popular “presenta la solución más asociada a los pueblos mediterráneos del norte africano”. Otros advierten su semejanza con algunos pueblecitos radiantes del sur de Italia, siendo comparado en otras ocasiones con los caseríos ribereños de las islas griegas. Tales parecidos se pusieron de manifiesto durante el auge almeriense como “tierra de cine”, cuando algunas importantes productoras americanas o inglesas utilizaban ocasionalmente las calles, plazas y rincones típicos de Felix para rodar escenas de ambiente mediterráneo, que después se proyectaban en famosos “films” como auténticos escenarios griegos o sicilianos.

Aunque estos datos son simplemente anecdóticos, evidencian el singular aspecto y carácter felisarios, hecho que en modo alguno excluye a nuestro pueblo del contexto alpujarreño. Probablemente, la escasa información sobre este punto de un historiador del siglo XVI, al que nos referiremos en este mismo capítulo, fuera el origen de un olvido o inadvertencia que sentó base con el tiempo.

El territorio de la Alpujarra adquirió su mayor importancia al constituirse el reino de Granada durante el primer tercio del siglo XIII. Por la accidentada configuración del terreno y dificultades de enlace, los reyes nazaritas estructuraron toda la comarca alpujarreña en pequeñas tahas o jurisdicciones que agrupaban varios lugares vecinos cuya población total no excediera de los dos mil vasallos. Cada taha ejercía su propio control político y administrativo, funciones de las que respondían ante los emisarios de la corona.

La Alpujarra almeriense quedó dividida en siete tahas: BARYA (Berja), DALAYA (Dalías), ANDARAX (Laujar), LUCHAR (Canjáyar), MARCHENA (Huécija), BOLODUC (Alboloduy) y ALMEXIXAR (Felix). Un historiador moderno denomina también a la taha de Almexixar con el nombre de Remepipar, de donde lo han tomado otros investigadores al tratar el mismo tema. El profesor Cabrillana Ciézar, cuya larga experiencia en la interpretación de escritos antiguos le otorga autoridad en esta materia, me indicaba que la falsa traducción de Remepipar debe atribuirse a la confusa grafía en los documentos de época, por lo que atendiendo el consejo prescindiré expresamente del dudoso nombre de Remepipar.

La taha de Almexixar era el distrito alpujarreño más cercano a la capital. La integraban los lugares de Felix, Vícar, Enix, El Marchal de Miralles y más tarde el de Antón López, así como la zona costera desde el Cañarete hasta Punta Entinas. Su capitalidad quedó establecida en Felix, plaza que por su mayor población y raíz histórica era considerada cabecera de comarca. El alguacil mayor del pueblo cuidaba el orden civil del distrito en concurrencia con los alguaciles sufragáneos de los restantes lugares, en tanto que el alfaquí mayor, instalado en la mezquita-aljama de Felix, impartía su autoridad en los servicios religiosos y culturales.

El topónimo de Almexixar, que originariamente daba nombre a la taha comunitaria, debió corresponderse con algún arrabal felisario o una simple “alcaría” cercana al pueblo, incluso una simple cortijada que por disponer de recursos agrícolas y ganaderos para el autoconsumo de un reducido grupo de vecinos estuviera permanentemente habitada. Una somera consideración podría inducirnos a situar aquel remoto núcleo en el sector de Gítar, donde la fertilidad de su vega, con entorno de monte y pastizales, debió de constituir en la época nazarita un perfecto enclave agropecuario. El Libro del Repartimiento de la Ciudad de Almería de 1491 aclara poco en este punto; sólo menciona determinados bienes en el paraje denominado propiamente Almexixar, en la taha de Felix, pero no indica su situación.

Durante el periodo nazarita, como en épocas anteriores de la dominación musulmana, el continuo recelo a invasiones enemigas mantenía el refuerzo de los baluartes costeros, edificando a la vez torres defensivas en puntos estratégicos del interior. Dentro de Felix, sobre el cerrillo del que mana la fuente pública, las autoridades nazaritas ordenaron construir un nuevo castillo, utilizando sin duda el mismo solar que ocupara la fortaleza de Zugayba en el siglo VIII.

Por su actual deterioro sería difícil determinar la estructura original de este segundo castillo árabe, pues sólo quedan en pie restos de muros y algún paramento del torreón principal, al que con el tiempo fueron adosándose corralizas y otras obras de pobre calidad. Se considera que la amplia superficie desplegada a espaldas del castillo -superficie que hoy ocupa el popular barrio del mismo nombre- estuvo reservada en tiempos pasados para servicio de la dotación militar. Este barrio tan entrañablemente felisario debe de ser, por lo mismo, posterior a la ocupación morisca, aunque su fisonomía reproduce como pocas calles del pueblo los rasgos de aquella vieja cultura.

Desde la fundación de Almería, es obvio que la proximidad geográfica entre la ciudad y los lugares de Almexixar propiciaría contactos frecuentes por razones de vecindad y comercio; a veces por necesidad de protección y mutua defensa. Aquella relación intervecinal, abierta y franca, adquirió cierto carácter vinculante cuando Yusuf V, uno de los últimos reyes moros de Granada, decidió caprichosamente incorporar la taha de Almexixar a la jurisdicción de Almería, para entregar la ciudad “más segura y enriquecida”, a su favorito y nuevo gobernador de la misma, Mohamal al-Rayi.

Medio siglo más tarde (1501) los Reyes Católicos, que se habían reservado como bienes realengos todos los lugares de Almexixar, renuevan la anexión de nuestra taha al alfoz de la ciudad en concepto de tierra natural de Almería, sin menoscabo de su carácter realengo. La disposición de Isabel y Fernando, como en su día la de Yusuf V, propendía a que las rentas y cuantos impuestos correspondiesen a la Corona pasaran directamente a los fondos públicos de la ciudad. Esta última adscripción de la taha de Felix quizá fue siempre más testimonial que de estricta observancia, pues los lugares anexionados seguían tratando con relativa autonomía sus propios asuntos y elegían cada año a sus alcaldes, elección que en todo caso siempre era sometida a la aprobación de la alcaldía mayor de Almería. De hecho, Felix y su entorno jamás perdieron su condición de taha, título aún reconocido en tiempo de Felipe II cuando se crea el concejo territorial único de Almexixar, respetando la estructuración político-administrativa de la antigua taha nazarita.

El porqué la taha de Felix a partir del siglo XVI es ignorada a veces entre los historiadores y comentaristas, debe de tener una probable explicación en la obra Rebelión y castigo de los moriscos del Reino de Granada, publicada en 1600 por don Luis del Mármol Carvajal. Cuando este famoso historiador da a luz su mencionada obra, la taha de Felix o de Almexixar formaba jurídicamente parte de Almería, circunstancia por la que sin duda Mármol no la incluye al citar las restantes tahas de la Alpujarra. La obra histórica de este autor fue utilizada durante siglos como principal fuente de información por cuantos investigadores le sucedieron, contagiándose del mismo error u omisión el propio don Pascual Madoz, que sigue en todo las aportaciones de Mármol, y más recientemente un erudito tan estricto como don Julio Caro Baroja, que en su libro Los moriscos del Reino de Granada incide en el mismo olvido.

Como resumen, debemos puntualizar que en la actualidad no se pone en duda la adscripción de Felix y su comarca a la variopinta y dispar Alpujarra, a la que, como apostillaba el padre Tapia “pertenecen nuestros pueblos por disposición de Dios, no de los hombres”.

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