En lo alto de Rioja, donde el aire se vuelve más limpio y el murmullo del río llega como un susurro, se encuentra el Mirador del Andarax. Desde allí, todo el valle se despliega ante tus ojos: naranjales que brillan al sol, el río serpenteando entre la tierra y el horizonte que se funde con las montañas.
Es un lugar para detenerse, respirar y sentir la historia del Bajo Andarax bajo tus pies. Cada curva del río, cada campo cultivado, cada pequeño camino entre los árboles parece contar historias de generaciones que trabajaron la tierra, cultivaron naranjas y construyeron pueblos que hoy siguen latiendo con vida propia.
El mirador no es solo un punto panorámico: es un espacio para la contemplación, donde se puede entender la relación íntima entre naturaleza y gente, entre pasado y presente. Aquí, los visitantes suelen quedarse un rato en silencio, dejando que el paisaje les hable, o sacan fotografías que intentan capturar esa sensación de paz y amplitud.
Al atardecer, el Andarax refleja los tonos dorados del sol, y el valle parece un lienzo vivo donde la historia y la naturaleza se mezclan. Desde el Mirador del Andarax, Rioja muestra su alma: sencilla, cálida y profundamente ligada a su tierra.









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