lunes, 30 de marzo de 2020

Cerro del Nacimiento

El yacimiento del Cerro del Nacimiento está localizado dentro del término municipal de Macael, concretamente a 1,5 kilómetros al noroeste de la población, en las estribaciones septentrionales de la Sierra de los Filabres. Sobre la base del material cerámico se ha datado la fase principal de ocupación en la Edad del Bronce Pleno, aunque algunos materiales apuntan a una ocupación anterior, durante la Edad del Cobre. 

Su patrón de asentamiento y, en especial, el urbanístico, obedece al modelo de implantación de esta cultura, así las construcciones que organizan el espacio se distribuyen según el principio general de disposición más o menos paralela a la orientación de las curvas de nivel. Los restos del asentamiento se localizan sobre un cerro de naturaleza dolomítica de forma triangular y sobre un espolón rocoso que se eleva en la falda norte del cerro Ocará, al otro lado del Barranco Alegre. Por tanto, se trata de un yacimiento arqueológico estructurado en dos zonas diferenciadas espacialmente, aunque todas las evidencias indican que la ocupación en ambas es contemporánea, y con una evolución común. Además, se ha localizado una fuente a los pies de este cerro, al nivel del cauce del barranco, que debió de abastecer a los pobladores del asentamiento.


El núcleo principal y más extenso del yacimiento, posee una forma más o menos triangular, por su adaptación al terreno, definida por tres sistemas de muros que marcan el límite exterior del espacio ocupado. Su funcionalidad es tanto defensiva como de configuración espacial, ya que a partir de ellos se crea una plataforma sobre las que construyen tanto las unidades de habitación como las zonas de paso. Es posible, a través de la observación de los restos estructurales, deducir que la organización espacial se estructuraba a partir de terrazas artificiales. Los dos sistemas de muros más largos confluyen en la parte más estrecha del cerro, donde se abre la puerta, quedando así cerradas por este cinturón las tres laderas con un solo punto de acceso. Los muros no llegan a encontrarse, sino que discurren paralelos durante algunos metros, formando un pasillo. La puerta ha sufrido modificaciones, en cuanto a anchura, estrechándose a lo largo del tiempo, sin duda para garantizar las posibilidades de control.


De las tres laderas del Cerro, la occidental y la oriental parece que se han organizado de forma integrada, localizándose en la parte superior de ambas un complejo estructural que reviste la cresta rocosa, delimitándose un espacio en el que, aprovechando las características topográficas de cerro, se organiza el hábitat, al tiempo que se aseguraba la estabilidad de las unidades de habitación más altas al apoyarse sus partes traseras en la roca. En la ladera oriental se definen dos grandes terrazas separadas por un gran lienzo de muro, a partir del cual se distribuyen las unidades de habitación en hileras comunicadas por una calle o zona de paso. Algunos de los muros de esta zona se disponen en sentido oblicuo a las curvas de nivel, posiblemente para facilitar la comunicación entre las terrazas mediante rampas de acceso. 

Aunque no se pudo identificar ninguna unidad de habitación en estos espacios, si hay que indicar que en la terraza superior se localizó una tumba en cista, de las varias conocidas en el yacimiento. 

La ladera meridional se encuentra separada de las anteriores por la cima. Se define como un sector geomorfológicamente muy escarpado en donde la ocupación es muy dificultosa, por lo que resulta sorprendente constatar cómo las construcciones en este sector bajan hasta casi el nivel del cauce, cerrando contra las paredes verticales del cerro, impidiendo así cualquier posibilidad de acceso. 

Finalmente, hay que resaltar la intervención antrópica en el Cerro del Nacimiento para su adecuación como asentamiento. Así se han documentado algunas modificaciones artificiales en las paredes rocosas para acentuar su inaccesibilidad, lo que pone de manifiesto la plena articulación del espacio habitado como un todo cerrado y perfectamente delimitado con una única puerta de acceso. A ello habría que añadir la posible existencia de un foso, ya que así fue interpretado el corte artificial de las paredes de la pequeña vaguada que separa este núcleo principal de un pequeño cerro observado al Norte. Sin embargo, esto solo se trataría de una hipótesis, ya que hasta ahora no se ha documentado ningún otro ejemplo de foso de la Edad del Bronce en el sureste de nuestra Península. 

El segundo sector del yacimiento, o hábitat secundario, es de menor extensión y ha sido interpretado por su localización estratégica como un enclave que completaría la defensa de todo el asentamiento.

Datos Históricos

El Cerro del Nacimiento es uno de los escasos asentamientos argáricos conocidos en el valle medio del río Almanzora, al localizarse dentro de un área despoblada en el que se conoce como "territorio argárico", donde sólo se localiza otro sitio arqueológico, El Picacho en Oria. Además, es uno de los pocos asentamientos argáricos cuyo emplazamiento está distribuido sobre dos unidades topográficas diferenciadas, en función de las necesidades defensivas y posiblemente para un mejor control del territorio.

Los estudios realizados tanto en el cerro como en su entorno inmediato, han llevado a sus investigadores a plantear el empleo durante la Edad del Bronce de la irrigación de campos de cultivo en la terraza por medio de pequeñas conducciones que aprovechan la gravedad para el transporte y distribución del agua a lo largo de los valles de los arroyos. Sin embargo, no existen evidencias materiales que confirmen estas hipótesis.

En cuanto a la actividad metalúrgica en el yacimiento, se han localizado algunas escorias como plomo al pie de la ladera Este del núcleo principal del yacimiento. También se han localizado, a no gran distancia del asentamiento, pequeñas vetas de mineral de cobre, y algo más próxima aparece una mina de oligisto. Los materiales arqueológicos sitúan la ocupación principal del yacimiento en la Edad del Bronce Pleno, en época argárica; aunque algunos materiales apuntan a una ocupación anterior más antigua, de comienzos de la Edad del Cobre.            



Fuente: Guía Digital  

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