Tres caleras completamente excavadas en el terreno, dispuestas en posición de triángulo, situada a ambos lados del antiguo camino de Gádor, 2 de ellas a poniente y 1 a levante. La nueva carretera ha cortado parcialmente esta última que ha quedado colgada del talud. Las otras dos, que se conservan, están coronadas por un murete sobre la boca para sujetar el talud, siendo el de la sur de piedra seca. Por el contrario, el murete de la norte se encuentra semienfoscado y con viga de hormigón de descarga en la base del muro, lo que denota una consolidación en su última época de funcionamiento. El interior de los hornos-chimenea presenta planta circular, estando revestidos parcialmente por mampostería. Presentan túnel de acceso al mismo, así como pequeñas estancias laterales en la base de los hornos.
Aspectos Históricos
Estas caleras pertenecieron a José Rodríguez Cañizares, Pepe el de la Calera, que dejó la producción en los años 60 del siglo XX. Según cuentan, Pepe vendió los terrenos a Construcciones José Pozo por 3 millones de pesetas y se fue a Barcelona a trabajar. Al poco tiempo esta empresa vendió, por 30 millones, parte de los terrenos a la Compañía Sevillana Electricidad para la construcción de la subestación eléctrica.
Aspectos Destacables
Junto con la gran calera-yesera de la rambla de La Partala, estas son las construcciones de este tipo más elaboradas y mejor conservadas de las muchas viejas caleras existentes en el municipio. Las caleras, por su ubicación, pueden agruparse en dos tipos básicos: aquellas que se construyen en zonas alejadas de la población, y las levantadas cerca de las poblaciones. La ventaja comparativa de las primeras estaba en la cercanía al material básico: la piedra caliza, y a la leña, que actuaba de combustible. Por el contrario la ventaja de las segundas estaba en que estas ofrecían más facilidad para la comercialización y mejor calidad de vida para los trabajadores, los cuales podían vivir en el pueblo. Las caleras de monte solían tener una vida más corta en función del posible agotamiento del mejor material del entorno, siendo de construcción, más precaria. Por el contrario las caleras cercanas a las poblaciones solían estar más elaboradas dada su mayor supervivencia en el tiempo. Las caleras eran pequeñas industrias imprescindibles en la antigua vida de los pueblos. Extraída por calcinación de la piedra caliza, la cal era utilizada para muchas funciones. Las principales eran la elaboración del mortero que ligaba las piedras en la construcción (antes de inventarse el cemento) y el enjalbegado de fachadas e interiores de las casas. Esto desinfectaba las mismas, las refrescaba en verano al repeler el blanco las radiaciones solares y contribuía a generar un paisaje más limpio.
Fuente: Benahadux.es
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