Uno los molinos hidráulicos más relevantes desde el punto de vista arquitectónico de la provincia de Almería. Presenta una fachada realizada en ladrillo rojo macizo alternando con cajones de mampostería. Se aparejan los muros a base de rafas y cintas de ladrillo constituidas por dos hiladas, alternando con cajones de mampostería revocados, enlucidos y encalados. El ladrillo va colocado en hiladas regulares o aparejo español produciendo sombras en las juntas que confieren un contraste cromático al conjunto. Esta tradición constructiva se remonta a la época medieval y constituye un claro ejemplo de la pervivencia de las soluciones constructivas mudéjares en el sureste peninsular. Destaca el imponente salto de agua de su cubo, al cual accede el agua a través de un acueducto con dos arcos. Un impresionante cubo, obra sin lugar a dudas prodigio de la ingeniería del Siglo de las Luces, que llega a medir 13,80 m. Su caz toma las aguas procedentes del pago de la Polaca. Domina el amplio entorno de la huerta de Oria en el cual se encuentra ubicado. Sería con casi toda probabilidad el molino referido en el Catastro de Ensenada como molino del Marqués de los Vélez y a cuyo cargo estaría el molinero Pedro Fernández Romero en 1752. El X marqués de los Vélez lo visitó personalmente en noviembre de 1769, durante su estancia en Oria. Por su impresionante caída de agua que llega a su cubo, a través de un caz que discurre por un acueducto formado por dos arcos de medio punto, así como por la magnitud y sobria elegancia de la construcción, merece ser considerado uno de los molinos arquitectónicamente más relevantes de la provincia de Almería.
Fuente: IAPH
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