La niebla pudo dificultar la visión del conductor de la ambulancia a la hora de atravesar el paso a nivel y no advertir la presencia de la locomotora. Las señales luminosas indicaban que el paso de un tren era inminente. Quizás la niebla y la confianza del conductor que realizaba el recorrido a diario pudieron unirse en una fatal alianza que se saldó con las siete victimas mortales.
El accidente se produjo a las nueve y diez minutos de la mañana. La ambulancia conducida por Manuel Pelayo López de 42 años natural de Alhama de Almería, trasladaba a las siete personas desde las localidades de Íllar, Alhabia y Albolduy a la residencia sanitaria de Torrecárdenas para asistir a las sesiones de rehabilitación que venían recibiendo desde hacía varias semanas. El vehículo sanitario matrícula AL 3229 L que circulaba por la carretera comarcal 332 en dirección a la capital irrumpió en el paso a nivel, a pesar según informó entonces la compañía Renfe de que la semi barrera se encontraba bajada. Tras el impacto, la ambulancia fue arrastrada unos doscientos metros por la locomotora que se dirigía hasta Huéneja.
Los siete cadáveres quedaron aplastados bajo un amasijo de hierros y chapa siendo necesaria la intervención de la Unidad de Salvamento del parque contra incendios de Almería para rescatar del vehículo los maltrechos cuerpos sin vida. Todos los ocupantes de la ambulancia murieron en el acto, por lo que pese a la rápida intervención de los equipos médicos de Gádor y Benahadux que se personaron al poco tiempo de producirse el terrible accidente su presencia desgraciadamente no llegó a ser necesaria.
La noticia corrió como la pólvora entre las localidades del Bajo Andarax. A escasamente una hora de producirse el accidente, numerosos familiares de los fallecidos se habían desplazado ya hasta Gádor desde los pueblos limítrofes intentando conocer la suerte que habían corrido los ocupantes de la ambulancia.
Poco antes de la una de la tarde, el titular del juzgado de instrucción numero 9 de Almería, que previamente había ordenado el levantamiento de los cadáveres ordenaba la identificación de los fallecidos que de manera provisional habían sido trasladados hasta el depósito municipal de Gádor. Entre los fallecidos se encontraban la mujer y el hijo de siete meses de Francisco Martínez, alcalde de Alboloduy. El dolor unió a los cuatro pueblos del Bajo Andarax. Los familiares y amigos de las victimas, inmersos en una especie de nube no acertaban a comprender lo ocurrido. Todos ellos insistían entonces en la necesidad de eliminar los cuatro pasos a nivel que transcurren por el municipio de Gádor lamentándose que el Gobierno hiciera oídos sordos a estas reivindicaciones.
Junto al conductor de la ambulancia Manuel Pelayo, fallecieron Manuel López Rodríguez de 52 años, natural de Alhama, Gregoria Maillo Cabello de 31 años, natural de Illar, Francisca Ayala Valverde de 37 años y su hijo de siete meses Alejandro Martínez Ayala, Ana María Castellón Orta de 30 años y su hija.
Fuente: José Ángel Pérez
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