sábado, 25 de enero de 2020

Accidente Ferroviario en Gádor

16 de agosto de 1965. Hace bochorno y el pueblo de Gádor no duerme la siesta. Una cerrada tormenta descarga furiosamente por todo el valle del Andaráx aunque la lluvia más intensa se fija sobre los montes de Sierra Alhamilla. El abundante aparato eléctrico obliga a que en muchas casas del pueblo se guarden apresuradamente cualquier objeto metálico que pudiera ser susceptible de atraer a los rayos. La tormenta, de alguna manera se convirtió en antesala de una de las tragedias más dramáticas que en la década de los años sesenta sacudieron a la provincia. Un accidente ferroviario ocurrido en este término municipal se saldó con el triste balance de trece personas muertas y otras cincuenta y tres heridas de diferentes pronósticos. Son las 15,22 minutos, cuando Francisco Herrera Carpio, jefe de la estación ferroviaria de Gádor autoriza la entrada a la estación del tren correo 5.831 procedente de Almería con destino a Madrid. Esta circunstancia quedó reflejada en el libro de telefonemas de la estación gadorense.

El convoy lo integran seis unidades arrastradas por una maquinaria diésel que había salido de la estación de Almería a las 15,10 minutos. Tras una breve parada en Gádor , Francisco Herrera autoriza su salida. La tarde está totalmente plomiza y la tormenta no amaina. Llueve intensamente. La visibilidad es mala y solo el resplandor de los aparatos eléctricos alumbra débilmente el trazado ferroviario.
Momentos antes de autorizar la salida del correo Almería-Madrid, Francisco Herrera, responsable de la estación de Gádor casi de forma mecánica llama a la estación de Santa Fe comunicando que ya tiene vía libre el tren mercancía Nº 8 para ser recibido en Gádor. Entre ambas estaciones hay una corta distancia de apenas cinco minutos. Francisco Herrera, sin cerciorarse realmente si el tren mercancías ya estaba en Gádor reflejó su llegada en el libro de telefonemas a la hora que habitualmente lo hacía. Ese tremendo error, no comprobar que realmente el mercancía ya estaba en Gádor fue el elemento desencadenante de la tragedia.

A las 15,22 la maquinaria diésel del tren correo se pone en marcha. Avanza lentamente, y sin apenas velocidad recorre algo más de un kilómetro. Al llegar el convoy al punto kilométrico 232.800 entre Gádor y Santa Fe, en la denominada “Cuesta del Rayo”del paraje El Castillejo se produjo el accidente. Fue un choque violento entre ambos trenes. Las dos máquinas quedaron empotradas una sobre la otra.

El tren mercancías que circulaba por la misma vía se encontraba detenido como consecuencia de un corte en el fluido eléctrico- posiblemente a causa de la tormenta- que inutilizó la maniobrabilidad de la maquina eléctrica que arrastraba veintiún vagones. Cinco minutos antes de salir el tren correo, a las 15:15 se había producido la avería eléctrica. El violento impacto se escuchó en todo el pueblo de Gádor. Lo que siguió fue un paisaje dantesco.
Según la sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Almería, el 23 de octubre de 1.966 y cuyo recurso de casación fue rechazado por el Tribunal Supremo el 10 de mayo de 1.970, el día en que se produjo la terrible tragedia, debido a reajustes de plantilla en la empresa, el jefe de estación solo disponía de dos operarios.
Un mozo de agujas a quien encargó darle entrada al tren correo con destino a Madrid y el peón de explotación Clemente San José, quien por indicación de Francisco Herrera cumplimentó la orden de realizar las maniobras adecuadas para que pudiera acceder el mercancías a la estación de Gádor. Un acto combinado, donde la precipitación del jefe de Estación o quizás el exceso de confianza provoco el terrible desastre.

Tras el choque las dos máquinas quedaron superpuestas. Como consecuencia del fuerte impacto se produjo el descarrilamiento del furgón correo y del vagón directo de tercera clase cuyo destino era Barcelona. En este vagón precisamente se produjo la mayor desgracia. Allí se produjo el mayor numero de fallecidos ya que su estructura era de madera. Pese a que el impacto fue de extremada violencia, no alcanzó mayores consecuencias y un mayor número de muertes si el tren correo no hubiese iniciado la pendiente a una velocidad reducida y el mercancías estar detenido. El choque ocasionó el descarrilamiento parcial del correo.
Los primeros momentos son angustiosos. Los viajeros a gritos solicitan ayuda. Los ilesos saltan por las ventanillas. Como pueden esquivan las llamas y salen despavoridos. Muchos se dirigen corriendo al pueblo. En medio del caos los heridos son rescatados por los propios pasajeros ilesos. En un camión son evacuados los primeros lesionados y empiezan a llegar los vecinos en socorro de las victimas. En coches particulares son trasladados hasta Almería.

El interventor en medio de toda la presión tiene una sola preocupación, evitar que se restablezca el fluido eléctrico y se declare un incendio que afecte a todos los vagones del correo. En Gádor ya se conoce la tragedia y el pueblo se vuelca en auxiliar a las victimas. Del vagón de tercera clase empiezan a rescatarse los primeros cadáveres. En total son trece muertes y más de medio centenar de heridos.
El jefe suplente de la Estación de Gádor, Francisco Herrera, hombre respetado y de intachable conducta personal y profesional es procesado. Lleva 43 años de servicio y 17 años como jefe de Estación. Totalmente destrozado y acompañado de uno de sus hijos, también ferroviario, nada mas percatarse de la gravedad del accidente se presentó voluntariamente en la Comisaría de Policía. Se responsabilizó plenamente de todo lo ocurrido exculpando al guardabarreras y al guardagujas que estaban a sus órdenes. Fue juzgado por un delito de imprudencia. Sus subordinados implicados en el proceso, Manuel Cejudo Galindo, Clemente San José y Francisco Contreras fueron absueltos. RENFE tuvo que hacer frente a las indemnizaciones a los familiares de los fallecidos y heridos por su condición de responsabilidad civil subsidiaria.



Fuente: José Angel Pérez

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