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PERIÓDICOS DE ALMERÍA

jueves, 14 de febrero de 2019

Ciavieja

La Zona Arqueológica de Ciavieja se sitúa en el Campo de Dalias, en el Poniente almeriense. Esta amplia llanura enlaza el pie de monte de la vertiente meridional de la Sierra de Gádor con el mar Mediterráneo. Escasamente poblada y dedicada tradicionalmente al pastoreo y a una agricultura de subsistencia, la obtención de caudales estables de agua para regadío a partir de los años 50 del siglo pasado fue el punto de partida de un extraordinario crecimiento económico, demográfico y urbano que ha supuesto una importante transformación paisajística y que ha afectado también al patrimonio arqueológico.
El sitio arqueológico se localiza al Este del El Ejido en una zona muy alterada por antiguos abancalamientos, por obras de infraestructura y servicios así como por construcciones vinculadas a la comercialización de productos agrícolas. Estas circunstancias han aconsejado la división del yacimiento en dos áreas situadas al Norte y Sur de la avenida El Treinta respectivamente.
El área más amplia, que se denomina área I, se sitúa al Norte de la avenida El Treinta. Coincide con el asentamiento de Ciavieja y es el lugar donde se han realizado dos de las excavaciones arqueológicas, una prospección geofísica y un control de movimiento de tierra en uno de los cortijos situados en el límite este del yacimiento. Una segunda área, situada al sur de la avenida, esta formada por tres construcciones funerarias de época romana vinculadas al asentamiento y conocidas como Tumbas de la Carretera Nacional 340 (antigua denominación de la avenida El Treinta) que se denomina área II. Estas construcciones fueron excavadas en 1987 y posteriormente cubiertas parcialmente para garantizar su conservación.

Cartel informativo

El yacimiento se encuentra situado sobre una pequeña elevación conocida como Ciavieja o El Cerrillo de Ciavieja, extendiéndose además por los bancales circundantes así como bajo los cortijos existentes al Este de la zona delimitada. El Cerrillo es un tell formado por la acumulación de los sedimentos generados en los distintos momentos de ocupación que ha tenido el sitio, situado entre el antiguo cauce de la rambla de los Aljibillos, al norte y este, y un cauce o brazo no permanente de esta que lo rodeaba por el oeste y sur. Su secuencia cronológica es muy amplia estando documentados restos arqueológicos datados en la Edad del Cobre, Edad del Bronce, en época púnica y romana, lo que explica la formación de esta elevación artificial.
La primera campaña de excavación arqueológica se realizó entre el 10 de junio y el 27 de julio de 1985, y tenía como objetivo delimitar el yacimiento y realizar una valoración para poder establecer una normativa de protección. Para alcanzar estos objetivos se plantearon ocho cortes de sondeo. Se efectuaron dos cortes (3 y 4) en la zona donde había aparecido un mosaico (zona A), a fin de poder delimitar las estructuras de habitación allí existentes, que se fueron ampliando hasta alcanzar una superficie de 61,50 m2. En la zona Oeste se plantearon otros dos cortes (1 y 2) sobre un escalón lateral de la gran depresión de El Cerrillo, excavándose el corte 1 con una superficie final de 19,25 m2 (3,50 x 5,50 metros). En la zona Este (zona B), que es la mejor conservada, se plantearon tres cortes (5, 6 y 7) para conseguir la secuencia estratigráfica completa del yacimiento.

Vista del yacimiento

La segunda campaña, de excavación se llevó a cabo durante los meses de octubre, noviembre y diciembre de 1986, estuvo motivada por el expolio al que se vio sometido el yacimiento desde la campaña anterior que había puesto en peligro de desaparición uno de los perfiles estratigráficos obtenidos y dañado una estructura de enterramiento argárica. En esta intervención se finalizaron algunos de los cortes inacabados en la anterior (5, 6 y 7), se abrieron nuevos cortes (6¿, 7¿, 10, 11, 12 y 13, estos cuatro últimos en la zona C, al sudeste de la gran depresión central), y se enterraron o consolidaron una serie de estructuras para garantizar su conservación.

Los resultados de la excavación parcial del tell permiten afirmar que la primera ocupación tiene lugar durante la Edad del Cobre. Los investigadores del yacimiento han diferenciado tres fases dentro de este periodo.
La fase I o Cobre Inicial se caracteriza por la fuerte pervivencia de las tradiciones neolíticas de la Cultura de Almería y por la ausencia de elementos relacionados con la metalurgia si bien hay que tener presente que el volumen excavado para este momento es muy reducido.
La fase II estaría definida por la aparición de actividades metalúrgicas.
La fase III es una continuidad de la anterior en la que se documentan las primeras cerámicas campaniformes.
La secuencia prehistórica finaliza con la cultura argárica en la Edad del Bronce.

Vista del yacimiento.

Tras un periodo de abandono, el asentamiento es transformado y ocupado nuevamente en la segunda mitad del siglo V ANE por una población púnica que perdurará hasta la segunda mitad del siglo III ANE. La progresiva romanización de esta comunidad hará que la nueva ciudad de Murgi, de la que Ciavieja es el centro político y administrativo, adquiera importancia manteniéndose habitada hasta el siglo IV DNE.
En los primeros momentos de ocupación o fase I destaca la posible acequia documentada en el corte 5. Esta formada por dos zanjas paralelas excavadas en la roca con perfil en U, fondo plano, lados cóncavos y orientación norte-sur. Tiene una anchura de 1,70 metros por una profundidad de 0,90 metros la zanja A y 1,20 metros la zanja B y están separadas por la pequeña pared que forma la propia roca.
A esta época pertenecen también una serie de silos excavados en la capa de chinarro que se asienta sobre la roca o en la roca. Son de forma troncocónica, con un diámetro de boca de 0,60 a 0,70 metros y una profundidad de 0,90 metros (corte 5) o acampanados con un diámetro en la base de 2 metros y una profundidad de 1,50 metros (nº 4 del corte 12).

El conjunto cerámico de esta primera fase se caracteriza por vasos cilíndricos y troncocónicos de fondo aplanado y borde recto o vuelto hacia el exterior, que en su mayor parte estuvieron sometidos al fuego doméstico. Los cuencos son escasos y casi todos periféricos y profundos, así como las fuentes de perfiles sencillos. Uno de los tipos distintivos de esta primera fase son las grandes fuentes carenadas. A este momento corresponden también ollas con mamelones, cazuelas y orzas. Destacar la ausencia de cerámica decorada y la presencia de algunos fragmentos tratados con aguadas de almagra. Además son característicos los sistemas de suspensión con mamelones cónicos, perforados, de agujón así como fragmentos de vasos y ollas con asas de cinta, tubulares y orejetas horizontales con doble perforación. En arcilla hay documentadas placas rectangulares con dos agujeros en sus extremos y cuernecillos. La industria de piedra tallada es muy escasa y apenas esta representada por fragmentos de hojas de sílex. La piedra pulimentada es poco significativa aunque sí son frecuentes los pequeños molinos planos y las manos de molino.

En la fase II se encuentran viviendas circulares construidas con un zócalo de piedra y paredes de tapial. La techumbre, soportada por postes que arrancan del zócalo, está hecha con cañas y ramas revestidas de barro. Al interior se localizan hogares construidos con un anillo de barro con perfil de media caña que delimitan un espacio circular de 0,65 a 0,85 metros. Asociados a los hogares aparecen algunas vasijas clavadas en el suelo o sujetadas por piedras.
La cerámica es semejante a la de la fase I con un gran desarrollo de los platos y fuentes de labio engrosado y biselado hacia el interior, escasas fuentes carenadas y un gran aumento de cuencos, escudillas y vasos cilíndricos. La industria de piedra tallada es escasa pero significativa, con hojas y hojitas retocadas en sílex y otras rocas no silíceas, las primeras puntas de flecha con base cóncava y aletas y un geométrico (trapecio). En piedra pulimentada se cuenta con pequeñas hachas realizadas sobre rocas duras, seguramente para trabajos domésticos. El hueso trabajado tiene un gran desarrollo con finas agujas y punzones, algunos de largas dimensiones y cabeza de espátula. La metalurgia, que define este periodo, esta documentada por fragmentos de crisoles, escorias de cobre, mineral sin transformar y punzones de sección cuadrada. En estos momentos aparecen las cerámicas simbólicas. Son fragmentos de cocciones reductoras, pastas depuradas con desgrasante fino y superficies pulidas de tonos negros. Los motivos decorativos usuales son los ojos soles, guirnaldas incisas o grandes zigzag rellenos de puntos impresos. Dentro del grupo de cerámica de gran calidad técnica hay un pequeño lote de cuencos de pasta muy depurada y color anaranjado y pequeños cuencos de color oscuro con decoración bruñida en su interior con motivos en espiga. Una pieza especialmente significativa es un posible ídolo o colgante de alabastro formado por una plaquita alargada con dos escotaduras para destacar la cabeza.

La fase III se caracteriza y diferencia de la anterior por la presencia de gran cantidad de cerámica campaniforme. El patrón urbanístico del poblado no experimenta transformaciones. Se mantienen las cabañas circulares con zócalo de piedra y un diámetro que oscila entre los 4 y 7 metros.
En cuanto al conjunto cerámico se observa una mayor diversificación. Junto a las fuentes y platos de perfiles sencillos se encuentra un tipo muy abundante caracterizado por labio biselado hacia el interior y una gran profundidad que a veces presenta un pie de anillo. Junto a estos tipos se dan algunos vasos de carena media y de hombro. Respecto a la cerámica campaniforme llama la atención que no está separada estratigráficamente por la técnica empleada en su decoración. Desde el primer momento aparecen los tipos impresos "marítimos" asociados a los incisos "Ciempozuelos". No obstante la incidencia del mundo Ciempozuelos es mínima ya que más de un 90% de la cerámica decorada campaniforme está impresa a peine.

Vista del yacimiento.

La última ocupación del yacimiento en época prehistórica corresponde a la Cultura del Argar en la Edad del Bronce. Aunque ha aparecido abundante cerámica en las distintas áreas de excavación perteneciente a este periodo, los restos de construcciones son muy escasos ya que están arrasados por el aterrazamiento realizado en la segunda mitad del siglo V ANE para la fundación de un nuevo asentamiento. Esta circunstancia explica que las construcciones domésticas hayan desaparecido conservándose tan solo las tumbas que se practicaban bajo el suelo de las cabañas. En el corte 3, bajo el mortero de un mosaico, apareció una inhumación simple, con el cadáver encogido y fuertemente flexionado. Como ajuar tenía una vasija de carena media y dos pequeños cuchillos de cobre con hojas triangulares planas.
En el corte 5 apareció otra tumba que fue parcialmente expoliada. Consistía en una fosa ovalada cuyas paredes se habían cubierto por un muro de mampostería, que aún conservaba cinco hiladas, con cara al interior. El espacio entre el exterior del muro y las paredes de la fosa había sido rellenado con pequeñas piedras y tierra para dar estabilidad a la construcción. Como cierre probablemente se utilizara una gran losa de caliza.
El ajuar estaba formado por una copa de peana alta, dos pequeñas tulipas de carena baja, un gran vaso carenado y un cuenco parabólico achatado en su base. Completaban el ajuar una alabarda de bronce de forma triangular y nervadura central y varios fragmentos de marfil pertenecientes a dos brazaletes o pulseras circulares. Entre los materiales argáricos documentados en los distintos cortes destacan por su gran abundancia las tulipas y vasijas carenadas, fragmentos de pie de copa, cuencos de casquete esférico y ollas con mamelones como elementos decorativos.

En la segunda mitad del siglo V ANE, tras un periodo de abandono, se aterraza el poblado y se levanta un nuevo asentamiento que se mantendrá habitado hasta la primera mitad del siglo III ANE (esta fase esta representada en los cortes 5, 6, 6, y 7 de la zona B y sobre todo en los cortes 10, 11, 12 y 13 de la zona C).
Las nuevas construcciones, en las que se utiliza material de la fase anterior, están muy afectadas por las edificaciones posteriores y por la extracción de tierra del yacimiento conservando, tan solo, la cimentación y primeras hiladas. Consisten en una serie de muros rectos enlazados entre si. La técnica constructiva empleada fue la de abrir zanjas de cimentación en las que se colocaban piedras de mediano tamaño trabadas con barro.

En la zona C del yacimiento, cerca de los cortijos, estas construcciones presentan dos fases claramente diferenciadas en cuanto al trazado de los muros, aunque los materiales arqueológicos son bastante homogéneos cronológicamente. En la fase más antigua hay una serie de muros paralelos, algunos reforzados, construidos con piedras trabadas con barro. Estos muros son perpendiculares a otros que inscriben espacios internos rectangulares de 2 metros de ancho por más de 4 metros de largo, lo que supone un espacio interno de casi 10 metros cuadrados. No obstante no se ha podido documentar una conexión clara entre las habitaciones dado el reducido tamaño del área investigada y el grado de destrucción de los muros. La fase más reciente está formada por dos largos muros maestros rectos y equidistantes entre si 2 metros de los que parten tabiques perpendiculares que delimitan espacios internos de casi 4 metros de largo. La técnica constructiva es la misma que en la fase anterior. Al interior se han documentado pavimentos de tierra apisonada muy compacta de color naranja. Estos pavimentos se construyen sobre un encachado de piedras de pequeño tamaño cubriéndolas totalmente, mientras que en otros casos se utilizan empedrados de piedra plana con barro para cubrir los huecos.

Uno de los hallazgos más interesantes en las casas de la zona C son dos enterramientos infantiles situados bajo los pavimentos de las habitaciones. Uno de ellos se encontraba mal conservado, pero aun así se pudo apreciar que se hallaba en posición flexionada. El otro estaba perfectamente conservado. Se trata de un niño de poca edad, inhumado en posición de decúbito lateral flexionado sobre su lado izquierdo, depositado en el interior de una pequeña fosa delimitada por piedras y sellada por un empedrado.
Entre el conjunto de elementos de cultura material recuperados para esta época adquiere especial relevancia la cerámica. En primer lugar, por su importancia cronológica, destacan las cerámicas griegas. Están representadas por una docena de fragmentos que pertenecen en su mayor parte a Kylix y vasos de barniz negro áticos, así como varios fragmentos de figuras rojas. Uno de los vasos hallados es un Kantharos de barniz negro decorado con motivos de ramas de olivo en pintura blanca y destaca también un pie de una copa Cástulo. Ambos tipos son producciones que en el ágora de Atenas se fechan desde la primera mitad del siglo V ANE si bien tanto en Ullastret como en Ampurias y Cástulo se han venido fechando desde finales de ese siglo. Recientemente y a raíz de nuevos hallazgos en Huelva, se ha propuesto una fecha intermedia del siglo V ANE para estas producciones que debieron llegar a Ciavieja desde centros fenicios occidentales cercanos como Abdera o Baria.

La cerámica común del poblado presenta distintos tipos y decoraciones. En primer lugar hay un pequeño lote que se puede catalogar como íbera por su decoración de franjas rojas estrechas, círculos concéntricos y semicírculos, pertenecientes a pithoi, cuencos, urnas y ollas con borde de perfil en cabeza de ánade. Pero los tipos más abundantes pertenecen a cerámicas que presentan un engobe marrón claro cuyos tipos más representativos son cuencos, platos y vasos de suave perfil en "s" con pie marcado. Los platos presentan una pestaña en el borde con un pocillo o rehundimiento central, también con pie marcado, que supone el eslabón final en la evolución de los platos de barniz rojo fenicios, ya sin el barniz y con una clara influencia de los platos de pescado griegos. Otro de los tipos más frecuentes en el poblado son los pequeños cuencos de pie marcado y borde entrante o páteras. Las ánforas están representadas por un pequeño grupo perteneciente a los tipos Mañá A-3 a A-5 de tipología claramente púnica.

Este poblado, probablemente dependiente de Abdera, que por su situación responde a una estrategia de explotación agrícola, pasó a formar parte de la provincia romana de la Hispania Ulterior a partir del año 207 ANE, produciéndose una progresiva adaptación a las nuevas formas de vida por parte de su población. Esta comunidad se convirtió en una civitas stipendiaria que se integrará plenamente en el mundo romano al adquirir el estatuto de municipio latino en el siglo I DNE.
De este pasado quedan algunos restos arqueológicos en la actual trama urbana de El Ejido, como la construcción funeraria del Daymún, y una serie de inscripciones halladas en el yacimiento (pedestal dedicado al dios Marte y pedestal honorífico de Marco Aurelio Antonio) y en el resto del municipio, que ratifican la importancia de la ciudad. Los restos constructivos de época romana descubiertos durante las excavaciones de 1985 y 1986 son muy escasos pero de gran relevancia. Únicamente se han localizado en las zonas A y B. En la zona A se documentaron una serie de muros revestidos de estucos, probablemente decorados, que formaban parte de la habitación en que se encontraba el mosaico. En la zona B se localizó un muro de piedras revocado con yeso y un pavimento de opus caementicium.

Como resultado de una prospección geofísica realizada en el año 2010 y una intervención arqueológica preventiva en el año 2012, consistente en el control arqueológico de los movimientos de tierra originado por la retirada de pavimentos en un cortijo situado al Este del área I, se puso de manifiesto la existencia de un importante conjunto de restos de época romana, tanto por su extensión y potencia estratigráfica, como por las características de las construcciones documentadas.A partir de la interpretación de los datos obtenidos con georrádar (GPR) se puede concluir que tanto en El Cerrillo como en los bancales que lo rodean, existen importantes restos arqueológicos de época romana. Aunque la lectura del georrádar ofrece una distribución desigual de los restos (en ocasiones por tratarse de zonas en las que la prospección o la interpretación de los datos es muy difícil por la contaminación del subsuelo), permite conocer de forma somera el urbanismo de la ciudad y la existencia de construcciones de diferente funcionalidad.
Los arqueólogos autores de la interpretación diferencian dos fases en el desarrollo del urbanismo de Ciavieja. La primera fase, datada provisionalmente en el Alto Imperio, está caracterizada por la presencia de un viario orientado de Norte a Sur y por tanto de construcciones con esta misma orientación. No obstante se constata la existencia de edificios previos, de época republicana, y que fueron parcialmente documentados en las excavaciones realizadas en el yacimiento. Posteriormente hay un segundo impulso urbanizador con cambio en la orientación de las construcciones que llegan a invadir espacios públicos, consecuencia de la crisis de la legalidad pública característica de época tardo romana.

Al margen de la existencia de un urbanismo claramente definido para cada una de las fases consideradas, la prospección ha servido también para evaluar el potencial arqueológico de distintas partes del yacimiento. En la zona Este se ha podido reconstruir parte del viario de la ciudad así como la planta de distintos edificios interpretados como viviendas, tabernae o almacenes, evidenciando, en algunos casos, las diferencias entre las dos fases consideradas por las reestructuraciones espaciales o por cambios en la orientación de sus muros. De especial importancia es un edificio localizado en la depresión que rodea por el Sur y Oeste a El Cerrillo. Esta formado por dos muros curvilíneos paralelos y cinco alineaciones menos sólidas dispuestas radialmente a los muros anteriores que han sido interpretados como la cimentación de los graderíos de un edificio de espectáculos que, por su curvatura, puede corresponder a uno de los extremos del circo mencionado en las fuentes escritas (inscripción de la segunda mitad del siglo II DNE).

La intervención arqueológica realizada en el año 2012 en el cortijo situado al Este del yacimiento confirma la presencia e importancia de los restos arqueológicos de esta época. De hecho el cortijo esta edificado sobre restos de esta cronología tal como ha quedado confirmado en la intervención. En los seis sondeos realizados al interior de la vivienda se han documentado tres pavimentos distintos (opus spicatum, opus caementicium y mortero de tejoleta u opus signinum) y cuatro muros de época romana. Todas estas estructuras estuvieron en uso simultáneamente y algunas continúan en el cortijo contiguo. De la planta original del edificio del que formaban parte se conoce una dependencia completa, pavimentada con opus spicatum, que coincide con una de las habitaciones actuales del cortijo. Probablemente pertenezcan también a este edificio un aljibe, construido con ladrillo y cubierto con bóveda de cañón, y otra dependencia subterránea con bóveda pseudo-cuadratum, perpendicular al aljibe que, por sus características constructivas, debería tener una funcionalidad no relacionada con el almacenaje del agua, situadas bajo el cortijo contiguo al Este.

Según los arqueólogos responsables de la intervención, el edificio al que pertenecen las estructuras documentadas estaría integrado dentro del urbanismo planificado de la primera fase de la ciudad de Murgi, tanto por los paralelos arqueológicos del pavimento de opus spicatum como por la diferencia en la orientación de los muros documentados respecto a los que contenían el mosaico.
El conjunto de cerámica recuperada, para época romana, en las excavaciones tiene una amplia cronología que se inicia en el siglo III ANE y llega hasta el siglo IV DNE. Asociada al material íbero aparece la cerámica campaniense típica de época republicana. Los fragmentos hallados son escasos y pertenecen a campaniense A y B. Mucho más numerosos son los hallazgos de terra sigillata. Hay fragmentos de itálica de época tardo-republicana, sudgalica fechada en los siglos I y II DNE e hispánica del siglo II DNE. Los fragmentos más tardíos corresponden a cerámica clara A fechable en los siglos I al III DNE. Junto a la sigillata hay que destacar la aparición de vasitos de paredes finas con decoración a la barbotina y lisos que podemos situar en el siglo I DNE así como cerámica común, ánforas y lucernas.
A partir del siglo IV DNE se carece de documentación arqueológica de Murgi. Probablemente la ciudad perderá importancia paulatinamente hasta producirse su total abandono.




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