La alfarería en la provincia de Almería (España), como fenómeno etnográfico posterior a la romanización, queda definida por su esencia musulmana y la herencia cultural morisca. El Museo de Almería reúne materiales del periodo califal, del taifal y del nazarí granadino, así como testimonio de la actividad en focos ya desaparecidos como los de Abla, Berja, Huercal-Overa, Illar, Serón y el valle del río Andarax. La labor alfarera, como tal oficio artesano, está documentada desde la segunda mitad del siglo XVI. Algunos centros alfareros aún conservan una fuerte tradición.
Sorbas está considerado el principal centro alfarero de la provincia. En su barrio de Las Alfareras se conservan pilones, balsas y dos hornos morunos en los que aún se trabaja. Sin embargo, las muflas para hornear ladrillos, traídas de Manises en la década de 1970, prácticamente dejaron de usarse tras la llegada de hornos más económicos. Las tierras empleadas se extraen de la zona, la blanca de la Cañada Siscar y la rubial o roja de La Mojonera.
En la memoria del pueblo aún resuenan los apellidos de las grandes sagas de maestros alfareros: la de los Mañas (cuyo rastro en los archivos eclesiásticos pueden seguirse hasta el año 1600); la de origen granadino -Cúllar-, de los García Alpáñez , los García Lario y los García Muñoz, emparentados con los Simón; la de los Ayala, oriundos de Totana (Murcia), otro gran foco alfarero; la de los Fenoy, que vinieron de Tabernas a principios del siglo XX; la de los Madriles, descendientes de Sebastián Requena, documentados en el Catastro de Ensenada de 1728, y a su vez emparentados con los Requena Cayuela. A su labor se asociarían pintores sorbeños como Pedro Soler y Miguel Capel, con atrevidas decoraciones de las piezas.
Es de tener en cuenta que la construcción del horno es de tipo andalusí, aunque se tiende a decir que su construcción era árabe , una costumbre que será muy difícil de quitar.
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