Tiene una situación dominante respecto al entorno, teniendo perfectas vistas de toda la costa que baña el núcleo urbano de Carboneras, hacia el sur, y sobre una parte de la costa del actual Parque Natural Cabo de Gata-Níjar hacia el norte.
En este caso, la difícil topografía y el casi inexistente acceso han favorecido que el entorno de la torre se mantenga libre de construcciones. La torre, con base circular, se erige sobre el promontorio, teniendo fuerte derrumbe en la parte baja y el acceso, como es normal en este tipo de atalayas en el nivel superior.
Realizada de mampuesto de piedra, cabe destacar una serie de ménsulas de piedra situadas casi en la coronación, concentradas en aproximadamente un cuarto del perímetro. Es dicha zona la que aparece más deteriorada, ya que aparece derruida parte de la coronación y parte de la fachada. La presencia de estos matacanes no tiene paralelo en otras atalayas de la costa almeriense. Otro punto débil de la construcción es parte de la base, que se encuentra totalmente derruida y que puede conllevar un colapso total de la estructura.
Antonio Gil Albarracín realizó una revisión histórica y documental sobre la fortificación de la costa de Málaga, Granada y Almería con el fin de recabar información sobre la defensa de la costa del Reino de Granada entre el final de la Edad Media y mediados del s. XIX. Para la torre del Rayo, expone lo siguiente (Gil Albarracín, A., 2004: 502-503):
"También aparece como Torre de Carbonera o de Carboneras y Torre de los Diablos, está situada en uno de los extremos de la Ensenada de Carboneras, partido de Vera o término de Vera y Mojácar".
En informe de 1575 fue señalada la necesidad de construir la Torre de la Carbonera por encontrarse en un tramo de 9 leguas de litoral despoblado e indefenso, fue proyectada conjuntamente con las Torres de la Testa y San Pedro, como se ha citado.
En la relación de reparos pendientes redactada en 1589 por Alonso de Cárdenas señala que los moros derribaron parte de esta torre, costando 200 ducados rehacerla, por ser de mucha necesidad.
El informe redactado en 1593 por José Pérez de la Parra anota que diversos reparos que se habían de realizar en la Torre de la Carbonera fueron rematados en los albañiles Álvaro Fernández de Luna y Juan de Torres de la Vega, siendo su fiador Hernando Ponce de León, todos vecinos de Granada; la obra se encontraba acabada, a la espera de su aprobación por el ingeniero.
En una relación realizada en Vera el 14-4-1722 por Diego Leonés de Guevara afirmó que la Torre de la Carvonera era una de las cinco existentes en el partido de Vera.
En 1739 el Marqués de Valdecañas la describe la Torre de los Diablos maltratada e inhabitable, destacando que a corta distancia había una fuente en la que hacían aguada las embarcaciones.
Felipe Crame señaló en 1743 que la Torre del Rayo o de la Carbonera amenazaba total ruina, por lo que era necesario reedificarla, presupuestando la obra en 13.500 reales.
El informe sin firma de 1759 anota que la Torre de la Carbonera era redonda y se hallaba en buen estado; disponía de tres torreros.
En la visita de 1762 Antonio María Bucarelli anotó que en la Torre del Rayo o de la Carbonera sólo había torreros en verano; estaba maltratada por un rayo y cuando se compusiera podría tener artillería, pero no la necesitaba.
En el estado de las torres realizado en Málaga el 15-11-1763 por Juan de Urbina la Torre del Diablo tenía tres torreros, que disponían para su cultivo de 9 fanegas de secano.
El Reglamento de 1764 la relacionó como Torre del Rayo o Carbonera, en el partido de Vera, y le asignó una dotación de un cabo y dos torreros.
En la relación de 1765 Esteban Aymerick señaló que la Atalaya de los Diablos no necesitaba ningún reparo, pero sus torreros no la habitaban intimidados por la caída de varias centellas.
El Plan General de Obras redactado en 1767 por José Crame señaló que la Atalaya de los Diablos necesitaba algunos recalzos que fueron presupuestados en 200 reales de vellón.
En el informe realizado en Almería el 30-6-1770 por Manuel Núñez del Pino indicó que las obras aprobadas en la Atalaya de los Diablos por el Plan General de Obras no se habían iniciado aún por haber atendido otras más urgentes.
En la relación de 1-12-1771 Carlos Masdeu anotó que en la Atalaya de los Diablos eran necesarios diversos recalzos y enlucidos que fueron presupuestados en 936 reales de vellón.
En el informe redactado en Almería el 1-12-1773 Ventura Buzetta señaló que en la Atalaya Diablos se habían gastado 1.555 reales de vellón, 1 maravedí, 55 reales de vellón y 1 maravedí más de lo que se hallaba disponible para diversos reparos.
Francisco Gozar anotó el 18-8-1774 que la Atalaya de los Diablos se hallaba reparada aunque, probablemente por error, también vuelve a enumerarla al indicar que la Atalaya del Rayo se hallaba igualmente reparada.
El mismo Gozar reiteró en Málaga el 12-12-1781 que la Torre del Rayo se hallaba en buen uso.
En 1783 por Joaquín de Villanova anotó que la Atalaya del Rayo necesitaba 8 fanegas de cal y unos ladrillos.
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