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PERIÓDICOS DE ALMERÍA

domingo, 24 de mayo de 2020

Necrópolis Medieval de Alhama de Almería

Aproximación a la NECRÓPOLIS MEDIEVAL de Alhama a través del hallazgo fortuito de tres sepulturas.

Fco. Javier Morcillo Malillas y David Martínez Amate

Individuo sepultado según el rito musulmán

Afortunadamente, cada vez son más los datos que vamos conociendo sobre el pasado de nuestro pueblo. Pero desgraciadamente, ese pasado no siempre nos llega de la mejor manera para su investigación.

En este sentido, los restos arqueológicos que a continuación vamos a describir y a intentar contextualizar, los hemos descubierto sesgados y muy deteriorados, consecuencia de una deficiente gestión, que desde las instituciones, no sin intereses particulares, viene desarrollándose.

Contexto de un descubrimiento

Los restos documentados se localizan en una parcela, en el margen derecho de la actual Calle Médicos, a la altura de lo que ocupó el establecimiento de Nuevo Vulcano. Dicho solar se encontraba derribado y rebajado por medios mecánicos, con un desnivel respecto al vial de 2 metros. Por tanto, los restos hallados, proceden en su inmensa mayoría de la limpieza de los perfiles del mismo.

Consecuentemente, los restos debieron extenderse por todo o gran parte del solar, desapareciendo por tanto en el momento del rebajo perdiéndose con él todos los datos históricos de este espacio.

Las fases históricas documentadas, se corresponden con tres niveles de ocupación claramente diferenciados. Así portante, tenemos bajo el propio nivel actual de calle, un potente nivel de tierra, sin restos constructivos ni cerámicos, lo que nos induce a pensar que esta zona, anterior a la construcción del inmueble actual, debió ser un espacio destinado a huerta. Dicho estrato, colmataba a su vez otro nivel, donde aparecieron seccionadas tres fosas con restos óseos relacionadas con sendas sepulturas humanas, con una escasa presencia de material cerámico, aunque el poco documentado se ubica en época medieval. A su vez, estas fosas estaban en parte excavadas en un nivel de tierra, sin restos constructivos aparentes, pero que contenían una cantidad importante de material cerámico romano, concretamente piezas de sigillata y en menor medida cerámica romana común fechados en el siglo II d. C. Por tanto, una vez más, se ponía de manifiesto, la abundancia en el subsuelo alhameño de niveles de ocupación romana, y la existencia en este espacio y zonas anexas a él, de un área de necrópolis medieval.

Una vez más, se ponía de manifiesto, la abundancia en el subsuelo alhameño de niveles de ocupación romana, y la existencia en este espacio y zonas anexas a él, de un área de necrópolis medieval.


Emplazamiento

Aunque es frecuente la referencia oral en el pueblo de la existencia por esta zona de "tumbas de moros", debido fundamentalmente a la apariciones fortuitas de esta índole en trabajos de demolición en inmuebles cercanos, no ha sido hasta esta ocasión que en los trabajos en una parcela de estas características, nos ha permitido acercarnos a varios casos de estos enterramientos, y sobre todo poder documentarlos.

No obstante, ya en el año 1992, en un estudio realizado sobre la alquería medieval alhameña, Lorenzo Cara y Juana María Rodríguez, localizan dos zonas de enterramientos. Una situada en las faldas de la fortaleza medieval (Castillejos), y que debió destruirse en parte con la construcción del actual depósito del agua, y otra cercana a la zona de desdoblamiento de las vías de comunicación, concretamente en las cercanías de la Plaza de Lepanto. Obviamente, esta última ubicación coincide en proximidad al solar del que se ocupa esta mención, y por tanto, no hace nada más que confirmar dicha presencia y a la vez ubicarla con más concreción.

Lógicamente, y tal como así parece probable, estos espacios de enterramiento debieron ubicarse en zonas próximas a las poblaciones y a la vez en zonas amplias y desocupadas que permitieran garantizar una previsión de futuros enterramientos en este emplazamiento. Y en este sentido parece ubicarse la necrópolis alhameña, ya que según los datos que se desprenden de dicho estudio, la alquería se ubicaba en las cercanías, lo que actualmente se corresponde con la zona que comprenden el entorno de la Iglesia, barrio de San Antonio, Cruces y Barrio de San Marcos. De una primera observación podemos comprobar que la distancia entre las tumbas es considerable, no existiendo superposición ni agrupación entre ellas, entendiéndose en ello que el espacio destinado a enterramientos debió ser amplio, mucho más de lo que hasta ahora se pensaba, y ya no solo por la propia ubicación de los restos que quedan fuera de la misma.

Sección del solar donde se aprecia las lajas que conformaban la cubierta de dos sepulturas. 

A la vez, y si así nos remitimos a la normalidad de otras necrópolis ya conocidas, éstas se emplazaban a los lados de los caminos, a las afueras, con el fin de facilitar la comunicación espiritual con los difuntos y rendirles recuerdos en ciertos aniversarios. Es interesante este hecho, al observar los datos que vamos conociendo, que la necrópolis se extendía a ambos márgenes de lo que es hoy la actual calle Médicos, y por tanto, la misma es un recuerdo de lo que conformó un antiguo vial de comunicación de la alquería con su extrarradio.

Es anecdótico, cómo a veces, estos espacios de la muerte, se ubican próximos a zonas industriales, como es el caso de la producción alfarera propiamente dicha o zonas de testares (vertederos de piezas de los hornos cerámicos). En nuestro caso local, esta dicotomía también está presente si consideramos como zona de alfares las noticias que de los mismos nos continúan dando Lorenzo y Juana María Rodríguez al ubicar una zona de alfarerías en las proximidades. La que sí está confirmada, es la existencia, de al menos un alfar, en la antigua carretera Gádor-Laujar, frente el Frontón Municipal, aunque la proximidad al mismo no es la misma que la anterior, si bien desconocemos la extensión total de la necrópolis.

Estos espacios de enterramiento debieron ubicarse en zonas próximas a las poblaciones y a la vez en zonas amplias y desocupadas que permitieran garantizar una previsión de futuros enterramientos en este emplazamiento.
Los cementerios no estaban delimitados por muros de cierre y se consideraban lugares sagrados, sobre los que no se podía ni cultivar ni edificar, ni antes ni después. Este hecho, podría explicar, el por qué no se han hallado restos arqueológicos posteriores al abandono de este espacio, quedando de manifiesto, que si bien se cumplió la prerrogativa de prohibición a los moriscos de continuar dando sepultura a sus difuntos por el modo musulmán, si se respetó al menos la decisión de conservar este espacio como zona de sepultura antigua y por tanto, zona sagrada hasta ya época contemporánea, en el que este recuerdo se pierde. Afianza este hecho, la circunstancia histórica del terremoto de 1522 y la despoblación que debió sufrir la localidad. Es curioso, en cambio, la ubicación próxima de la ermita de las ánimas.

Las necrópolis se emplazaban a los lados de los caminos, a las afueras, con el fin de facilitar la comunicación espiritual con los difuntos y rendirles recuerdos en ciertos aniversarios.
Tampoco encontramos referencia, ni por tradición onomástica al lugar en el Libro de Apeo, ya que el topónimo Macaber o macabar, procedente del nombre árabe de zona de necrópolis (maqbára) y muy característico en otros casos de otras localidades, no aparece.

Tipología de los Enterramientos

Es a través del estudio de Lorenzo Cara y Juana María Rodríguez, por el que conocemos la existencia de varias de ellas. Nos dicen que las tumbas estaban orientadas de Norte a Sur. Las documentadas en la calle Primo de Rivera, se encontraban casi colindantes y con tres losas talladas en toba como cubierta.

También conocemos por referencia popular la aparición de varias losas de mármol, de sección triangular, a modo de macrabilla, localizadas en unos trabajos de rebaje en un solar frente al propio de la intervención.

En tal caso, las documentadas en el solar del que venimos hablando, han sido tres, localizadas en ambos márgenes del mismo. Dos de ellas, bajo la actual rasante de la calle Médicos, estaban muy deterioradas y alteradas por el saneamiento moderno y solo la documentada bajo los niveles de cimentación del inmueble colindante, estaba relativamente completa. Aun así, nos ha posibilitado el conocimiento de las mismas y poder precisar ciertos datos de interés.

Las tres sepulturas, están encuadradas bajo la misma tipología. Esta es, mediante una fosa simple, excavada en la tierra, y sin mucha profundidad, orientada Norte y Sur. Como cierre, presentaba una cubierta mediante la deposición horizontal de lajas de piedra sin trabajar y en el caso de la sepultura completa, presentaba en la cabeza (Sur) una laja hincada verticalmente.

El cuerpo, sólo se ha documentado uno completo, estaba depositado siguiendo la tradición musulmana; y así se entiendo, mediante la deposición del cadáver estirado, y de perfil, apoyando el cuerpo sobre el hombro derecho con los pies semiflexionados y las manos estiradas, orientando la mirada hacia el Este.

Tal y como es la tradición de no colocar ningún tipo de ajuar, aunque luego la realidad arqueológica en muchos casos no se confirma, en las tumbas no hemos localizado material alguno relacionado con las sepulturas, pero la realidad con la que se han documentado las mismas, muy alteradas, no nos induce a precisar de la inexistencia de la misma.

Por último, cabría precisar, que la única tumba documentada, obedece a un individuo adolescente sin poder conocer por los pocos restos óseos documentados, de que tipo de situación se correspondería con las otras dos.

Ritual de la sepultura en el mundo medieval musulmán

Según las normas islámicas cuando un musulmán fallecía se le lavaba el cuerpo y se le amortajaba con un lienzo blanco en su casa y después se le sacaba en una tabla y se le conducía a un cementerio precedido por un imán que iba recitando distintos versículos del Corán procurando siempre que en el transcurso el cadáver fuese siempre orientado hacia la Meca.

Una vez en el cementerio se procedía a excavar una fosa en tierra virgen que en teoría debía tener un metro aproximadamente de profundidad aunque la realidad es que casi nunca sobrepasaba los 30 y 40 centímetros y una vez terminada se depositaba en su interior al muerto en posición decúbito lateral derecho, con las piernas semiflexionadas, las manos sobre el pubis y orientado hacia el sur-sureste.

Jerónimo Munzer, que fue un viajero que visitó el Reino de Granada en 1494, pudo presenciar un ritual de enterramiento en la ciudad de Granada, y su testimonio de lo que presenció nos da una idea de lo que debía ser un enterramiento normal para un musulmán.

Fuimos también al cementerio nuevo, donde vimos enterrar a un hombre, y a siete mujeres vestidas de blanco, sentadas cerca del sepulcro, y al sacerdote, con la cabeza hacia el mediodía, también sentado, y cantando a continuos y grandes alaridos, mientras que las mujeres sin cesar esparcían odoríferos ramos de mirto sobre la sepultura".

Conclusiones

Aunque los datos aportados en este estudio son muy someros, dadas las características y situación del descubrimiento de estos restos, forman una primera pauta para ir conociendo y aportando información a la realidad histórica de nuestra localidad.

La necrópolis, se extendía al menos por los solares colindantes y sería conveniente, por parte de las autoridades, poder dar soluciones a su estudio futuro mediante un perímetro de protección.

Indiscutiblemente, estos restos han dejado de manifiesto, una vez más, que nuestra localidad posee un rico tesoro arqueológico en el subsuelo, y que sería una pena seguir dejando en manos de las máquinas su destrucción, perdiendo para siempre el legado que han dejado los alhameños del pasado.

Por ultimo, quisiéramos precisar, que cada vez más, vamos obteniendo información de presencia de restos romanos en nuestra localidad, lo que debería dar paso a un estudio completo, de cara a poder retrotraer el origen de Alhama e ir caracterizando su situación en los primeros siglos de nuestra era.



BIBLIOGRAFÍA.

- L.Cara Barrionuevo y J.M Rodríguez López. (1992) Castillos y poblamiento medieval en la Alpujarra. El ejemplo de Alhama de Almería. Instituto de Estudios Almerienses.

- L.Cara Barrionuevo (1993) La civilización islámica. Instituto de Estudios Almerienses.

- Maria Paz Torres Palomo y Manuel Acien Almansa. Estudios sobre cementerios islámicos andalusíes. Universidad de Málaga.

- Jerónimo Münzer (1494) Viajes por España y Portugal. Reino de Granada.

Artículo extraído de la Revista El Eco de Alhama, número 27.

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